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"Una aventura en el mar"

En un país muy lejano, no, definitivamente esta historia no empieza así, eso es para cuantos de hadas y este precisamente no es uno.

Muchos dirán que el mar es un lugar tranquilo y silencioso para ir a pensar y relajarse, pero las profundidades del mar son un mundo de ruido y de canciones que se forman por olas.

Soy Estrella, me llamaron así porque consideran soy una estrella de mar que se escapó de casa, mi abuelo siempre solía decir, "las estrellas de mar viven en el mar" y por eso él siempre me lleva a casa, me lleva a las profundidades del mar, lo que él considera era mi hogar.

Para todos los que me conocen soy una estrella de mar que en vez de vivir entre colegios y muñecas se crio en casa, en el mar, porque ese era su hogar, crecí rodeada de agua, de peces y de viejos y sabios marineros, criada entre todos ellos crecí como una estrella fuerte y vigorosa, sabia y protectora, lo suficiente para cuidarme entre las grandes y ondas profundidades del mar.

Viviendo entre el agua aprendí a ser fuerte, como el barco que siempre se sostiene a pesar de las enormes tormentas, vivía a diario increíbles aventuras entre el mar, pero la que más recordare siempre es la del pequeño marinero Josué, nadie en mi barco olvidara aquel día que Josué paso a formar parte de nosotros.

Vivíamos entre el mar y solo íbamos a tierra cada dos meses, era mucho tiempo en el mar y poco tiempo en tierra firme, quizás al vivir así no conoceríamos mucho de ciudades y del mundo pero viviendo entre el mar conocemos más por el simple hecho de enfrentarnos a los peores fenómenos, el mar no es tranquilo y tampoco silencioso para quien no lo conoce, un marinero experimentado diría que las olas del mar suelen sentirse como una suave brisa, pero alguien que va por primera vez diría que el barco se hunde y tendría un terrible miedo y eso paso con el pequeño Josué.

Josué tenía tan solo 2 años cuando lo vi por primera vez, era yo una joven de 17 años cuando lo conocí, era la más joven en aquel barco hasta que el apareció y toda la atención paso a ser suya y también mía porque debía cuidarlo, era la única que podía hacerlo pues los demás estaban para pescar y cuidar de la enorme tripulación de aquel barco.

El pequeño Josué era un niño hermoso y muy mal portado, solía gatear y escaparse a la cubierta del barco asustando a todos lo que lo veían treparse en la barandilla del barco haciéndoles pensar que se caería al agua, todos chichaban horrorizados cada que lo veían, pero el cómo todo un santo solo reía y reía, y como nadie nunca volvió porque el pequeño todos se dieron cuenta de que había sido abandonado y dependía de nosotros.

El pequeño fue creciendo y con el yo envejeciendo como una Estrella madre, porque me convertí en la madre de aquel pequeño, se volvió mi pequeña estrella y yo me volví una marinera entre preocupaciones por verlo crecer y salir a la cubierta que todos al crecer salían.

Josué creció como era debido y el miedo invadió a esta Estrella, porque no quería que las profundidades del mar lo arrastraran hacia ella, pero entre haberse criado en el mar y haber heredado el carácter de la madre Josué no se dejaba vencer pues el quería subir a esa cubierta a toda costa.

-He dicho que no Josué, aun no estas listo...

-Pero mama-replico el pequeño.

-Mama, nada, iras el día que estes listo...

Siempre le decía las mismas palabras, no estas listo pero la que no estaba lista era ella, dejar ir a Josué era demasiado, lo protegía demasiado sin darme cuenta, pero Josué se sentía listo, y decidió a pesar de las negativas de su madre irse a la cubierta con los demás marineros y así lo hizo, subió a la cubierta y aprecio el hermoso y tormentoso mar que a lo lejos lo miraba cantando la tan hermosa canción que él desde abajo siempre oía, era la canción que emitían las olas, esa que Josué tanto tiempo había anhelado escuchar de cerca.

La cubierta era el temor de muchos pues para algunos es más fácil criarse abajo donde la tormenta no se ve, pero se escucha, en cambio para Josué ver la tormenta no era algo aterrador, consideraba que la tormenta estaba hecha para acabar con aquel que le tuviera miedo, su madre lo crio con valentía, pero nunca quiso verlo entre la tormenta por miedo a perderlo.

De pronto entre la cubierta y sin saber a dónde ir por el gran tamaño de aquel barco, vio como el agua empezaba a subir y como los pescadores se alegaban de la orilla del barco, Josué sintió miedo, pero no se movió ni corrió abajo como un niño asustado, parecía asombrado por el tamaño de las olas, vio como los pescadores y marineros asustados se reunían en la cubierta, el agua seguía subiendo y todos ahí solo miraban como esperando algo, nadie se movía, solo observaban como el agua se llevaba a todos los que estaban en el mar, Josué pensaba que arian algo pero nada sucedió, entonces corrió y fue a la orilla para ayudar, los demás lo veían con pena, un marinero lo tomo de la mano y lo llevo adentro, lo llevo con su madre, que asustada lo tomo y lo abrazo.

-Dejaron a alguien morir-dijo abrazando a su madre triste y asustado.

-Por eso no quería que subieras, puedes imaginar lo que es la cubierta pero todo supera a la realidad hijo, cuando alguien sube a un barco como este y se vuelve pescador o marinero ya está firmando una sentencia de muerte, el mar es tormentoso y silencioso a la vez, y todo aquel que quiere verlo de cerca sabe muy bien lo que puede esperarle y no solo eso, todos saben que no pueden ser salvados porque eso significado uno menos, es imposible sobrevivir ante la fortaleza del mar, debes salvarte a ti mismo porque nadie puede salvarte-le dijo la estrella mirándolo con seriedad, ella se crio arriba y sabía lo que podría ocurrir y por eso tenía tanto miedo.

Aquel día Josué se dio cuenta que la aventura de su vida era el mar, que quedarse abajo esperando que el sol saliera y el mar bajara no era lo que él quería, se dio cuenta de la valentía que existía entre los marineros y los pescadores que a pesar de la gran tormenta y del miedo no escapaban si no que enfrentaban con valentía la fuerza del mar, sabiendo que la muerte se acercaba pero que no podían volver atrás.

                                         (Las fuertes olas de la vida, son como las del mar.)

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