CAPITULO 3
EL CONEJO DE LILITH
Esta era una vez una niña llamada Lilith que tenia un conejito marrón, el pequeño tenia una piel delicada y muy suave, le encantaba jugar con su conejo, lo quería mucho y lo cuidaba bastante, porque si no lo cuidaba le podría pasar algo malo.
Un día fue a pasear con su conejo, su familia fue de campamento y se llevó al pequeño Browny, le había colocado un collar rosa y peinado su pelaje hasta que quedara sedoso. Salieron por una vereda que quedaba al rededor, pero el conejo se asustó con una iguana que apareció de repente y corrió lo mas rápido que pudo, Lilith trató de seguirlo, pero lo perdió de vista, solo quedaban sus huellas que se encontraban frescas.
Lilith desesperada fue donde sus padres que estaban asando unos malvaviscos y les contó lo sucedido, por lo que la acompañaron a seguir las huellas que Browny había dejado.
Por otro lado, al final de la vereda, había un castillo, no muy grande, no muy pequeño, donde vivía el rey de la región, éste estaba de paseo también aquél día, porque hacia mucho calor dentro del castillo, hacia tanto calor que las velas que se encontraban dentro se derretían sin estar encendidas, pero afuera, por la cantidad de árboles, estaba muy fresco y era maravilloso para salir.
Cuando el rey salió se encontró un conejito hermoso, de pelaje marrón, y con un collar rosa, le pareció tan lindo que se llevo dentro de su castillo, y le buscó un lugar conde pudiera quedarse. pero la pobre Lilith estaba muy triste, desconsolada, no sabia que hacer. Ella y sus padres siguieron las huellas del conejo hasta que desaparecieron, pero cuando estas ya no estaban , encontraron las huellas de una persona, por lo que decidieron seguirlas para poder encontrar a Browny.
Llegaron la castillo, no muy grande, no muy chico, y tocaron a las puertas... toc, toc, toc... Salió el mayordomo del lugar al cual le contaron lo sucedido, el habló con el rey y los dejaron pasar. Al encontrarse con su majestad en su trono también le contaron la historia de Browny, el rey conmovido por lo que le relataron, mando a buscar al conejo que había encontrado, la niña Lilith se puso tan feliz que sonreía de oreja a oreja, y la alegría del conejo también se hacia notar, ya que saltaba al rededor de Lilith con mucha emoción. El rey al ver aquella escena se alegró también y así supo que era un día más que maravilloso, pudo ayudar a unas personas, y sobre todo, pudo hacer feliz a la pequeña Lilith que había perdido a su amigo mas preciado, su conejito Browny.
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