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—Estás muy cariñoso hoy —dice el demonio, el cual desde que descubrió el aura rosada, no ha dejado de ver como se intensifica más y más con el paso del tiempo. Incluso se torna roja en ciertos momentos.
—Yo soy cariñoso.
Yoongi recibe al humano entre los brazos y comienzan un beso íntimo lleno de parsimonia y harmonía.
—Sí, mucho —contesta mientras nota como el aura rosada de Jimin se extiende un poco y comienza a cubrirle protectoramente—. Mañana —detiene el beso—, es viernes y —Jimin reanuda el beso y Yoongi le recibe—... deberíamos salir, eres bueno siendo guía de turismo.
El beso termina después de un casi inaudible chasquido.
—¿El experto en citas quiere salir con un simple y mundano ser como yo?
—Sí.
Además, cuando salimos, Jimin tiene ese resplandor en los ojos que me gusta. El mar se refleja en sus ojos y los hace resplandecer.
—Sí, además quiero ir al centro comercial, se terminó mi serum de vitamina C.
Yoongi imita infantil y Jimin se acomoda a su costado.
—¿Cómo sigue tu trasero?
—Bien, gracias por el masaje.
Ayer, después de la película y antes de dormir, Yoongi masajeó su cuerpo y prácticamente lo noqueó. No sabía que necesitaba esas caricias firmes para recuperarse de tantos días de actividad carnal y faena desmedida.
Aún recuerda con gran afecto como las devotas manos del demonio le calmaron las dolencias al instante.
—¿Crees que ese ungüento que me vendieron no es un bulo?
—Estoy seguro, mi piel aún huele a eucalipto.
—¿Y tu agujero aún duele?
—No —contesta con las mejillas rojas.
Suelta muchos comentarios vergonzosos, escribirá eso en sus notas sobre Yoongi.
Las manos negras se entrometen en el pantalón de Jimin y éste lo detiene.
—No, tengo que ir a la cena y si empezamos, terminaré exhausto.
—¿Ni siquiera una chupada?
—No.
—Puedo mamártela, hace mucho que no lo hago.
—Lo hiciste esta mañana, Yoongi...
Jimin recuerda apenado las mejillas ahuecadas de Yoongi al momento de practicarle una felación esta mañana. Tiene una lengua experta y unas mejillas abrasadoras.
—Por eso, hace mucho que no lo hago —repite y Jimin ríe por el rostro sincero del demonio.
—Cuando regrese lo haremos.
—Uf... ¿eso es una provocación? —habla con voz ronca y Jimin sonríe pícaro—. ¿Intentas seducirme? ¿Seguro que puedes manejarlo?
—Ya... no me coquetees —se queja, desearía quedarse encerrado con Yoongi lo que resta de la tarde, pero no puede permitírselo—. Hasta que regrese.
—Bien, angelito.
—Hay que pedir comida, hace mucho que no comemos juntos.
—Ayer por la noche comimos juntos.
—Por eso, hace mucho que no comemos juntos —imita el anterior comentario del demonio y éste sonríe.
Después de una ducha rápida piden comida a la habitación y almuerzan observando las vistas del mar azulado y calmo.
El silencio es agradable, Jimin se encuentra recargado en el pecho del demonio mientras bebe té helado. Tiene años sin estar así de relajado.
Las caricias lentas de los dedos huesudos casi lo hacen caer dormido.
Bosteza.
Terminan de comer y entra a la habitación porque la brisa marina comenzó a congelarlos. Jimin sentía el torso caliente por estar sentado en Yoongi, pero los pies helados por el frío aire de la tarde.
—¿Vendrás rápido? —pregunta mientras observa detenidamente el cuerpo desnudo de Jimin, está vistiéndose para su cena.
—Sí, acabamos de comer hace dos horas, no creo ni siquiera tocar mi plato.
—Bien...
El demonio recuerda cuando Jimin se escondía para vestirse, todo ha cambiado. Ha ganado confianza y perdido pudor, no parece el mismo que conoció hace meses, incluso su rostro se ve más luminoso y su expresión ha dejado de ser seria y abatida todo el tiempo.
Jimin ha cambiado.
—Hoy te toca escoger película —dice mientras se abrocha la camisa blanca holgada.
—Me gustan las que tú escoges.
—Bien, todavía tengo algunas pendientes en la lista.
Yoongi recuerda la lista del humano, es larguísima, Jimin la hizo cuando comenzaron a ver películas por las noches para pasar el tiempo. No tengo muchos amigos con los que ver películas y tengo que aprovechar mientras estés aquí, le dijo emocionado. Yoongi le sonrió y desde ese momento comenzaron a ver películas, en su mayoría de terror.
—Te ves muy lindo hoy.
—¿Sí? —voltea mientras se coloca uno de sus pendientes. Está sonriendo.
—Sí, ya quiero que regreses para cogerte.
Jimin sonríe, sus mejillas se sonrojan y deja de verse en el espejo para girar con su acompañante, Yoongi está por decir algo, pero la mirada sensual del humano lo calla. Jimin se acerca con paso lento e indecente, sube a la cama y gatea moviendo su cuerpo lento e indecoroso.
El humano sonríe con labios apretados y ojos llenos de picardía.
—Tú... sucio mortal, ¿te atreves a seducir a un íncubo?
Jimin traga saliva, está ansioso, pero no se retracta de sus actos coquetos.
—Sí, ¿qué vas a hacerme?
Yoongi le observa, capturado por la actitud atrevida y maravillado por esa aura rosada que brilla como si de una perla se tratara.
Lleva una mano hacia la entrepierna de Jimin y éste sonríe.
—Bueno, ya me tengo que ir —dice desentendido, se levanta y da una última mirada a su vestuario, verificando que todo esté en orden.
—No puede ser... —susurra el demonio, disgustado, pero entretenido por la personalidad juguetona.
—Espérame despierto.
—Claro que sí —habla con ojos abiertos, Jimin ríe por su respuesta ávida.
Jimin se regresa y deja un corto beso sobre los labios.
—Regresaré pronto —dice poniéndose gloss y saliendo con una sonrisa pequeña en el rostro—. Hoy es el último día, mañana podremos pasear —dice antes de cerrar la puerta y agitar su mano en señal de despedida.
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Jimin bosteza, no pensó que la cena sería tan larga, mucho menos que estaría sentado en la misma mesa que su jefe. Seguramente regresaré con eso oscuro pegado en el cuerpo que a Yoongi tanto le desagrada, lleva pensando eso desde que le miró sentarse frente a él, afortunadamente la mesa es de seis personas y no está obligado a hablarle a nadie.
Observa disimuladamente su reloj, son casi las nueve, quisiera estar con el demonio en estos momentos. Sirven el postre, es un tiramisú que se ve delicioso, quisiera pedir uno para llevarle a Yoongi.
La clausura del evento es aún más tardada, un ponente da el discurso final que casi hace cabecear a Jimin del sueño.
Yoongi se ve lindo cuando duerme, teclea en su teléfono, extendiendo su nota sobre el demonio, y cuando es humano, sus pestañas cortas se ven lindas al dormir.
Jimin aplaude porque todos lo hacen, levanta el rostro y agradece a los dioses que la reunión haya terminado, quiere irse, pero todos siguen en sus asientos.
Jimin deja los ojos en blanco cuando ve a alguien subir al estrado y empieza a tocar el piano.
Se va extender más.
—Has estado muy callado, Park — Seojong se inclina un poco para hacerse escuchar sobre el calmo sonido del piano.
—Tengo un poco de sueño —se excusa, pegándose en el respaldo, sintiéndose intimidado por la cercanía y ruptura a su espacio personal.
Y tengo mucho pendiente con la boca de Yoongi.
—Ya veo... ¿la pasaste bien estos días?
Jimin guarda su teléfono.
—Sí, bastante —habla cortés, pero también cortante.
—Nunca me mostraste la ciudad, mañana es día libre, podemos salir.
—Saldré con mi prometido —habla rápido y agradece que la luz sea tenue para que sus mejillas sonrojadas no le delaten.
—Él no tiene por qué enterarse.
Jimin abre sus ojos impresionado por lo dicho, no creyendo la insistencia que su jefe tiene.
—Él sabe todo de mí —contesta tosco, comenzando a fastidiarse por la dirección de la conversación.
Para mi fortuna o desdicha...
Kim Seojong sonríe prepotente y Jimin calla, dejará que la pianista toque dos piezas más y se irá.
Quizá Yoongi sí tenga razón, él puede ver las dobles intenciones en las personas claramente.
Bosteza otra vez, saca su teléfono y teclea: Es muy terco cuando se propone algo, pero jamás se ha pasado conmigo, hoy soportó que le dejara el pene duro.
Los minutos pasan y Jimin se levanta, dispuesto a irse. Son casi las diez de la noche, no le extrañaría que Yoongi haya comenzado a ver las películas sin él.
Camina fuera del salón adornado para la cena y clausura. Se acerca al elevador y pica el botón para ir a la habitación lujosa del último piso que le asignaron.
—¿También te vas? —pregunta Seojong detrás de él, Jimin se estremece y vuelve a picar el botón del ascensor como si con eso llegara más rápido.
—Sí.
—No te vi salir de tu habitación estos días. Hubo varias reuniones extraoficiales para conocernos entre colegas y no te vi en ninguna.
—Casi no salí —miente.
El ascensor se abre, Seojong entra y le sonríe amplio a Jimin cuando éste no se mueve.
—¿No vas a subir, Park?
—Eh... sí —responde con evidente incomodidad, pero no quiere ser grosero, Jimin se pone en una esquina, cohibido por ir junto a esa hombre dentro de un espacio tan pequeño. No le agrada esa confianza y cercanía que su jefe ha tomado.
—Veo que aún no entiendes cómo funcionan las cosas, Park —habla Seojong mientras tiene su vista al frente, Jimin observa sus zapatos lustrados y frunce las cejas sin entender el inicio de su conversación—. ¿Crees que es coincidencia que un empleado tan inútil como tú esté aquí?
El corazón de Jimin se acelera y observa las luces que indican en qué piso van, aún falta subir muchos.
—De qué habla —atina a decir, sin animarse a ver a su jefe.
—¿Crees que te habría contratado si no tuvieras ese cuerpo y ese rostro? —dice como si fuera obvia la respuesta, su sonrisa es amplia y mordaz.
Jimin junta sus manos ansiosas y sus ojos escocen por lo que está escuchando.
—No hable más o...
—¿Crees que fuiste ascendido de puesto porque eres excelente en tu trabajo? Diez de tu misma área hacen mejor y más rápido tus tareas encargadas —su voz es decisiva, como si tuviera eso guardado desde hace mucho, como si no le importara herir.
—Puedo demandarlo... —habla trabado y un miedo llena su cuerpo. Estar en una situación así y sin ayuda es terrorífico— por acoso laboral...
—Mejor cállate si no quieres que te despida.
Jimin comienza a llorar y ve borroso los números del elevador.
—Si eres bien portado y reconoces tu lugar, sabrás qué hacer. Has estado rechazándome todos estos días, ¿crees que viniste porque eres un excelente trabajador? —pregunta irónico y gira con Jimin—. Viniste porque eres un calienta pollas y estás aquí para que ser mi puta personal.
—¡No se acerque! —se aleja pegado a la pared del elevador, asustado por la cercanía del otro.
Jimin se marea gracias a una fuerte bofetada propinada contra su mejilla, trastabilla y se sostiene de la pared, totalmente desequilibrado por el golpe.
—Calla y no digas nada o te despediré y me aseguraré de que no obtengas trabajo en todo el sector —amenaza.
Seojong toma por los hombros a Jimin y aprieta, enojado por la actitud negativa de su empleado. Desde que le contrató, esperó que Jimin entendiera sus reales intenciones, sin embargo, con el paso de las semanas supo que su evidente ineptitud y actitud apesadumbrada le obstaculizarían meterlo a su cama.
Jimin se ahoga con su llanto.
—Alguien lo verá.
Pero Jimin sabe que no, que nadie anda por los pasillos a esa hora y que muy pocas personas usan ese elevador privado para ascender exclusivamente a los pisos más altos.
Recibe un golpe en las costillas que le corta la respiración, asustado junta sus piernas, sintiéndose desvalido.
El sonido del elevador se escucha. Han llegado al piso. Jimin mira al fondo del pasillo, lugar donde está su habitación, intenta huir rápidamente, pero su jefe le toma agresivo por la espalda, estampándolo contra la pared, golpeando su cabeza, mareándolo más y haciéndolo tropezar.
Caminan fuera del ascensor, Jimin está por gritar, pero recibe un puñetazo en el abdomen que le saca todo el aire e incluso corta su llanto lastimero.
Son largos pasos los que dan y su jefe ya se encuentra pasando la tarjeta por la puerta de su habitación para entrar los dos.
—¡No! —dice después de detener su llanto—. ¡Ayuda! ¡Yoongi! —grita con voz ahogada.
—Maldita puta —forcejea y propina un duro golpe contra el pómulo.
Jimin rasguña el rostro de Seojong y es escupido como respuesta.
—Yoongi... él va...
Le jala del cabello y Jimin recibe más insultos que su cerebro ni siquiera puede procesar debidamente. Las lágrimas le impiden ver y escuchar con claridad.
Desearía no haber tomado el ascensor con Kim Seojong, si fuera más inteligente, habría visto las intenciones de ese hombre. Si no fuera un estúpido, no estaría nuevamente en esta situación.
Si...
El sonido del elevador se escucha. El pitido anuncia que alguien llegó al piso.
Seojong voltea con sus ojos llenos de ira hacia esa persona.
La mucama abre su boca impresionada por la escena de esos dos hombres en el suelo.
—Lárgate —exige y la mujer tiembla asustada por el enojo palpable. Huye por las escaleras, asustada por lo que acaba de ver, no quiere tener nada que ver en eso.
Jimin llora más fuerte al observar como su única posibilidad de salir de esa situación se va corriendo por las escaleras.
—¿Viste, marica? Nadie te va ayudar.
Le jala del cuello y entran a la habitación.
Jimin hipa y se ahoga con sus propias lágrimas.
Kim Seojong le deja en el suelo y avienta la puerta para cerrarla.
Pero la puerta nunca llega a azotarse.
Al contrario, se abre por completo y deja ver una figura humanoide alta y ensombrecida por un humo espeso negro.
—¿Qué... qué carajos? —habla temeroso, pero con el mismo tono altanero.
Jimin huele la ceniza.
—No toques... a mi ángel —Yoongi habla con un tono de ultratumba que incluso hace estremecer a Jimin.
Seojong intenta cerrar la puerta nuevamente, pero es imposible, Yoongi ya entró al recinto y no piensa salir sin la cabeza de ese hombre entre sus manos. El demonio comienza a transformarse, sus dimensiones se multiplican; su cabeza humana cambia por una de un macho cabrío; sus piernas cambian a unas más largas y peludas; su torso se muestra imponente. Sus manos demoniacas cierran la puerta, cerciorándose de que nadie escuche cómo acaba con la vida de Kim Seojong.
Jimin observa aliviado por la presencia de Yoongi, sintiéndose calmado por ese demonio de aspecto atemorizante.
Las pezuñas se escuchan por el suelo y lo hacen temblar, Jimin teme que el edificio caiga por las extensiones del demonio en su forma quimérica.
—Yoongi... —es lo único que suelta, agradecido por que haya llegado.
Seojong da pasos hacia atrás, no creyendo la criatura gigantesca frente a él.
Ese macho cabrío demoniaco gruñe grave, sus tres pares de ojos rojos son espeluznantes y la bruma que lo rodea comienza a oscurecer la habitación.
Jimin es arrastrado por el suelo mediante una fuerza intangible que le posiciona a lado de Yoongi, ocultándole detrás de una de sus piernas enhiestas.
Y lo siguiente que Jimin ve es rojo.
Seojong grita, pero no puede huir, Jimin se lleva las manos a la boca cuando el demonio ataca y arranca uno de los brazos de Seojong.
Rojo, el piso se llena de sangre y los alaridos de dolor se hacen escuchar. El cuerpo de su jefe levita, su cabeza choca contra el techo y cae de bruces, esa acción se repite y Jimin sólo escucha cómo ese hombre llora adolorido y pide clemencia.
Las paredes se tiñen de carmín cuando Yoongi comienza a desmembrarlo, asegurándose de que siga vivo.
Y después: rojo y amarillo.
La oscuridad de la habitación se disipa gracias al fuego que la cubre y acaba con todo lo existente.
La habitación comienza a incendiarse frente a él y las llamas se adueñan del sitio rápidamente, consumiendo todo a su paso, pero sobre todo a Kim Seojong, el cual está retorciéndose en el aire dentro de una esfera de fuego que le quema vivo.
—Yoongi... —le llama y tose por el fuego que no cesa con los aspersores contra incendios. Es como si ese fuego viniera directamente del infierno a tirar toda la edificación.
Seojong dejó de gritar y retorcerse, su cuerpo se comienza a consumir por las llamas que Yoongi controla a su disposición.
Jimin usa toda la fuerza que le queda y con pasos adoloridos se dirige a abrir la puerta, lo hace y sale al pasillo, y lo que ve es peor. Tiembla por el fuego saliendo de cada una de las puertas a su alrededor.
—¡Tenemos que irnos! —vocifera asustado, cubre su nariz y el demonio gira, dejando ver como el cuerpo de Seojong desapareció entre el fuego y es menos que cenizas.
Las paredes retumban.
—Regresa —pide Jimin, asustado por la falta de respuesta del demonio, el cual sigue consumido en la ira y rodeado de fuego eterno—. ¡Yoongi, voy a morir si no detienes esto!
Y para su fortuna, Yoongi se gira por completo, parece entrar en razón. La enorme criatura comienza a desaparecer, dejando a Yoongi en su forma semidemoníaca, luce enojado, pero Jimin agradece que esté con él nuevamente.
—Tenemos que salir de aquí.
Yoongi asiente, pero no se atreve a ver a su humano. Su rostro hinchado, ojos llorosos y ropa desacomodada le hacen sentir algo extraño en el pecho. Es como si cargara con una gran angustia que nunca había sentido antes.
—Sí —contesta.
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Voy a subir varios capítulooos por navidad bbs 💞💞💞💞😈😈
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