24. ~Ayato~
Cuando llegué al destartalado apartamento que solía emplear en la ciudad mientras realizaba alguna que otra misión para el Aogiri, me senté en el viejo sofá de la sala depositando el estuche del violín en una mesita justo delante de mí.
Era realmente difícil resistir la tentación de no probarlo. Te había visto con él infinidad de veces y había escuchado tantas hermosas melodías saliendo de sus cuerdas gracias a tu destreza que, en mi arrogancia de la supremacía ghoul, pensé que yo también podría hacerlo sin problemas.
Así que lo tomé y me lo coloqué encima de mi hombro como tú solías hacerlo cuando te espiaba durante tus ensayos. Apoyé el arco sobre las cuerdas imitando tu postura y, sin pensármelo dos veces, lo desplacé a través de ellas con un rápido movimiento de vaivén.
El sonido que emitió el condenado trasto fue espantoso.
Un chirrido irritante y molesto que me destrozó el tímpano de lo desagradable que había sido. No se parecía en nada a lo que se escuchaba cuando tú practicabas con él.
<<¿Cómo cojones consigue que suene una canción con ésto?>> me dije mirando el instrumento disgustado. <<Ese imbécil no me mintió cuando dijo que era difícil de tocar>>
Ese día mi admiración por ti creció todavía más.
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