Parte sin título 6
Buenas noches, les traje la actualización, espero la disfruten
Como advertencia, al final tienen un ligero lime.
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¿Celos?... ¡No! ¡Eso es imposible! Él jamás los había sentido. No lo sintió ni cuando se enteró de que Pefko iba a nacer, consciente de que sería desplazado como el bebe de la casa, ni los sentía cuando una mujer se acercaba a coquetear con su padre, o tío, ya que sabía que ellos siempre le preferían, en el trabajo...por favor, nadie estaba a su altura, ningún compañero o compañera, el simplemente era perfecto...pero...ahora.
Era la segunda vez que sentía esa fuerte opresión en su pecho, que su estómago dolía y la saliva se tornaba tan amarga que era necesario escupir para liberarse de esa sensación. Apretó los puños para bajar la rabia, era la segunda vez que veía a Manigoldo coquetear con alguien... ¡y lo odiaba!
***...***...***...
Tras el incidente todo había cambiado. El italiano dejo su lujoso hotel y se mudó con Albafica y Pefko, esto lleno de felicidad a... ¡ambos! Pasaba tiempo jugando con el pequeño, siempre con su florido lenguaje y "delicadeza", ayudaba en los quehaceres de la casa e incluso salían a pasear como una familia feliz.
El enano estaba encantado con su nuevo amigo, al cual le había tomado tanto cariño como a su primo, para él Manigoldo era su héroe, un hermano mayor que le enseñaba cosas interesantes, latín, matemáticas, a cambiar tejas y cortar leña, e incluso, pese a las protestas de Albafica, le enseño a defenderse.
Pero no era el único feliz, Albafica adoraba salir con él a la calle, ir al mercado, salir al teatro o parque, que le tratara con tanto cariño y respeto, que le ayudara a cocinar, y por qué negarlo, sus peleas por cualquier tontería, su pecho se inflaba de orgullo cuando alguno de sus vecinos les veía con envidio y celo.
Todo parecía miel sobre hojuelas...o eso pensó.
-ya me voy, quede con un cliente y es tarde.
-¿quieres que te acompañe? para transcribir algo.
-no te preocupes, no es necesario.
El italiano tomo su abrigo y se marchó, dándole un ligero beso en la frente a modo de despedida. Si bien le gustaba esa muestra de afecto no podía negra que... ¡deseaba más!
Después de esa pequeña sesión de besos, donde se habían declarado, Albafica podía contar sus encuentros íntimos con una mano... ¡y le sobraban dedos!
Para empezar, Manigoldo no dormía con él, el cangrejo compartía habitación con Pefko, para deleite del menor, en principio no le molesto, ya que las heridas que se provocó tardaron un par de días en curarse y no quería que le viese así con cicatrices por muy pequeñas que fueran, pero ahora, su piel estaba intacta y moría de ganas por que el Italiano la recorriera con sus manos, pero Manigoldo no mostraba deseo de querer compartir su cama.
En la calle, era comprensible, la gente no veía con buenos ojos a un par de hombres tomados de la mano, ni siquiera sus ex clientes, malditos hipócritas, por lo que se tenía que conformar con ir a su lado y ser presentado como un socio o amigo.
Pero desde hace unos días eso también había cambiado.
Manigoldo ya no le llevaba a sus citas de trabajo, ni le ponía a transcribir o redactar contratos, ya no le hablaba de sus planes ni le pedía opinión sobre estos, la verdad es que, de un tiempo para acá, le había hecho a un lado...y eso dolía.
Cuando Manigoldo llegaba a casa y él intentaba abordar el tema, el mayor siempre salía con algún comentario trivial para después asegurar que todo iba bien, dejando el tema por zanjado. Albafica no insistía y daba el tema por zanjado, ya que no quería hacerlo enojar, pero últimamente se comportaba raro.
-¡ya estoy listo!
Pefko entro corriendo a su habitación, el niño brinco a la cama pegándole un susto. Dejo de lado el libro que leía y presto atención al niño.
-¿listo? ¿Para qué?
-¡para ir al zoológico!...Manigoldo dijo que me llevarías.
-¡¿Qué?! ¿Cuándo?
-ah...espera.
El chiquillo busco entre sus bolsillos la carta que el mayor había dejado, saco el sobre y lo entrego a su primo. Adentro solo había un cacho de papel acompañado de dinero.
Albafica lo leyó, aunque no había mucho.
"vayan al zoológico, diviértanse"
Suspiro cansado, al menos debió decirle, miro el fajo de billetes y bufo molesto. Ya le había dicho a Manigoldo que no le gustaba que despilfarrara el dinero en ellos, pero el mayor no entendía. Si iban al mercado siempre compraba de más y las cosas más caras, gastaba mucho en pastelitos y le había obligado a remodelar todo su guardarropa y el del chiquillo... ¡ah! parece que tenía que volver a regañarlo. Despidió al niño para cambiarse, tomo solo un poco y después guardo el resto en una cajita bajo su cama, con todo el extra que Manigoldo siempre le dejaba, si seguían así se haría rico.
Salió con su primo y fue al zoológico ubicado al otro lado de la ciudad, los dos estaban emocionados, nunca habían ido a uno. Fue un día divertido, jamás imaginaron que existieran tantos animales salvajes en el mundo, fue la primera vez que vieron a un león en carne y hueso, quedaron maravillados con la hermosura del pavo real y se enternecieron con los koalas. Los dos parecían niños chiquitos hiendo de un lado a otro, comiendo palomitas y pastel.
-esto es muy divertido, ojala y Manigoldo nos acompañe la próxima vez.
Albafica sonrió con un poco de tristeza, a él también le habría gustado que el italiano les acompañara en ese paseo, pero últimamente se ausentaba cada vez más. Regresaron a casa cansados y con algunas cosas. Al doblar en una esquina, para llegar a su casa, un carro casi les atropella. Albafica alcanzo a jalar a pefko antes de que el chiquillo terminara bajo las ruedas del carro...o los cascos de los caballos. El coche no se detuvo y continúo como si nada, esto enfado al peli celeste que no tardo en gritarle todo una catedra de palabras y cortes de manos...Manigoldo era una mala influencia para él.
Cuando ingreso azoto la puerta con tal fuerza que asusto al cangrejo, el cual estaba ahí
-¿Qué sucede? ¿Por qué estas así?
-¡que sucede, sucede que un hij#$%****casi nos atropella, el muy %%$$##****......!
Manigoldo le veía con la boca abierta ¿dónde demonios aprendía a ser tan mal hablado? conteniendo la risa abrazo a su amigo intentando calmarle, Albafica temblaba de la furia.
-tranquilízate, estas bien y el enano está bien, ya paso, no te enojes tanto o te hará daño.
Manigoldo sobaba su espalda y Albafica respiraba buscando calmarse, se dejó mimar por un rato mientras el enojo se disipaba.
-ne,ne, Manigoldo mira, Albafica me compro estampitas con la imagen de los animales ¿quieres verlas?
El chiquillo separo a la pareja y arrastro al italiano hasta la mesa para presumir su nueva adquisición, Manigoldo bufo molesto pero lo siguió... aunque en el fondo lo agradecía.
Albafica respiro frustrado ¿Por qué tenía que interrumpirles? no ve que estaban a punto de. Avergonzado meneo la cabeza, sacudiendo esas ideas de su cabeza, se dirigió a la cocina para preparar la cena, esta tensión sexual lo estaba matando.
La cena transcurrió normal, el parlanchín de Pefko no dejaba de hablar del zoológico, Manigoldo le escuchaba aburrido, pero sin ganas de callarlo. Fue Albafica quien lo salvo.
-Pefko, ya es tarde, ve a bañarte y después a la cama.
-sí Albafica.
El chiquillo salió disparado al baño y los adultos procedieron a limpiar la mesa, Albafica veía de reojo a su compañero, curioso por lo que había hecho el día de hoy.
-y... ¿A dónde fuiste?
-mju...ah, fui a ver a un cliente, te lo dije, tenía que...arreglar unos asuntos, ya sabes....y ¿qué tal el zoológico?
Albafica le miro molesto, nuevamente evadía el tema. Enojado azoto una olla captando la mirada de su amigo.
-Albafica ¿qué te pasa, por qué...?
-¿Qué diablos sucede?
-¿eh? ¿De qué hablas?
-no te hagas el tonto...por... ¿Por qué ya no quieres que te acompañe a tus negocios? ¿No se supone que soy tu socio? ¿Por qué ya no me quieres contigo?
El peli celeste le veía enojado, apretando los puños. Manigoldo se había congelado sin saber que decir.
-tu...tú dijiste que estábamos juntos pero, me has hecho a un lado desde hace días, ¿Qué pasa? ¿Ya no quieres estar conmigo?
Sus ojos se cristalizaron mientras miraba a su compañero, esto lleno de ternura a Manigoldo que no tardo en abrazarlo.
-no digas tonterías Alba-chan, jamás te haría a un lado.
-¿entonces? ¿Por qué ya no me quieres a tu lado? ¿Por qué ya no me pides ayuda, o me haces transcribir algún informe?... ¿Qué está pasando?
Se quedó pensando unos segundos, deseaba decirle, pero aun no era el momento, pero tampoco podía dejarle con la incertidumbre, no quería otro accidente como el anterior. Acuno su rostro y le miró fijamente.
-escucha Alba-chan. Te amo, lo sabes, pero...lo que estoy haciendo es...complicado, mucho.
-entonces, déjame ayudarte, tal vez no entienda a la primera pero, me pondré a estudiar para ayudarte y...
-¡NO!
-pero
-No amore, es algo que tengo que hacer...solo. No quiero que te inmiscuyas porque es peligroso. Albafica, confía en mí, ya casi termino y cuando acabe...
-¿Qué tan peligroso es?
-¿eh?
-¿Qué tan peligroso es?... Manigoldo no quiero que nada malo te pase, tal vez deberías dejar esto y...
-no te preocupes...todo saldrá bien, lo prometo.
-pero...
El moreno le dio un casto beso y lo abrazo, obligándole a ocultar su cara en su cuello.
-confía en mí, todo saldrá bien Alba-chan.
-...está... bien...pero no te arriesgues mucho.
-No
Continuaron un buen rato abrazados, Manigoldo sobaba su espalda mientras Albafica se deleitaba con su aroma, era tan agradable sentir la compañía del otro. Pasaron unos minutos y Manigoldo empezó a reírse como loco.
-¿Qué es tan gracioso?
-¡Tú!... no dejo de imaginarte gritando a media calle y amenazando al del coche, debió ser épico, ja,ja,ja...
-¡cállate!
Albafica le soltó un ligero golpe y comenzó a reírse, de verdad Manigoldo era una mala influencia. Dejaron de reír y se miraron por un rato, Manigoldo no aguato más y beso a su compañero, el cual estaba por hacer esa acción. Albafica cerró los ojos y se dejó llevar, le encantaba el sabor de esos gruesos labios, no eran dulces, mas bien eran un poco amargos pero adictivos, que le transmitían confianza y calor. Soltó un suspiro cuando la lengua del moreno pidió permiso para entrar, no dudo en conceder el acceso, su cuerpo se estremeció cuando sus lenguas se encontraron, emocionado se aferró al cuello de su amante, seguro de que si no lo hacía terminaría en el piso en cuanto sus piernas fallaran.
Un hormigueo recorrió su cuerpo cuando las manos de Manigoldo se colaron bajo su camisa, los dedos acariciaban su espalda baja, formando pequeños círculos que mandaban descargas eléctricas a su cerebro, gimió bajito y pego más sus cuerpos.
Con delicadeza Manigoldo le giro de costado y comenzó a besar su cuello, su mano viajo al estómago donde se deleitó haciendo círculos, los cuales ascendían poco a poco, jugo un rato con su ombligo y comenzó a subir como serpiente, al llegar al pecho se desplazó con cuidado, sus dígitos caminaron cual insectos hasta apoderarse de ese pequeño botón rosa que empezaba a endurecerse. Rodeo la areola y con mucha ternura aprisiono el pezón.
-¡ah!
Albafica soltó un delicioso gemido que Manigoldo no tardo en callar con un beso.
Sus piernas le fallaron cuando el mayor comenzó a pellizcar y jugar con su botoncito, jamás había sentido esa sensación de placer como la que el italiano le estaba regalando, por primera vez en su vida comenzó a gemir por voluntad, apretó los parpados y dirigió su mano sobre la contraria, encima de la tela, suplicando que continuara con tan exquisito tratamiento. Manigoldo sonrió satisfecho, giro por completo a su compañero y comenzó a besar su cuello, desplazo su mano hasta la entrepierna del chico donde comenzó a masajear sobre la tela, podía percibir un aroma cítrico y la humedad que inundaba los pantalones del joven.
-¡ah, Manigoldo!
Albafica grito extasiado, el menor empezó a mover sus caderas, deseoso de despertar al monstro que habitaba en la entrepierna de su amante. Podía sentir como su ropa se empezaba a humedecer poco a poco, mordía sus labios mientras Manigoldo continuaba jugando con su pezón. La mano del mayor se dirigió al cinto, listo para liberarse de ese molesto pantalón, estaba por desabrocharle cuando... La puerta se abrió de golpe.
-¡Manigoldo! ¿Me ayudas a pegar las estampitas en mi álbum?
Pefko entro corriendo sin importarle nada, el chiquillo venia en pijama cargando un libro con forro de cuero. Los jóvenes se separaron en el acto. Manigoldo fue a su encuentro, evitando que se percatara del estado de su primo, cargo al niño y salió de ahí, mientras gritaba deseándole buenas noches a Albafica, que se encontraba de espalda completamente rojo.
En cuanto la puerta se cerró, Albafica término de rodillas en el piso, su respiración era rápida y su cuerpo estaba acalorado, también sentía un hormigueo en su parte íntima y estómago, empezó a hiperventilas buscando calmarse, cuando finalmente el corazón comenzó a latirle con normalidad y el burbujeo en su estómago seso...empezó a reírse. ¡Dios Mío! por poco y Pefko les descubre, Manigoldo estaba por desnudarle y él... ¡Dios! ¡Casi lo hacían en la cocina! Cuando la risa seso se levantó de golpe, con ánimos renovados. Estaba decidido ¡se acostaría con Manigoldo sin importar nada! Se entregaría al italiano por voluntad propia, sin amenazas o necesidad, solo por amor.
Pero si bien esta era la intención del peli celeste, el italiano tenía otros planes. Estaba eternamente agradecido con Pefko por interrumpirles, casi arruinaba el deseos de alba por... ¡Mierda! No, no, no, debía resistir, tenía que ser fuerte ante la tentación...pero le estaba costando uno y pedazo del otro.
Al día siguiente... ¡Todo volvió a cambiar! Manigoldo salía muy temprano y regresaba hasta entrada la noche, y al llegar... ¡no se separaba del pequeño!
Esto tenía muy frustrado a Albafica. El chico había intentado por todos los medios seducirle, ligeras caricias y roces indecentes, indirectas muy directas, en la cena, besos fugases, incluso se ofreció a tallarle la espalda, pero el mayor no cedía con nada ¿pues qué diablos paso ahora? si hasta hace un par de días estuvieron a punto de hacerlo. Pero él no se rendiría, Manigoldo seria suyo costara lo que costara.
Llego el domingo y el peli añil les sorprendió con un viaje, finalmente le cumpliría la promesa a Pefko de llevarle a montar. Para tal acción les compro un traje de Jockey que, sabia, les sería útil. Pefko se veía muy mono con su trajecito café, botas negras y un saquito negro. Muy parecido al de Manigoldo, solo que él se veía más varonil y sexi. Por desgracia cuando vio a Albafica, se dio cuenta que fue una mala elección.
El pantalón negro se pegaba a sus piernas, levantando ese rico y delicioso trasero que moría de ganas por tocar, la camisa blanca enmarcaba su delgada cintura, pero contrastaba perfectamente con su espalda y ni qué decir del maldito saco azul que completaba el conjunto. Para acabar Albafica se había recogido el cabello en una coleta, dejando al descubierto ese blanco y largo cuello de cisne...de verdad fue una mala idea.
-¡Siii! ¡Albafica, mira, mira, son caballos!
El chiquillo se encontraba trepado en la cerca, contemplando un par de ejemplares en color grisáceo que pastaban por ahí. Corría de un lado a otro, deseoso por aprender a montarles.
-este lugar es muy lindo, jamás imagine que existiera un campo tan grande en este lugar.
Albafica veía, igual de impresionado, sitio. Los hermosos ejemplares pastando, el enorme campo repleto de un pasto muy verde y corto, la pista donde los animales corrían, los jinetes y sus amigos, todo le parecía de un cuento de hadas.
A su espalda Manigoldo... ¡furioso! el mayor estaba que echaba chispas, una gran cantidad de mujeres...y hombres, mantenían la vista clavada en el peli celeste, comiéndoselo con los ojos, para colmo Albafica no dejaba de estirarse y dar una perfecta vista de su redondo trasero y su delicada cintura. Enojado, el mayor lo tomo del brazo y comenzó a arrastrarle a las caballerías.
-¡Enano, ven!
-¡sí!
Albafica sonrió internamente, estaba consciente de las miradas clavadas en su persona, por lo cual decidió usarlas para celar al mayor, parece que con suerte lograría su objetivo.
Llegaron hasta la caballería y una nueva ola de celo lo inundo, los jockey no dejaban de ver a su compañero.
-pero que bonito.
-mju, es hermoso.
Los primos corrieron a uno de los establos, en este se encontraba un hermoso caballo azabache, con un crin tan negro como la noche y una mancha rojiza en su amplia frente, sus ojos grandes de color marrón, cubiertos por unas alargadas pestañas, su cabeza chica pero bien definida, fosas nasales enormes con un aura cobriza rodeándoles, un cuerpo largo y curvo, con una cola en alto y un gran trasero...un ejemplar exquisito.
-mmm, es un Shagya, ¡Bellissimo!
-¿un Sha... que? pregunto confundido el peli celeste
-Es una raza de caballo árabe, excelentes corredores, muy resistentes y rápidos. Manigoldo se acercó hasta el animal y toco su hocico, el ejemplar se quedó estático, disfrutando la caricia, -es joven, pero de seguro será un gran campeón.
Albafica imito a su compañero, coloco la mano en la trompa del animal y empezó a acariciar, se sentía extraño, un divertido hormigueo producido por los bellitos que cubrían el cuerpo del caballo.
-de verdad es muy bonito ¿crees que pueda...?
-¡Manigoldo!
-¿eh?
Cuando el italiano se giró se encontró con dos brazos que le estrujaron con fuerza, unos delgados labios se posicionaron de los suyos, mientras un aroma a manzanilla lo inundaba.
-¡caro! ha pasado tanto tiempo, es bueno volver a verte ¿me has extrañado? por qué yo a ti si amore
La ira se apodero de Albafica. Apretó con fuerza los puños mientras chirriaban los dientes, mirando con infinito odio al rubio ese que abrazaba a su Manigoldo
-¡Rú...Ruse!
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Y se acabó.
Pobre Mani, como que a Albafica no le hizo mucha gracia que el cuervo abrazara a su cangrejo, je. Solo espero que sobreviva a las lecciones de equitación XD.
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