Comercial De Cereal
«Kageyama, Sakusa y Miya son algunos de los jugadores más atractivos», las palabras simples de Kuroo los llevaban a la situación en las que se encontraban actualmente.
Fueron contratados para un comercial de un cereal nuevo que saldría de una compañía de alimentos bastante famosa, su sede principal era Tokyo. La temática tenía que ver con el voleibol: pequeñas bolitas de trigo rellanas de chocolate, simulando ser balones de ese deporte, y en la caja, para atraer al público infantil, vendrían pequeños llaveros en forma de balones, de Vabo-chan, o de camisas con los tres números de los jugadores ahí presentes de la Selección Nacional.
Kuroo no sólo los había traído a los tres al set, también permitió la visita de Shoyo y Shinsuke al estudio. Sus hijos también incluidos.
—Esto no está bien. —El chirrido estresado de Sakusa antes de entrar a la pequeña habitación privada donde se grabaría el anuncio, sonó por todo el pequeño cuarto donde los invitados verían los avances a través de un enorme vidrio que los separaba del set.
El terror de Sakusa ante los gérmenes y la multitud, se hacía cada vez más grande por la presencia de muchos niños: los niños eran los más sucios, su sobrino cuando venía de visita a su casa le traía la piel mudada de las cigarras como «regalo», tiene pesadillas desde entonces.
Ni hablar de que su terror aumentaba porque en el mismo cuarto estaban los hijos de Atsumu y los de Shoyo: ¿sabían lo inquietos que eran esos dos cuando estaban en el MSBY? ¿Lo sabían? ¡No lo sabían! ¡Sus hijos debían de ser iguales o peores!
A pesar de que estaba sentado en su silla, en una esquina, alejado de la multitud, y con su traje de descanso bien colocado, y una mascarilla que trataba de protegerlo del mundo exterior, los dos gemelos Miya habían llegado a su lado. Sakusa sintió como su mundo de paz se iba por el caño: ¿Atsumu se enojaría si les rociaba a sus hijos un desinfectante que tenía en uno de los bolsillos de su chamarra?
Los grandes ojos gatunos de un oscuro café de los dos niños de 9 años lo miraban y lo atravesaban, y él no pudo hacer más que arrugar levemente su nariz y su rostro. Los niños no dejaban de mirarlo: ¿cómo se llamaban? ¿Cómo los llamaba Atsumu? ¿Keiichi y Keimi?
Todo empeoró cuando uno trató de abrir la boca.
—¡Omi-kun! —gritó de improviso Akechi, sin dar ninguna sonrisa y siendo serio en todo momento.
—¡Sí, Omi-omi! —correspondió en medio de su emoción Akemi, dando unos pequeños brincos y sonriendo de par en par. Sakusa sintió que se ahogó con el aire: ¿por qué Atsumu usaba esos apodos bastante vergonzosos en casa?
—¿Qué pasa? —dijo casi sin querer, tratando de ignorarlos y mirando hacia todos lados para que alguien los llamara y los alejara de su lado.
¡Unos niños lo estaban acosando!
Pero en vano, Hishou estaba muy ocupado diciendo algunas cosas a Kuroo y él escuchaba atentamente, tal parecía que Hishou apreciaba demasiado a ese hombre. Shoyo y Tobio leían los diálogos entregados y Sora jalaba de las pálidas mejillas de su padre Tobio mientras lo cargaba. Atsumu parecía muy concentrado en el guion que tenía en sus manos y Shinsuke salió al baño...
Todo estaba en su contra. El desinfectante no sonaba tan mal...
—Los dos lunares... —llamó Akechi con facilidad, mientras que con su pequeña mano tocaba su propia frente en el sitio donde el jugador tenía esa marca característica bastante atractiva. Sakusa enfocó sus dos ojos en el niño, y ésa fue como la cuerda necesaria para que Akechi siguiera con sus palabras—. ¿Tratas de hacer un cosplay de Krilin?
Akechi era un mocoso ingenuo. Sakusa frunció su ceño.
—No, así nací —dijo, subiendo más su cubrebocas.
—Omi-omi, cuando sea grande, ¿puedo casarme contigo? —Ahora fue Akemi quien soltó esas palabras, logrando que Sakusa arqueara más sus cejas hacia abajo.
Sí, en definitiva, eran hijos de Atsumu.
—No, no puedes.
—¿Por qué no? —insistió Akemi.
—Porque eso no está bien. —Se limitó a responder.
—Akechi, Akemi. —La figura salvadora de Shinsuke Miya logró generarle cierta tranquilidad.
Los dos gemelos tuvieron un sobresalto al ser llamados por su padre, y giraron rápidamente hasta donde la apacible figura del mayor les indicaba con total silencio que lo dejaran de molestar. Los dos niños acataron la orden al instante, saliendo corriendo hasta donde se encontraba su figura paterna y cada uno tomó una mano. Seguido de eso, el de hebras grises le dio una reverencia sutil en modo de disculpa y Sakusa asintió, antes de apartar la mirada.
Sakusa respetaba demasiado a Shinsuke, desde que una vez fue de visita a su casa por insistencia de Atsumu: encontró a un hombre bastante apasionado por la limpieza y el orden que llegaba a ser cegador. Un buen ejemplo a seguir.
Pronto, la puerta principal del estudio se abrió, dejando ver a una bella mujer de cabellos negros bastante largos y un vestido corto, llevaba el libreto del guion en sus manos y se mostraba entusiasmada por la grabación. Ella era la directora encargada en dirigirlo.
—Kuroo-san, ya es hora de iniciar —indicó la mujer con absoluta seriedad, dando un pequeño vistazo a los niños, personas invitadas, y a los actores del comercial. Seguido de eso, con su profesionalidad de siempre, se dio la vuelta y volvió a entrar al estudio.
Tetsuro soltó una sonrisa y juntó pronto sus dos manos, antes de despedirse de Hishou con una pequeña caricia en sus cabellos y un: «iré a trabajar, Hi-chan». Kuroo le tenía un extraño cariño a ese niño.
—¡Que yo soy el único que puede decirle así! —concretó Shoyo con un tono acusador y algo molesto. Seguido de eso, ante la mirada burlona que le dirigió el alto azabache, Shoyo sólo arqueó sus cejas y miró a Tobio, quien le entregaba al pequeño bebé curioso en brazos. Shoyo lo recibió, Sora se sintió satisfecho y estiró sus manos pequeñas hacia su otro padre. Shoyo así se pudo enfocar en su pareja y le sonrió en modo de apoyo—. ¡Buena suerte, Tobi! —apoyó de forma cariñosa, mostrando su seguridad y sólo logrando que el mencionado dilatara sus pupilas y se ruborizara ante el apodo tan lindo que éste le ofreció.
Kageyama no pudo aguantarlo más, y terminó por rodear con sus brazos el cuerpo de Shoyo y lo apegó a él, mientras Hishou miraba esa escena que ya se repitió varias veces a lo largo de su vida, y Sora rio con plenitud al estar en medio de ambos cuerpos, transmitiéndole calor.
—¡Cásate conmigo, Shoyo!
—Hishou, ¿me puedo casar contigo cuando seamos grandes? —La pregunta certera de Akemi sobre él fue casi imperceptible, mientras estaban sentados en unas pequeñas sillas especiales para niños. Hishou estaba en medio de los dos gemelos Miya.
Hishou pensó por unos segundos esa cuestión, mientras dejaba que la mano de Akechi tocara su mejilla con cierta curiosidad: casarse era cuando dos personas se querían mucho, eso es lo que aprendió en varias películas infantiles. Y sus padres se querían mucho que era algo usual oírlos decirse esas declaraciones en los momentos más extraños.
—No —respondió de improviso Hishou tras pensarlo, dando un asentimiento para sí mismo.
Shoyo y Shinsuke habían sido los más silenciosos en la pequeña sala donde de vez en cuando entraba Kuroo y salía casi al instante. La directora encargada pareció bastante complacida por las actuaciones de Sakusa y Atsumu, realmente su forma de hablar frente a la cámara se notó bastante natural y simple. Muy contrario a las acciones de Kageyama Tobio.
—Atsumu-san actuó bastante bien —soltó Shoyo de improviso, mientras veía a través del enorme cristal los movimientos robóticos de su esposo, al mismo tiempo en que metía la cuchara en el plato de cereal con leche. Irónico que cuando probó el nuevo cereal, Tobio pareció emocionado y feliz, con su cara brillando y sus mejillas sonrosadas.
—Sí —concordó Shinsuke Miya con orgullo, dibujando una pequeña sonrisa de sus labios.
—¡La leche va antes del cereal! —exclamó con orgullo Akechi, sólo logrando que Akemi hiciera un bufido.
—¡No, el cereal va antes que la leche, Kechi! —retó Akemi con fuerza.
—¡Después!
—¡Antes!
—¡Después! —Akechi elevó el tono de su voz y Hishou entendió que no fue buena idea sentarse en medio de los dos gemelos.
Nunca más lo volvería a hacer.
—¡Antes!
—Tobio se está esforzando mucho —soltó Shoyo de improviso, observando como el adulto azabache de ojos rasgados fingía una sonrisa porque ésa era la escena final. Salió extraña y aterradora, de esas que congelaron a todo el set de grabación. Shoyo miró con seriedad, escuchando como la directora le pedía amablemente que repitiera esa última escena, y al mismo tiempo, una de sus manos acariciaba el pequeño rostro de su lindo niño de hebras alborotadas—. Yo creo que tiene una linda sonrisa. Es aterradora, pero tiene su encanto —aseguró con completa seguridad el de hebras naranjas, haciendo un mohín al aguantarse una risa al ver que la segunda escena salió exactamente igual.
La bella productora pensó en editar el vídeo o mostrarlo como un recurso cómico: ¿los niños se reirían o se asustarían?
Era mejor no arriesgarse.
—¿Qué tal si quitamos la escena de la sonrisa?
—Digo... creo que es lindo que se esfuerce en sonreír cuando se lo piden —susurró Shoyo Kageyama. Shinsuke lo miró de reojo, y por alguna razón, sintió que eso llegaba a ser una extraña forma de iniciar conversación.
—La sonrisa de Atsumu a veces tiene un extraño toque libertino, le cuesta mucho trabajo sacar otro gesto cuando fuerza sus facciones —soltó Shinsuke con facilidad, y Shoyo se giró para verlo—. Creo que es la sonrisa más linda de todas.
Por alguna razón, Shoyo se sintió atacado.
¿La sonrisa de Atsumu era mejor que la de Tobio? Atsumu le agradaba y era su amigo querido, pero, ¡eso no podía ser cierto!
—Tobio a veces saca sonrisas muy hermosas cuando las hace con sinceridad, ¡las más bonitas de todas!
—Atsumu también hace lo mismo, es muy ruidoso, pero es bastante eufórico. —Shinsuke padeció entender el punto de Shoyo. Y Shoyo tuvo un temblor en sus cejas.
—Tobio es bastante silencioso, pero cuando está feliz es bastante cariñoso...
—Atsumu siempre es empalagoso.
—Tobio es muy atento. Cuando eres abrazado por Tobio es muy cálido. —Rio con nerviosismo Shoyo, poniéndose rojo y mirando con rapidez a Shinsuke—. ¡Pe-pero sólo yo puedo hacer eso!
—Me gusta que Atsumu sea más alto que yo, es muy cómodo en un abrazo...
Qué extraña pelea habían iniciado.
—¡Tobio es muy apasionado con lo que le gusta! ¡Se esfuerza por ser el mejor!
—Atsumu es un gran colocador, soy feliz de que él sea feliz haciendo lo que le gusta.
—¡Tobio tiene unos dedos muy largos, eso sirve para mucho! —confesó con velocidad Shoyo, y el de cabellos lacios de color grisáceo con negro arqueó sus cejas.
—¿Por qué?
—No lo diré —murmuró Shoyo, apartando la mirada a otro lado, pintándose poco a poco de rojo.
Seguido de eso, los dos se miraron a la cara, Shoyo abrió un poco sus labios y tronó sus dientes, y Shinsuke tuvo un temblor en sus cejas, antes de que ambos guardaran silencio.
¿Qué clase de pelea fue ésa?
La Nueva Familia Iwaizumi: El Pequeño Niño De Miyagi
—¡Felicidades, Oikawa-san! —gritó con emoción Shoyo a uno de sus amigos más cercanos, cuando tocó la puerta de la casa de Iwaizumi, el sitio donde Oikawa había empezado a quedarse desde que una tarde descubrió que estaba embarazado. Para su mala suerte, en ese momento estaba en Argentina, pero eso no le impidió irse hasta Japón en el primer vuelo que pudo obtener para llegar a ver a Iwaizumi y soltar la bomba.
Las acciones de Hajime fueron cambiantes, primero quedó en shock por la noticia por verlo ahí, luego lo empezó a regañar por venir hasta ahí sin la compañía de alguien más, y después lo abrazó, llorando por varios minutos mientras repetía una y otra vez: «no estoy llorando, idiota».
Tras varios años de su adultez y noviazgo con Iwaizumi, su pequeño hijo por fin nació. Tooru estaría ocupado arreglando su papeleo como deportista argentino, e incluso pensó en volverse un jugador profesional de la Liga Japonesa, las plazas abiertas y las entradas por recomendaciones llegarían dentro de algunos meses. Aunque francamente odiaba tener que ingresar en el mismo equipo que el idiota de Ushiwaka y de Tobio.
Hablando de Tobio...
El hombre azabache de mayor edad estaba con sus cejas arqueadas hacia abajo, su gesto serio y aterrador no combinaba para nada cuando llevaba cargando un portabebés y en éste iba el pequeño Sora Kageyama. Tooru le combinó la mirada, pero no diciendo nada fuera de lugar porque Shoyo estaba radiante como el Sol, en sus manos tenía un paquete forrado de papel para envolver de color azul, y el pequeño Hishou tenía en sus manos un pequeño pan de leche que compró para él en la estación del tren.
Sí, Oikawa detestaba a Tobio, pero quería demasiado a los tres restantes de la familia Kageyama. Si lo tenía que tener en su casa con tal de poder pasar el rato con uno de sus amigos, lo haría.
—¡Shoyo! —llamó con emoción Oikawa y cierto tono alegre, estirando sus brazos al aire y Shoyo correspondió el gesto. Los dos se abrazaron, se restregaron con cariño y el menor cerró sus ojos de la felicidad por verlo ahí. En medio del abrazo, Oikawa observó el gesto de Tobio, topándose con lo esperado: la molestia plasmada en su cara al ver el exceso de tacto que estaban teniendo en el abrazo, con el ligero movimiento de sus dientes al enseñarlos y sus ojos azules dilatados. Oikawa sonrió con absoluta facilidad al sentirse satisfecho y se tragó las ganas de levantarle el dedo de en medio con su mano que llevaba un anillo de compromiso, porque había niños pequeños.
—¡Oikawa-san, felicidades! —Lloró el hombre que era mucho más bajo, con las lágrimas en sus ojos cuando se separaron y pudo entregarle el regalo que le habían traído al bebé.
—¡Ya no me llamo Oikawa, Shoyo! —pidió el castaño con absoluta emoción, recibiendo el regalo entre manos y dando una sonrisa de par en par. Seguido de eso, ante la sorpresa contenida en los ojos de uno de sus mejores amigos, enseñó con orgullo su mano con un anillo de compromiso brillante y delgado de color plateado. Shoyo gritó de la emoción y se ruborizó, Tooru se enalteció y movió el dedo que portaba su futura boda con Hajime y cerró sus ojos.
—¡Oikawa-san, no lo sabía! —Se excusó el de cabellos naranjas con pánico, empezando a mover sus manos con desespero y algo asustado por sus propias palabras—. ¡De haber sabido, hubiera traído un regalo para Iwaizumi-san y para ti! —comentó alterado, sólo logrando que Oikawa negara con facilidad.
—Eso es lo de menos, te agradezco en su lugar por traerle un regalo al bebé —agradeció Oikawa de par en par, alzando a la altura de su pecho el regalo envuelto y sonrió de par en par, con emoción. Shoyo paró su nerviosismo casi de golpe, frenando su rápido carro asustado y dando un respiro ante el amable agradecimiento de Oikawa.
—También, ¡traje para ti un pan de leche! —Hishou se hizo notar con facilidad, con el entusiasmo de su pequeña voz infantil en el ambiente, dando ligeros brincos y mostrando el empaque que compró en la estación de trenes, dando una sonrisa emocionada, y Oikawa lo miró. Hishou extendió el pan con leche para que éste lo tomara—. ¡Lo compré yo! —relató con emoción, ampliando su sonrisa cuando Oikawa tomó con su otra mano libre el pan envuelto en un paquete azul. Tooru rápidamente sonrió con felicidad y miró al pequeño niño que esperaba con impaciencia su respuesta.
—Gracias, Hishou-chan —agradeció con amabilidad, colocando el regalo de Hishou sobre el regalo de Shoyo (y de Tobio, pero Tooru no lo sabía), y pasó su mano sobre sus hebras azabaches lacias en un corte similar al que usaba su padre Tobio en su niñez. Hishou hizo un pequeño puchero al recibir las caricias, mirando hacia el suelo y dejando que un honesto color rojizo llegara a sus cachetes levemente abombados—. El bebé está en la sala, pueden pasar a verlo... —invitó Oikawa con amabilidad, haciéndose a un lado para que la pequeña familia de cuatro pudiera pasar a la casa espaciosa de apariencia occidental con las paredes pintadas de azul.
—Perdón por la intromisión. —Se disculpó Kageyama Tobio, dejando a Oikawa con las ganas de recriminar, pero se lo guardó.
Tras cambiarse los zapatos por unas pantuflas azules de invitados, se adentraron por un pasillo lleno de cuadros casuales de la familia Iwaizumi y uno que otro de Tooru. Los más recientes, eran cuadros enmarcados que incluían a la nueva familia de tres que incluía a un pequeño niño de piel pálida, cabellos negros con ligeros toques ondulados y cejas delgadas. Un pequeño Oikawa prácticamente. Los genes de Oikawa dominaron.
Llegaron con rapidez a una pequeña habitación que llevaba directo al pasillo, también había unas escaleras después de la entrada de la sala.
Al ingresar, Shoyo pudo ver a Iwaizumi sentado en el sofá, con algunos papeles en mano, leyéndolos, y se sintió aterrado al ver que era su perfil de deportista. El entrenador Iwaizumi le daba miedo, pero a su lado, estaba lo que parecía ser una pequeña silla para bebés donde el pequeño bebé de rostro bonito dormitaba envuelto en cobijas, un perfecto contraste entre la profesionalidad y la ternura. Shoyo quedó fascinado.
—Mi bebé por suerte es un niño muy hermoso, se parece a mí —aseguró Oikawa con orgullo, acercándose hasta el sitio donde su bebé se encontraba envuelto y se sentó a su lado. Los invitados le siguieron el paso, e Iwaizumi por fin levantó su mano, observando a dos de los jugadores profesionales que entrenaba.
Shoyo dibujó una sonrisa al verlo, Tobio se congeló, y Sora, el pequeño niño de un año, abrió más sus grandes ojos azules e hizo un «ow» con su pequeña boca al verlo. Hishou fue el más silencioso, mirando con temor a Iwaizumi, y sólo atinando a abrazar de la cintura a Shoyo.
—Gracias por venir —completó con orgullo Hajime por fin, poniéndose de pie y dando una leve sonrisa que destacó en sus mejillas un visible color rojizo. El pequeño bebé de hebras negras también empezó a revolverse entre las cobijas y su pequeña silla cómoda, haciendo un ruido extrañamente tierno al bostezar y uno de sus redondos ojos negros fue abierto.
Shoyo se maravilló con el niño y se acercó hasta donde estaba Oikawa, Hishou siguió pegado a él, pero su rostro cuidadoso pasó a ser de curiosidad cuando sus rasgados ojos azules notaron al pequeño niño despierto, medio adormilado y con un pequeño traje de Godzilla, incluso con el gorro incluido sólo que no lo llevaba puesto en esa ocasión.
—¡Es muy lindo! —cantó con su habitual tono ruidoso Shoyo, cuando se encontró reflejado en los ojos negros cubiertos de curiosidad del pequeño Iwaizumi. Tooru se sintió emocionado, orgulloso, e infló su pecho—. ¿Cómo se llama?
—Todavía no tiene nombre, no lo hemos decidido —afirmó con facilidad el castaño atractivo, estirando su mano hasta el pequeño cachete de su hijo y lo acarició. Hajime, quien estaba a un lado del serio Tobio, y miraba al pequeño bebé silencioso de la familia Kageyama, tuvo que soltar un pequeño chasquido de sus labios por esa discusión de nuevo. Oikawa correspondió con un bufido, alejó la mano de su hijo, se cruzó de brazos y cerró sus ojos, indignado—. Yo ya decidí el nombre, pero Iwa-chan no lo quiere.
—No le vamos a poner el nombre de la prefectura, Tooru —retó una vez más Hajime con facilidad, sólo logrando que el mencionado abriera sus ojos e inflara sus mejillas con rabia.
—¡Pero es muy lindo el nombre! ¡Así cuando alguien diga su nombre, sabrá que de allá viene! —Se excusó con facilidad, sólo logrando que Iwaizumi diera un respiro—. Por ejemplo, le pueden preguntar: «¿de dónde vienes? ¿Cómo te llamas?», y él responderá: «me llamo Miyagi Iwaizumi, y vengo de Miyagi».
—¡Se oye mal! —atacó Iwaizumi, y Oikawa tuvo un arranque de rabia.
—¡No, no se oye mal!
Shoyo y Tobio guardaron silencio ante esa extraña pelea, sintiéndose como parte del mal tercio, y sólo pudieron atinar a mirarse, siendo silenciosos en todo momento. Y Sora sólo veía como los dos adultos se peleaban verbalmente por el nombre de su hijo, abriendo sus labios con sorpresa ante tan extraña forma de comportarse.
Hishou fue el único que se atrevió a hablar.
—¡Miyagi-chan suena muy bonito! —afirmó de improviso, dando una radiante sonrisa de su boca y juntando las palmas de sus manos. El silencio inundó la sala y Oikawa miró al pequeño hijo de Shoyo y el idiota de Tobio como si fuera la más grande maravilla, y antes de que otra batalla pudiera librarse, Tooru atrapó una de las pequeñas manos del niño, la levantó a la altura de su pecho, y la envolvió entre las suyas.
—¿Verdad, Hishou-chan? Se oye muy bonito...
—¡Sí! —respondió.
—¿Tú qué opinas, Shoyo? —cuestionó el castaño de semblante atractivo al chico de cabellos alborotados. El mencionado primero parpadeó por la pregunta, sólo logrando que una débil sonrisa escapara de su boca y riera con suavidad. Tooru los estaba usando para que Hajime cediera.
—Creo que es normal que algunos lleven nombres de prefecturas o capitales —completó Shoyo con una sonrisa algo nerviosa por las reacciones de Iwaizumi, pero sabía que éste era un hombre sensato y que no le haría nada. Pero si incluso le llegaba a hacer algo, confiaba en que Tobio lo protegería—. ¡Co-como en One Punch Man, el protagonista se llama Saitama! ¡También es una prefectura!
—Sí, sí —cantó con tono de voz melodioso el chico de cabellos cafés y sonrió cuando alejó sus manos de la pequeña de Hishou y volvió a posarlas en la carita bonita del bebé—. Así que pueden referirse a él como «Miyagi-chan».
—¡No está decidido! —replicó Iwaizumi.
Pero sí se llamó Miyagi Iwaizumi.
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