47. ~Lyra~
Desde que se publicó el libro de Sen Takatsuki no habías vuelto a verme ni a llamarme a pesar de habérmelo prometido y eso me inquietaba. Mientras caminaba de vuelta al Castillo tras el encuentro de Kaneki cada vez estaba más convencida de que él no se equivocaba al revelarme que, en realidad, eras el mismísimo Black Rabbit.
A pesar del peligro que ahora conllevaba acercarme a ti, quería hablar contigo. Necesitaba oír la verdad de tu propia boca.
Además, a la mañana siguiente Urie me anunció que esa noche todos estarían de servicio en una importante misión y me dejarían a cargo de otro inspector. Intenté sonsacarle de qué se trataba por miedo a que tú pudieras estar implicado; sin embargo, se negó a darme más información.
Recuerdo voltear la mirada hacia el resto del escuadrón que acompañaba en ese momento a Urie en busca de un alma caritativa que se compadeciera de mí y quisiera decirme algo más pero todos evitaron cruzar sus ojos con los míos intencionalmente. Incluso Saiko, quien siempre fue la más dicharachera y confiada, se mantuvo con los labios sellados y una expresión consternada en sus facciones.
Tanto secretismo y esas caras tan largas que mostraban cada uno de ellos no era normal. Era obvio que en la CCG se estaba cociendo algo muy gordo y eso provocó que me preocupara aún más.
Al final, tras mucho insistir y rogarles por que me contasen algo, sólo conseguí que Urie declarase a modo de sentencia: "Lo único que tienes permitido saber es que esta noche será el fin del Aogiri no Ki y tú dejarás de vivir con miedo por culpa de ese maldito ghoul".
Y aquellas palabras me dejaron completamente helada.
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A la una de la madrugada, en la residencia de los Quinx...
La enorme cafetera que se había preparado la violinista para mantenerse en vigilia hasta que llegasen los demás integrantes de la casa hacia ya tiempo que se había agotado. Las horas pasaban lentamente a partir del instante en que se marcharon y la joven miraba nerviosa por el rabillo del ojo el gran ventanal que dominaba el salón con la esperanza de verlos aparecer en algún momento.
—Estate tranquila —le dijo su nuevo custodio dirigiéndole una sonrisa afable al notar su inquietud—. Volverán... son los soldados más fuertes y capaces de la CCG —le aseguró en tono conciliador.
—Sí... claro... —concordó con el semblante bastante alicaído. Eso mismo había pensado ella cuando comenzó a vivir con sus especiales compañeros de piso hasta que la desgracia cayó sobre ellos y la muerte reclamó la vida de su amigo Shirazu. Sin embargo, sabía que aquel joven inspector tan sólo intentaba animarla de modo que no quiso discutir con el chico porque no se merecía que se comportara como una borde y le contestara alguna grosería—. ¿Te importa que vaya a mi habitación mientras espero a que regresen? —le preguntó dudosa—. Quizás leer un poco me calme...
—Está bien, por mí no hay problema. Te avisaré cuando estén aquí —le prometió.
—Ok, muchas gracias —le dijo en apenas un susurro y, levantándose de su asiento, tomó su teléfono móvil y se dirigió a su habitación.
Una vez allí desbloqueó la pantalla y comprobó tanto las llamadas como los mensajes. Nada. Nadie había intentado comunicarse con ella por ninguno de los dos medios en las últimas horas. Ni siquiera Haise, con quien había tratado de ponerse en contacto en un último intento desesperado por obtener algo de información, pues siendo un inspector de rango superior a Urie y habiéndole contado la verdad sobre Black Rabbit a espaldas de la CCG, estaba convencida de que él también sabía lo que pasaba y quizás tuviera un poco más de suerte hablando con su antiguo guardaespaldas pero a la vista estaba que había sido un completo fiasco.
<<¿Por qué hoy todos se han puesto de acuerdo en ignorarme?>> se dijo frustrada.
Su mirada se posó en la pared que estaba junto a la cama. En ella, había colgado la hermosa máscara que Uta le regaló y que se asemejaba tanto al que creyó su depredador durante tantos meses. Caminó hacia allí y la descolgó observándola atentamente. Recordó a Shirazu susurrándole al oído cómo sospechaba que el dueño de la tienda era un ghoul. ¿Podría ser? Ahora que había caído en la cuenta de cómo todo lo que le había sucedido desde que llegó a Japón parecía girar en torno a la figura del ukaku, ya no le parecía tan descabellado que aquel excéntrico artista tuviera alguna relación con el Kirishima y supiera de sus sentimientos hacia ella haciéndole, a modo de guiño, una máscara pareja a la suya. ¿Acaso había sido otra pista para que descubriera la verdad sobre el azabache?¿Al igual que había hecho Takatsuki en su libro?
—Ayato... —murmuró mientras un par de lágrimas se asomaron por sus orbes esmeraldas y recorrieron sus mejillas al evocarle.
En realidad él era por quien estaba más preocupada pues, tras el ultimátum que le había dado el líder de los Quinx, era el que tenía más posibilidades de morir esa noche.
Obviamente, la conciencia de la muchacha no le había permitido quedarse de brazos cruzados sin hacer nada por el ghoul. Después de todos los buenos momentos que habían compartido y lo que sentía por él, no podía permitir que lo mataran sin más. Le quería. Por mucho que le dijeran que era un asesino sanguinario y sin corazón, no le importaba. La inglesa sabía que estaban todos equivocados, él se lo había demostrado con creces. Además, gracias a su lectura de "Byleyg, el Rey" y la charla con Haise, tenía una visión más amplia de las cosas y comprendía que su vida nunca fue un camino de rosas.
A partir del momento en que su madre le dio a luz nació con una diana sobre su pecho por simple hecho de no ser humano y estaba envuelto en una cruenta guerra en la que... o mataba... o le mataban... no había más opciones. Desgraciadamente, luchar era lo que debía hacer si quería vivir y lo que haría cualquiera en su lugar para sobrevivir. Nadie tenía derecho a reprochárselo y mucho menos la CCG, quienes fueron los precursores de su odio y su sed de venganza al asesinar a sus padres cuando todavía era un infante.
Por ello, había intentado ponerse en contacto con él para advertirle del peligro que corría pero su teléfono ni siquiera le daba tono y la mandaba directamente al buzón de voz. Así que, después de varios intentos fallidos, al final optó por dejarle un mensaje de voz con la esperanza de que lo escuchara en algún momento.
No había podido decirle mucho puesto que ella tampoco conocía gran cosa de los planes de la organización antighoul, pero procuró ser lo más sutil posible para que el azabache pudiera leer entre líneas y se percatara de la amenaza que se cernía sobre él sin comprometer a ninguno de los dos. Tal y como le había aconsejado Sasaki, ahora debía andar con pies de plomo si no quería que los pillaran y los acusaran abiertamente. Lo que le dijo fue: "Ayato, no vayas a tu casa esta noche. El grupo que te persigue va a por ti. Si escuchas este mensaje, por favor, ¡llámame!".
No obstante, el Kirishima se había mantenido en absoluto silencio de modo que en la soledad de su habitación y llena de incertidumbre se limpió las abundantes lágrimas que emergían en ese momento de sus ojos con el dorso de su mano rogando por que, al menos, el ukaku hubiese escuchado su aviso a tiempo y se tumbó sobre la cama desconsolada aferrándose a su máscara de conejita blanca como si fuera su mayor tesoro.
Temía por todo y por todos en general.
Lo único que anhelaba su afligido corazón era que aquella fatídica noche transcurriera cuanto antes y que todos sus seres queridos se encontraran a salvo y volvieran a casa.
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Unas horas más tarde...
Finalmente el sueño y el cansancio había vencido a la pobre violinista quien se sobresaltó asustada cuando unos golpes llamaron de súbito a su puerta mientras una voz gritaba repetidamente su nombre:
—¡Lyra, Lyra!¡Urie y los demás acaban de llegar al Castillo! —le anunciaron desde el pasillo.
Enseguida salió de la habitación agradeciéndole al joven inspector que cumpliera su promesa avisándola de cuándo llegarán sus amigos y bajó como un vendaval por las escaleras hasta que llegó a la planta baja y, al adentrarse en el salón, vio a la mayoría del escuadrón con aspecto dolorido y cubiertos de sangre, cortes, rasguños y moretones.
—¡Chicos! —exclamó consternada al verlos en tan pésimo estado—. ¿Estáis bien?
—Tenemos algunas heridas superficiales, pero no te preocupes. Nos regeneraremos en unas horas gracias a las células Rc de nuestro cuerpo —dijo Urie sentándose en el sofá con algo de dificultad y frotándose la sien agotado.
—¿Y Mutsuki? —preguntó la rubia notando al instante su ausencia.
—Torso consiguió separarle del grupo y le provocó unas heridas muy graves —respondió Saiko con tristeza a la vez que Lyra abría los ojos horrorizada—. Le trasladaron a la unidad de cuidados intensivos en el hospital de la CCG. Nos han dicho que han conseguido estabilizarle y se encuentra fuera de peligro, aunque pasará varios días allí hasta que se recupere por completo.
—¿Y... la misión? —les cuestionó casi con temor la violinista.
—La operación ha resultado un éxito y más del 90% de los ghouls fueron exterminados en la guarida que el Aogiri no Ki tenía en la isla Rushima, así que la organización está prácticamente acabada —contestó Urie con su típico tono de voz neutral.
<<Más del 90%...>> pensó la inglesa acongojada.
La duda se expandía por toda su mente. Sería un milagro que él hubiese logrado sobrevivir cuando seguramente habría estado en primera línea de batalla. No obstante, necesitaba saberlo de modo que, con el corazón latiéndole a toda velocidad, preguntó:
—¿Y Black Rabbit?¿Él está en ese 90%?
Los inspectores más antiguos del escuadrón se miraron el uno al otro indecisos saltando todas las alarmas en Lyra.
—¿Qué ocurre?¿Por qué no contestáis? —les inquirió ansiosa exigiéndoles una respuesta.
—No sé cómo decirte esto pero... —comenzó a murmurar Saiko desviando la mirada.
—Rabbit no se encontraba en la isla Rushima en el momento del ataque —acabó Urie la frase por ella.
<<¿Entonces sí escuchó el mensaje que le deje en el buzón de voz?>> se preguntó sintiendo cómo se quitaba un peso de encima.
—Da la casualidad de que ese cabrón tenía planeado asaltar Cochlea esta misma noche con un numeroso grupo de ghouls —siguió hablando Kuki boicoteando en dos segundos la ínfima sensación de tranquilidad que acaba de experimentar la joven—. Arima estuvo a punto de derrotarle, pero alguien se lo impidió y permitió que se fugara por los conductos de la prisión.
—¿Quién? —murmuró atónita en apenas un susurro.
<<¿Qué individuo estaría tan loco cómo para jugársela de esa manera por ayudar a unos ghouls?>>
El líder de los Quinx le entregó una fotografía que había sido tomada gracias a una de las cámaras de la prisión. En ella se veía perfectamente a Haise Sasaki plantando cara al mismísimo Kisho Arima para defender a un trío de ghouls de entre los cuales se podía apreciar con claridad el rostro descubierto de Ayato Kirishima exhibiendo sus kakugan y su kagune de forma amenazante ante el shinigami de la CCG.
<<Esta foto demuestra que todo es verdad... eres un ghoul... eres Black Rabbit>> se dijo a sí misma reconociendo al instante al poseedor de aquellas alas negras que salían de sus hombros.
—Los inspectores Aura y Tanakana consiguieron interceptar a los ghouls huidos en los túneles —continuó relatando el inspector—. Se enfrentaron a Rabbit y entre ambos lograron dejarle inconsciente pero, cuando iban a rematarlo junto al resto de su grupo, Sasaki y el escuadrón 0 aparecieron de la nada para salvarlos. Al final todos consiguieron escapar llevándose a Rabbit con ellos. En cuanto ese bastardo se alimente, se regenerará al igual que nosotros y volverá a estar operativo —concluyó sacudiendo energéticamente su cabeza enojado y decepcionado—. Lo siento Lyra, pero Haise nos ha traicionado.
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