Papilla De Bebé
Capítulo dedicado a: Morfeo24, por seguir esta historia. ¡Muchas gracias!
Hoy es el cumpleaños de Hishou Kageyama (2 de enero), así que, ¡feliz cumpleaños al niño mayor de Tobio y Shoyo!
Aniversario de bodas, 20 de abril. Shoyo y Tobio fueron interceptados por las hermanas de ambos en casa, cuando sus planes principalmente eran quedarse en casa a ver un maratón de películas y después hacer un pequeño juego de voleibol con Hishou.
—Las parejas necesitan cierto tipo de atenciones —soltó de sus labios con facilidad la que era mayor de los adultos ahí presentes. Tobio vio a su hermana mayor, esa mujer de potentes ojos azules en forma de almendra y cortos cabellos negros ondulados, al mismo tiempo en que le cubría las orejas a su hijo mayor.
Hishou parpadeó, perdido ante las acciones de su padre Tobio que estaba detrás de él. Shoyo de repente explotó en rojo y Natsu ignoró esas palabras, enfocándose en jugar el típico juego: «¿dónde está bebé?», con su sobrino Sora que estaba en los brazos de su hermano mayor.
—Pero, ¿sólo iríamos hoy y regresaríamos esta noche? —Ahora fue Shoyo quien preguntó, mirando a su hermana menor, quien tomaba las dos pequeñas manos del sonriente Sora y las movía lentamente al ritmo de una melodía para niños.
Sí, esa mañana de abril, el día del aniversario de ambos, habían llegado las dos féminas con una gran sonrisa. Miwa se mostraba honestamente muy cansada, dando bostezos y con marcadas ojeras abajo de sus ojos, y Natsu sonriente: lo único que dijeron al llegar, fue que les habían reservado una habitación cinco estrellas en un hotel para parejas del centro de Sendai, con la ayuda de la hermosa modelo, Alisa Haiba.
—Les reservamos el cuarto de hotel para que pasen toda la noche ahí —informó Natsu con decisión, haciendo una señal similar a la de un soldado frente a su capitán. Shoyo la observó curioso, pero no entendía del todo, las veces que fue al centro de Miyagi, nunca prestó atención a la clase de hoteles que ahí residían.
—Personalmente estoy bien en casa —puntualizó Tobio, arqueando una de sus cejas y dando un movimiento afirmativo de su cabeza para sí mismo. Shoyo con rapidez apoyó su idea, y el azabache mayor sólo pudo hacer más pronunciado sus manos sobre las orejas del inquieto Hishou que no entendía nada al sólo ver como sus tías movían sus labios—. Siempre que hacemos esas cosas somos cuidadosos...
—No, Tobio, es una ocasión especial —replicó Miwa, posando sus dos manos sobre los hombros de su hermano menor, agudizando más su mirada y sólo permitiendo que el que era mucho más alto que ella, tragara grueso—. Les conseguimos un hotel con ayuda de Alisa-chan donde podrán divertirse, no sólo es una habitación, hay un restaurante, y un espacio grande al aire libre donde podrán relajarse o jugar voleibol, ¡incluso tiene piscina! ¿Lo entiendes? —cuestionó, solo permitiendo que el imperturbable hombre diera un asentimiento, algo asustado por la apasionante actitud de Miwa.
Miwa sólo deseó que si Tobio y Shoyo aceptaban ir al hotel, no hicieran lo mismo que ocurrió en su luna de miel en Brasil: se llevaron a Tanaka y Nishinoya con ellos, a un viaje que se suponía debía ser para los dos solos, para poder jugar voleibol en alguna playa. Para colmo, el otro dúo compartía la misma neurona que ellos y aceptaron. Si por ellos fuera, también planeaban llevarse a Yutaro y Akira, pero ellos dos se negaron, por obvias razones.
—Sólo se irán ustedes dos —declaró Natsu, parando de cantar de golpe y soltó limitando a mover las pequeñas manos de su pequeño sobrino menor de seis meses de edad. Y Hishou por fin se hartó de no escuchar nada, arqueando sus cejas hacia abajo y dejando escapar de sus labios un puchero que combinó con su cara poniéndose roja. Apartó con sus dos manos las de su padre y se sintió liberado cuando Tobio ni siquiera se lo impidió, y en lugar, las colocó sobre sus pequeños hombros.
—Pero, So-chan y Hi-chan...
—¡Los cuidáremos nosotras! —Encaró con emoción Natsu, y dejando saber a Shoyo Kageyama, la razón del por qué la menor de los Hinata había llegado con una gran mochila a sus espaldas y Miwa con un bolso—. Te prometo que los cuidáremos bien, ¡ambas somos adultas! ¡Muy responsables! —afirmó Natsu dando pequeños brincos en su lugar por su felicidad. Shoyo sonrió ante esa afirmación.
—¿Y tu práctica? —cuestionó, dejando a Natsu con una enorme sonrisa de oreja a oreja, ya acostumbrada a ese tipo de responsabilidad que aprendió su hermano mayor al tener a dos hijos.
—Pedí permiso para faltar —relató en medio de su canto, alejando sus dos manos del sonriente Sora y pasaba su propia mano por sus cabellos alborotados de color naranja.
—Miwa, ¿no tenías trabajo con Alisa Haiba en Tokyo? —Tobio dio su última pregunta, mientras Hishou corría hasta donde se encontraba su tía Natsu y se pegaba a ella como chicle al aferrarse a su abdomen: él ya había entendido lo que ocurría.
—No, acabé antes, fueron días pesados, pero lo hemos logrado. —Atiborró con seguridad la peluquera profesional, alzando su pulgar hacia arriba y haciendo más pronunciadas las ojeras visibles en su rostro. Su hermano menor no pudo evitar sentirse preocupado por ella, acercándose y posando uno de sus dedos en su mejilla derecha, al ver el claro gesto de alguien que fue privada del sueño—. Fue un trabajo duro pero ayer sus fotografías pudieron entregarse a tiempo, nos dieron el día libre y Alisa-chan está igual de cansada que yo. Ahora está cuidando a su sobrino, porque Morisuke-san y Lev tenían una salida importante.
—Miwa-san puede descansar mientras yo los cuido —aseguró Natsu, al ver el rastro de indecisión de Tobio, queriendo salvar sus planes de que los dos pudieran pasar el día juntos, y si por alguna razón se llegaban a emocionar mucho, le darían otro sobrino.
—¡Yo sí quiero que vayan! —Ahora fue Hishou quien apoyó la idea, con la seguridad al límite y logrando captar la atención de sus padres con demasiada facilidad—. ¡Me portaré bien y obedeceré a la tía Miwa y a la tía Natsu! —apoyó el pequeño niño de fuertes ojos azules, apretando más el abrazo a la cintura de su tía.
Natsu celebró internamente.
Natsu, Miwa y Hishou echaron de la casa a la pareja de esposos, literalmente.
«Regresen con un nuevo sobrino», pidió Natsu con facilidad a su hermano y su pareja, y Hishou asintió casi a la par.
Miwa no pudo conciliar el sueño para dejarle toda la carga a su querida Natsu (Miwa aprecia demasiado a Natsu, la percibe como su pequeña hermana menor), después de que los tres comieran algo y Shoyo les llamara por teléfono indicándoles donde se encontraban los pañales de Sora y que había papilla casera en el refrigerador, lo suficiente para que le alcanzara un día completo; y como si su padre lo hubiera predicho, el pequeño niño que se quedó dormido un buen rato tras haber jugado sin descanso, despertó llorando: sus gritos se oían desde su pequeña habitación, asustado porque no encontraba a sus padres y con su pancita vacía. Los instintos de Shoyo eran poderosos.
Para suerte de ambas féminas, Sora no era alguien que odiara la comida, más bien pareció disfrutarla, mostrándose impaciente al digerirla con gusto, masticando lento con sus pequeños labios cuando éstos chocaban con la papilla. Miwa aplaudió orgullosa de su pequeño sobrino al ver como Natsu cuidaba de él y Hishou sólo seguía con discreción sus ojos por la cuchara que se llenaba de ese tentador alimento.
Hishou ya llevaba varios meses aguantándose las ganas de probarla, podía aguantar. Que sus padres no estuvieran en casa, ya que estaba ocupados en el hotel por su aniversario, no significaría que se portaría mal. ¡Debía de aguantar!
Sora terminó su alimento, pasando su lengua con cierta curiosidad y cuidado por sus propios labios, teniendo un rápido jadeo calmado de su boca y no quejándose cuando Miwa pasó una servilleta por su pequeña boca que fue ensuciada con ciertos rastros de la papilla.
El resto del día fue notablemente tranquilo, Sora tenía un talento innato en gatear a pesar de que no hace mucho tiempo inició. Le daba curiosidad la pelota de voleibol que estaba frente a él, la pelota que los tres integrantes de su familia le habían enseñado con absoluta emoción. Ninguno de los tres le había generado esa pequeña chispa de emoción por el deporte a una temprana edad (demasiado temprana), pero le gustaba el balón, ¡porque era redondo!
No era raro que cuando jugaba con su hermanito Hishou, Sora se abrazara a la pelota y le gustara su redondez, le llamaba la atención la textura y palpaba con curiosidad. Pero no jugaba, no dejaba que Hishou tocara la pelota por un buen rato cuando ya la abrazaba. Un niño muy curioso.
De eso se percataron las dos féminas cuando en el piso de la sala, en el pequeño tapete suave que Tobio compró e instaló para que el pequeño aprendiera a gatear, también se abrazaba a la pelota como si su vida dependiera de eso. Miwa dio un largo bostezo de sus labios, pero mostró su emoción y sacó su teléfono, antes de empezar a tomarle fotos, desesperada: se las mandaría a su madre y padre, y les preguntaría si no les recordaba de cierta forma a alguien.
«¡Es hijo de mi Tobio! Sora-chan es muy lindo, me recuerda tanto a él, aunque tenga los cabellos rizados de Sho-chan». No era un secreto que su madre amaba a sus nietos, y también adoraba a su yerno. Una vez la escuchó decir que Shoyo le recordaba a un algodón de azúcar, que era perfecto para su Tobio por sus personalidades.
La puerta del baño se abrió, dejando salir la pequeña figura de Hishou ya cambiado con su pijama, y una pequeña toalla colgando en sus hombros, su cabello seguía húmedo y apenas las dos mujeres lo vieron, Natsu se apuró para ir al baño y preparar el agua para su sobrino bebé, y Miwa observó a Hishou, que salió con su pequeño gesto serio y no pudiendo evitar guardar su teléfono en uno de sus bolsillos, volviendo a tener ese extraño sentimiento de nostalgia por el obvio parecido de su hermano menor en su sobrino mayor.
—No te has secado bien tus cabellos —contó entre risas la adulta, tomando la toalla que estaba sobre sus pequeños hombros y la condujo sobre su cabeza, antes de empezar a tallar sus cabellos lacios—. Te enfermarás si no lo secas bien, y si eso pasa, Shoyo-kun y Tobio se enojarán con nosotras —habló, pasando sus manos con profesionalidad por los cabellos del pequeño Hishou, quien sólo pudo reír al sentir cosquillas en la cabeza.
Miwa sonrió, al recordar una escena similar hace varios años atrás, cuando su hermano menor todavía estaba en preparatoria. Ella vino de visita y fue ahí donde conoció por primera vez al que sería su cuñado, cuando en ese entonces sólo era un amigo de su hermano que llegó a pasar la noche. Tras tomar un baño, sus cabellos naranjas seguían húmedos y todos los que vivían en la casa Kageyama fueron testigos de como el serio de Tobio tenía al que en ese entonces sería su futuro esposo en medio del pasillo, con la toalla pasándola sobre sus cabellos mientras lo regañaba.
—¡El agua está lista! ¿Me puedes ayudar, Miwa-san? —La voz de Natsu la hizo regresar de su trance, la chica de 24 años le hablaba desde el baño, y ella no pudo hacer más que apresurarse, quitándole la toalla de la cabeza a Hishou y mostrando al chico alegre con sus cabellos despeinados y la duda plasmada en su cara. Miwa sintió que moría de ternura.
—Iré a bañar a Sora-chan con Natsu, cuando termine, te arreglaré para dormir —contó sus planes la fémina, jalando con suavidad una de las pequeñas mejillas de su sobrino sin buscar lastimarlo, antes de caminar hacia el pequeño niño que estaba sobre el tapete, aferrado como si fuera un gato arisco al balón de voleibol de Hishou.
Mientras Sora era bañado, Hishou se dejó cegar por sus instintos y entró a la cocina. Al abrir el refrigerador y recordando donde su tía Natsu dejó la papilla, fue que sus ojos la notaron, intacta en donde la había dejado. La idea era comer de esa papilla de manzana sólo un poco, para probarla.
No sería la primera vez que lo hacía, Tobio le había dicho que él la comía mucho cuando era un bebé, pero, era indiscutible el hecho de que en la actualidad no lo recordaba.
Sólo sería una probada.
—Sólo una —repitió en voz alta Hishou, mientras dejaba relucir en una de sus manos la cuchara que tocaría esa creación divina y tomaba el plato. Al tenerlo entre sus manos, empujó la puerta del refrigerador en un movimiento silencioso para que no fuera escuchado por las dos féminas que reían en el baño porque Sora salpicó a Natsu.
Se creía un criminal, y su idea se reforzó cuando sacó el plato de papilla casera, metió la cuchara en el alimento, sólo atinando a ingresarlo en su boca, y al hacerlo, fue inevitable que sus ojos no se llenaran de emoción: la textura de la papilla de manzana en su boca, el sabor dulce, la embriagante sensación. A Hishou se le escapó un pequeño grito, sus ojos azules brillaron con ilusión y se cegó demasiado.
Empezó a comer
Comió.
Comió.
Y comió.
Se perdió en su propio mundo, que cuando menos se dio cuenta, se la terminó por completo. En el último bocado, se sintió en el Cielo, que no se percató cuando Natsu entró al comedor al recorrer la puerta, buscándolo.
—¡Hishou-chan, atrapado! —cantó con diversión la fémina, logrando sacar un sobresalto al menor, bajándolo de su nube, sintiéndose congelado y volteó a ver a su tía de parte de su padre Shoyo. Sus ojos azules se encontraron con los rasgados ojos cafés de la alegre mujer en el umbral de la puerta.
El pequeño Hishou tenía sus cabellos alborotados, la cuchara y el plato en sus manos y los rastros de papilla de manzana en sus labios. Aun así, se atrevió a decir...
—¡No me comí nada!
Recapitulando: Noche De Aniversario
Dormir en la enorme habitación pintada de color rojo del hotel para parejas, era más cómodo de lo esperado, con la calefacción acorde al clima de afuera, manteniendo fresco el sitio y la seguridad que sentía al estar en los brazos de Tobio.
Durante todo el día se la habían pasado muy bien, la comida del restaurante fue deliciosa, y cuando decidieron jugar voleibol en el pequeño espacio abierto dedicado para los deportes y ejercicios, se encontraron con una pareja de una chica y un chico que también les apasionaba el deporte, por lo que pudieron jugar sin problemas. Después de eso, tomaron un baño en las aguas termales, y cuando llegaron a su habitación del hotel, mentirían si dijeran que no lo hicieron (hasta pidieron en recepción que no fueran molestados durante toda la noche). Lo hicieron varias veces seguidas, queriendo ver cuánto aguantaban.
Al terminar de hacerlo, se sintieron agotados y sudorosos, que todo acabó con ambos abrazados sobre la cama matrimonial, Shoyo siendo la cuchara pequeña.
Prácticamente habían hecho lo que Natsu quería, sin embargo, para su desgracia, se aseguraron de usar condón esa vez.
Tobio Kageyama se aferraba al abdomen desnudo de su pareja, lo apegaba lo más que podía contra su cuerpo y de vez en cuando le depositaba un par de besos cerca de su oreja e iba bajando hasta llegar a sus hombros desnudos. Los besos no eran lujuriosos, eran cariñosos y amorosos, Shoyo se reía al recibirlos, sintiéndose querido por su pareja.
No fue hasta que no aguantó más, que terminó girando por completo su cuerpo, quedando frente a Tobio y siendo recibido por éste ofreciéndole uno de sus brazos como almohada, y con su otra mano libre se encargaba de acariciar las mejillas de su pareja, su rostro, a veces llegando a parar las yemas de sus dedos sobre sus cabellos. Shoyo amplió su sonrisa, buscando acercarse más a él y enredando sus pies con los de Tobio, dejó que sus pieles desnudas se encontraran una vez más. Shoyo se aferró a Kageyama, y éste correspondió el abrazo, se estuvieron acariciando y se besaron varias veces, especialmente Shoyo, quien le llenó toda la cara de besos.
—Te amo, Tobio —rio Shoyo, mientras observaba como su pareja se colocaba arriba de él, para dar inicio a otra ronda que el menor recibió gustoso al abrir sus piernas.
—Yo te amo más, Shoyo —continuó Tobio con cierto tono burlón.
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