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Los dos pisos superiores del hotel ardieron en llamas, el equipo de bomberos llegó rápido, pero no hubo mucho que rescatar, la infraestructura cayó y ningún bien material pudo salvarse, afortunadamente y según los informes oficiales, no hubo ningún herido o muerto.
Jimin respira calmo mientras observa las noticias avisando de la tragedia por televisión. Despertó hace unos minutos y el noticiero le informó de todo lo supuestamente acontecido.
Según las investigaciones policiacas, no se encontraron restos humanos, sin embargo, se espera seguir con el peritaje para buscar a profundidad...
Habla la mujer por televisión.
Parpadea para espabilar, enfoca a Yoongi en un sillón a su costado, con la cabeza gacha, dormido en su forma humana. Quiere hablarle y abrazarlo, pero sabe que tiene que dejarlo descansar, la última vez que se transformó, duró dormido profundamente durante horas.
Jimin contempla su alrededor, está en un hospital, su cara es cubierta por una mascarilla de oxígeno y en uno de sus brazos porta un catéter que entra en vena.
Yoongi alza la cabeza, se despertó sobrecogido, al parecer se quedó dormido contra su voluntad. El demonio gira con Jimin y camina atolondrado, pero decidido a llegar para sujetar la mano tibia de su humano.
—¿Cómo estás?
Jimin asiente, pero comienza a llorar, sintiéndose abrumado por todo lo que ha pasado en tan poco tiempo. Yoongi no sabe cómo reaccionar o qué hacer para que esa aura negruzca se vaya del cuerpo de Jimin.
—Gracias... por llegar —dice y limpia sus lágrimas con el antebrazo que no tiene el catéter—. Tenías... razón sobre él —habla torpe por sus sollozos.
Yoongi desearía no haber tenido razón para que Jimin no pasara por eso.
—Necesitas descansar, Jimin.
—¿La policía vendrá por nosotros?
—No, nadie nos vio salir y creo que los del hospital piensan que yo fui el que te golpeó y esto sólo es una discusión de pareja.
—Oh... —Jimin lleva su mano libra a su rostro herido e inflamado.
—Debí torturarlo más... —dice con voz áspera y desesperado por ver a Jimin lastimado y no tener a Kim Seojong frente a él para matarlo nuevamente.
—No, yo soy un idiota, tú siempre me avisaste, pero yo no te creí. Supongo que me lo busqué.
Yoongi gruñe, colérico por las palabras, este suceso es un gran paso atrás en la recuperación de Jimin sobre sus anteriores abusos por parte de su padrastro.
—No fue tu culpa.
—Quizá me hace falta maldad —concluye y sus lágrimas siguen rodando hasta caer por el mentón magullado. Jimin cree firmemente que si no fuera tan ingenuo, esto no le habría pasado.
—No, Jimin, a las personas les hace falta bondad.
Yoongi busca una servilleta y se la otorga a su humano, éste limpia sus lágrimas, pero sigue con su llanto.
—Lo siento mucho, Jimin —continúa hablando—, si hubiera llegado antes...
—Llegaste justo a tiempo —dice con una pequeña sonrisa llena de amargura.
El silencio se hace y Yoongi se atreve a sujetar la mano de Jimin, agradece no ser rechazado.
—Descansa, yo cuidaré tu sueño.
Jimin asiente.
—¿Puedes dormirme?
—Sí.
Lo último que Jimin percibe es ese olor potente a ceniza que Yoongi expele.
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Es dado de alta al siguiente día, no tuvo ninguna fractura o daño interno, los golpes que le dio ese hombre sólo dañaron sus músculos y abrieron su piel, pero nada fue a peor. Están en el tren, Jimin decidió no usar el boleto de avión que le dio la empresa porque la fecha es hasta mañana, y Jimin quiere estar en el departamento lo más rápido posible.
Planea tomarse varios días.
Yoongi está sentado junto a él en el asiento vacío, permanece invisible para el resto.
El camino de regreso es largo, pero calmo, incluso Jimin se durmió un par de horas gracias al movimiento leve del transporte.
—Jimin —le susurra el demonio mientras toca su mano levemente—. ¿Estás despierto?
—Sí.
—Te toca el analgésico —avisa recordando una de las pastillas que le dieron a su humano para que no sienta dolor.
—Oh, gracias, lo había olvidado —saca la receta de su bolso y lee con dificultad el medicamento que le toca, uno de sus ojos está ciego por lo inflamado que sigue, agradece haber llevado unas gafas oscuras para cubrirse y no captar miradas curiosas.
Toma su pastilla y bebe agua.
—¿Duele menos? —pregunta con tono mortificado y Jimin ríe—. ¿Qué? —refuta con el ceño fruncido.
—No es instantáneo. No es como que tomas la pastilla e inmediatamente deja de doler. Ha disminuido el dolor, pero aún sigue —declara y comienza a sentir ternura por ese ser tan imponente de cuernos curveados, nunca lo había visto tan preocupado.
—Oh... no lo sabía.
—¿Pensabas que es inmediatamente?
—Sí, o a los segundos —contesta con un poco de vergüenza por su ignorancia. Jimin entiende que el demonio no sepa de medicina humana, él no es humano—, ¿hay algo que te quite el dolor inmediatamente? ¿Se puede comprar?
Jimin aprieta sus labios, conmovido por las palabras sinceras del demonio.
—No, no lo hay.
—Oh... ¿Y cuándo hacen efecto las pastillas?
—Mmm... como a los veinte minutos.
Regresan al mutismo y Jimin comienza a cambiarse el parche que le colocaron en uno de sus ojos.
—¿Quieres que te ayude?
—No.
—Bien.
Jimin se voltea contra la ventana, no quiere que Yoongi le vea, le apena lucir así de horrible, y las lágrimas acumuladas sólo le provocan más y más ardor. Limpia sus manos con gel antibacterial y cambia el parche por uno nuevo tal como le dijeron en el hospital, tiene que hacerlo tres veces al día.
Tira el parche viejo en una pequeña bolsa que arrojará a la basura cuando lleguen a Seúl.
—Jimin —le llama.
—¿Mmm?
—¿No vas a comer?
—No tengo mucha hambre —observa el sándwich que Yoongi le obligó a comprar.
—Deberías comer... no has comido nada desde ayer y...
—Dije que no, Yoongi. ¿Vas a obligarme? —contesta a la defensiva y con los brazos cruzado frente al pecho, como si estuviera protegiéndose.
Yoongi muerde el interior de su boca, pero comprende la actitud arisca.
—No, yo nunca te obligaría a hacer algo que no quieres. Sólo me preocupo por...
—Sé cuidarme solo.
Yoongi bufa y decide terminar la conversación, no quiere discutir, sobre todo porque Jimin no se encuentra estable.
El resto del viaje es silencioso, Jimin ya no duerme, sólo observa por la ventana y Yoongi medita la situación.
El aura negra no se despega de Jimin, pero jamás ha cubierto por completo el rosa aperlado que se mece por el área de su corazón y nuca.
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—Hablaré con mi psiquiatra.
—Oh, ya veo...
Llegaron al departamento, el pequeño equipaje que Jimin llevaba se quemó en su totalidad, dejándolo sin algunas pertenencias, agradece no haberse llevado mucho. Yoongi alcanzó a rescatar su mochila antes de salir, ahí llevaba sus identificaciones más importantes.
—Necesito estar solo un par de horas.
—Mmm...
Yoongi no quiere irse, no está en sus planes despegarse de su humano, no cuando le ve tan frágil y abatido.
—Puedo quedarme en el balcón.
—Me gustaría estar solo.
—No haré ruido, puedes cerrar el balcón y abrirme cuando termines —insiste paciente, no quiere que Jimin tome mal sus intenciones.
—No es por el ruido —habla calmo, intenta no ser grosero otra vez—, siento que voy a llorar mucho, no quiero que me escuches así.
—No quiero dejarte solo —dice finalmente sus intenciones.
Jimin suspira y asiente, dándose por vencido ante la insistencia.
—Incluso puedes ponerme sus audífonos, no escucharé nada —insiste.
Es muy obstinado, anotará eso en su teléfono.
—Bien.
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Su consulta por videollamada fue peor de lo que pensó.
Fue un golpe duro para su salud mental saber que tiene que volver a tomar dos antidepresivos para prevenir cualquier recaída en su depresión perpetua. También le recetó algo por si tiene un ataque de ansiedad. Hace mucho Jimin no sentía que alguien vendría en cualquier momento y le haría daño sin motivos.
Afortunadamente su psiquiatra está calificada para dar psicoterapia y descargó todos sus pensamientos internos con ella.
«Me alegro que tengas a tu pareja, saber que no estás solo te ayudará a salir de esto más rápido, Jimin. Aún hay personas buenas dispuestas a ayudarte».
Él ni siquiera es una persona, pensó y se enterneció con la idea de visualizarlo sentado en el balcón, observando hacia los lados, aburrido por tener que esperarlo.
La sesión termina y su psiquiatra envía las recetas a su correo electrónico.
—Yoongi —le llama al momento de abrir las puertas del balcón.
—¿Ya terminaste?
—Sí.
—Cómo te fue —dice mientras entra a la habitación, Yoongi aún observa esa sombra tumultuosa cubriendo totalmente a Jimin.
—Mmm... creo que mal.
—Oh..., ¿te puedo ayudar en algo?
—Iré a la farmacia a comprar un nuevo medicamento, y...
—Yo voy contigo —interrumpe antes de que Jimin le diga que quiere ir solo.
—Está bien —sonríe y acomoda sus lentes de sol.
El camino a la farmacia es silencioso, pero no incómodo, Yoongi va con la guardia arriba, Jimin está cubierto por esa aura turbulenta negra de aspecto sofocante, eso le hace blanco de cualquier sanguijuela del mundo infernal dispuesto a drenarle la baja energía que posee. Ahuyenta a todos los demonios de bajo rango que mínimamente se acercan.
—¿Quieres comer algo? —pregunta Jimin.
—Sí —contesta rápido, no tiene mucha hambre, pero sabe que si llegan por algo para comer, Jimin también se alimentará.
—Bien.
Se dirigen a un puesto local de dumplings de panceta y verduras. Compran tres porciones y regresan al departamento con manos llenas.
—Antes de mi videollamada, recibí una llamada de uno de los gerentes del hotel, quieren dar una compensación económica por las pérdidas durante el incendio —inicia la conversación al llegar al edificio.
—Oh... por lo menos se harán responsables por mi desastre.
Jimin ríe leve por su comentario irónico.
—Sí...
Yoongi regresa a su forma semidemoníaca y comienzan a cenar cómodamente en la cama.
—Jimin... —le habla mientras muerde uno de sus dumplings.
—¿Mmm?
—No vas a quitarte los lentes —habla lento y neutro para que Jimin no malinterprete sus intenciones.
—No, mi ojo izquierdo está muy hinchado y me veo horrible —contesta claro, como si ya hubiera pensado quitarse los lentes oscuros por comodidad.
—No creo que sea posible que te veas horrible.
—Créeme que sí —mastica rápido y sus mejillas se ven rellenas, Yoongi encuentra eso muy lindo.
—Tú siempre te ves bello, sé que estás muy lastimado, pero tus heridas no llegan a deslucirte.
Jimin come en silencio, si fuera por él, traería la mascarilla dentro del departamento para que las heridas de su barbilla y mentón no se vean.
—No hay ninguna magulladura que pueda opacarte.
—No es necesario que me mientas —ríe incómodo y bebe té.
—No miento, Jimin —habla serio y ve un ligero cambio en su expresión indescifrable.
Jimin suspira y contra su voluntad, se quita los lentes oscuros.
—Sólo no veas mucho.
—Todo el día me la paso viéndote —dice con coqueteo—. Siempre te veo.
Jimin se sonroja y sigue comiendo.
La cena es tranquila y silenciosa, Yoongi nota como la sombra oscura de Jimin ya no es tan revoltosa, pero sigue ahí, arraigada y sin intenciones de irse.
Yoongi espera pacientemente a que su humano salga de bañarse.
—¡Ah! ¡No me veas, demonio! —grita cubriéndose su rostro al salir del baño, Yoongi lleva la vista al suelo—. Aún no me pongo mi nuevo parche.
—Te ves hermoso.
—No.
—Sí, ven, te estoy esperando para cepillar tu cabello.
Jimin asiente, todavía sigue tapando su cara.
El resto de la noche es calma, Jimin trenzó el largo cabello del demonio y Yoongi le cepilló el suyo.
—¿Hoy no te pondrás tus cremas? —habla el demonio, decidieron no ver ninguna película ese día por la mala visión de Jimin.
Yoongi pocas veces había sentido tanta rabia, con sólo ver el rostro apagado y lastimado de su humano, sus puños hormiguean y quiere incendiar todo de nuevo.
—No.
—¿Por qué?
—Mmm... hoy me siento feo —dice cohibido mientras muerde el interior de sus mejillas.
Jimin observa su caja levitar hacia Yoongi, gira para verlo.
—¿Qué haces?
—Oh, mierda, son muchas botellitas, ¿qué es lo primero que te pones de aquí? —pregunta sacando los frascos que identifica y que recuerda a Jimin usar.
—Mi agua termal.
—Agua termal, agua termal... —habla confundido, buscando el producto que Jimin le dijo.
Jimin se sienta junto a él.
—Que vas hacer... —calla al sentir como su rostro es rociado con el producto. Jimin aguanta una risa por lo cómico que se ve Yoongi sujetando esos frasquitos pequeños entre sus diabólicas manos.
—Shh... estoy haciéndote tu rutina de cuidado de la piel —calla, se ve muy preocupado por los pasos que siguen y no tiene ni idea—. Sólo dime cómo embarrarte todo esto —señala el resto de las botellitas.
—Está bien...
Jimin siente los dedos suaves y delgados pasearse por su rostro para esparcir su toner de arroz. Yoongi está concentrado en su labor, cuidando no tocar mucho las zonas heridas o estirar dolorosamente la piel.
Yoongi intenta no ver fijamente a su humano y su rostro mancillado por la violencia de ese hombre porque despierta una rabia inmedible en él.
Rabia que se va cuando Yoongi mira esa aura rosada mostrarse tímidamente bajo el manto negro que la cubre, los ojos negros brillan sorprendidos por la vehemencia con la que los sentimientos de Jimin se demuestran a través de su aura rosada amorosa.
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Otro capítulo bbs, besitos, mañana subiré otro par 💞🫣
PD:yo también quiero y yoongi me haga mi rutina de skincare 🥹💕
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