Las palabras de Eto no paraban de resonar en mi cabeza.

Entendía perfectamente a qué se refería esa lunática cuando mencionó que "alguien te diera un motivo de peso para quedarte" pero yo jamás había tenido una relación romántica con ninguna mujer. Ni siquiera un rollo de una sola noche o un simple coqueteo.

Desde el día en que mi padre desapareció... toda mi vida se había centrado en sobrevivir y desquitarme con las palomas, aunque en la época que nos conocimos ya no sentía tantas ansias de venganza de cuando era un niño. Más bien lo que me empujaba a seguir luchando era el instinto de proteger a los míos y que mi raza tuviera su lugar en un mundo dominado por los humanos.

Se podía decir que el arte de la guerra se convirtió en mi estilo de vida y era todo un soldado experto. Se me daba bien plantear estrategias de batalla, liderar, pelear e imponer mi autoridad sobre los demás; sin embargo, era completamente nulo en lo referente al amor. No tenía ni idea de qué hacer para enamorar a una chica que me gustaba y mucho menos lograr que ésta renunciara a su familia para permanecer a mi lado.

Además, por si no fuera suficiente, tenía que añadirle el factor de que esa chica se trataba de una humana que estaba siendo custodiada por la CCG.

Pasé muchas horas pensando en cómo debía actuar hasta que al final me percaté que mi única esperanza residía en el conservatorio de música. Era el único lugar donde los Quinx relajaban su seguridad sobre ti pues, una vez que entrabas en el edificio, se marchaban de vuelta al Castillo y volvían por la tarde tras concluir todas tus clases para recogerte. Si quería tener una opción de acercarme a ti, solamente podía ser allí.

Aunque antes... debía solucionar un pequeño problema lingüístico que nos limitaba a ambos.

Siempre me consideré una persona demasiado orgullosa como para pedir ayuda, pero incluso eso lograste arrebatarme...

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—Eto, necesito tu ayuda.

—¿Ayuda con tu amada humana? —le preguntó la cíclope con su habitual voz cantarina.

—Necesito que me enseñes inglés —dijo sin contestar ante lo que era evidente—. Eres la única ghoul que conozco que sabe hablar ese maldito idioma.

—En realidad conoces a cuatro ghouls: tu hermana Touka que ha ido al instituto con los humanos y allí lo enseñan. Kaneki, que antiguamente fue un humano y precisamente se especializó en filología inglesa. El Gourmet, que es un ghoul muy culto y distinguido y sabe hablarlo a la perfección. Y la última, como bien has dicho, soy yo —enfatizó señalándose a sí misma—. Pues es imprescindible para mi trabajo como escritora de fama mundial.

—¿Podrías enseñarme a hablar inglés en menos de un año? —le preguntó sin rodeos.

—Siempre tan directo, Ayato —respondió la mujer con una sonrisa—. Podría enseñarte lo básico para que seas capaz de decirle "Te quiero" a tu bello amor.

—Entonces... ¿lo harás?

—Así es.

—¿Qué me pedirás a cambio? —preguntó receloso.

—Nada, Ayato —dijo negando con la cabeza—. Considéralo un pago por tu inestimable labor al servicio del Aogiri durante todos estos años. Además... —musitó mirándolo a los ojos con regocijo— ya sabes que por una buena historia haría cualquier cosa.

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No sé si realmente fue un pago por mis servicios o simplemente aprovechó la oportunidad para desquitarse conmigo al descubrir que yo había asesinado a su apreciado Ikeda.

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El Kirishima volvió a vomitar sangre después de que su contricante lo golpeara sin piedad en el estómago y lo mandara de un plumazo contra el muro de hormigón detrás de él.

—Joder... —maldijo el ukaku intentando mantenerse en pie, aunque sus piernas fallaron y terminó cayendo de rodillas al suelo—. ¿Por qué Lyra no aprendió japonés... antes de venir aquí? —murmuró con fastidio.

—Porque no siente la necesidad de hacerlo ni sabe que su mayor amenaza en realidad está enamorado de ella —le contestó la mujer a través de la tétrica y chillona voz de su kakuja—. De momento, tú eres el más interesado en que todo esto salga bien así que te corresponde a ti esforzarte al máximo. Además el japonés es mucho más difícil de estudiar que el inglés y el inglés es un idioma que hablan millones de personas en todo el mundo. Te conviene aprenderlo.

—¿Y no crees que... te estás excediendo un poco, Eto? —preguntó a duras penas, retorciéndose del dolor.

—Creía que te gustaba pelear, Ayato —mencionó con una risita traviesa—. ¿Qué mejor manera de aprender un idioma que mediante la motivación? Combinando el estudio con algo que te apasiona, es mucho más fácil y rápido de conseguirlo —le aseguró haciéndose la inocente.

—No me servirá de nada... si acabas matándome —le recriminó disgustado.

—¡Oh vamos, Ayato! Si sólo ha sido un golpecito de nada... Tal vez debería hablar con la CCG para que te bajen el rango. No pareces ser tan fuerte como aparentas —le dijo jocosa.

—Tch... —el joven ghoul escupió con ira un gargajo de sangre antes de limpiarse los restos de la boca con el dorso de la mano—. ¿Seguro que no te estás tomando este asunto como algo personal?

—Es personal en muchos sentidos —admitió ella—. Mataste a mi mejor espía, niño... y algo así no se hace sin pagar las consecuencias. Sin embargo, también me interesa ayudarte. Esa es la razón por la cual no morirás durante mis lecciones de modo que puedes estar tranquilo. Tómatelo como un entrenamiento avanzado para cumplir tus sueños. Necesitarás ser mucho más poderoso de lo que eres actualmente si quieres sobrevivir a lo que se avecina y proteger a tu querida humana.

El azabache se llevó una mano a la zona dolorida de su abdomen y se reincorporó lentamente levantándose del suelo por enésima vez.

—¿Lo que se avecina?¿A qué cojones te refieres con eso? —le cuestionó extrañado.

—A una guerra mucho más sangrienta de lo que es ahora, tanto para humanos como para los ghouls —se limitó a responder la otra lanzándole un pedazo de carne.

Ayato lo cogió al vuelo y de inmediato se lo comió sintiendo cómo todo su cuerpo comenzaba a regenerarse.

Odiaba cuando Eto se comportaba de forma tan enigmática con sus respuestas; no obstante, por experiencia sabía que la cíclope jamás se equivocaba en sus predicciones.

—Está bien... pregúntamelo otra vez —le dijo irguiéndose con entereza a la vez que tanto sus kakugan como su kagune volvían a hacerse presentes en aquel recinto aislado de la guarida, preparándose para un nuevo ataque.

—Presente perfecto del verbo to be.

—I have been, you have been, he/she/it has been, we have been, you have been, they have been.

—¡Muy bien! —le felicitó su profesora—. Ahora dime el pasado perfecto del mismo verbo.

—I had been, you had been, he/she/it had been...

Así siguieron aquel día durante varias horas. Recitando verbos, repasando vocabulario, practicando diálogos... y todo ello mientras Ayato luchaba por aguantar o esquivar las fuertes y contundentes embestidas que Eto le propinaba cada vez que erraba en algún punto de su cuestionario.

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No sé cuantas veces me rajó la tripa esa psicópata ni cuántos huesos llegó a romperme al final de mi "período de aprendizaje", pero apostaría que en total fueron muchos más de los 103 que me partió Kaneki en su día.

Sin embargo, ella tenía razón en una cosa... mediante su método enseguida aprendí inglés (al menos lo esencial para entablar una conversación decente contigo) y me sirvió para aumentar mi resistencia y pulir mis habilidades. Gracias a su cruel adiestramiento... pude afrontar todo lo que vendría después.