39. ~Ayato~
Cuando te acercaste a mí para reprenderme por no escuchar a los Beatles te juro que, en ese instante, me dieron unas ganas terribles de besarte.
Mi mente ya fantaseaba con la típica imagen de un beso de película entre nosotros en mitad de la cafetería mientras los demás estudiantes se volteaban anonadados en sus asientos para contemplar con envidia como un desconocido sin talento musical les robaba a la chica más bella del conservatorio.
Anhelaba abalanzarme sobre tus labios y explorar cada uno de los lugares más recónditos de tu boca hasta saciarme por completo de modo que no tuvieras ningún secreto para mí. Hubiese sido capaz de hacerlo, si no fuera por la tontería que soltaste a continuación rompiendo el momento y provocando que estallara en carcajadas por lo ingenua que podías llegar a ser.
A día de hoy todavía me pregunto cómo una humana tan debilucha como tú pensaba matar a un ghoul de rango SS...
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—Jajaja —se desternilló de risa el ghoul ante la ocurrencia de la rubia.
—¡Ey!¿De qué te ríes? —le cuestionó haciéndole un mohín enfurruñado—. ¡Hablo muy en serio!
Ayato tomó su móvil de entre las manos de la chica y empezó a teclear la pantalla con rapidez.
—Lo siento, pero no te veo capaz de matar ni siquiera a una simple mosca —le dijo poco después la voz electrónica del artilugio mientras el azabache la observaba con regocijo.
Lyra buscó su propio teléfono en su mochila indignada por tal comentario y, cuando lo localizó, se enfrascó en él para contestarle:
—No quieras descubrir lo que es capaz de hacer una fan encolerizada.
—Ok —respondió el ukaku divertido a la vez que alzaba sus manos en son de paz—. ¿Son tu grupo de música favorito?
—Uno de ellos —admitió la joven—. A mi padre le encantan y pone sus canciones casi todos los días en casa. Ahora que estoy en Tokio, cuando las oigo me recuerdan a mi familia —confesó con tristeza.
—¿Los echas de menos? —preguntó Ayato a través de su móvil.
—Sí —reconoció secándose de inmediato una lágrima que amenazaba con salir mientras el azabache la contemplaba con pesar pues era consciente que ese sería su mayor obstáculo si pretendía unir su vida a la de la violinista—. Yo quería venir a Tokio para estudiar violín porque su conservatorio de música tiene mucho prestigio y es muy bueno pero... ya llevo varios meses lejos de ellos y los extraño —continúo diciendo—. Comparto casa con gente maravillosa y me tratan muy bien, pero no llenan su vacío —musitó un tanto deprimida.
—Se nota que los quieres mucho —volvió a hablar la voz electrónica.
Lyra asintió mientras volvía a escribir en su móvil:
—Son los mejores padres que una persona pueda tener. Cariñosos, comprensivos y se esfuerzan mucho para que pueda estar aquí y tener una oportunidad de cumplir mi sueño como violinista profesional. Soy muy afortunada de ser su hija.
<<Sí, será muy difícil pedirle que se quede a vivir en Japón conmigo>> concluyó el ghoul desviando la mirada incómodo.
—Además, aquí no tengo muchos amigos —dijo la chica poco después haciendo que el otro voltease de nuevo en su dirección con el rostro lleno de sorpresa.
Entendía que una persona como él no tuviera una gran cantidad de amigos porque era consciente que tenía un carácter bastante difícil y reservado; sin embargo, Lyra era todo lo contrario. Una muchacha buena, dulce, simpática, cercana, carismática y sin necesidad de mencionar que era indudablemente llamativa y hermosa.
<<¿Qué imbécil no querría entablar una amistad con ella?>> se cuestionó a sí mismo intrigado y deseando saciar su curiosidad le preguntó:
—¿Por qué no tienes muchos amigos?
La muchacha se mordió el labio inferior con ansiedad a la vez que agachaba la mirada hacia la mesa visiblemente nerviosa y dubitativa. Un gesto que no pasó desapercibido para el azabache el cual se quedó observándola con inquietud. Se produjo un silencio embarazoso en el ambiente durante unos minutos hasta que, al final, la rubia terminó confesando:
—Dos ghouls me atacaron hace unos meses. La gente huye de mí cuando lo descubre porque piensan que estando a mi lado se pondrán en peligro.
<<¡Estúpidos humanos ignorantes y cobardes!>> maldijo el ukaku frunciendo el ceño realmente irritado dado que un ghoul no se molestaba en perseguir hasta la saciedad la misma comida si tenía otras opciones más plausibles y fáciles de aprovechar.
<<Bueno, quizás el Gourmet con lo exigente que es para su comida podría tomarse su debido tiempo para elegir y perseguir a la presa perfecta, pero no es el modo de actuar de la mayoría de nosotros>>
No obstante, ahora se le acababa de sumar otro factor en contra para que la inglesa desease permanecer en suelo nipón.
<<El rechazo social es difícil de sobrellevar, especialmente para alguien tan alegre y abierta como ella. Y todo por culpa de ese imbécil que nunca debió tocar lo que no le pertenecía...>>
—Supongo que ahora pasará lo mismo contigo —añadió en un tono afligido.
—Por supuesto que no —declaró con rotundidad el Kirishima tomándole el rostro con delicadeza y volteándosela suavemente para que lo mirara a los ojos—. Yo hablaré todos los días contigo, Lyra.
—¿De verdad? —le cuestionó en un tono suplicante que reflejaba claramente sus dudas.
—Claro, la gente es idiota por creer eso... y unos gallinas.
Ella se abalanzó a hacia el pecho del ukaku emocionada y un simple y sollozante "gracias" fue lo que escuchó Ayato mientras la arropaba entre sus fuertes brazos y con el corazón latiéndole a mil por hora al sentirla tan cerca.
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Realmente estabas destrozada por el hecho de que la mayoría de humanos te aislaran porque era increíble que no te percataras de lo alterado que me tenías en ese momento.
No sabía muy bien si consolarte, morderte o simplemente secuestrarte y encerrarte en un sitio oculto con el objetivo de tenerte solamente para mí, pues era lo que en verdad deseaba hacer desde el primer instante en que te vi.
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—Lo siento —se disculpó Lyra poco después separándose finalmente de él—. Sé que a los japoneses no os gusta mucho los abrazos en público, pero lo necesitaba —le dijo mientras sacaba un pañuelo del bolsillo y se secaba las lágrimas que habían logrado escapar de sus acongojados ojos esmeralda.
—Está bien, no importa —musitó el ghoul a la vez que inspiraba profundamente intentando serenar el explosivo cóctel de sentimientos y pensamientos que se arremolinaban como un huracán salvaje y violento en su interior—. ¿Y las personas que viven contigo no tienen miedo?
—Son inspectores de la CCG —le dijo negando con la cabeza—. Uno de los ghouls murió pero el otro continua en libertad. Me custodian día y noche para protegerme.
<<¿Para protegerte o para usarte de cebo con la intención de atraparme?>> se cuestionó el ukaku meditabundo.
—Pero ahora estás sola... —se aventuró a decir.
—Quería seguir viniendo al conservatorio y no creo que ese ghoul decida buscarme aquí. Además, siempre hay estudiantes en las aulas y los pasillos. No estará tan loco para atacarme delante de todos.
<<Si tú supieras...>> se dijo a sí mismo el Kirishima mostrando una medio sonrisa ladina.
La alarma en el móvil de ella comenzó a sonar llamando la atención de ambos.
—¡Vaya, la hora de la comida pasó! —exclamó mirando la pantalla del dispositivo asombrada—. El tiempo vuela cuando estoy contigo, Ayato-kun —le dijo dirigiéndole una mirada entrañable.
—¿Vas a irte sin comer? —le preguntó preocupado viendo cómo la joven se levantaba del asiento y se colgaba el estuche del violín sobre su hombro.
—Tranquilo, de camino a clase compraré algo en las máquinas para engañar al estómago. ¡Sayonara!
—¡Espera! —gritó aferrándose a su muñeca antes de que se alejara—. ¿Podría pedirte un favor?
—Sí, claro.
—¿Podrías darme tu número de teléfono? —la expresión atónita de ella no se hizo de esperar a lo que Ayato enseguida tomó su teléfono para decirle—. Sé que tan sólo nos hemos visto un par de veces, pero me caes muy bien y en la cafetería apenas tenemos tiempo para hablar. Me gustaría conocerte un poco más y así también podría mejorar mi inglés. A mi profesora le encantará saber que practico con una chica nativa.
Lyra estuvo de acuerdo y, antes de marcharse, intercambiaron sus números de móvil.
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Jamás pensé que fuera tan fácil convencerte pero, por suerte, confiaste en mí y eso me facilitó mucho las cosas.
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