Fue en una noche estrellada cuando la conocí a ella, era tan hermosa como las estrellas, tan fascinante de ver como la luna, era ella un cielo estrellado que mirando a la luna no me veía, pero yo la veía a ella, admirando su belleza y armonía, era idéntica a esa luna llena que nos cobijaba aquella noche.

Me enamoré de esa mujer que parecía un Sol, que esperaba a aquella luna, la cual era su tan anhelado amor, miraba al cielo añorando lo que en él había, esperando que bajara su amor a buscarla, y veía y veía el cielo, pero su amor sólo la cobijaba en silencio, en un silencio vacío y sin palabras, era un amor prohibido el de ellos dos, un amor que no podía ser, porque esa luna no podía bajar a tocar aquel Sol.

Era como la historia de Apolo, pero la gran diferencia era que Apolo tenía miedo de que su amor muriera y la luna y el sol sólo tenían miedo de su encuentro porque no podía ser y si hubiese sido ambos morían de un amor que solo les provocó dolor.

Soy un chico sencillo que en una noche estrellada encontró a su amor, mi único y verdadero amor, pero era un amor no correspondido, uno de esos amores que se guardan en silencio, en el silencio de una noche y precisamente bajo una noche de estrellas.

Desperté al amanecer y ya no existía aquella luna que me robaba su amor, ese amor tan fuerte y puro que sentía yo por ella, celos sentía de aquella luna que acaparaba su mirada, añoraba yo ver sus ojos tan sólo una vez en todas esas noches que ella me ignoraba por ver a su luna.

Nostalgia sentía de no poder tener su amor, ese amor que yo callado le profesaba, soy yo ese chico que bajo una noche de estrellas encontró el amor, yo amé a Sol y mi Sol amó a la luna, mientras que yo anhelaba a mi Sol ella esperaba a su luna.

Esta es la historia de un triste amor bajo una noche estrellada.