Los personajes de Boku no Hero Academia no me pertenecen, solo el amor que les tengo.

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Ella observaba con la mano extendida hacia el firmamento, como este, glorioso, de un azul tan oscuro que ensombrecía su brillante presencia; era adornado por incontables estrellas. Sin nada que pueda tapar su vigorosa belleza, aunque si opacarla —pensó Ochako— al observar hacia su izquierda, a la persona que tomaba con dulzura su mano libre. Una mano áspera y llena de cicatrices, pero totalmente acogedora.

Unos ojos verdes ocupados en ver el cielo, sintieron su mirada y la interceptaron. Ella se sonrojó, como el también; pero era una reacción que ya no le impedía actuar. Él entrelazo la mano por la que estaban conectados y la levantó hasta llevarlas a su boca, donde beso un anillo dorado en la mano de ella.

Ochako Midoriya giró hasta estar pegada a su pareja y con la mano que antes intentaba tocar el cielo, rodeó lo que ahora era su universo. Un pequeño niño que dormía sobre el estómago de su esposo y a su héroe número uno, que cada día lograba sacarle un nuevo suspiro. Como en ese momento, donde besaba su nuca con delicadeza, tanto por no interrumpir su intento de siesta, como porque el movimiento no despierte al pequeño sobre sí.

Mientras tanto, ella estiraba lo posible la manta que estaba sobre su pequeño para también tapar a ambos padres. Besó la desordenada frente de Yuki, llevándose por delante un poco de cabello castaño y enrulado. Abrazo a Izuku, pasando su brazo también por encima de su hijo y cerró los ojos, dejando a su mente guiarla a sueños hermosos. Que no podían superar a los que constantemente vivía.