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32. ~Ayato~


Reconozco que cuando Eto me contó que sólo estarías en Japón un año me puse muy nervioso...

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Isla Rushima, en uno de los edificios que formaban parte de la guarida del Aogiri no Ki...

Eto Yoshimura se desplazaba por la azotea del edificio dando pequeños saltitos en una actitud juguetona mientras se dirigía al ghoul que se encontraba sentado en el borde de la cornisa mirando tranquilamente el cielo estrellado y, cuando estuvo a un par de metros de él, le mencionó en un tono de voz casual:

—Últimamente hueles mucho a humano, Ayato.

—Será porque me muevo entre humanos y hay centenares de ellos por todas partes —le respondió Ayato de mala gana y sin ni siquiera molestarse en voltear hacia donde se hallaba la cíclope—. Son peores que una plaga.

—Yo me refería a que últimamente desprendes el aroma de un humano en particular —dijo la mujer acercándose todavía más al ghoul—. ¿Seguro que no hay nada que debas contarme, Ayato? —le cuestionó susurrándole al oído con un matiz misterioso en la voz.

Aquella pregunta encendió todas las alarmas en el Kirishima. No sabía exactamente a dónde quería llegar a parar Eto con esa insinuación, pero intentó mantener la calma y consiguió seguir mostrando un semblante sereno y relajado ante ella.

—No, nada —le respondió de manera imperturbable.

No obstante, aquella contestación no convenció a la mujer pues era consciente que su subordinado le estaba mintiendo descaradamente y no iba a parar de molestarlo hasta que acabara confesando.

—Sabes, en la firma de libros de hoy he conocido a una humana que me ha llamado mucho la atención.

—¿Y a mí que me importa eso, Eto? —le preguntó con fastidio.

—Se llamaba Lyra Black... —el joven ghoul se tensó de inmediato al escuchar el nombre de la chica, gesto que no pasó desapercibido para la cíclope quién con una amplia sonrisa continuó diciendo—. Es inglesa y una de las cosas que más me ha sorprendido es que su nombre se debe a que su padre es un apasionado de la astronomía.

—¡¿Astrono-qué?! —preguntó sin entender a lo que se refería.

—Astronomía, es la ciencia que estudia las estrellas que tanto admiras por las noches sentado sobre esa cornisa —le explicó—. Lyra es el nombre de una constelación y representa un instrumento musical. Siendo violinista no podía tener un nombre más adecuado, ¿verdad?

Ayato siguió sentado en el saliente del edificio, contemplando las luces de la ciudad que se divisaban a lejos disimulando lo mejor que podía que nada de lo que pudiera contarle la ghoul le interesaba en absoluto ya que no quería que nadie del Aogiri conociera su secreto. Sin embargo, su rostro sombrío y el tambaleo nervioso de sus dedos lo delataba al instante contra alguien que sabía leer los gestos corporales tan bien como Eto y ésta, siendo consciente de ello, no tardó en contraatacar.

—La verdad es que para ser una simple humana me ha caído muy bien. Lástima, que tenga que volver a Inglaterra en menos de un año.

—¡¡¿¿Cómo??!! —bramó Ayato a la vez que se volteaba hacia la mujer olvidándose completamente de su fingido desinterés—. ¿Qué has dicho?

—Nada, sólo que en menos de un año tendrá que regresar a su hogar —repitió la ghoul encogiéndose de hombros en un gesto inocente—. Aunque... creía haber entendido que no te importaba, Ayato —canturreó la cíclope en un tono burlón.

—¡Estás mintiendo! —le espetó ignorando el mordaz comentario de la mujer.

—Te aseguro que no, me lo ha dicho ella misma. Tiene un visado de estudiante gracias a una beca en el conservatorio de música, pero sólo le sirve para este año. Después deberá volver a su país y te aseguro que Inglaterra está muy lejos de aquí, querido.

<<Tiene que ser una jodida broma...>>

—¡Mierda! —gritó el ghoul mostrando sus kakugan y sacando a relucir su kagune para arrojar furioso una oleada de cristales rojizos contra la pared más cercana a él.

—A no ser... —murmuró Eto frotándose la barbilla pensativa y sin inmutarse por el repentino ataque de ira del azabache— que alguien le dé algún motivo de peso para que decida quedarse a vivir en Japón para siempre.

Ayato seguía mirando fijamente el pobre tabique que había medio derruido mientras intentaba controlar su respiración ahora errática.

—Reconozco que jamás me hubiera imaginado que el gran Ayato Kirishima acabara enamorado de una humana —siguió diciendo la mujer mientras observaba detenidamente el comportamiento del ukaku.

—¡Yo no estoy enamorado de ella! —rugió molesto.

—¿Entonces por qué actúas como si lo estuvieras?

El menor de los Kirishima desvió la mirada incapaz de encontrar una buena excusa para replicarle y se enojó consigo mismo por haberse dejado atrapar tan fácilmente en una de las artimañas de Eto, revelando así su mayor debilidad.

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Saber que Eto estaba enterada de mis sentimientos por ti no me hizo ninguna gracia.

Quizás a simple vista la gente pudiera tener una imagen de ella como la típica mujer infantil, dicharachera y algo alocada. Sin embargo, en el fondo siempre había sido una sociópata retorcida y sádica que disfrutaba torturando y jugando con la mente de cualquiera que estuviera a su alcance.

Se lo había visto hacer miles de veces con varios prisioneros del Aogiri para obtener de ellos lo que deseaba. Por eso que conociera mi secreto suponía un inmenso problema. No sólo para mí sino especialmente para ti, pues estaba convencido que sería capaz de usarte para su propio beneficio.

Siempre había sido fiel a la organización, pero en aquel momento mi temor por ti se disparó y no dudé en desafiarla.

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Todavía en la azotea...

Seguir negando lo evidente ya no tenía ningún sentido así que, encarando de nuevo a la cíclope, le espetó:

—Eto, siempre he hecho todo lo que tú y Tatara me habéis ordenado sin vacilar ni cuestionar vuestros motivos. Pero si descubro que alguien —poniendo especial énfasis en esa palabra— del Aogiri no Ki le hace aunque sea un mísero rasguño a Lyra... —susurró con la voz impregnada de ira y cerrando los puños en un gesto amenazador.

—Cálmate, Ayato —dijo la mujer alzando las manos en son de paz—. No tengo nada en contra de esa chica... ni de que sigas acosándola desde las sombras si eso es lo que deseas —musitó con una sonrisa traviesa haciendo que su contrario se sonrojara al darse cuenta de que había sido descubierto durante una de sus escapadas—. De hecho, me muero de curiosidad por saber cómo termina esta historia... un ghoul que desprecia a los humanos acaba enamorado de una mujer humana. Es un buen material para un libro, ¿no crees? —declaró ilusionada mientras daba media vuelta abandonando el lugar entre risas.

El Kirishima se la quedó mirando en todo momento con cara de pocos amigos y sin saber realmente si podía fiarse de la cíclope o no.

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