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Parte única

En este mundo, 100 años equivalen a 6 años humanos.

En este mundo, las hadas tienen orejas que terminan en punta.

La noche era fría, las copas de los árboles se movían gracias al viento característico del invierno. Faltaba un mes para que el trabajo de JungKook terminara, pues pronto la primavera llegaría y él no podía estar más feliz. No era porque tendría sus largas vacaciones de un año, sino porque podría verlo. Podría ver a JiMin, hada de la primavera. Sus caminos se encontraban una sola vez cada cuatro estaciones. Un poco más de doce horas era el tiempo que disponían los amantes para estar juntos y disfrutar de su compañía, pues JungKook era un hada del invierno.

El reino de las hadas estaba conformado por cinco sectores: primavera, verano, otoño, invierno y naturaleza. Este último sector era el encargado de poner orden entre todas las hadas del reino, era el gobierno, básicamente. La reina hada era una mujer sabia y hermosa, su lacio cabello caoba caía con gracia hasta sus caderas, su piel era del color de las avellanas al igual que sus ojos, y sus alas tenían matices de varios colores, tal como el arcoiris; el nombre de la reina era HyeJin.

Respecto a los sectores, cada uno tenía un representante que fungía como líder de la estación y estaba a cargo de supervisar los múltiples trabajos. El líder del invierno tenía de nombre YoonGi, un joven de rasgos delicados y piel tan blanca como la nieve, con cabello y ojos de un color azul como el hielo, al igual que sus alas. Para JungKook, YoonGi era su ejemplo a seguir, pues se preocupaba por su sector y era muy trabajador. Kook se esforzaba en sus tareas para algún día poder llegar a ser líder del invierno.

JungKook era un joven de apenas trescientos años de edad, estaba en su plena juventud. Su rostro de piel pálida contrastaba con su cabello negro con algunos mechones color turquesa. Las alas de JungKook eran de un tono blanco, casi translúcidas. La piel del hada tenía diversos tatuajes de tinta azul claro, los cuales empezaban en su oreja derecha y bajaban por su cuello hasta llegar a su pecho; copos de nieve de diversas formas y tamaños era lo que adornaba su piel. JungKook era un chico jovial que se tomaba muy en serio su papel como hada del invierno, su trabajo principal era crear y hacer caer los finos copos de nieve. Disfrutaba ver a los infantes humanos formar grandes muñecos de nieve y observar la leve capa blanquecina que cubría el suelo. Se sentía feliz al cumplir adecuadamente su trabajo.

Pero le hacía más feliz ver a JiMin, su novio. El hada de la primavera era cincuenta años más grande que él, piel tono caramelo y cabello de un rosa pálido, similar al de sus alas. Se conocieron hace tres años, en una fría noche de marzo. A pesar de ya haber entrado en la estación de la primavera, YoonGi le ordenó a JungKook estar de guardia un par de noches más, para regular la temperatura del área, pues en los primeros días de la primavera la temperatura suele ser muy baja. Y ahí, sobre la copa de un seco árbol de cerezo, lo vió por primera vez.

JiMin iba despertando de su pequeña siesta y se sorprendió al ver un hada del invierno ahí, justo en su hogar. El trabajo que JiMin hacía era adornar la ciudad con flores de cerezo. Él hacía florecer estos preciosos árboles. Su tarea era crear vida.

—¿Y tú eres? —preguntó confundido JiMin.

—¡Soy JungKook, hada del invierno! Encargado de la nieve. A tus órdenes, hada de la primavera. —Terminó su presentación con una pequeña reverencia.

—Oh, un gusto. Mi nombre es JiMin, soy encargado de la flor de cerezo. —Le sonrió, mostrando una hilera de dientes pequeños y blancos.

JungKook se dió cuenta de que el hada frente a él tenía pecas en sus mejillas y pómulos, que sus ojos color miel se achicaban en demasía a la hora de sonreír y que su cuerpo era bastante pequeño. Lo cual lo hizo reír un poco, pues todo en conjunto era bastante tierno. Además, su camisa oversize hacía ver su cuerpo aún más pequeño y delicado. La tela era delgada y de color lila, adornada con brillos plateados. JungKook podía ver la piel acaramelada a través de la prenda, pues la tela era transparente. Por último, se percató de un tatuaje sobre su costado izquierdo: un árbol de cerezo. Los pétalos seguían un camino por su cintura y caderas desapareciendo por debajo de su pantalón blanco.

JiMin brillaba a su manera. Pero también, el hada de la primavera se percató de lo bello que era el cuerpo y rostro de ese tal JungKook. El hada de alas blancas vestía una camisa de satín del mismo color que las puntas de su cabello; estaba abierta y dejaba ver su pecho desnudo. Sus piernas resaltaban con ese pantalón de cuero color negro.

Charlaron esa noche, mientras admiraban el pequeño parque frente a ellos y los múltiples puntos brillantes que poseía el cielo. Hubo una conexión entre ambas hadas, los dos lo sintieron desde el interior de su ser. Una sensación cálida, amorosa y familiar crecía desde lo más profundo de su corazón. Con el paso de las horas, sus alas se iluminaron de una manera muy linda, siendo adornadas con brillos. Era una señal, ¿tal vez estaban destinados? El conocer a tu compañero o compañera destinada era un tema muy viejo, tanto que ahora parecía ser un simple mito en el mundo de las hadas. Pero las señales no mentían. Esa necesidad de sonreír entre ellos, la admiración por la belleza, la comodidad y confianza con la que platicaban era mágica.

—JiMin, honestamente eres el hada más preciosa que he visto en mi vida.

El hada ocultó con una mano su sonrisa, producto de su felicidad y vergüenza.

—¡Cállate! Haces que me sonroje, bobo.

—No lo haré, es la verdad. Tu rostro es muy lindo, tus ojos también. Y ni se diga de tu sonrisa. Por favor quítate la mano de ahí, quiero apreciarla.

JiMin lo hizo. Lentamente bajó su manita y le sonrió a JungKook. Se acercó a él y acarició los pómulos fríos, observó los ojos grises. Besó su nariz pequeña.

—JungKook... creo que somos destinados. Tal vez es una tontería, pero lo siento. ¿Tú no? —dijo titubeante.

El hada de la nieve se quedó callado, admirando al pequeño JiMin.

—También lo siento... me siento honrado de que tú seas mi destinado, JiMin. Admiro tu amabilidad y tu carácter.

El hada de la primavera solo pudo sonrojarse y sonreír en demasía. A pesar de su muy corta edad, JiMin era el líder de su estación. Algo muy raro, ya que las hadas con más experiencia ocupaban ese importante puesto. Pero el arduo trabajo y las habilidades de JiMin hicieron que se ganara ese lugar.

A pocos minutos del amanecer, después de hablar sin parar, de conocerse a fondo y compartir sus pensamientos, era momento de la partida de JungKook. No sabían que sucedería con ellos, si era probable que llegaran a establecer alguna relación. Relación que sería a larga distancia, pues era imposible que pudieran estar juntos. Primavera e invierno están separados por un muy largo lapso de tiempo.

Tenían miedo e incertidumbre. Pero al amanecer, hicieron una promesa: esperarían esas cuatro estaciones para poder verse. Juraron pensar en el otro, no dejar que esa pequeña llama de amor que nació esa noche se apagara. Juntos harían que creciera hasta formar una gran fogata. Al amanecer compartieron la caricia más íntima que existe: se besaron lenta y delicadamente. Atesorando esa muestra de cariño dentro de sus corazones.

Mientras se tomaban de las manos y sus labios suaves exploraban la boca ajena, sus alas se iluminaron. La pareja brillaba en la punta de ese seco árbol.

Y después, JungKook se marchó.

🧚

Un año pasó y el tan esperado día llegó. El 20 de marzo JiMin y JungKook volvieron a encontrarse, un encuentro finito, emocional y cariñoso. Toda la noche la dedicaron a intercambiar momentos y experiencias de sus respectivos trabajos. Bajo la brillante luz de la luna, JungKook contemplaba la belleza de su amante. Prestaba atención a las cosas que le decía, pues lo admiraba tanto y era su ejemplo a seguir. Algún día sería el líder del invierno y podrían verse en las reuniones del consejo. Así que trabajaría duro.

JiMin se sentía abrumado por tantas sensaciones. Sentía el cariño y amor que JungKook transmitía a través de esos dos grandes ojos. A través de su sonrisa, de su tacto y de sus besos. Amaba la suavidad de sus labios, el color de su cabello, su risa aguda y las arrugas que se formaban en sus ojos al sonreír. Amaba su sentido del humor y el contraste entre el tamaño de sus manos. También le gustaba acariciar sus tatuajes y contar los lunares de su rostro y pecho. JiMin sentía la necesidad de cuidar y proteger siempre a esa preciosa hada.

Lo había extrañado tanto y ahora que estaban juntos aprovecharía totalmente su compañía. JungKook se sentía igual, ahora que estaban juntos, su corazón estaba feliz. Esas cuatro estaciones se le hicieron eternas, pero justo ahora, lo que le importaba era ver las estrellas junto a JiMin. Acostados sobre una flor que apenas iba naciendo, las dos hadas tenían su momento único. No les importaba cuánto tiempo tenían que esperar, al final valía la pena. Pasaron la noche amándose, explorando nuevas emociones y compartiendo miradas amorosas. Ahora todo estaba bien, pues la luz de la gran luna era testigo de su gran amor.

Pero no sabían que YoonGi los estaba observando desde la copa de un árbol, con una curiosidad muy grande y odio en sus ojos. Después de esa noche, fue al bosque a visitar a HyeJin.

🧚

Primavera, verano, otoño, invierno... el tiempo pasó y era momento de verse de nuevo. Esta vez, JiMin había preparado un regalo para el hada de ojos grises. Había construido una corona de flores. Jacintos, malvas, margaritas, hortensias, amapolas. Flores silvestres que le obsequió su amigo HoSeok, pues su trabajo era hacerlas florecer. Flores llenas de vida, colores intensos que le recordarían a JungKook la primavera. No podían faltar pétalos de cerezo, así que el de hebras rosas agregó unos cuantos.

Sin embargo, JiMin esperó por horas la llegada de JungKook. Pero nunca llegó. ¿Acaso lo había olvidado?, ¿ya no le amaba?, ¿le había pasado algo? No, eso último no podía ser posible, pues lo hubiera sentido en su corazón. Esa conexión única que tenían gracias al destino seguía ahí, no se había esfumado. JiMin esperó el amanecer y hasta que se volvió a ocultar el sol. Pero no hubo rastro alguno de su amado. Así que triste y preocupado, inició sus labores correspondientes.

🧚

JungKook se encontraba en la copa de un árbol, el viento movía sus cabellos y su cabeza era un caos. Pensaba en cómo estaría su pequeño JiMin. Extrañaba sus ojos, su voz dulce, su aroma a flores. Estaba muy triste. Cuando iba al encuentro con su hada, YoonGi le ordenó que se fuera a casa. JungKook le pidió que sólo lo dejara un momento, no tardaría mucho. Pero su orden fue muy clara y en sus ojos pudo ver la determinación de sus palabras. JungKook no quería y estaba apunto de decir que no, pero YoonGi volvió a hablar con un tono tan frío y autoritario que tuvo miedo. Así que obedeció.

Se sentía fatal y aún peor al saber que no tenía forma de comunicarse con su novio. Pasaron tres semanas. Un año con tres semanas de estar distanciados. El estar separados tanto tiempo, repercutió en ambas hadas. Se sentían tristes, sin ganas de hacer nada, sus alas perdieron ese particular brillo. Por las noches era el momento donde sufrían más, su pecho dolía y sentían la ausencia del otro. ¿Qué harían? ¿Ese era el destino que les había tocado? Encontrarse para después alejarse... JungKook trató de hablar con Yoongi, pero este lo evitaba y no le dirigía la palabra.

A pesar de esta gran tristeza y malestar corporal, el hada de la primavera tenía que cumplir con su labor, tenía una obligación y no dejaría morir a la flor de cerezo, pues de cierta manera, hacer crecer la flor lo tranquilizaba. Mientras, JungKook pensó y pensó en las opciones que tenían para verse de nuevo y, a decir verdad, eran muy limitadas. Tenía tanto miedo de no volver a ver nunca a su pequeño, por eso mismo tenía que luchar para que sus almas estuvieran en paz. Porque cuando uno sufría, el otro podía sentir esa punzada de dolor en su propio corazón. JungKook no conocía a nadie de confianza además de YoonGi, pero no iba a pedirle su ayuda. ¿Visitar a la Madre Naturaleza? Podría funcionar y no sería muy difícil. Cada atardecer las hadas podían visitar el bosque solamente para poder ver a la hermosa HyeJin. El atardecer era la hora mágica en su mundo. Aunque había un pequeño obstáculo: únicamente podían hacer la visita siempre y cuando fuera en su estación correspondiente, a excepción de los líderes de cada estación.

Aún con eso en mente, el hada del invierno tomó una decisión. La tarde siguiente, JungKook llegó al pie del árbol más grande y bello. Le fue muy complicado escaparse de su hogar sin ser visto por sus compañeros y por su líder, pero lo logró. Comenzó a mover sus brazos de una forma suave. Arriba, abajo, dió una vuelta. Después sus pies cobraron vida y acompañaron su delicada danza, aquella que le daría la entrada al bosque. Al terminar, el tronco del árbol se abrió por la mitad, invitándolo a que entrara. Un hada de cabellos color lila lo recibió, siendo su guía hasta HyeJin. Ella estaba sentada sobre un césped verde y brillante, rodeada de diversos colibríes y girasoles. Traía una corona de flores y su cabello oscuro caía con elegancia sobre su regazo. Su cuerpo lleno de curvas estaba cubierto por un vestido lleno de flores y hojas de tonos cálidos. El aura que emanaba era imponente pero al mismo tiempo cálida y familiar.

—Oh, Madre Naturaleza. La saludo con respeto, gracias por recibirme —habló JungKook al mismo tiempo que hacía una gran reverencia.

—¿Qué haces aquí, hada del invierno? Sabes que no está permitido salir en una estación ajena a la tuya, JungKook. Dí rápido lo que necesitas decirme, anda.

El tono sereno acompañado de los ojos negros y rasgados pusieron nervioso a JungKook.

—Una disculpa, Madre. Pero es algo importante que no puede esperar dos estaciones más —un suspiro—. Bien, como sabrá, pertenezco al sector del invierno. Un día, mi líder ordenó que me quedara una noche más para regular la temperatura de nuestra área, a pesar de ya haber iniciado la primavera. Esa noche lo conocí. Conocí a mi alma gemela, Madre. Es una hermosa hada de la primavera. El problema es que al estar tanto tiempo separados, nosotr-

—Detente.

JungKook obedeció. HyeJin lo observaba con los ojos entrecerrados, pero su mirada era muy intensa. El hada sentía que podía leer sus pensamientos.

—Pequeño, las almas destinadas no existen. En tiempos lejanos sí, pero ahora es solamente un mito. Además, no me agrada mucho la idea de que tengas encuentros con un hada de la primavera. Esto podría perjudicar el clima y no es bueno tener un desbalance en el ambiente. Sabes que los humanos son muy quisquillosos.

—Pero sólo nos vemos un día de los 365. Justo ahora, el no vernos está afectandonos y no sé qué-

—No puedo hacer nada respecto a eso, pequeño. Mi consejo es que conozcas a alguien de tu mismo sector, es lo más recomendable. No me gustaría recibir más quejas de YoonGi. ¿De acuerdo, JungKook?

El de ojos grises sólo atinó a asentir levemente. ¿Eso era todo? Tenía que convencerla, pero tenía miedo. Aparte el comentario que HyeJin hizo sobre YoonGi lo descolocó un poco.

—Si es todo lo que necesitas, te invito a retirarte. Descansa bien, JungKook —dijo con una sonrisa grande y JungKook se percató de sus labios, los cuales estaban pintados de un color oscuro, haciendo que su piel se viera más hermosa.

La misma hada que lo recibió lo escoltó de vuelta al gran árbol. Lo despidió con un abrazo y volvió a entrar. JungKook suspiró desanimado ¿qué haría ahora? Su fabuloso plan no había funcionado y no tenía otra opción.

—¡Hola! ¿Eres un hada del invierno?

Esa voz alegre asustó a Kook. Rápidamente alzó la cabeza y se encontró con un hada rubia, de alas azul claro, ojos verdes y labios rosas. Bastante atractiva a decir verdad.

—Mmmm, estoy seguro de que lo eres. Necesito que me hagas un favor, chiquillo.

¿Es enserio? ¿Qué le pasa a este que me habla tan confianzudo?

—Supongo que sí...

—¡Genial! —Sus alas se movieron y acercó sus labios a la oreja derecha de JungKook, mientras seguía volando en el aire—. Dile al tonto de YoonGi que le mando saludos y espero verlo muy pronto... también que lo extraño mucho. ¡Pero escúchame bien! Nadie más a excepción de él debe de enterarse, eh.

Al terminar de hablar se alejó y bajó al suelo para empezar a danzar. JungKook comenzó a alejarse desconcertado, pero un detalle lo hizo detenerse.

—¿Cuál es tu nombre?

El susodicho volteó.

—SeokJin, el guapo líder del sector de verano. A tus servicios. —Dicho eso le guiñó un ojo y siguió sus movimientos elegantes.

🧚

Las hojas verdes de los árboles pasaron a ser de un color naranja, comenzaron a caerse hasta que las ramas quedaron desnudas y expuestas. La temperatura bajó y la nieve comenzó a cubrir el suelo. Entre el paso de las estaciones, JungKook había organizado el plan perfecto para poder ver a JiMin después de tanto tiempo. Fingiría que estaba enfermo y se "iría a casa" un par de días antes del final de su estación. Algo que tenía a su favor era su aspecto: estaba cansado y más pálido de lo normal, también un poco más delgado. Estar alejado de JiMin lo afectó más de lo esperado.

Llegado el día, avisó a YoonGi de su ausencia. El de cabellos azules ni siquiera le respondió, pues se encontraba hablando con el guapo líder del sector de verano. Hablaban y reían, se veían contentos así que JungKook decidió no interrumpir. Se le hizo muy extraño ver las mejillas de YoonGi adornadas de un leve color rosado. ¿Acaso era posible entre esa palidez singular? Seguramente su mente le estaba jugando una mala pasada.

Por fin, el de cabellos oscuros escapó y llegó hasta la copa del árbol de cerezo siguiendo el camino que se sabía de memoria. Y ahí estaba. Sentado con la mirada perdida en el amanecer y las alas sin brillo, su cabello rosa opaco y sus gruesos labios habían perdido ese singular color. JungKook se acercó a él, agachándose para poder estar a su altura.

—Cariño.

JiMin enfocó su vista en JungKook, viéndolo fijamente por un par de segundos. Alzó ambas manos y tocó las mejillas frías, acarició con sus dedos el cabello negro y los tatuajes que estaban a la vista, como cerciorándose que enserio estaba ahí y no era alguna tonta ilusión. Entonces JungKook se acercó al delicado rostro y juntó sus labios. Un beso lleno de nostalgia, cariño, anhelo. JiMin seguía con los ojos abiertos, procesando todo lo que estaba pasando. Y lo sintió.

Sintió un calor creciendo en su pecho, ese sentimiento que llenaba su ser cada que estaba cerca de JungKook. Él en verdad está aquí. Y lo abrazó, al mismo tiempo que cerraba sus claros ojos y le devolvía la caricia con desespero y amor. Al fin estaban juntos, después de veinticuatro meses. Sus suaves labios se unieron dulcemente hasta que necesitaron un poco de aire. Al separarse, JiMin comenzó a reír.

—¡Enserio estás aquí! Estoy tan, tan feliz. Te extrañé tanto, Kookie —le dijo con alegría y una sonrisa más resplandeciente que el mismo sol.

—Estoy aquí, amor. Sé que me extrañaste, pude sentir tu angustia y eso me hacía sentir aún peor —comenzó a decir, hablando muy rápido—. Lo siento tanto, aquella vez ya venía en camino pero YoonGi me di-

—Shhh, no te alteres. Las cosas pasan por algo, cielo. Lo importante es que no te pasó nada, en ese caso no sé qué hubiera hecho. Estaba muy preocupado, pero aún podía sentirte, eso calmaba mis nervios.

—Oh, mi preciosa hada. ¡Te extrañé tanto! Tu voz calma mi ser, sería un regalo de la naturaleza escucharla siempre antes de dormir... —JungKoook envolvió a JiMin en un fuerte abrazo y sus alas empezaron a moverse. Con JiMin en brazos, comenzó a dar vueltas por los aires, sacándole risas a su pareja. Y disfrutando de por fin estar de nuevo junto a él, cómo anhelaba el estar a su lado cada momento del día...

—Oye, te prometo que no pasará tanto tiempo la próxima vez. Haré todo lo posible para que nos veamos. Te lo prometo —dijo el hada del invierno, en un tono suave y lleno de determinación.

Aún se encontraban abrazados y en los aires, sintiendo los nacientes rayos del sol en su piel. Una nueva experiencia juntos, pues siempre se veían de noche y la luna junto con las estrellas era lo único que podían apreciar. Ahora, el verse a plena luz del día los envolvía en un aura especial. El brillo característico que sus alas adquirían cuando estaban juntos hacia la imágen aún más íntima y especial.

JiMin no contestó, por lo que JungKook rompió el abrazo y lo tomó de sus pequeñas manos. El hada de piel miel tenía la cabeza gacha, lo cual confundió a Kook.

—¿JiMin?

Por un par de segundos siguió en la misma posición, después alzó la cabeza y lo vió a los ojos. Y JungKook no podía descifrar lo que esas dos hermosas estrellas le querían decir.

—¿Qué pasa? ¿Te sientes mal? ¿Qué sucede?

—JungKook... ¿esperarás otras cuatro estaciones para verme? ¿para vernos?

—Claro, ¿por qué no lo haría?

—A pesar de los obstáculos, de las complicaciones... ¿a pesar de la probabilidad de que vuelva a pasar algo parecido a esta vez? Ocho estaciones, JungKook. ¿Qué tal si llegan a ser más sin que nos veamos? Dieciséis, veinte. Imagínate las consecuencias de eso. ¡Estábamos mal, JungKook! He investigado sobre las almas destinadas y hay casos en los cuales la distancia llega a matar a los amantes. ¡¿Entiendes eso, Kook?!

El tono de voz del pelirrosa aumentó, terminó gritando sus últimas palabras. JungKook no supo qué responder. En parte JiMin tenía razón. El de cabellos oscuros no podía negar que fueron afectados, ambos estaban mal física y mentalmente.

—Escucha, no quiero que pienses que ya no quiero estar contigo. Eso sería imposible ¿sabes? —Ahora su tono y semblante era calmado. Acunó la mejilla derecha de JungKook entre su tersa mano—. Eres mi amor, mi luz, mi compañero...

Dejó de hablar y mordió su grueso labio inferior con nerviosismo. No te entiendo, JiMin, ¿qué está pasando? JungKook sólo lo veía con los ojos grises muy abiertos.

—Pero quiero lo mejor para nosotros.

—¿Y qué es lo mejor? Deja de darle tantas vueltas al asunto, JiMin ¿qué quieres decir?

—Hay que escapar.

¿Qué?

—Piénsalo, amor. Es nuestra única opción. Sé que es una decisión muy difícil pero no quiero seguir aquí si nuestro amor nos hace sufrir. No quiero seguir siendo un hada ni hacer florecer el cerezo si tengo que estar alejado de ti, si tengo que sufrir y sentir tu propio dolor, JungKook. Es demasiado...

JiMin comenzó a llorar. De su lagrimal cayeron diversas gotas, mientras mordía su labio y miraba a JungKook en busca de algún consuelo. Su amante lo abrazó, lo sostuvo entre sus pálidos brazos con angustia y amor. Lo abrazó como si fuera la última acción de su vida. Lágrimas bajaron de sus propios ojos, ahora ambos sollozaban. Pero no importaba porque justo en ese momento estaban juntos para sostenerse el uno al otro. Quería proteger a JiMin a toda costa, odiaba verlo triste.

—Está bien. Hay que hacerlo, vámonos de aquí —dijo con firmeza.

—¿Estás seguro, Kook? ¿Te das cuenta de lo que eso implica?

—Sí. ¿Tú estás seguro? Dejaríamos todo atrás, tu puesto como líder...

—Otra hada puede ocupar mi lugar, es lo de menos. —Sonrío—. Estoy seguro de que HoSeok sería el más feliz siendo el nuevo líder de la estación.

Ambos rieron, haciendo el ambiente más ameno. Bajaron para de nuevo sentarse sobre la copa del árbol.

—Oh, mi hada. Eres el ser más listo de todo el mundo, amo tu cerebro. Te hace ver más sexy y lindo de lo normal.

—¡No seas tonto! —JiMin rió—. Yo te amo a ti. Siempre me ha gustado que me digas hada, deberías aprovechar porque después ya no podrás hacerlo.

—Lo haré, mi hermosa hada. —Se acercó a darle un rápido beso—. Aprovechemos el día, cariño. Creo que sería ideal irnos hoy, YoonGi notará mi ausencia pronto.

—¿Te escapaste? Siempre siendo un niño travieso, Kookie.

—Hey, no eres tan mayor que yo. Además, soy más alto que tú —dijo con tono burlón. Se levantó y miró desde arriba a JiMin.

—¿Otra vez con lo mismo? Sólo te gusta molestarme, cállate y mejor dame un beso.

—Ven por él, precioso.

Dicho eso, comenzó a volar a una velocidad rápida. JiMin lo siguió entre risas. Pasaron el resto del día volando, disfrutando su último día en el mundo de las hadas.

🧚

El inmenso astro desaparecía poco a poco. El cielo comenzaba a perder ese tono azul, ahora siendo adornado con matices cálidos. Era la hora mágica en su mundo, el atardecer. Era el momento predilecto para llevar a cabo su plan. Estaban listos, era ahora o nunca.

Ambas hadas se encontraban en la copa de su árbol de cerezo. Tenían que hacer una danza, la cual JiMin conocía al ser parte del consejo. Se miraron a los ojos, las palabras no eran necesarias. Comenzaron los movimientos. Al principio lentos y suaves, después comenzaron a subir la velocidad y a dar giros. Mantenían los ojos cerrados y sus alas se movían rápidamente, poco a poco perdiendo su color y brillo. Podían sentirlo, una aura desconocida los envolvía, incluso sus cuerpos estaban fríos.

—Recuerda no abrir los ojos, Kookie. Porque sino es muy probable que la danza no funcione.

Un par de movimientos más y todo acabaría. Una nueva vida, juntos.

—¡Detente, JungKook!

La voz de YoonGi interrumpió el silencio que los envolvía. Al notar la ausencia de su compañero, YoonGi voló al lugar donde estaba seguro que se encontraría JungKook. Debía detenerlo, no debía estar con el hada de la primavera, no merecía ser feliz con él y tener una oportunidad de escapar. Una oportunidad de estar con la persona que ama.

—Es YoonGi, tengo que decirle algo.

—Amor, la danza está a punto de terminar, no creo que-

Pero no pudo terminar su oración, pues el hada del invierno volteó en dirección a su líder. Con nerviosismo en su sistema, abrió los ojos y los posó sobre los de YoonGi.

Movió los labios, gesticulando sin que un sólo sonido saliera de su boca.

Después, la danza acabó. Y ambos desaparecieron. Una estela de brillo en el aire y un par de alas sin vida cayeron lentamente hasta tocar el suelo levemente blanco, con pétalos de cerezo.

Yoongi se quedó solo, la luz de la luna siendo su única compañía. Desconcertado, regresó a su hogar. Lo que le dijo JungKook no podía salir de sus pensamientos: "No tengas miedo. Ama con todas tus fuerzas." Y la imagen de Jin era lo único que podía ocupar su mente.

🧚

En primavera, JungKook y JiMin tuvieron un picnic bajo la sombra de un árbol de cerezo. Kook quedó fascinado con todas las tonalidades de color que caracterizaban a la primavera, le gustó el clima agradable y fresco.

En verano, visitaron la playa. Amaron el olor a mar y libertad. Disfrutaron la sensación de la arena sobre sus pies y el sonido misterioso de las olas. Aprendieron que deben utilizar bloqueador solar.

En otoño, alquilaron una cabaña en el bosque. Pasaron la noche ahí, prendieron una fogata y comieron malvaviscos. Admiraban las hojas secas esparcidas por el suelo. A JiMin le encantó la sensación de pisarlas con sus pies, el sonido que provocaba le satisfacía. Y también los colores cálidos que las caracterizaban.

En invierno, se quedaron en casa tomando chocolate caliente mientras descubrían las diversas películas de la temporada. A petición de JungKook, crearon un muñeco de nieve. JiMin odió el frío, el clima de la primavera siempre sería su preferido.

Pasaron las cuatro estaciones juntos. Nunca se arrepintieron de abandonar el mundo de las hadas. Ahora, no tenían que esperar a que fuera el final del invierno y el inicio de la primavera para poder verse. Estaban juntos todas las estaciones del año. Dos almas gemelas amándose los trescientos sesenta y cinco días del año. Juntos, JiMin y JungKook. 

¡Hola! Muchas gracias por leer mi historia ♡ Espero la hayas disfrutado nwn
Cuatro estaciones es de las primeras cosas que escribí hace más de tres años, así que por eso los errores y demás jijiji.

En fin, vivan las haditas 🧚🏻‍♂️

Besos, Moon

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