49. ~Lyra~
"Ven conmigo"
Aquella frase no paraba de resonar en mi cabeza una y otra vez. De verdad que mi corazón clamaba por lanzarme a tus brazos y dejarme guiar por ti pero...
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—¿Por qué dudas?¿No confías en mí?
La decepción y el dolor que se percibió claramente tanto en la voz como en los ojos del azabache ante su mudez y su indecisión le partieron el alma a la joven violinista haciéndola reaccionar.
—No... no es eso —negó con efusividad—. Claro que confío en ti, Ayato —le aseguró tomando inmediatamente su rostro entre sus manos mientras lo acariciaba con ternura para que se le quitara esa absurda idea de la cabeza—. Sé que has estado protegiéndome desde que llegué a Japón y no dudo de que lo seguirás haciendo pero, si me voy contigo, tendré que dejarlo todo atrás.
—No hay otra salida —declaró tajante.
<<Te equivocas, sí que la hay>> pensó ella desviando la mirada incómoda.
La otra salida consistiría en comprar un billete de avión con el primer vuelo que saliera de tierra nipona destino a Londres. Nadie le reprocharía que deseara volver a su hogar en busca de seguridad viendo la escala de violencia que se estaba teniendo lugar en esos momentos en Tokio debido a los ataques indiscriminados que estaba ejecutando la CCG contra lo poco que quedaba de la comunidad ghoul.
No obstante, si empleaba esa excusa para huir del país, cuando se presentara en casa de sus padres con las maletas éstos le preguntarían extrañados la razón de su regreso y tendría que contarles la verdad sobre todo lo que les había estado ocultando de modo que ya no le dejarían regresar más adelante por temor a que su vida volviera a estar amenazada y, por lo tanto, jamás volvería a ver a Ayato. Si se marchaba, todo se acabaría en ese instante... no habría vuelta atrás. Ambos lo sabían. Por ello, aquella alternativa ni siquiera era considerada por el ghoul como una opción válida.
—Lyra... —la nombró llamando su atención—. No me dejes —le suplicó imaginándose en lo que estaba pensando.
—No quiero hacerlo —le confesó con amargura.
—Pues ven conmigo —la incitó tomándola nuevamente de las manos pero en esa ocasión mostrando un poco más de impaciencia—. Es la única opción que te queda. Créeme cuando te digo que Furuta no tardará ni dos segundos en ir a por ti una vez que tus amigos nos expongan ante la CCG y después de las masacres que están habiendo en las calles y el asalto a Cochlea me será mucho más difícil intentar liberarte.
—Sí, lo entiendo.
—¿Entonces que es lo que te impide venirte conmigo si realmente confías en mí? —le cuestionó ceñudo—. ¿La música? Sé que es importante para ti pero...
—No es sólo por la música —le interrumpió negando con la cabeza—. ¡Son mis padres! —exclamó consternada y la inesperada contestación provocó que la expresión tosca del ukaku se suavizara paulatinamente comprendiendo al fin su reticencia. A esas alturas, él ya se había olvidado de ese pequeño gran detalle—. Ellos no saben nada de la existencia de los ghouls, nunca les hablé sobre lo que ocurrió en aquel callejón ni les conté que vivía con los Quinx por miedo a sufrir otro ataque. Lo mantuve en secreto porque no quería perder mi beca en el conservatorio si me obligaban a regresar a Inglaterra. Pero si desaparezco, Urie se pondrá en contacto con ellos y se enteraran de todo lo que les he estado ocultando durante meses. ¡Se volverán locos cuando lo descubran! Y se preocuparan muchísimo por mí.
El Kirishima lo meditó durante unos instantes.
—Yo creo que se preocuparán aún más si estás encerrada en una celda de máxima seguridad con una orden de ejecución sobre tu cabeza —le comentó causando que el cuerpo de la muchacha se estremeciera asustada—. Además, si te vienes conmigo creerán que te he secuestrado al descubrirme como ghoul y todavía mantendrán la esperanza de que sigues con vida. Es tu mejor coartada para volver libre de sospechas si al final todo se va a la mierda —le razonó tratando de convencerla.
—Vaya... —susurró impresionada—. Parece que has pensado en todo.
—Kaneki y yo estuvimos hablando del tema anoche.
—¿Y a dónde iríamos? —se interesó ella.
—A la guarida clandestina de Goat —respondió con cierto alivio al verla un poco más receptiva—. Sólo los más cercanos a Kaneki sabemos dónde es y nos reunimos allí para trazar nuestra estrategia frente a Furuta. Es un grupo muy selecto de ghouls y todos están avisados de tu llegada. No debes de tenerles miedo, es gente de fiar y te protegerán en el caso de que yo no esté.
—Y supongo que tampoco podré salir de allí...
—No estamos aislados en medio del campo, Lyra. Anunciaran tu secuestro por todas las televisiones y debido a que eres extranjera cualquiera podría reconocerte fácilmente si te paseas como si nada por las calles de Tokio. Lo siento, pero no podemos arriesgarnos a que la CCG nos localice y nos tienda una emboscada.
—Me lo imaginaba —dijo con una sonrisa melancólica—. ¿Y cuánto tiempo creéis que debo permanecer escondida en ese lugar?
—No sé, ¿cuánto tiempo crees que dura una guerra? —le cuestionó a su vez alzando una ceja con sorna.
—Ya... ha sido una pregunta estúpida. Es sólo que... me da pena por mis padres. Van a sufrir mucho por mi culpa —le comentó angustiada.
Se hizo un breve silencio hasta que el ghoul se decidió a plantearle un trato:
—Te propongo algo... si en dos meses Goat no ha avanzado en sus planes y Furuta sigue en el poder, podrás volver con los Quinx si quieres.
—¿De verdad?
Él asintió reiterando su propuesta.
—Para entonces ya te considerarán una víctima y podrás regresar sin miedo a que te acusen de colaborar conmigo. Sólo tendrás que fingir que lograste escapar de tu encierro en un descuido mío.
—¿Y por qué dos meses?
—Porque, teniendo en cuenta la carnicería que está organizando Furuta contra los ghouls, será un milagro si después de dos meses seguimos alguno con vida.
—¿Cómo puedes decirme algo así tan tranquilo? —le reprochó apenada.
—Es la verdad. Esto no es el libro de Eto, Lyra. Lo más seguro es que acabemos todos muertos pero, al menos, me gustaría terminar mis últimos días junto a ti.
—¡Oh Ayato! —exclamó echándose a sus brazos. ¿Cómo iba a decirle que no después de aquella declaración de amor? Con todo lo que el azabache había estado cuidando y velando por ella, ahora no podía abandonarlo y huir como una cobarde cuando él estaba en su peor momento. Debía permanecer a su lado para apoyarlo, igual que había hecho la humana de "Byleyg, el rey" con su amado. Aunque el Kirishima tuviera razón afirmando que la situación en la que estaban no era una ficción, ella no podía actuar de manera diferente a ese personaje—. Está bien, me iré contigo.
—Te protegeré con mi vida si es necesario, te lo prometo —le juró correspondiéndola con cariño.
—Lo sé —musitó y, alzando el rostro hacia él, le rozó los labios con los suyos dejando que él la besara apasionadamente sellando su pacto.
Ayato no cabía en sí de la felicidad mientras se dejaba arrastrar por las excitantes y placenteras sensaciones que experimentaba cada vez que se perdía en el interior de la boca de la inglesa. Lo había conseguido. Lyra había aceptado marcharse con él y, aunque fue sincero con lo que le dijo para persuadirla y realmente pensaba que Goat tenía muy pocas posibilidades de salir victorioso contra la CCG, había logrado sin saberlo unir su destino al de ella para siempre.
El ghoul hubiera seguido embriagándose con aquel beso hasta la eternidad, pero el tiempo apremiaba y los compañeros de Lyra ya deberían de estar preguntándose por el paradero de su amiga.
—Tenemos que irnos ya —dijo separándose de ella muy a su pesar—. Deberías dejar aquí todas tus cosas, especialmente el móvil —le señaló—. Así deducirán que te lleve por la fuerza y la idea del secuestro será más factible.
La joven empezó a deshacerse de sus pertenencias dejándolas tiradas por el suelo como si hubiera habido algún tipo de forcejeo pero en el momento de tener que abandonar su preciado instrumento dudó:
—¿Y el violín?¿De verdad no puedo llevármelo? —preguntó preocupada a la vez que se aferraba a él de manera posesiva.
—Lo mejor sería que se quedara aquí para que la escena fuera más creíble —comenzó a decir ante la mirada horrorizada y afligida de su chica—. Aunque supongo que no les resultará raro que lo conserves cuando ya saben que te lo devolví en su día —concluyó cediendo irremediablemente a sus deseos.
—Es cierto —le confirmó abandonando su breve momento de estrés y adoptando una expresión mucho más calmada y reconfortada—. Me hicieron creer que la CCG lo había encontrado en el callejón y me lo habían devuelto pero Haise me confesó que en realidad fuiste tú. Gracias Ayato, me hiciste un gran favor —le dijo llena de gratitud.
—No fue nada —le soltó restándole importancia al asunto.
—Claro que sí. Fuiste muy valiente entrando en el Castillo para entregármelo, te arriesgaste mucho por mí —le alabó provocando un ligero rubor en las mejillas del ukaku. A la rubia le resultó entrañable verlo tan cohibido por un halago suyo y, dándole un afectuoso beso en uno de sus pómulos teñidos de rojo, le alentó—. ¿Nos vamos?
—Sí, debemos salir del conservatorio y llegar a la base de Goat sin que nos vean —le explicó aún sonrojado—. Conozco algunos trucos de rastreo que nos vendrán bien para evitar cruzarnos con la gente pero necesito que te mantengas en silencio y que no te separes de mí en ningún momento, ¿de acuerdo?
—Ok —dijo conforme llevándose al hombro el estuche de su violín preparada para partir otra vez hacia lo desconocido.
El azabache le ofreció nuevamente su mano y, en esta ocasión, ella la aceptó sin dudar sintiendo cómo él la sujetaba con firmeza mientras emprendían el camino de manera cautelosa escaleras abajo hacia la planta baja.
<<Si hace unos meses me hubieran dicho que acabaría fugándome con el mismísimo Black Rabbit, seguramente me habría reído de ellos afirmando que estaban locos y heme aquí... a punto de cumplir la mayor locura de mi vida por amor a un ghoul>> se dijo a sí misma con los nervios a flor de piel por la imprudencia que estaba cometiendo.
Llegaron al final de la escalera y, antes de abrir la puerta de emergencia, Ayato cerró los ojos e inspiró profundamente un par de veces en completa calma. Lyra lo contempló absorta mientras él se mostraba totalmente concentrado en su labor.
—No percibo a nadie al otro lado, es el momento —le informó al cabo de unos minutos fijando sus orbes oscuros en ella—. ¿Estás lista?
—Sí —le contestó con una férrea determinación en su mirada. Confiaba ciegamente en Ayato Kirishima y se dejaría guiar por él allá a donde la llevara.
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