30. ~Lyra~
Lo bueno de que tu vida esté en peligro es que es un momento clave donde se demuestra quiénes son realmente tus amigos y a quiénes le importas.
Cuando aquel día entré en el conservatorio acompañada de Shirazu todo el mundo se sorprendió de que un inspector de la CCG me escoltara y al tener explicarles el motivo de ello pues... digamos que Nao ya no fue el único en huir de mí como la peste por tu culpa, Ayato.
Reconozco que al principio me dolió un poco ver cómo toda la gente me hacía sistemáticamente el vacío al cruzarse conmigo por los pasillos de la escuela. Se me quedaban mirando entre asustados y apenados mientras los oía murmurar sobre mí dándome por muerta y me hubiese vuelto completamente loca si no hubiese contado con la amistad de Yukio, Nezuko y Tanjiro. Ellos permanecieron fielmente a mi lado a pesar de que la supuesta sombra de la muerte me persiguiera e incluso se mostraron fascinados ante mi caso y bastante aliviados de que hubiera sobrevivido y estuviera protegida por un escuadrón de élite de la CCG.
Además, las chicas se volvían locas cada vez que era el turno de Kaneki para ser mi guardián. La mayoría de las veces Shirazu se ofrecía de buen agrado a ser mi acompañante pero cuando aparecía mi querido cuñado por las puertas del conservatorio se formaba una auténtica revolución entre las hormonales de mis amigas.
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—Oye Lyra, ¿cuándo le toca al inspector Sasaki recogerte? —le preguntó Yukio días después durante uno de sus descansos.
—Precisamente me acaba de mandar un mensaje diciéndome que hoy sustituirá a Shirazu y él vendrá a por mí —le comunicó revisando el registro de mensajes en su móvil.
—¡Estupendo! —exclamó emocionada—. Me muero de ganas por volver a verlo —comentó ansiosa mientras tomaba su rostro entre sus manos ocultando el ligero rubor que había aparecido en sus mejillas.
—Sí, yo también —le apoyó Nezuko—. Ni se te ocurra marcharte del conservatorio sin que lo veamos primero, Lyra —le suplicó entrelazando los dedos de sus manos en una pose de ruego.
—Si que os ha dado fuerte —dijo Tanjiro riéndose abiertamente ante las caras enamoradizas de sus amigas.
—Tú eres un chico, Tanjiro. Jamás lo entenderías —le recriminó Yukio negando con la cabeza.
—Entonces iluminadme con vuestra sabiduría, ¿qué es lo que tiene ese tío para que os guste tanto? Aparte de ser más mayor que vosotras, claro —les cuestionó con una mueca burlona.
—Es tan guapo, tan atento, tan simpático, tan adorable, tan.... perfecto —musitó Nezuko para seguidamente suspirar en un tono soñador—. Un ángel caído del cielo para deleitarnos con su magnificencia, su bondad y su hermosura.
—Así es —afirmó Yukio fervientemente—. Aquí lo inexplicable es que Lyra permanezca inmune a sus evidentes encantos —resaltó a continuación mirando por el rabillo del ojo a la inglesa—. Si yo tuviera la oportunidad de ser su protegida y vivir con él no lo dejaba escapar ni loca.
—Estoy de acuerdo con vosotras. No hay que ser muy lista para darse cuenta que es el hombre ideal que toda mujer desearía tener —reconoció la rubia—. Pero desde el día que nos conocimos hasta hoy el trato que ha tenido conmigo siempre ha sido muy fraternal. Supongo que me he acostumbrado a eso y ahora sólo puedo verlo como el hermano mayor y sobreprotector que nunca tuve —intentó explicarles encogiéndose de hombros.
—Pues yo con un hermano como ese no dudaría en practicar el incesto —aseguró la japonesa ganándose las risas del resto del grupo.
—¡Qué loca estás, Yuki! —le espetó Tanjiro.
—Lo digo en serio —le ratificó sin ningún tipo de pudor—. Lyra, ¿sabes si tiene novia?
—Él nunca ha mencionado que esté interesado en alguna chica, pero si me entero de algo os avisaré —contestó dirigiéndose a las dos asiáticas—. De momento, lo único que puedo hacer por vosotras es presentaros formalmente.
—Gracias, Lyra. Eres una buena amiga —le agradecieron ambas con los ojos brillando de la emoción.
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Unas horas más tarde, al finalizar las clases...
Cuando la inglesa salió por la puerta del aula de Historia de la Música con sus compañeras, Haise ya estaba esperándola en mitad del pasillo y alzó su mano moviéndola repetidamente de un lado a otro en el aire para que se percatara de su presencia y supiera que ya había llegado.
El grupo de jóvenes se dirigió inmediatamente a donde se ubicaba el inspector y, tal y como había prometido Lyra, en cuanto estuvieron frente a él la muchacha los presentó de manera oficial. No obstante, el saludo no salió como ella se esperaba y lo único que consiguió por parte de Yukio y Nezuko fue que se le quedaran mirando atolondradas incapaces de decir una sola frase coherente mientras Tanjiro rodaba los ojos de soslayo y con cara de circunstancias.
La rubia se llevó disimuladamente la mano a la boca en un intento por reprimir la risa ante la escena tan cómica y ridícula que estaban protagonizando sus amigas.
De Nezuko aún podría habérselo imaginado porque era una chica bastante introvertida, pero lo de Yukio no tenía una explicación razonable. Parecía increíble que, con lo atrevida y decidida que era, de repente adoptara esa actitud tímida y vergonzosa delante del albino.
<<Por lo visto estar ante el hombre de tus sueños intimida a cualquiera, incluso a una chica con un carácter tan indomable como el de ella>> pensó divertida.
Aunque lo más sorprende y gracioso de la situación fue contemplar cómo el propio Sasaki se mantenía en su lugar con su pose erguida, su rostro afable y su sonrisa resplandeciente siendo totalmente ajeno a las emociones y sentimientos que ocasionaba en las dos pobres niponas.
<<¿Cómo es posible que no te des cuenta que tienes frente a tus ojos a dos chicas babeando literalmente por ti?¡Estás ciego, Haise!>>
—Bueno, ¿nos vamos ya, Lyra? —preguntó el inspector dirigiéndose a su protegida con total naturalidad. Como si el estado catatónico en el que se encontraban inmersas las dos estudiantes no tuviera nada que ver con él.
—Sí, claro... —le contestó sin saber qué más hacer por echarles un cable a sus amigas—. Nos vemos mañana, chicos —les dijo despidiéndose de ellos.
—¿Te importa si nos desviamos un poco del camino y vamos a una librería que está ubicada por el centro de la ciudad? —le preguntó Sasaki una vez que estuvieron solos—. Me he enterado esta mañana que mi escritora favorita estará allí firmando libros y me haría mucha ilusión que me dedicara éste —dijo sacando un ejemplar del bolsillo de su chaqueta y mostrándoselo a la inglesa.
—"El huevo de la cabra negra" de Sen Takatsuki —recitó la chica leyendo el título que había en la portada—. No me suena de nada, ¿es muy famosa?
—¡Oh sí! Empezó a escribir siendo apenas una adolescente y enseguida vendió millones de copias en todo el mundo cuando publicó su primer libro. Ha ganado muchos premios prestigiosos de escritura y es todo un fenómeno internacional —le informó—. Yo tengo todos sus libros y desearía que me firmara la colección entera pero supongo que habrá bastante gente y sería inviable así que me decanté por éste, es el que más me gusta de toda su obra.
—Vaya, no tenía ni idea de que existiera una escritora japonesa tan célebre. Está claro que no soy muy aficionada a la literatura —confesó rascándose la nuca en una actitud un tanto avergonzada al carecer de la cultura suficiente en el mundo de las letras.
—Es normal, dedicas la mayor parte de tu tiempo en esforzarte para convertirte en una violinista profesional y eso también es muy loable —la excusó empatizando con ella—. Si ahora me pidieras que tocase una simple melodía en un piano me resultaría imposible porque, al contrario que tú, yo no tengo ni idea de música. Al final cada uno amplía sus conocimientos en lo que más le apasiona.
—Eres increíble, Haise —le dijo con una sonrisa—. Siempre tienes la frase idónea para animar a cualquiera o hacerles sentir mejor.
—Me alegra poder ser de ayuda a los demás, especialmente a la gente cercana a mí, aunque nunca diría algo que no fuese verdad.
—¡Anda, vámonos a esa firma de libros! —exclamó la inglesa feliz y aferrándose al brazo del albino como si fuera una niña pequeña reclamando la atención de su hermano mayor—. Al menos podré alardear que una vez conocí en persona a la popular Sen Takatsuki y así también me despejaré un poco, últimamente sólo voy del conservatorio al Castillo y viceversa. Necesito dar un paseo y cambiar de aires.
—Muy bien, pues en marcha —la espoleó Haise sin más tiempo que perder—. Si llegamos pronto, no tendremos que hacer mucha cola —y ambos emprendieron el rumbo hacia la librería.
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