48. ~Ayato~
El día del asalto a Cochlea había apagado intencionadamente el móvil para centrarme al 100% en la misión de rescatar a Hinami y así evitar cualquier posible distracción... y al decir distracción obviamente me refiero a ti, Lyra. Sabía que si me hablabas en algún momento sería incapaz de ignorarte, ni siquiera delante del propio Arima. Me vería en la tentación de mirar el maldito teléfono y eso podría haber significado mi perdición.
Por eso, cada vez que me llamabas te mandaba al buzón de voz y no escuché tu mensaje hasta que por fin me recuperé de mis heridas.
No me costó mucho descifrarlo y la verdad es que me sorprendió bastante.
Ya sospechaba que por culpa de ese condenado libro podrías intuir que era un ghoul pero supuse que, en ese caso, intentarías evitarme a toda costa por temor a mí... no que harías justo todo lo contrario advirtiéndome incluso de la emboscada que planeó la CCG contra el Aogiri no Ki.
No tenía ni idea de cómo reaccionarías al verme de nuevo. Sin embargo, aquel audio que me dejaste me dio esperanzas de que lo nuestro todavía no hubiese terminado a pesar de que descubrieras la verdad sobre mí y, después de todo el caos que se había generado en los últimos días con la masacre en la isla Rushima y la caza de ghouls que estaba teniendo lugar en Tokyo por parte de Furuta quien ahora comandaba a las palomas tras el asesinato de todo el clan Washuu, necesitaba verte.
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Unos días más tarde...
Cierta rubia caminaba cabizbaja por los pasillos del conservatorio al lado de sus compañeras de clase cuando una de ellas le dio un sutil codazo en el costado llamando su atención.
La chica detuvo su andar alzando inmediatamente la mirada al frente y sus ojos se abrieron de par en par al encontrarse con los orbes oscuros de Ayato el cual la observaba intensamente al final del corredor apoyado contra la pared que tenía a sus espaldas en una pose tranquila y relajada.
—Parece que tu chico por fin volvió de su viaje con su cliente —le dijo Yukio dedicándole una expresión cargada de complicidad—. ¡Menos mal que ya está aquí! Porque desde que se marchó andabas bastante callada y deprimida.
Sin embargo, la joven no escuchaba a su amiga. Seguía observando al ghoul que tenía enfrente a la vez que un sudor frío recorría todo su cuerpo y su corazón comenzaba a latir apresuradamente. Por un lado se sentía feliz de verlo completamente recuperado de sus heridas tras su ataque a Cochlea y, por el otro, no podía evitar sentir cierta inquietud al saber quién era realmente y tenerlo tan próximo a ella.
—Lyra, ¿estás bien? —preguntó Nezuko al ver que se había quedado con el rostro completamente pálido.
—Sí, sí... estoy bien gracias —musitó—. ¿Os importaría adelantaros un momento mientras hablo con él? Hace varios días que no le veo —se excusó forzando una pequeña sonrisa.
—Claro, pero no tardes mucho —le aconsejaron sus amigas poniéndose en marcha hacia el aula—. La clase está a punto de comenzar y ya sabes que ese viejo carcamal no te perdonará de nuevo si llegas tarde como el primer día —le dijeron entre risas.
—Descuidad, enseguida os alcanzo —les prometió volviendo a encarar de nuevo al ghoul quien seguía en el mismo lugar sin dejar de contemplarla.
Poco a poco el pasillo fue vaciándose del resto del alumnado hasta quedar totalmente desierto exceptuando al ukaku y a la humana que no se habían movido de su sitio durante ese tiempo. Pasaron así un par de minutos más. Inspeccionándose el uno al otro sin saber muy bien cómo actuar ninguno de los dos. Al final, Ayato le dedicó una sonrisa melancólica al sentirse en cierta medida rechazado por ella y, temiéndose lo peor, apartó su mirada derrotado caminando hacia su izquierda y se introdujo en las escaleras de emergencia del centro educativo para no volver jamás.
<<Se marcha... se va...>> pensó la inglesa consternada. <<¡Maldita sea, cómo puedo ser tan estúpida!¡No puedo permitir que se largue así! Vamos Lyra, no seas cobarde y muévete de una vez. No te va a hacer ningún daño. Sabes que te quiere... al igual que tú a él>> se dijo armándose de valor y, con los ánimos renovados, sus piernas empezaron a moverse por sí solas hacia la misma dirección.
Corrió a lo largo de todo el pasillo hasta la puerta de emergencia, la abrió con un ímpetu desmesurado y se dirigió al hueco de la escalera.
—¡Ayato! —gritó lo más fuerte que pudo para hacerse oír. El Kirishima ya se encontraba un par de pisos por debajo de ella, pero se volteó extrañado al escuchar el llamado desesperado de la chica—. ¡Ayato espera! —exclamó bajando a toda velocidad los escalones que los separaban y, cuando llegó a la misma altura que él, se lanzó a sus brazos fundiéndose un cálido abrazo que incluso sorprendió a su contrario—. ¡Cuánto me alegro que estés bien! —le dijo aferrándose aún más a él.
—Sí... estoy bien —le confirmó correspondiendo su gesto aliviado por tenerla de nuevo entre sus brazos cuando ya lo daba todo por perdido.
No obstante, nunca hubiera estado preparado para lo que le vino después:
—¡¿Pero cómo se te ocurre mentirme y atacar esa prisión infernal, maldito conejo?! —le recriminó haciendo alusión a su apodo y corroborando todas sus sospechas de que ella ya conocía toda la verdad sobre su naturaleza—. ¡Podrías haber muerto! —bramó histérica zarandeándolo a mas no poder—. ¡¿Te haces una idea del infierno que me has hecho pasar durante estos días?!¡Y encima sin contestar a mis llamadas ni enviar un jodido mensaje diciéndome que estabas bien!¡Desearía poder estrangularte ahora mismo, baka (idiota)! —siguió azuzándolo enfurecida—. Espero que tengas una buena excusa para todo esto —zanjó liberándolo por fin de su agarre y cruzándose de brazos molesta.
El Kirishima parpadeó varias veces observando a la humana alucinado.
Primero se mostraba insegura y distante en el pasillo, luego en un arrebato de temeridad lo buscaba ansiosa por las escaleras, después se lanzaba sobre él llena de amor y ahora le reclamaba como una loca incluso insultándole en japonés... y todo ello en menos de cinco minutos.
<<Jamás me imaginé que fuera tan bipolar>> pensó aún sin salir de su asombro.
—Te mentí porque en aquel momento no podía decirte la verdad sobre mí. Ataqué Cochlea porque una amiga estaba prisionera allí e iban a ejecutarla. No podía permitirlo, ¡tenía que salvarla! Y si no te he contestado durante este tiempo ha sido porque mi móvil estaba desconectado y escuché tu mensaje después de recuperarme de mis heridas, aunque preferí venir a verte para aclarar las cosas en persona y no dejar más evidencias de nuestra relación en el teléfono. ¡Sólo intentaba protegerte, Lyra! —le dijo respondiendo a todas y cada una de sus preguntas con cautela.
—Vale —aceptó la violinista suavizando la enojada expresión de su rostro—. ¿Y conseguiste salvar a tu amiga? —el ukaku asintió con un simple movimiento de cabeza en respuesta—. Me alegro... de verdad... es sólo que... —musitó con la voz temblorosa—. Sabía que la CCG planeaba algo contra ti. Intenté avisarte, pero no me respondías al teléfono. No tenía ni idea si habías escuchado el mensaje o no y luego los Quinx me cuentan lo de Cochlea y que tus compañeros te ayudaron a escapar porque estabas inconsciente y herido de gravedad. ¡Me tenías muy preocupada! —le declaró mirándole con los ojos llorosos.
—Lo siento —se disculpó abrazándola por segunda vez en un intento de aplacar su enfado y reconfortarla. La muchacha se dejó rodear por él y, apoyándose sobre su pecho, se puso a llorar desconsolada liberando nuevamente todo el estrés que había pasado durante esa angustiosa y funesta semana.
Una vez que se calmó, se separó un poco de él limpiándose las lágrimas de los ojos y comenzó a escudriñar el cuerpo del Kirishima más minuciosamente.
—Es increíble lo rápido que os recuperáis los ghouls —comentó la chica contemplándolo anonadada—. Tan sólo han pasado unos días de tu ataque a la prisión y ya estás aquí como si nada. Por lo que me dijeron los Quinx, cualquier humano en tu estado hubiera permanecido como mínimo un mes en una unidad de cuidados intensivos.
—Nuestra resistencia y nuestra regeneración es muy superior a la de un humano, sobretodo si estamos bien alimentados —le explicó desviando la mirada incómodo.
—Ya veo... —murmuró ocasionando un embarazoso silencio entre ellos—. Deberías de marcharte enseguida —le aconsejó—. La ciudad está llena de inspectores y la CCG ya sabe quién eres. Tienen una imagen de tu rostro de modo que no tardarán mucho en publicarla por los noticieros anunciando tu verdadera identidad y mis amigos del conservatorio te reconocerán al instante. Podrían advertir a algún inspector de que sueles merodear por la escuela por miedo a que les hagas daño.
—¿Y qué me dices de ti, Lyra? Llevas meses viviendo con los Quinx para protegerte precisamente de mí y ahora que sabes quién soy... ¿todavía me temes?
La chica meditó un poco su respuesta.
—Es imposible no sentir algo de temor cuando todo el mundo me habla sobre lo peligroso que eres y a cuánta gente has matado, Black Rabbit —el ghoul se inquietó un poco al escuchar sus crímenes por boca de la propia humana—. Pero también pienso que desde aquel día en el callejón has tenido miles de oportunidades para acabar conmigo y no lo has hecho, ¿por qué irías a hacerlo ahora?
Se quedaron mirando el uno al otro atentamente hasta que una pequeña sonrisa se formó en los labios del Kirishima.
—Incluso los monstruos como yo tienen sus debilidades y tú te has convertido en el mío —acabó confesándole mientras le acariciaba con cariño en una de sus mejillas—. Eres la única humana con ese privilegio así que considérate afortunada.
—Ayato, yo no creo que seas un monstruo —declaró tomándole de la misma mano que la había arrullado, pero él se la retiró con delicadeza negando con la cabeza y dándole la espalda.
—Tú misma lo has dicho —le recalcó—. He matado a mucha gente a sangre fría y la verdad es que no me arrepiento de nada. Si pudiera retroceder en el tiempo actuaría exactamente igual. Se trataba de ellos... o yo —concluyó mostrándose imperturbable por ese hecho.
—Entiendo que desde que naciste has estado implicado en una guerra contra la CCG por el simple hecho de ser un ghoul. Tus padres fueron asesinados y la violencia es lo único que has conocido por parte de los humanos —habló la rubia con tristeza poniendo una mano en su hombro y volteándolo de nuevo hacia ella—. Desearía que todo fuera diferente pero los inspectores siempre estarán al acecho intentando cazarte así que, en el fondo, comprendo que no tengas más remedio que hacerlo para sobrevivir y tú... te has convertido en alguien muy importante para mí y no quiero que te suceda nada malo.
Ante una declaración de aquel calibre el ghoul mandó al carajo cualquier tipo de prudencia que se había establecido entre ellos y, sacando a relucir su lado más impetuoso y osado, se abalanzó sobre la rubia acorralándola contra la pared para seguidamente unir sus labios con los suyos dándole el tan anhelado beso que llegaba esperando desde que la divisó en el pasillo. Ella al principio se quedó pasmada por su repentina acción, pero enseguida se dejó llevar y abrió sus labios permitiéndole el acceso total al interior de su boca dando lugar a una incesante y acalorada danza entre las lenguas de sus propietarios que únicamente se vio interrumpido cuando ambos se saciaron con el dulce y adictivo sabor del otro dándose por satisfechos.
—¿Qué vas a hacer ahora que el Aogiri no existe? —preguntó la británica aprovechando aquel momento de respiro.
—Kaneki ha creado una nueva organización ghoul con los supervivientes llamado Goat —contestó el Kirishima pegándose más a su amada y haciendo el amago de querer volver a besarla pero, en esa ocasión, encontró cierta resistencia puesto que ella lo había detenido poniendo sus manos firmemente sobre su torso mientras lo observaba con recelo—. No es como el Aogiri, si es lo que estás pensando —comentó rápidamente ante la cara de alarma en la chica—. El objetivo es conseguir un diálogo con los humanos y que ambas razas lleguen a un entendimiento para poder coexistir en este mundo aunque, obviamente, no será fácil.
—¿Cuándo hablas de Kaneki te refieres a Haise? —le cuestionó dubitativa.
—Sí, se ha convertido en el nuevo Rey de un Ojo y ahora es el líder de la mayoría de los ghouls —le explicó.
—Lo que dices me recuerda mucho al último libro de Sen Takatsuki, es como si realmente hubiera vaticinado todo lo que iba a pasar ahora —mencionó más relajada—. Ojalá en la vida real acabe tan bien como en su novela.
—Sinceramente, muchos pensamos que lo que pretende Kaneki es una locura. Son muchos años de guerra y hay mucho dolor y rencor por ambas partes para que exista un final feliz.
—Pues yo estoy segura que Haise llegará a un acuerdo con la CCG —dijo completamente convencida—. Es inteligente, sabe cómo tratar a la gente y es un auténtico cabezota cuando se lo propone así que no parará hasta conseguirlo. Habéis elegido a un buen rey.
—Eso espero, la única esperanza que nos queda a los ghouls es confiar en él.
—¿Y tú?¿Te has convertido en su mano derecha como dice en el libro? —le preguntó lanzándole una mirada suspicaz.
—Sólo soy una de ellas, tiene mucha gente fiel a su lado.
—Todo el mundo dice que eres un ghoul muy fuerte y poderoso, seguro que le ayudarás mucho.
El Kirishima dejó entrever una fugaz sonrisa orgulloso y conmovido por el halago.
Aún no sabía que había hecho a lo largo de su penosa existencia para merecer que alguien como Lyra se cruzase en su camino dándole un poco de luz a su vida, pero estaba dispuesto a luchar todo lo que hiciese falta para ayudar a Kaneki en su delirante cruzada y así tener alguna oportunidad de cumplir su sueño: tener un futuro junto a la violinista.
—Intentaré hacerlo lo mejor que pueda, aunque ahora mismo la persona a la que quiero ayudar eres tú —dijo regresando a su expresión serena e imperturbable—. Estás en peligro.
—Haise ya me lo advirtió antes de abandonar la CCG pero, de momento, no he tenido ningún problema.
—¿Y no has pensado que en cuanto pongan mi foto en las televisiones tus amigos me reconocerán y te delatarán ante la CCG? —le contraatacó dándole la vuelta a la misma hipótesis que ella había empleado para prevenirle. No obstante, la rubia lo miró interrogante sin entender por qué decía aquello—. No lo harán a mala fe, pero temerán por tu seguridad y llamarán a las palomas advirtiéndoles de que llevas meses viéndote con un alto ejecutivo del Aogiri no Ki. Incluso podrían contarles que somos pareja. ¿Te das cuenta de lo que significa eso?
—Fingiré que no sabía quién eras realmente y me dejaran en paz —le contestó sin darle la mayor importancia.
—No se lo creerán, Lyra.
—No podrán acusarme sin pruebas. En mi teléfono no hay nada que lo demuestre. Se ve que teníamos una relación de amistad, pero en ningún momento mencionamos nada de que fueras un ghoul —señaló muy segura de sus palabras.
—¡Tu móvil no les importa una mierda!¿Acaso has olvidado cómo todo el conservatorio te vio besándote conmigo? —la increpó frunciendo el ceño irritado por que fuera tan ilusa—. La ley antighoul es muy clara: ningún humano puede confraternizar o ayudar a un ghoul y quien lo haga será castigado incluso con la pena de muerte —le recordó—. Y tú has hecho mucho más que confraternizar con Black Rabbit. No necesitarán ninguna prueba para arrestarte, tienen a todos tus compañeros de testigo.
El espíritu guerrero y confiado de la joven se vino abajo de un plumazo tras la exposición de Ayato. No podía negar que el azabache tenía un buen punto. Aquellos besos que se dieron en el pasillo antes de que el Kirishima desapareciera por días sería evidencia suficiente para incriminarla formalmente. Nadie se tragaría su papel de víctima inocente e ingenua después de comerle los morros a uno de los ghoul más buscados de la CCG delante de todo el alumnado, ni siquiera los Quinx.
<<Aunque, en realidad, así fue>> pensó apesadumbrada al darse cuenta de la ironía.
—Quizás pueda hablar con Urie y Saiko. Contárselo todo y pedirles ayuda... —sugirió esperanzada.
—Sé realista, Lyra. Son subordinados de la CCG y no podrán protegerte contra Furuta aunque ellos lo deseen y sientan lástima por ti.
—¡¿Furuta?! No entiendo, ¿qué tendría él contra mí? —preguntó extrañada.
—Ahora controla la CCG y Kaneki se ha convertido en su principal objetivo. No dudará en juzgarte por traición a la raza humana y encerrarte en Corniculum con tal de tenderle una trampa. Ese malnacido sabe que el Rey de un Ojo te aprecia y te utilizará de cualquier forma para llegar hasta él.
La contundencia y la seguridad con la que el ukaku dijo aquello provocó que la rubia se asustara de verdad. Al parecer se había metido de lleno entre los dos bandos de una brutal y sangrienta guerra sin ser consciente de ello y, por lo visto, no había manera de escapar airosa de ella. Se sentía atrapada en una insidiosa ratonera y sin ninguna posibilidad de salvación.
—Entonces... ¿qué puedo hacer? —le preguntó angustiada.
Ayato la tomó de las manos y, entrelazando los dedos de ambos con determinación, la miró directamente a los ojos para decirle:
—Ven conmigo.
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