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26. ~Ayato~


Al día siguiente me dirigí temprano a tu apartamento con la intención de devolverte el violín.

Supuse que ya estarías despierta para ir al conservatorio y tenía pensado hacerme pasar por un simple humano que había encontrado tu instrumento en la calle y que te había localizado gracias a la dirección anotada en el interior del estuche aunque admito que una parte de mí deseaba que, nada más abrir la puerta, te acordaras de mí y reconocieras mi rostro como el chico con el que tropezaste en la calle hacia un par de meses. No obstante, un poco antes de llegar a tu portal eché un breve vistazo a tus ventanas desde la acera de enfrente y enseguida me percaté de que no estabas.

Rápidamente subí hasta tu balcón y me colé en el salón preocupado.

El temor de que quizás me hubiese confiado la noche anterior y otro ghoul se hubiera cruzado en tu camino impidiendo que llegases a tu casa comenzó a crecer en mi interior ahogándome en una terrible congoja y me maldije mil veces por mi estupidez.

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<<¡Tendría que haberla seguido hasta aquí para asegurarme de que se encontraba a salvo!>> se recriminó enojado el joven ghoul mientras registraba el lugar desesperado con la esperanza de poder hallarla en alguna parte.

Lyra no había traído muchas cosas consigo cuando llegó a Japón, pero su portátil y la fotografía de su familia eran dos elementos importantes en la vida de la humana que siempre habían permanecido inamovibles sobre su escritorio. Por eso, cuando Ayato entró en el dormitorio de la chica y vio que no estaban tuvo un mal presentimiento. Por instinto, se dirigió de inmediato hacia el armario de la habitación y, al abrirlo, descubrió que toda su ropa había desaparecido.

<<No queda nada... entonces, no la han atacado... ha sido ella la que se ha marchado>> pensó desolado a la vez que sentía una fuerte opresión en el pecho.

Comenzó a caminar como un autómata hacia la entrada principal de la residencia todavía sin poder creerlo y cuando finalmente salió por la puerta una vecina le hizo varias señas llamándole la atención:

—Hola joven —le saludó afablemente—. Veo que la señora Himura no ha tardado ni un día en encontrar a un nuevo inquilino.

—No soy un nuevo inquilino —le respondió Ayato dirigiéndole una mirada de soslayo. Estaba claro que era la típica mujer mayor sin nada mejor que hacer que meter las narices en la vida de los demás—. Sólo estaba buscando a una amiga.

—¡Ah, entonces eres un amigo de Lyra! Del conservatorio, ¿verdad? —concluyó señalando el estuche del violín que todavía descansaba sobre sus hombros—. Me temo que ella ya no vive aquí.

—Ya me he dado cuenta —le respondió frunciendo el ceño y sin poder ocultar su tono malhumorado en la voz, pero aquella señora no pareció captarlo pues seguía observándolo con una gran sonrisa en sus labios.

<<No obstante, tal vez esta vieja fisgona haya hablado con ella antes de irse y tenga su utilidad después de todo>>

—Por casualidad, ¿sabe lo que ha pasado para que se haya marchado con tanta prisa?

—Pues la verdad es que sí —le contestó encantada de que se lo preguntara mientras asentía fervientemente con la cabeza–. Me la encontré en el pasillo cuando llegó anoche escoltada por un agente especial de la CCG.

<<¿Lyra acompañada por las palomas?>>

—Al parecer —siguió la mujer en tono confidente— unos ghouls la atacaron por aquí cerca y la CCG le recomendó trasladarse a un lugar más seguro. Así que recogió sus cosas y se fue con el inspector, aunque no quisieron decirme su nueva dirección por la seguridad de Lyra.

—Comprendo...

—Pobre muchacha, ¡menudo susto se llevó! Enfrentarse a dos ghouls. Es un milagro que haya salido con vida de ese encuentro y sin un sólo rasguño.

—Supongo que sí... —murmuró Ayato desviando la mirada de la mujer.

—Además me comentó el agente que uno de ellos era ese ghoul tan peligroso que sale tantas veces por la televisión... ¿cómo se llamaba?... ese del Aogiri no Ki tan famoso... ¡Ah, sí! Black Rabbit —exclamó la señora Tanaka muy ufana por haberse acordado.

<<Así que Lyra en vez de llegar a casa acabó de alguna manera en la sede de la CCG, le contó a las palomas lo que había pasado, me identificaron y ahora la mantienen bajo estrecha vigilancia>> pensó inmediatamente el chico. <<Perfecto>> se dijo irónicamente mientras fruncía aún más el ceño enojado.

—Fue todo muy repentino —comentó la mujer sacándolo de sus pensamientos—. Pero estoy segura que en cuanto pueda te llamará para que os volváis a ver. No te preocupes, muchacho —le animó.

—Sí, seguro que lo hará... —susurró el joven marchándose del lugar y sin darle las gracias a la mujer por haberlo ayudado.

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