EL BAÑO

Estando en su cuarto una niña de nombre Abigail, se despertaba estirando brazos y piernas en su pequeña cama, sacando de sí todo el sueño de la noche anterior y disponiéndose para empezar un nuevo día lleno de aventuras.

-hija, es hora de ir a la escuela- dijo su madre al verla con sus ojos a media persiana- ven a bañarte, se hace tarde para el colegio.

La pequeña se levantó, estiro los brazos y piernas nuevamente y se dispuso a la primera aventura del día, "el baño".

Y ahí se encontraba ella, en una plataforma acolchada donde había estado atrapada. Su meta: llegar a la piscina, con toda la habilidad que le había dado la almohada superpoderosa, que podía hacer que las niñas saltaran tan alto hasta alcanzar las nubes- de eso están hechas las almohadas de verdad-.

Vio entonces en el piso de la habitación zapatos regados, que se convirtieron en pequeñas islas de un océano enorme que sería el piso de la casa. He iba saltando la pequeña, de zapato en zapato cual canguro y como si el piso se la fuese a tragar si lo tocaba, pero sucedió algo inesperado... las islas se terminaron... solo quedaba ese gran océano hasta llegar a su meta.

-Abigail, ¿qué haces?, date prisa a llegar al baño- Dijo su madre.

La pequeña estaba presionada, esa voz le decía que tenía que apresurarse a llegar, tenía que nadar, solo eso le quedaba, se sumergiría en el océano cual buzo y exploraría las profundidades del mismo. Lo decidió, entraría a lo más profundo del mar.

Y la pequeña entró, todo su cuerpo quedo cubierto por una tela impermeable, tenía un tanque de oxígeno para poder respirar bajo el agua y caminaba lentamente para no ser vista por las criaturas que habitaban en ese océano tan extenso.

Después de estar sumergida por un largo periodo de tiempo, empezó a acabársele el oxígeno con el que respiraba, y dio un grito desesperado para no morir en el interno de llegar hasta su meta:

-Mami.........!!! ¡Me ahogo!!!!

De repente una criatura gigante, de tez morena y fuerza sobrehumana la alzó, la saco del océano y dijo: -Buenos días mi amor, ya es tarde- Era su padre, un hombre que amaba a aquella pequeña más que a cualquiera en el mundo -Te llevaré al baño- Dijo con unos ojos medio dormidos, pero amables y cálidos.

Nuestra pequeña aventurera había sido rescatada por un gigante.

-Papi, ¿cómo se siente volar? – preguntó a su padre con una mirada ingenua, él la miro fijamente, y le pregunto: - ¿quieres saber? –

De repente el gigante la tomo por debajo de los brazos, y comenzó a dar vueltas como las astas de un helicóptero, y Aby, nuestra aventurera, era feliz.

Llegó volando hasta su meta, "la piscina", que en realidad no era una piscina, era una "ponchera" la cual se convertía en su mayor centro de juegos acuáticos. Nadaban a su alrededor las sirenas, los peces, los patos. Las sirenas se peinaban las unas a las otras, eran hermosas, con colas rosadas y cabellos rubios, oscuros, rojizos, de todos los colores...

-Aby, mi amor, ven y te termino de bañar...- le dijo su madre

-Bueno mami, pero cuando termines me cargas por favor.

-Claro hija.

Y Aby voló nuevamente, esta vez en los brazos de otra gigante, una que no le hacía como helicóptero, pero que era cálido y acogedor, y voló 1, 2 y 3 veces hasta caer en las nubes de algodón de su pequeña cama.