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Usa toda su fuerza voluntad y funciona, hoy no fue a buscar a Yoongi a su departamento, ni ayer tampoco. Han pasado cuatro días desde que el demonio desapareció y Jimin siente con tristeza como poco a poco algunas vivencias y datos sobre él, desaparecen de su mente.
Ni siquiera recuerda dónde vive el demonio, así que ya no tiene la posibilidad de ir a buscarlo.
Hoy olvidó a que huele.
Revisó exhaustivamente sus notas y no anotó ese dato tan importante.
Seguramente huele muy bien...
Su mente está torturándolo mucho, tarda horas para conciliar el sueño y tiene que medicarse para descansar.
Suspira y sostiene el teléfono entre las manos.
Tiene que hacerlo o este sufrimiento seguirá durante más tiempo. No puede sacrificar todo su avance en terapia. No puede dejar de lado su salud mental por un amor no correspondido.
Aprieta los labios y en contra de su voluntad, observa las notas que hizo sobre Yoongi.
Toca su teléfono y las elimina una a una.
Incluso las borra del archivo.
La ansiedad lo abruma en ese instante, arrepintiéndose.
Si tan solo pudiera hablar una vez más con él...
Se recuesta, resignado a rodar horas en la cama.
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Distrae su mente, compró un lienzo y pinturas acrílicas en la papelería que está a un par de cuadras. Pinta una flor, nada muy elaborado, sin embargo, su mente sigue en Yoongi.
Yoongi y su largo cabello trenzado.
Yoongi y sus manos esbeltas.
Yoongi y sus ronroneos al dormir profundamente.
—Ah, puta mierda —maldice, molesto consigo mismo.
Deja su actividad y camina en círculos por la habitación. Terminará volviéndose loco.
Yoongi y su suave risa al verle haciendo algo ridículo.
Yoongi y sus conclusiones vastas sobre las películas después de verlas.
Yoongi y su paciencia al tratar con él.
Yoongi y su aroma a... su aroma a...
¿A qué demonios huele?
Intenta recordarle, el rostro del demonio comienza a ser difuso y lamentablemente la apariencia de la forma humana está casi eliminada por completo.
Sólo queda su sonrisa de gomita pululando por su mente.
La zozobra creada en su corazón únicamente aumenta más y más.
Pese a irlo olvidando, aún recuerda los momentos más importantes junto a él. Los que tiene más frescos son la celebración de navidad y las charlas sobre películas.
—Agh, no puedo... —expresa, lleva las manos a la cabeza y sus ojos se llenan de lágrimas.
No puede esquivar la situación...
Muerde sus labios maltratados. Pero no puede dejar la situación así, no puede seguir con el corazón roto sin hacer nada.
Se viste rápido para que sus pensamientos razonables no le obstaculicen su búsqueda. Sale abrigado de su departamento, está nevando, pero poco le importa.
Únicamente un recuerdo surca su cabeza, es la voz rasposa de Yoongi diciéndole: Incubus, me prostituyo ahí.
Todo el camino fue silencioso, pero su cabeza no dejó de atormentarlo. Oh, Dios, es un manojo de nervios y nada más.
Llega al lugar y recuerda que ha pasado por ahí varias veces, es un lugar de fachada elegante. Entra y observa la zona del bar, es lujoso, hay hombres y mujeres de un estrato económico alto vistiendo trajes a la medida y vestidos de alta gama.
Dios, ese lugar es todo lo contrario a él...
Y no parece un prostíbulo, al contrario, la anfitriona le saluda amena.
—¿Está esperando a alguien? —pregunta con voz pacífica. Jimin sonríe nervioso, esa mujer no luce como una trabajadora de un burdel, su aspecto formal parece más el de alguien trabajador de una empresa.
—No.
—¿Tiene reservación?
—No, vengo a buscar a alguien.
—Bien —sonríe—. Nos manejamos por reservación, pero tenemos espacio, ¿es usted y cuántos más?
—Sólo yo —contesta sin saber muy bien por qué. No entiende la ruta de la conversación.
—Pase.
Al parecer Jimin tenía una idea errónea del sitio. No es un simple bar, observa detrás de la mujer y ve las mesas con personas finas ocupándolas. ¿Es un restaurante?
Una chica se le acerca y lo lleva a una mesa, ya sentado, le ofrece la carta y se retira.
No sabe en qué se está metiendo, y comienza a dudar de que el sitio sea un prostíbulo.
Observa hacia afuera por la ventana, pese al clima bajo cero, el sitio está lleno, todos charlan entre ellos y comen lo que parece ser comida tradicional coreana.
Quizá Yoongi le engañó.
Suspira.
Toma el menú y comienza a leerlo.
Achica los ojos.
—Necesito hablar con Yoongi —dice a la mesera en cuanto ésta regresa—, él trabaja aquí y yo...
—¿Es tu primera vez aquí? —pregunta y le regala una sonrisa grata.
—Sí... Sólo necesito hablar con Yoongi... —suelta el nombre con inquietud.
—Yoongi está ocupado, tendrás que escoger a otra persona.
—¿Él está aquí? —pregunta con un brillo diferente.
—Sí y...
—Quiero hablar con él —pide—. Soy Park Jimin, le conozco y...
—Yoongi está ocupado —repite—, puedes escoger otro chico —la mesera le extiende un menú extra.
—Pero...
—Y no hablamos de lo que pasa dentro de Incubus hasta que pagues por una habitación. Sé que es la primera vez que vienes, pero debes ser prudente o te echaremos —advierte.
—Sólo quiero ver a Yoongi, no vengo por alguien más —habla con voz más baja, avergonzado por ser reprendido por una extraña.
—Min Yoongi no está disponible —repite.
—¿Cuándo se desocupa?
—No lo sé, muchacho —suena sincera.
—Por favor... —junta sus manos, pidiendo un poco de información del demonio—. Le esperaré lo que sea necesario, no quiero a nadie más, sólo a él.
La mesera le observa fijamente y Jimin ve un destello rojo casi imperceptible en sus ojos pequeños.
—Cuando tenga unos minutos, le diré que estás esperándolo —dice resignada por la insistencia de ese humano de voz aguda y mirada tierna.
—Por favor, lo esperaré.
Y así lo hace. Dura horas sentado en esa mesa, mira a personas entrar, comer y conversar, todas visten finamente, Jimin comprendió el protocolo desde la primera media hora. Primero llegas al sitio, comes algo del menú, esperas un poco y te pasan a otra zona que está más allá de un arco ornamentado con puertas grandes de madera.
Jimin cree que salen por otro lugar, porque ve a las personas entrar al restaurante, pero no salir.
Lo único que motiva a Jimin a seguir ahí es saber que Yoongi está por algún lado de ese lugar tan críptico.
Está nevando, tiene hambre, pero su ansia está tan elevada que teme vomitar todo si prueba bocado.
—Yoongi durará ocupado hasta la madrugada —llega la mesera y le informa, trae una taza de café y la coloca en la mesa—. Es cortesía de la casa.
—Gracias, le esperaré hasta que tenga tiempo.
La chica no contesta, sólo le mira fijamente.
—Tenemos otros platillos —señala el segundo menú que le ofreció hace tiempo.
—No quiero a nadie, sólo quiero a Yoongi —contesta con tono aferrado, luce molesto por el simple hecho de que le sugieran a otro hombre con el que enrollarse. Además, no vino a follárselo—. Necesito hablar con él.
—Revise el menú, puede que encuentre a alguien de su agrado —ignora las palabras del humano y se retira.
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Bosteza.
Hay más personas en el lugar, se nota que es un sitio para la vida nocturna. La mesera ha venido en varias ocasiones a verle y sugerirle otros chicos, pero Jimin se niega. Incluso tuvo que pagar para quedarse porque está ocupando un lugar.
Pidió otro café para no dormirse.
—Disculpe —le habla la mesera, es la del turno nocturno, es más amable y su rasgo más distintivo es su cabello ondulado y largo—. Min Yoongi ya tiene reservación con otras personas durante toda la noche —le informa.
Jimin hace un puchero inconscientemente, no pensó que Yoongi no pudiera —o no quisiera— recibirlo.
—Le seguiré esperando.
La chica le ve con pena.
—Honestamente... no creo que Min Yoongi pueda atenderlo hoy —dice con voz calma y Jimin entiende.
—Sólo necesito hablar con él, no será tardado, ¿sale muy noche?
—No estoy autorizada para dar datos del señor Min, pero... —gira hacia ambos lados, procura que nadie escuche—, no creo que Yoongi tenga horario de salida hoy —explica con tono bajo y apenado.
Debo lucir como un perdedor... Le doy pena hasta a esa mujer que no me conoce.
—Entiendo... y... ¿alguien puede decirle que estoy aquí?
—Él está con otros clientes, no tenemos permiso para entrar a su habitación, sólo esperamos a que él salga.
Y no ha salido...
—Oh... entonces seguiré esperando.
La chica suspira, asiente y se marcha.
Jimin comienza a avergonzarse, seguramente un chico que se enamora de Yoongi aparece por el lugar todos los días. No debe ser nada nuevo para las meseras lidiar con humanos tontos que caen por ese demonio.
Quizá debería irme...
Quizá debo dejar pasar esto que siento por él...
Su teléfono se quedó sin carga y se dedica a jugar con las servilletas.
Suspira.
Se levanta de la mesa y camina hacia la salida.
—¿Ya se va? —le interrumpe la anfitriona.
—Sí —contesta desanimado.
—La salida es por la parte posterior —indica el par de puertas de madera ornamentada por la cual todos los comensales entran—. Lo acompañará una mesera.
Jimin camina con la mesera a lado, cuando cruza el umbral, la chica habla.
—Es por este pasillo derecho, baje las escaleras y un joven le dirá por dónde salir.
Jimin no tiene ni la oportunidad de contestar porque la chica cierra y le deja ahí. Camina por ese pasillo de paredes carmín y luz templada. Bastantes pasillos surgen a los costados y Jimin tiene mucha curiosidad. Quizá si se escabulle por la zona, pueda lograr hablar con Yoongi.
Detiene su andar y piensa detenidamente.
Toma otro rumbo y su corazón se acelera por tal acción. Camina rápido y el pasillo laberíntico logra marearlo, hay ascensores y escaleras, pero no sabe cuál dirección tomar.
¿Dónde podría estar Yoongi?
Camina hacia el elevador y oprime el botón. Da un ligero brinco cuando las puertas se abren y muestran a un hombre de avanzada edad portando un traje formal y una sonrisa perpetua.
—¿Hacia dónde se dirige?
—Con Min Yoongi.
—¿Eres el siguiente?
—Sí... —habla nervioso y sus mejillas se sonrojan, el elevador sube y su ansiedad también.
—¿Dejaste tus análisis en la oficina?
—Sí —contesta seguro, aunque ni siquiera sabe a qué se refiere, quizá se refiera a análisis para E.T.S.
—Habitación trece, al fondo, toque la puerta dos veces —dice al abrirse las puertas del ascensor.
—Gracias...
Jimin se queda en el pasillo solo y su corazón late más y más rápido, no pensó tener la oportunidad de ver a Yoongi y ahora que está cerca de su paradero, no puede creerlo.
13.
Toca la puerta dos veces y una mujer le saluda, Jimin observa y ve que es una pequeña antesala a la habitación donde imagina estará Yoongi.
—Vengo a...
—No te había visto por aquí —interrumpe, sus labios rojos hacen una mueca—, no te ves corrompido. ¿Eres nuevo?
—Sí.
—Bien, quítate la ropa y ponte esto —le ordena mientras le estira una bata roja de seda. Jimin asiente nervioso—. ¿Ya te bañaste?
—Sí —miente.
—Hoy está muy molesto, no lo veas a los ojos o se enojará contigo y te echará tal como hizo con los anteriores. Lleva mala racha.
—Por qué...
—No lo sé, es un demonio, no pidas que un demonio sea comprensivo —explica brevemente como si recordara a los anteriores hombres que salieron con el rabo entre las patas—. Cuando termines de cambiarte puedes entrar —señala la puerta que está a sus espaldas. Hay lubricante y preservativos en la habitación.
—Sí...
La mujer camina hacia afuera.
—Y quita esa cara de asustado.
Jimin asiente, pero sabe que luce peor porque ella ríe y sale.
Sostiene la bata de seda entre las manos y la deja en la pequeña mesa del costado. Inhala, exhala y se arrepiente de haber hecho todo eso para estar frente a Yoongi, quiere regresar a su departamento y fingir que no lo recuerda para olvidarlo con mayor facilidad.
Sin embargo, un lado muy profundo de su ser le pide abrir la puerta y verlo.
Suspira y obedece a ese lado irracional.
Abre y antes de siquiera poner un pie en la habitación, un potente olor a cenizas lo hace sostenerse de la pared.
Claro, ya lo recordé, él huele al infierno puro.
—Qué haces tú aquí —habla una voz rasposa, es lo último que escucha antes de doblar las rodillas y perder la consciencia.
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Hola, corderitos, cómo están?, lo siento por la tardanza, seré puntual, lo prometo ❤️🩹
Aquí otro cap de este bebé, qué piensan? qué creen que pase con estos dos? 🥺
Los quiero bye 💞
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