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Bosteza, es la tercera vez que lo hace.

—Regresa a dormir, podemos abrir los regalos más tarde —sugiere el demonio mientras le trae un vaso con agua y le ayuda a beber.

—Estoy bien, sólo un poco... cansado por lo de ayer —aclara con ese sonrojo perpetuo.

Termina de beber y observa como Yoongi trae las bolsas de regalo. Son cuatro en total.

—¿Ya tomaste tu medicamento? —mira la hora, son las diez de la mañana.

—¿No, puedes traérmelo? —pide, el demonio asiente y va hacia la habitación por la bolsita donde Jimin tiene guardadas sus pastillas.

Está nevando, Jimin se estira en el sofá testigo de sus actos impúdicos y escucha a Yoongi atentamente.

—Toma —le da su bolsa y Jimin toma sus medicamentos, aún está tomando analgésicos para el dolor de su ojo hinchado, el resto de su cuerpo golpeado y sus malestares mentales—. ¿Ya te sientes menos triste?

Jimin ríe por la pregunta sin malicia, pero honesta del demonio.

—No, es paulatino, no estoy inmediatamente feliz al instante de tomar mi medicamento para la depresión y ansiedad.

—Oh... ¿es igual que con tus pastillas para el dolor muscular?

—Es incluso más tardado.

—¿Y cómo te das cuenta cuando ya hizo efecto?

—No lo sé... sólo me siento más calmo durante el día.

—¿No quieres desayunar antes?

—Quiero abrir los regalos —sonríe un poco apenado, tiene mucho tiempo que no celebra una navidad tan amena—. Primero yo —dice emocionado mientras toma el regalo que Yoongi envolvió con dificultad, pero mucho esmero.

—Espero te quede —dice preocupado, Jimin sonríe, quita la cinta adhesiva y abre la caja.

Abre muchos sus ojos, gracias al cielo ya no puede sonrojarse más.

—¿Te gusta?

—Es muy lindo —es lo único que tiene para decir, no se visualiza en una prenda así de atrevida. Usarla definitivamente está fuera de su zona segura.

Jimin estira la tela, es un conjunto blanco de braguitas y un sostén con holanes en la espalda.

—La tela de la espalda parecen alas de ángel —dice al no recibir más comentarios por parte de su humano—... ¿No te gustó?

—Me gusta mucho —sonríe sincero—, aunque creo que no me queda —muerde el interior de sus cachetes.

—Claro que sí, sé las medidas exactas de tu cuerpo.

—Engordé un poco en estos días y estoy más...

—Bello, estás más bello —interrumpe. Yoongi ya lo ha notado, y no le molesta en lo absoluto—. Y más lascivo —acota, sospecha que Jimin estaba desnutrido porque los kilos que ha ganado le sientan muy bien a su figura—. Cada segundo que pasa, es un desperdicio porque no estás sentado en mi cara.

Jimin ríe por el halago. Saber que le atrae de esa forma a alguien es extrañamente reconfortante.

—Me lo mediré más tarde.

—Lo usaremos hoy.

—No.

—¿No?

—Aún no me recupero de todo lo de ayer.

—Está bien.

—Perdón.

—No hay nada que perdonar —sonríe leve—. Si no quieres, no se hará, es así de sencillo.

—Abre tu regalo —cambia de tema.

Yoongi lo toma y abre la caja, observa las manos inquietas de su humano. Yoongi saca la cajita del interior y la abre, observa el conjunto de aretes sencillos y pequeños.

—¿Te gustan? —habla con ojitos brillosos e ilusionados.

—Me gustan mucho.

—¿Sí? —su tono cambia a uno aliviado, es como si decepcionarlo le preocupara bastante.

—Sí, gracias, Jimin —saca los zarcillos—. ¿Me ayudas a ponérmelos?

Jimin asiente y le coloca los aros de plata con facilidad.

—Estás muy lindo con ellos.

—Abre el otro regalo.

Jimin toma la otra caja, ésta es mucho más grande y pesa bastantes kilos, Jimin saca la pequeña cajita que está en el centro.

—No puede ser, ¿cómo lo recordaste? —emocionado saca su serum de vitamina C.

—Has estado repitiendo todos estos días que lo necesitas. Sólo pongo atención, mira abajo, hay más —dice huyendo de la mirada sincera de su humano.

—No... puede... ser... —suelta un gritito y saca los demás ítems, es una rutina completa de cuidado de la piel de centella asiática, siempre quiso comprársela.

—Y como yo no tenía dinero humano cuando compramos los regalos, también puse unos cuantos lingotes para recompensarte.

—Yoongi... esos no puedo aceptarlos.

—Es un regalo de navidad, no puedes rechazarlos —refuta y Jimin sonríe.

—Sólo esta vez... no quiero cambiar tanto dinero en el banco y ser perseguido por hacienda —ríe levemente con sus ojos hechos media luna—. Abre el otro.

Yoongi toma el otro presente, éste es una bolsa de cartón con diseño de monos de nieve. Mete la mano y saca la tela.

—Sé que no sueles usar ropa humana, pero cuando miré ese suéter, pensé en ti —sonríe nervioso por ser rechazado.

Yoongi sonríe y expande el suéter, está sin palabras.

—Lo compré en una talla que le pueda quedar a tu forma demonio y humana —explica al no recibir una respuesta—. ¿No te gustó, cierto? Podemos cambiarlo si no te gusta o no te queda.

—Me encanta —contesta sincero y observa la prenda de fino tejido color gris oscuro—. Nunca he usado suéter.

—Lo sé, pero pensé que te verías muy bien en uno —dice con las mejillas carmín, cuando miró esa prenda, se imaginó vívidamente a Yoongi en ella y comenzó a babear.

—¿Cómo debo combinarlo?

—Con unos jeans —sugiere y mira una mueca de disgusto en Yoongi, sabe que no es muy fanático de los pantalones—. O con tus bóxer y lo usas aquí —insinúa.

—Bien, lo usaré hoy.

Yoongi deja un beso lento y cálido sobre los labios regordetes.

—¿Ya quieres desayunar?

Jimin asiente, aturdido por los labios demoniacos.

Agh... estoy completamente colado por Yoongi...

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No quiere que esta época termine. La vista invernal de los primeros días es fría, pero acogedora, pasar año nuevo con Yoongi fue una experiencia gratificante, el demonio es afectuoso y jodidamente paciente. No pensó que ese ser infernal pudiera tratarlo mejor que cualquier terrenal.

La primera semana de enero pasa rápido y extrañamente, está muy melancólico, echa de menos las cenas familiares y pese a no haber visto su teléfono en todos estos últimos días, ha esperado que suene. Tontamente, espera una llamada de su madre.

Yoongi ha estado tenso, Jimin no puede ver auras, pero sí sabe distinguir expresiones. La frente del demonio ha estado tiesa desde hace unos días, su actitud sigue siendo cariñosa, pero hay una preocupación de trasfondo que no es comprensible.

—Saldré hoy, Jimin —le avisa mientras se enfunda en un hanbok.

Jimin deja de ver al ventanal y gira con el demonio. Regresaron a su pequeño departamento por petición propia, Yoongi no quería, pero obedeció a su humano después de poca insistencia.

El aviso de Yoongi le toma desprevenido, él nunca sale, pero sabe que debe tener sus diligencias como enredar audífonos, jalar pies ajenos por las noches y echar un limón amargo en la limonada para que se estropee.

—¿Vendrás temprano?

—Sí.

—Bien, te esperaré para almorzar.

—No, come sin mí —pide mientras hace el nudo final de su vestimenta.

—Mmm... ya me acostumbré a comer juntos —dice con una sonrisa apenada.

Y no espera respuesta del demonio, pero sí la hay.

—Yo también, creo que ya estoy muy acostumbrado a ti y tu presencia angelical.

Jimin sonríe apenado y recibe un largo beso en los labios, haciéndole temblar y casi levantarse de la silla para colgarse de los hombros de ese demonio.

—Te esperaré —decreta, Yoongi no responde y desaparece en una bruma negra que se dispersa a los segundos.

Tiene mucho sin estar solo, limpia su departamento y comienza a hacer arroz frito para él y Yoongi. Lavó y tendió la ropa, encuentra gracioso como las prendas de Yoongi son enormes y duran horas y horas en secarse con este clima helado.

Observa el reloj, son las tres de la tarde.

Acomoda sus pertenencias y busca una película para ver en su ordenador. Retomaron las películas de terror desde inicio de año.

Apaga el fogón de la estufa y se recuesta un momento, su teléfono se enciende, mostrando una videollamada entrante.

—Park Jimin, desde que llevas vida de casado, no te dignas a hablarme —se queja apenas conectar la llamada.

Jin luce bello con su gorro de lana y Namjoon al lado.

—Hola Jin, hola Nam.

Jimin les ve darse un beso corto, Namjoon saluda a la cámara y se despide, está trabajando desde casa y tiene que regresar a su labor. Lo último que Jin dijo sobre Namjoon es que habían hablado para navidad y quedaron de verse juntos para salir. Lo demás es historia.

—Creo que tú llevas más vida de casado que yo.

—Nam es todo lo que está bien.

—Siempre ha sido lindo contigo —comenta ameno, feliz por la dicha ajena.

—Sí... vive conmigo desde navidad, se quedó un día y ya no pude echarlo.

Ambos ríen.

—Me alegra.

—¿Y tu chico gótico?

—Salió.

—Dile que ya no necesito que me presente a un familiar, ya encontré a mi hombre.

—Se lo comentaré.

La conversación es amena, sigue durante una hora más y Jimin recibe una cantidad enorme de cotilleo familiar. Ríe por los comentarios soeces de Jin hacia sus primas lejanas que vienen sólo para estas fechas a, según él, molestar.

—¿Ya comiste?

—No, estoy esperando a Yoongi, llegará pronto.

—Tengo que colgar, Nam terminó su turno en el trabajo y quiero recuperar todo el tiempo perdido —dice con doble sentido, Jimin ríe.

—Está bien, ya me vengaré después.

—Adiós, saludos a tu hombre.

Jimin cuelga y escucha sus intestinos vacíos moverse. Son las seis. Calienta un poco de comida para matar el hambre, ya cuando regrese Yoongi se alimentará junto a él.

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Acaba de salir de bañarse, sorbe un poco de mocos y limpia las lágrimas que caen, tomó un café grande para esperar despierto a Yoongi, pero éste no aparece, son las once de la noche y no ha regresado.

Llora porque lo que tanto ha temido sucedió.

Yoongi se fue.

Limpia su nariz y mira nuevamente el reloj, guardó la comida hace tiempo y apagó su computadora para no recordar su rutina con el demonio.

Le da vueltas al asunto, pero no encuentra otra razón por la cual Yoongi no regresaría. Seguramente su misión terminó hace semanas, pero se esperó a que mejorara para dejarlo y no hacerlo sufrir tanto.

Va hacia el closet, abriéndolo y buscando una prenda de él, pero los trajes tradicionales que siempre porta desaparecieron, dejándole nada.

Muerde una de sus uñas y busca en los recovecos, pero no tiene éxito, es como si Yoongi nunca hubiera existido, aún está su cepillo de dientes y toalla para secarse, pero esas pertenencias no le evocan ningún recuerdo vívido.

Esculca entre los cajones y encuentra el suéter que le regaló de navidad, no dejó de ponérselo estos últimos días y aún huele al demonio.

Apaga la luz y se acuesta en la cama. Acerca la prenda y aspira el olor a ceniza. Cierra sus ojos y poco a poco cae dormido.

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Se viste rápido y lee nuevamente una parte de sus notas sobre Min Yoongi, el demonio que lo acosó durante varias noches, posteriormente le conoció y finalmente lo condujo hacia el sendero del enamoramiento.

Tiene que buscarlo.

Tiene que encontrarlo antes de que comience a olvidarlo.

Intentó no comenzar el día llorando, pero le es imposible, el vacío que dejó Yoongi es irreparable y se niega a perderlo.

Le confesará sus sentimientos y ya después según la respuesta, sabrá cómo actuar. Por ahora, se concentrará en encontrarlo y traerlo a su departamento o empezará a delirar por el dolor de su partida.

—Tonta cabra... —vocifera mientras se coloca un abrigo, un gorrito de lana y una gran bufanda. Hay temperaturas bajo cero, pero poco le interesa.

Traerá a Yoongi de los cuernos y le explicará un par de cosas.

Tiembla al salir del departamento, se arrepiente de no ponerse doble calceta, pero no puede esperar más. Agradece que no esté nevando, toma un taxi directo hacia la zona residencial de Seocho, el lugar donde Yoongi tiene su departamento.

Frota sus manos enguantadas y tiembla por la ansiedad que le provoca saber que si no encuentra rápido a Yoongi lo olvidará.

Tiembla, con este clima gélido necesita a Yoongi rodeándolo para darle calor o enfermará, con convirtió en su calefacción personal.

La zona es de las más ricas de Seúl, da sus datos para entrar y se asusta cuando no recuerda dónde está el departamento del demonio, su ansiedad aumenta y después de unos minutos, recuerda el edificio.

Baja del taxi y camina difícilmente hacia el complejo departamental, siente su cuerpo entumido por el frío y por las múltiples capas de ropa.

Estornuda y entra, Yoongi es dueño del último piso.

—Buenas tardes... —saluda a una recepcionista, esa mujer lo miró entrar con Yoongi aquí hace semanas, espera le recuerde. Hay poco personal y la zona se ve tranquila.

Ella contesta cortante y sin verle a los ojos, luce concentrada en su ordenador.

—Estoy buscando a Min Yoongi, vive en el último piso y...

—No tengo permitido dar información confidencial —habla tajante y Jimin muerde sus labios resecos por el clima.

—Él es mi novio, vive aquí y vine a visitarlo —miente y sabe que no es bueno haciéndolo.

—¿Cuál es su nombre?

Da sus datos, le dice el número de piso y observa a la recepcionista teclear.

—No está en la lista de invitados autorizados.

Jimin chasquea la lengua.

—Busque de nuevo, por favor —pide y espera que su rostro suplicante persuada a la mujer.

Ella accede y la respuesta es la misma.

—Debe haber un error, él...

—Le sugiero que se comunique con el dueño del piso para que le dé acceso.

—Sí... le esperaré.

Ella asiente y Jimin pasa sus siguientes horas sentado en la recepción. Almorzó café y galletas de una máquina expendedora, no hay indicio del demonio y Jimin comienza a pensar que si Yoongi estuviera en su departamento simplemente aparecería en éste, él no ocupa pasar por recepción.

Sin embargo, se niega a perder la esperanza.

Cuando llega la tarde, decide estirar un poco sus piernas, están entumidas por permanecer en la misma posición tanto tiempo. Relee su nota sobre Yoongi, intenta memorizarla, teme que se borre del teléfono.

Y cuando está por oscurecer, se da por vencido, perdió un día entero por esperar algo que no sucederá. Sale del complejo departamental y para su infortunio hace más frío que en la mañana.

Después de un viaje largo, llega a su departamento, está desalentado, friolento y tiene hambre.

Sus ojos arden y decide llorar, se siente abandonado.

Y sus pensamientos comienzan a divagar.

No tiene idea de qué le dirá a Yoongi cuando lo encuentre, porque lo encontrará, de eso está seguro.

No puede obligar al demonio a que le ame, sería egoísta, maleducado y un arrebato muy... infantil.

—Agh... —gruñe mientras calienta un ramen instantáneo en el sartén—. Soy tan idiota que me enamoré del primero que me trató bien.

Quizá debería dejar de buscarlo.

Él se fue.

Sólo tenía que cumplir su cometido y al lograrlo se marchó sin siquiera despedirse.

Yo sólo fui un humano más en su lista...

Jimin sacude su cabeza, no se torturará más.

Come calmo, se obliga a tranquilizarse o la tristeza lo abordará y no podrá salir de ese bache durante mucho tiempo.

Yoongi, llegó, me enamoró y se largó.

Pero sé que no es su culpa...

Nunca me prometió amor o la mínima responsabilidad afectiva...

Yo fui el tonto que cayó en picada por él.

Antes de dormir, lee nuevamente lo que escribió de Yoongi. La lista de cualidades es extensa y se la ha memorizado rápidamente.

Añade un dato extra.

Punto malo: es imposible que no te enamores de él.

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:)

hola, aquí otro capítulo, bbs :*

aviso!; subí unos capítulos nuevos que separarán la historia (se llaman I, II, III, y IV),  los subí entre los capítulos que ya estaban publicados, por si quieren echarse una vuelta ;)

Byebye, cuídense mucho y feliz año a las reales <3, besitos.

Ya quiero que lean lo que viene, alguien se imagina qué va pasar? (;

Minost<3<3<3<3

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