Reunión con amigos
Ya era la hora para que todos estuvieran aquí y aunque ya era costumbre que llegarán tarde, yo no podía dejar de molestarme y es que para que están hechos los horarios y sobre todo si acordamos algo en conjunto, es para cumplirse. Aquí estoy listo con el juego de dominó para estos chicos que tengo como amigos disfruten de esta tarde, ya hace un tiempo no nos reuníamos, así que todo tiene que quedar perfecto, ya está el pomo de ron para Rubén y Amilcar, el vino para Yoan y por supuesto el refresco gaseado de limón para mezclarlo con el ron y unas gotas de limón para hacer una Mentirita o bueno como lo conocen en el mundillo de la cantina como una Cuba Libre para Henry y sin duda alguna para mí.
Y es que menudo grupo éramos y lo más difícil de creer es que éramos los mejores amigos desde la primaria, compartimos desde el primer diente flojo con el que hicimos un collar, como pegando mocos bajo el brazo del balance, nuestros cambios en plena pubertad, como las pornos mientras nos masturbamos en los baños de la escuela ( cada uno fijándose en lo que le gustaba), como los bailables y otras cosas más. Apesar de que nuestras vidas tomaron rumbos distintos, aún era obligado planear un encuentro mensual para actualizarnos de todo lo que nos ocurría, así que, si estás en lo correcto éramos un grupo de ovejas negras en un mismo rebaño hablando de sus problemas a la luz del sol porque corriente no teníamos en la mayoría del tiempo, lo que mis abuelos dirían como alumbrones sorpresivos. Y es que cada uno tenía su carácter Rubén Hidalgo era de esos chicos que creían que siempre tenía la razón y aunque no fuera así, siempre mantenía su postura, su mente positiva era algo que a unos cuantos incluyéndome nos mantenía a flote y sanos, algo así como nuestra mascarilla psicológica personal, de pequeño quería ser astronauta, hoy en la actualidad alcanza las estrellas pero con todos esos saltos y vueltas en las tablas de los teatros mientras baila con movimientos con nombres tan difíciles que ni intento pronunciar, defecto principal era ser muy soñador.
Amilcar Pereira el doctor, el orgullo de todos y sin duda alguna el que nos resolvía los aprietos ante las ausencias al trabajo con algún certificado médico, era tanta la imaginación que ponía al hacerlos, con decir que todos tuvimos dengue hemorrágico una vez al menos en cada mes del último año, vamos que nuestros jefes creían que éramos muertos vivientes o muy come mierdas por creer que ellos mismos creían que estábamos enfermos. Amilcar apesar de no creer en nada era un excelente médico, su problema, la elección de las mujeres, era un desafortunado total en el amor, ya tenía una hija que era el amor de su vida, apesar de no estar junto con la madre de Amanda. Henry y Yoan eran polos opuestos totalmente, mientras que el primero era el más tímido y aunque paradójico el más borracho, el otro era el niño de los padres en el exterior, ese que siempre tenía lo último en tecnología y en el que en los recreos tenía su lonchera con figuras de los super héroes de Marvel mientras que unos cuantos teníamos el pan con una pisca de aceite y sal con el pomo de yogurt de soya y el agua en el mismo nailon en el que venía el derivado lácteo. Mientras el primero se debatía en estar en un trabajo con el que estaba estrechamente ligado a esta política de Cuba la Bella, el otro rezaba por tener los huevos de encabezar una de esas marchas pacíficas.
-¡ Alex cabron, ya llegamos! Grito uno de esos come mierda al bajar del carro de Yoan.
Y si Alex Benjamín era yo, alguien normal, sin mucho que decir, tan solo que era lo demasiado anormal como para que mi hogar hubiera sido bautizado como el centro de nuestras reuniones. Eso sí, siempre tratando de estar en cada momento especial de todos ellos como en cada espectáculo de baile, entrega de títulos en medicina, aguantando la sombrilla de un locutor tímido en algún acto cultural y otros espectáculos, ese era yo.
- ¿Alex que vola mi hermanito? Oye en el agro no pude buscar nada para picar, pero el del kiosco de la esquina me debía dinero por unas calabazas que cogió la semana pasada y me dio un queso, no uno entero así que no te emociones, pero da para un saladito.
- Amilcar acere, no tienes cara jajajaja, eres la pura representación de que un título universitario no sirve aquí.¿ Te felicito el día de la medicina o el del agricultor pequeño?- decía Yoan con voz burlona.
Era increíble como estos susodichos entraban a la casa y era como si fuera su hogar, encendían sus cigarrillos, ese aroma entre el Popular con filtro y los llamados rompe pecho era inigualable al igual que esa peste a pies que venía de todos al quitarse los zapatos y levantar sus extremidades a la silla más cercana. Mientras las fichas de ese dominó repicaban contra la mesa al ritmo de alguna canción de Reguetón, íbamos hablando de todo un poco, hasta de lo maricones que nos veíamos los que ligabamos el refresco con el ron, motivo para darle un golpe en esas cabecitas.
- Rosita con lo buena que se veía cuando estábamos juntos, ahora dice que no quiere que la niña pase los fines de semana conmigo, apesar de haberlo acordado- decía Amilcar mientras tocaba la mesa con la ficha tratando de decir que no tenía ficha para ese doble tres.
- Por Dios que es lo que se piensa ella, coño que la toxica es la acetona, ella lo que es tronco de hijueputa, chicos pues yo muerto ensayando que la semana que viene abrimos la temporada con el Cascanueces, eso son días y noches de ensayos y entre eso y las colas kilométricas para comprarle el enalapril a la Yaya imagínense.
Cada minuto que pasaba, eran más colillas de cigarros en el cenicero y más vasos desechables vacíos, en ese momento ya más de uno veía doble y ya creo que éramos más de uno el que veía el doble seis del principio como en tres lugares distintos, ya se estaba haciendo oscuro y todos iban recogiendo sus cosas.
- Por favor tengan cuidado con Henry que está hasta inconsciente, ese niño todavía no sabe tomar, cuidenlo que mañana tiene que entregar un diploma en la plaza 1ro de Mayo.
En lo que se iban metiendo al carro Yoan no había bajado aún por las escaleras se acercó y me abrazo fuerte, sus ojos en lágrimas fueron los acompañantes perfectos de su voz temblorosa al decirme algo en el oído, algo que sin duda alguna me dejaría atónito, pero lo único que podía hacer ahora era apoyarlo, así que le di el más grande de los abrazos.
- Baboso vamos monta y arranca está cosa, antes de que tengamos que llevar a este a emergencias- gritaron desde abajo.
Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro