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Parte sin título 5


No, aun no entendía que diablos le pasaba con ese chico, es claro que sentía más que una atracción física pero ¿quién no? ¡Ese cabrón era una pieza de arte andando!

Llego a ese país con la intención de probar su mercado y saber que tan productivo era, gracias a su ingenio y don de palabra no tardo de hacerse con buenas inversiones y amasar una pequeña fortuna, tenía planeado regresar a Italia y partir a América, donde uno de sus socios y mejor amigo comenzaba una empresa y lo invitaba a ser parte de ella.

Antes de irse decidió divertirse un rato, si, pese a su pinta él anteponía los negocios al placer, por lo que al final de un trabajo se dirigió a un burdel. No era un lugar muy lujoso, pero tampoco de mala muerte, la verdad le parecía estúpido pagar una cantidad exuberante solo por coger; por favor, a la luz de la vela y desnudes, la clase importaba una mierda.

Tenía en la mira a dos jovencitas, bien dotadas, estaba por acercarse a ellas cuando algo llamo su atención... Un hermoso chico de piel clara y cabello celeste, con rasgos tan finos que parecía un ángel.

El joven no tardó en ser abordado por unos sujetos, si bien les sonreía de forma sensual, había algo...

Logro ver como el amo del lugar apareció para despachar a los individuos, regalándoles un par de insultos, parece que el joven era la gema de la corona. Se quedó conversando un rato con las señoritas, tocando un poco como cualquier cliente habitual, pero sus ojos estaban clavados en esa cortina purpura. Cuando el chico salió despidió a las jóvenes y se adentró en la oficina.

Basto con un simple saludo para que Minos le desagradara, había algo en su persona que ponía sus sentidos alerta y le causaba repulsión, pese a la mala impresión logro controlarse y llegar a un acuerdo con Minos, a la noche siguiente Albafica sería solo para él.

Esa noche estaba impaciente, algo raro, ver a Albafica frente a frente fue distinto, si bien era hermoso, algo en su mirada le ocasionaba tristeza.

Su sonrisa era falsa, como sus palabras, su cuerpo temblaba con un simple roce, pero sabía disimularlo, si, conocía su oficio y lo demostró con sus acciones, pero no por ello lo disfrutaba.

Fue algo tonto, absurdo la verdad, pero algo en su interior le detuvo, su conciencia le gritaba que estaba mal profanar ese cuerpo tan mancillado. No dejo de abofetearse mentalmente cuando desprecio semejante manjar, y también reírse por la expresión de Albafica al ser rechazado, pero no se arrepentía. No le dejo ir y la única idea que se le ocurrió para retenerlo fue la más absurda... ¡ponerle a trabajar! Pero al final valió la pena, el chico le regalo una sonrisa sincera y un gracias, dejándole más prendido de él.

Comenzó a pagar una cantidad considerable por un chico que bien pudo conocer en la calle, lo que se dijo nunca haría, pero valía la pena. No negaría que el inicio de su "relación" fue complicado, le pesaba la indiferencia y desconfianza con que el menor le veía, le costó mucho sacar un par de palabras gentiles, sin doblarle el brazo, pero con el paso de los días lograron llevarse bien.

No le sorprendió en absoluto que Albafica fuese tan inteligente, se le notaba a leguas, pero si se sorprendió al ver lo sentimental que podía ser, especialmente cuando se trataba de su primito, ese niño era su vida.

Sus planes de regresar al día siguiente se vieron pospuestos por un muy largo tiempo.

*****.....*****.....*****.....

Su noche perfecta se había ido al caño.

Él solo quería que Albafica se divirtiera un poco, que olvidara el estrés del trabajo y las preocupaciones que conlleva cuidar a un niño pequeño, solo deseaba que disfrutara como cualquier jovencito de su edad.

Le había costado mucho convencerlo, pero lo logro, si bien le mintió diciendo que era por trabajo, solo lo hacía porque le encantaba hacerlo rabiar. Le había comprado ropa elegante, digna para la ocasión, incluso se tomó el atrevimiento de trenzar su cabello, el cual era tan suave como lo imagino.

No negaría que al llegar su pecho se inflo de orgullo cuando todas las miradas se posaron en ellos, la gran mayoría clavadas en su compañero, las miradas lascivas y murmullos le parecieron divertidas, él llevaba a la pareja más hermosa en todo ese estúpido salón, incluso bromeó con Albafica respecto a esto...ganándose un golpe, siempre olvidaba que a Albafica no le gustaba que le dijeran hermoso.

Lo dejo bailando mientras se retiraba a cerrar algunos negocios, los cuales tardaron más de lo previsto. Al terminar regreso al salón, le busco con la mirada pero no lo encontró...parece que esas jovencitas lo habían raptado, je,je. Estaba por ir al bar cuando una delicada mano le tomó del brazo. Una jovencita le miraba embelesada, sonriente le invito a bailar, por desgracia no pudo declinar la oferta ya que era la hija de uno de sus socios. Fueron dos o tres piezas, no recordaba, pero ya quería irse y buscar a su amigo. Cuando la tonada termino la atrevida chiquilla se apresuró a besarle. Manigoldo alcanzo a reaccionar, acuno el rostro de la joven en sus brazos y le regalo un beso cerca de sus labios, pero sin tocarlos, estuvo a punto de soltar una carcajada por la cara de decepción de la chica, pero logro contenerse, haciendo uso de palabra logro disculpares con la joven sin ofenderla, ni a ella ni al celoso padre que miraba todo desde una esquina. Llevo a la damita con su padre y comenzó a buscar a Albafica, pero sin ningún resultado.

¿Dónde diablos se había metido?

Ya era la cuarta vez que Manigoldo revisaba el salón, buscando a su lindo acompañante, pero nada, ni rastros de Albafica ¿se habría ido con alguien?... ¡No! era imposible, él no le haría eso, estaba por ponerse a gritar como loco llamándole, que importaba si hacia el ridículo, mientras Albafica contestara.

Tomo una gran bocanada de aire, llenando sus pulmones para gritar más fuerte, pero antes de que el primer sonido brotara de estos escucho una risa, una risa que reconocía y le producía repulsión. Sus ojos se abrieron sorprendidos al ver a Minos ahí, el peli plata se encontraba charlando con el hijo de un noble, un muchacho conflictivo y de vida fácil...tal vez por ello tenía como a amigo a semejante patán.

Manigoldo se ocultó, no quería ver a ese sujeto, suficiente era tener que mandarle dinero todos los días para que no molestara a Alba-chan como para...Su corazón se detuvo unos instantes ¿y si Albafica le vio? qué tal que esos dos se encontraron ahí. Bajo las escaleras apresurado, de ahí directo a la salida, tomo un coche y se dirigió a la casa de su amigo, esperando encontrarle ahí...encontrarlo bien.

A medio camino sus ojos se encontraron con una escena muy desagradable que hizo hervir su sangre.

*****.....*****.....*****.....

¡Buaaaaa!

Pekfo lloraba a moco tendido, el chiquillo pataleaba intentando zafarse de esos gruesos dedos que lo aprisionaban.

-ja,ja,ja, se retuerce como gusano ¿Qué hacemos con él?

-según escuche, pagan muy bien por los niños en las minas, deberíamos venderle.

-eso suena bien

-¿qué tal con el carnicero? he visto que en ocasiones compra perros, estoy seguro que paga mejor por un niño gordito como este.

Pefko escuchaba horrorizado lo que esos sujetos tenían planeado para él, pataleo más fuerte pero ese sujeto no lo soltaba, desesperado le regalo una fuerte mordida a ese brazo velludo y grasoso.

-¡Aghh!

El hombre lo soltó y Pefko cayó de cara al piso, ganándose un chichón en la frente y que su nariz sangrara.

-¡Maldito escuincle!

El hombre pateo sus costillas, ocasionando que rodara cual pelotita, se agacho furioso listo para darle un escarmiento.

-¡déjalo imbécil!

Manigoldo llego corriendo, alcanzo a ver desde la ventana del coche como ese sujeto le pego al chiquillo y eso lo enfureció, le grito al cochero que se detuviese y bajo de golpe, ganándose uno que otro raspón. Sin dudar se les fue a los golpes, tiro al piso al hombre que golpeo a Pefko y comenzó a pegarle, tumbándole un par de dientes.

Los otros dos no tardaron en socorrer a su compañero, uno lo sujeto de la chaqueta y le jalo con fuerza, él otro intento golpearlo pero Manigoldo se vio más hábil, el italiano le regalo una patada en la boca del estómago ocasionando que perdiera el aire, con un giro se liberó del otro, mandándolo al piso y comenzando a patearle. El tercero no tardo en pararse, limpiando el hilo de sangre en su boca, furioso se arrojó contra Manigoldo estampándole en una pared, el italiano se quejó por el golpe pero no se rindió, le dio un codazo en la espalda y lo mando al suelo.

-¡maldito!

Furioso uno de los agresores saco una navaja; Manigoldo brincaba esquivando el filo, chocó contra una pared y el otro aprovecho para lastimarlo cortando su brazo, levanto la mano para asestar otro golpe pero el peli azul alcanzo a sujetarlo, giro su muñeca y lo despojo de su arma, continuo con la llave hasta tirarle en el suelo, donde le acomodo un rodillazo en la cara. No tardó en hacerse con la navaja y arrojarla a la pierna de uno de los bribones, el hombre aulló de dolor y cayó al piso.

-¡vamos, cabrones! ¿Quién sigue?

Los desafiaba con la mirada, manteniendo los puños en alto. Los hombres le miraron con odio, ayudaron a su amigo a levantarse y se marcharon tambaleando.

-¡ja, maricas!

Reviso su herida, no era profunda, una sonrisa adorno su rostro, hace mucho que no se divertía tanto.

¡Buaaaahhhh!

El llanto de Pefko le regreso a la realidad, el mocoso lloraba cual Magdalena, sobando su frente. Se acercó para revisarlo, solo una ligera contusión y por suerte no se rompió la nariz al caer, se sacó la chaqueta y lo cubrió del frio, ya que el mocoso estaba en pijama, le cargo y llevo hasta el carro, que por suerte no se marchó.

-andando.

El cochero le miro temeroso, pero acepto la orden.

Adentro Manigoldo no tardo en calmar al pequeño y cuestionarlo por estar a estas horas en la calle. El chiquillo le relato lo ocurrido con su primo, así como su torpe idea de salir a buscarlo para que le ayudara, y digo torpe porque según él iba a buscarle al hotel...hotel que estaba al otro lado de la ciudad...en sentido contrario.

Cuando llegaron le arrojo el dinero al cochero e ingreso a la casa cual rayo, olvidando los modales, que casi nunca usaba, se olvidó de tocar y abrió la puerta con una patada encontrando una escena que volcó su estómago.

*****.....*****.....*****.....

-Estúpido, en qué demonios estabas pensando, mira nada mas como te dejaste los brazos, mierda, Pefko, trae un par de toallas y una camisa...la más grande que encuentres.

-sí.

El chico salió corriendo. Manigoldo cargo a Albafica y le llevo hasta su habitación, estaba muy frio.

-aquí están.

Seco el cabello del joven, mientras lo envolvía con otra toalla. Pefko desapareció y reapareció con una pomada, después se retiró a preparar un poco de té en lo que Manigoldo curaba a su primo.

Deslizo con cuidado la pomada en esos delicados brazos, el ungüento se esparcía cubriendo los raspones y calmando el ardor. Albafica le miraba con los ojos somnolientos, se sentía muy cansado. El italiano no tardo en cubrirle con el camisón, tenía que calentarlo o podría sufrir hipotermia Lo acomodo en la cama, aún tenía que atender sus piernas.

Levanto un poco el camisón que cubría a su compañero, limpio con cuidado la sangre en las piernas de este, no quería lastimarlo más de lo debido pero tenía que retirar los restos para aplicar la pomada. Los ojos de Albafica le seguían, el tacto era suave y cálido...tierno, pero Manigoldo siempre lo tacaba así, sin un deje de malicia o lujaría, sin una pizca de...deseo.

Aparto la mano de un golpe y bajo el camisón, no quería que Manigoldo le viera así, que tocara su piel...su sangre, no deseaba que sus manos se mancharan con alguien como él.

Pero esto solo lastimo al italiano, él solo quería ayudarlo, curarle...protegerlo. Por desgracia Albafica no la ponía tan fácil...y Manigoldo no era alguien con mucha paciencia.

-¿qué diablos te pasa?

-vete...

-¿eh?

-vete, hablo más fuerte, quiero que te marches...

-po... ¿por qué?

-Por qué no soportó tenerte aquí, no me gusta.-le grito empujándolo- largo

Las palabras dolieron, pero no se rindió.

-no, voy a cura tus heridas y me largo cuando estés mejor, amenazo mirando serio al chico.

-¡No! ¡Lárgate!

Albafica empezó a empujarlo para que se marchara, pero Manigoldo no se lo permitió, tumbo al chico en la cama y se sentó arriba de él evitando que se parara.

-¡diablos, cálmate! te estas lastimando más.

-¡no déjame!

-maldición Alba-chan, que diablos te pasa ¿Por qué estás tan enojado conmigo? ¿Qué hice?

El chico continuaba llorando mientras intentaba zafarse.

-¿Qué diablos te pasa?

-por qué... ¡¿por qué tenías que besarla?!

Logro liberar una mano y le asesto una bofetada a su compañero, que quedo en shock, reuniendo fuerza lo arrojo de la cama para después sentarse y abrasarse a sí mismo. Manigoldo le veía desde el suelo, limpiando su mejilla. Las lágrimas continuaban rodando, se sentía tan mal y estúpido, armaba una escena de celos por una persona que ni siquiera era su pareja, pero no podía evitarlo, Manigoldo le gustaba...mucho, por eso el pensar en lo que Minos le dijo le hacía llorar, para Manigoldo el solo era un amigo...no, una mascota, algo que solo podía presumir y ya. Nunca se fijaría en una persona como él, no existiría nunca un lazo más allá del compañerismo y se lo había demostrado esta noche, al ver como besaba a esa jovencita.

Los ojos del italiano no lo podían creer, parpadeo unos segundos mientras obligaba a su cerebro a recordar...pero no encontraba nada, no beso a ninguna chica frente a su amigo, la verdad con la única que estuvo fue con la niña que le obligo a bailar y... ¡ahh! Una sonrisa adorno su rostro, ahora entendía, se encamino donde su amigo, el cual estaba sentado en la cama abrazándose a sí mismo, y lo obligo a levantar el rostro.

-no, deja...

Pero el menor no logro protestar, Manigoldo acuno su rostro y beso su mejilla, muy cerca de sus labios... tal cual lo había hecho con la jovencita.

El rubor cubrió las mejillas de Albafica, un hormigueo recorrió su espalda y le obligo a sujetarse de la camisa de su compañero, cerró los ojos y apretó con fuerza la prenda. Cuando la caricia termino Manigoldo se sentó frente a él, sin soltar su cara.

-no la bese, jamás toque sus labios... ¡lo juro! No sé bien que es lo que viste, o creíste ver, pero no la bese, ella lo intento pero yo no tenía ganas e hice lo que acabas de ver. El italiano termino juntando sus frentes. La piel de Albafica se erizo tras sentir su calor, su corazón latía con fuerza, mientras su nariz se llenaba con ese aroma a madera que le volvía loco.- Albafica, a la única persona que quiero besar es a ti, los únicos labios que deseo probar son los tuyos...no lo olvides.

Ahora si se desmayaba, no podía creer lo que estaba escuchando.Las manos de Manigoldo se deslizaron a su cadera y le atrajeron en un abrazo protector, el chico se aferró a su cuello, ocultando su cara en esta, se sentía tan feliz.

-ya traje el té.

El niño se quedó parado en la entrada, confundido, algo le decía que no debía interrumpir pero...

-dame eso mocoso. Manigoldo le hizo la seña para que se acercara, acomodo nuevamente a Albafica en la cama y le ofreció la bebida.- ¡Tómatelo! aun estas helado, tienes que calentarte o te enfermaras.

Alba obedeció, avergonzado se tomó el té mientras su compañero le cubría con una sábana de la cintura para arriba.

-Enano ve a cambiarte y regresas

-¿eh?...Sí.

Cuando el niño salió retomo su labor de limpiar las piernas de su compañero.

-de...déjalo, yo puedo hacerlo.

-No, estas lastimado de las manos y no debes agitarte...yo lo hare.

La habitación quedo sumida en un silencio incomodo, al final fue el mayor quien lo rompió.

-¿Qué fue lo que paso? no creo que estés así solo por el beso... ¿verdad?

El chico desvió la mirada, apenado, Manigoldo termino de vendar su pierna derecha y comenzó a trabajar en la izquierda, aplico la pomada despacio, de arriba abajo, una suave caricia que sofocaba el ardor e irritación en el menor. Detuvo su labor por unos segundos y giro a ver a su compañero.

-¿es por Minos? ¿Te encontraste con él en la fiesta, verdad?

Mordió su labio y afirmo, Manigoldo quería saber lo ocurrido, pero justo en ese momento entro Pefko.

-ya vine

Termino de vendar la pierna y acomodo a Albafica en la cama, tomo al chiquillo y le aplico un poco de pomada en la cara, tenía la nariz ligeramente hinchada, después le acostó junto a su primo.

-¿Qué te paso?

Albafica recién se percató del golpe, se giró en un costado y comenzó a revisar al pequeño.

-una ligera herida de guerra, verdad enano, no te preocupes, no está rota, pero mañana se pondrá morada eso ni dudarlo.

-¿Qué? pero como es que...

Sus ojos se clavaron en su compañero, él también estaba herido, tenía una serie de raspones y...

-Manigoldo tu... ¿Qué fue lo que les ocurrió?

-es que fui a buscarlo para que te ayudara, pero me perdí y unos hombres me atraparon, me querían vender con el carnicero y...

-basta enano, ya mañana le cuentas, por ahora duérmanse

Los cubrió con una frazada y reviso la temperatura, su cuerpo ya no se encontraba tan frio y sus labios habían perdido ese horrible color azul.

-que el enano se quede contigo para calentarte, mañana hablamos sobre lo que sucedió, de acuerdo.

-mju.

Le veía angustiado, estaba tan sumido en su pena que ni siquiera se dio cuenta del estado en que sus compañeros se encontraban.

-me quedare en la habitación del enano, si no te molesta, mañana hablamos.

-está bien.

Beso su frente y apago la luz, Albafica le vio partir, quería pedirle que se quedara pero no era un buen momento. Dio un brinquito cuando el pequeño le abrazo con fuerza.

-me asustaste mucho...no sabía qué hacer.

El corazón se le partió al oír los lloriqueos de su primito, por lo que le abrazo con fuerza intentando calmarlo.

-lo siento...lo siento mucho Pefko.

No se despertaron hasta pasado el mediodía, un dolor de garganta, ardor en brazos y piernas fue el resultado de su exfoliación profunda. Mientras almorzaban Pefko le contaba lo ocurrido. Albafica casi se infarta al oír la aventura de su primito, gracias a Dios Manigoldo había aparecido y le rescato, delo contrario no sabría qué hacer. Apenado se disculpó con el par por todas las molestias que ocasiono, los chicos aceptaron su disculpa y le obligaron a prometer que no volvería a hacer otra tontería como esa. Al atardecer, mientras Pefko tomaba una siesta, Manigoldo y Albafica hablaron, el menor le relato su encuentro con Minos...y todo lo que este le dijo.

-¡pero eres idiota!, como le crees semejante estupidez, sabes que ese sujeto es una víbora, lo único que quiere es dañar, no debiste caer en sus provocaciones.

-lo sé, yo...

-por esa tontería casi matan a Pefko...y tu resultaste herido.

-¡lo siento!

-Maldita sea Albafica, eres muy listo, como te dejaste engañar

Pero el peli celeste no respondía nada, mantenía la mirada gacha reprimiendo el llanto. Ante esta imagen las facciones del italiano se relajaron, tomo a Albafica y lo sentó en sus piernas, como si fuese un niño pequeño.

-maldición...demonios Albafica, como puedes creer esa tontería...tú no eres ninguna mascota u objeto, eres mi amigo...mi mejor amigo...y mi socio. Nervioso lo tomo de la cintura e hizo que se sentara a horcadas en sus piernas, junto sus frentes y le obligo a verle.- Miento, no solo eres mi amigo y socio tu...tú te convertiste en lo más importante para mi Albafica, eres la persona más importante en mi vida...te quiero...demonios Albafica, es que no te das cuenta de que me tienes a tu merced, de cuanto te deseo , como puedes dudar de mis sentimientos por ti ¿Cómo puedes creer lo que ese imbécil dice?

Albafica le miraba con los ojos como platos, no podía creer lo que escuchaba.

Con un poco de pena Manigoldo comenzó a besarlo, Albafica se sorprendió por esta acción, por lo que tardo unos segundos en responder, al final el chico cerro los ojos y se abrazó a su cuello. Que gracioso, había besado tantas bocas y esta era la primera vez que sentía mariposas en su estómago, un hormigueo recorría su labios y se esparcía por toda su cara, gracias a dios se encontraba sentado sobre su compañero de lo contrario podía jura que sus piernas le fallarían. Fue un beso casto y lleno de amor, que le hizo sentir especial, único.

-para la próxima pescadito, habla primero conmigo, no vuelvas a hacer tal imprudencia, entendido.

-si...lo prometo

No dijo nada más, se aferró a su cuello y dejo que Manigoldo acariciara su espalda.

Tenía que decirlo, ya no podía guardarlo por más tiempo, no ahora que sabía tenía una oportunidad con su compañero; se aferró con más fuerza, tomo un poco de aire y finalmente pronuncio lo que su corazón guardaba.

-Manigoldo... ¡te quiero, te quiero muchísimo, me gustas mucho Manigoldo!...yo... ¡yo te amo!

Albafica sonrió mientras una liga lagrima escurría por su mejilla, finalmente lo haba dicho....y se sentía tan feliz por ello. Se estremeció al sentir como su compañero le pegaba más a su cuerpo y comenzaba a sobar su espalda.

-yo también te amo Albafica, te amo mucho.

Los ojos azules se clavaron en el horizonte, continuo acariciando el cabello de Albafica mientras su mente se ponía a trabajar. Era el momento de ponerle un alto a Minos, por un momento creyó que ese sujeto se alejaría de Albafica mientras le diese dinero, pero parece que no era así, ese maldito disfrutaba torturando al peli celeste...mmm, tenía que detenerlo, no dejaría que dañase a su amor.

*****.....*****.....*****.....*****.....

je,je, finalmente un acercamiento directo...ya era hora no?

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