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Parte sin título 3


Advertencia. Como ya saben es un fic yaoi y este capítulo contiene un poco de lime, el cual espero les guste.

Los personajes son propiedad de Masami Kurumada y Shiori Teshirogi, yo solo los uso en un rato de aburrimiento.

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Capítulo 3

El rechinido de la cama inundaba la habitación, acompañado por una serie de gemidos y jadeos. Clavo las uñas en la amplia espalda del moreno, dejando una serie de rasguños como prueba de posesión. Soltó un grito cuando unos colmillos se incrustaron en su clavícula, en venganza por lo anterior, pero no dudo en enredar sus dedos en esa cabellera añil e incitarle a seguir.

Con un giro el mayor le coloco arriba, Albafica sonrió complacido, posiciono sus pequeñas manos en el amplio pectoral del italiano y comenzó a cabalgar.

Era extraño, pero nunca en su vida había disfrutado del sexo... hasta hoy, por primera vez se sentía bien, completo, le encantaba ver como sus cuerpos encajaban a la perfección, como si estuviesen diseñados para ello; el extraño burbujeo en su estómago, el hormigueo en su piel cuando era rozada por la contraria, el calor que inundaba todo cuerpo y explotaba en sus mejillas cada que su compañero le miraba, simplemente era... ¡perfecto!

-Ma-Manigoldo

Estiro su palma llamándole, el mayor no se hizo de rogar y acudió, abrazo su cintura y junto sus labios. Era algo estúpido, pero ese simple beso le parecía lo más sublime y delicioso que había probado, y miren que había probado muchos labios.

-¡ah! ¡Más, por favor!

-claro amore.

De verdad ese hombre le volvía loco, escuchar esa voz tan varonil acompañada con ese rico acento italiano le erizaba toda la columna. Apretó con fuerza la sabana bajo él, estaba por llegar, lo sentía, cerró los ojos con fuerza y dejo que los labios gritaran el nombre de su amante.

-¡MANIGOLDOO!

-....

-....

Un estrepitoso portazo le trajo al a realidad; asustado se sentó de golpe, intentando calmar su frenético corazón.

-Albafica ¿estás bien? ¿Por qué gritaste?

Con un rápido movimiento coloco la almohada en su regazo, evitando que Pefko se diera cuenta de la situación.

-estas muy rojo ¿tienes fiebre?

El chico se trepo en la cama y toco la frente de su primo, preocupado por su salud.

-s...sí, estoy bien, fue solo...una...pesadilla...je,je...

Sonrió nervioso y aparto la mano del menor. Pefko le veía preocupado.

-¿otra vez? últimamente sueñas muy feo todas las noches.

-ah... ¿sí?

-sí, siempre te despiertas gritando ¡MANIGOLDO!, el niño le imito extendiendo sus bracitos al aire, -tu jefe debe ser muy aterrador ¿verdad?

La vergüenza invadió su ser, era verdad, últimamente soñaba mucho con su "aterrador" jefe, solo que en distintas posiciones y situaciones.

-bu-bueno, porque no te cambias y salimos a dar una vuelta, -hablo intentando cambiar el tema- podemos ir a comprar pastelitos si quieres ¿Qué dices?

-¡SÍ!

Grito feliz, bajo de golpe y hecho a correr a su habitación, dejando tras de sí a un agitado Albafica. Cuando Pefko se marchó Albafica volvió a respirar, con pena retiro la almohada, avergonzado mordió su labio y se dirigió al baño, tenía que deshacerse de un serio problema y darse una larga ducha fría, cerró la puerta maldiciendo al causante de su situación.

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-este lugar es muy bonito ¿verdad?

El chiquillo miraba emocionado todas las tiendas, nunca en su vida había estado en esa parte de la ciudad.

Era un día muy bello, el sol iluminaba las calles empedradas y bañaba las tiendas con sus colores dorados. La gente caminaba despacio, portando unas grandes sonrisas, algunas damas se reunían en las bancas, ubicadas en las aceras, para charlar y presumir sus compras, enfundadas en extravagantes vestidos y adornadas con ridículos sombreros, de acuerdo a Albafica.

El invierno ya estaba cerca y el mayor decidió que era momento de mejorar el guardarropa, ya que la mayoría de esta estaba en mal estado y no deseaba que su primo se resfriara por no estar bien abrigado, por lo general siempre acudía a los botaderos en las afueras del puerto, donde los mercaderes ofrecían los productos a precios accesibles, claro que mucha de la mercancía contaba con rasgaduras y otros defectos, o adornadas por extrañas manchas carmín y agujeros muy sospechosos. El chico tenía que madrugar si quería encontrar algo que no hubiese tenido más de tres dueños o se encontrara completo. Porque cuando se trata de ofertas...ni la persona más bella se libra de uno que otro golpe por parte de otro cliente que desea quedarse con el producto.

Pero este año era diferente, este año contaba con un "pequeño" extra en su cochinito, por lo que decidió que no estaría mal despilfarrar un poquito, pero que se aseguraría de comprar la ropa ligeramente grande para que durara.

-¡whoaaaa! ¡Albafica mira, mira, UN TRENECITO!

Pefko había pegado la cara a uno de los vitrales de la juguetería, el niño veía embelesado una pequeña locomotora roja. La maquinita cruzaba una montaña en miniatura, arrastrando dos diminutos vagones y soltando cada veinte segundos un par de aritos de humo.

-¡Mira, mira, un osito!

Al lado, en una pequeña pista de madera, un oso bailaba en sus patas traseras golpeando un tamborcito, adornado por un moño rojo y un gorrito en punta.

-¡qué bonito!

Pero no solo Pefko quedo embelesado, Albafica no tardo en acuclillarse a su lado y contemplar los juguetes.

Hermosas muñecas de porcelana, vestidas cual princesitas, con brillantes ojos azules y una larga melena llena de bucles. Animales de peluche adornados con moños y vestiditos; cochecitos de madera pintados a mano y pulcramente detallados; guerreros de plomo armados hasta los dientes y formados en hileras.

Ninguno de los dos había visto tantos juguetes en su vida, por lo que estaban maravillados.

-mira allá, parece un barco

El dedito de pefko señalaba una esquina, ahí se apreciaba un enorme galón de madera color caoba, con tres grandes mástiles y unas velas muy percudidas, fantasmales, en sus costados se abrían ocho ventanillas delas cuales asomaban pequeños cañones, adornando el barco la imagen de una hermosa sirena, tallada en una extraña madera blanca.

-¡qué bonito! ¿Qué barco es?

-mm, no lo sé, pero por el color tal vez es un barco pirata.

-¿de verdad?

-puede ser.

-pues yo lo dudo, no se le ve ninguna calavera en la bandera, hablo una voz más gruesa a su lado, - ni el esqueleto con el reloj de arena de Barba Negra, el cráneo con espadas de Calicó Jack, o la calavera con los huesos de England.

-¿Quiénes son esos?

-piratas Alba-chan, piratas.

-valla, no lo...

Albafica abrió los ojos como plato y se giró a ver a la persona a su lado.

-¿Ma-Manigoldo?

-¡hola Alba-chan!

El italiano le saludo con una de sus típicas sonrisas antes de morder un pastelillo. Albafica le miraba asombrado, Pefko asustado, ese era el temible jefe que le ocasionaba pesadillas a su primo.

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No lo admitiría, ni con tortura, pero se había sentido decepcionado al día siguiente, cuando Manigoldo despertó con resaca y olvido lo dicho la noche anterior. Albafica esperaba ilusionado que repitiera aquellas palabras que lo habían ilusionado, pero lo único que salió de los labios del italiano fue una disculpa por haber regresado tan tarde y un gracias por dejarle dormir en la cama...nada más.

Cabe decir que Albafica se fue molesto y tardo tres días en regresar, Manigoldo no le reclamo e increíblemente Minos no lo llamo para cumplir con su trabajo.

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-¡carajo pendejo, apúrate!

-ya...pug...voy... uf, pesa.

-¡Manigoldo, no insultes a mi primo!

-uy que delicado, ya ni el idiota se queja.

-¡Manigoldo!

Caminaban por la calle, directo a las tiendas de ropa, el pequeño venia tras ellos...arrastrando una caja muy grande, dentro de esta el mítico Holandés Errante...en miniatura y como el artesano creyó que lucía.

-¡No, esa subida es muy grande!

El pobre Pefko miraba asustado la calle, su vista viajaba de la caja a la calle y de esta a Manigoldo, que le veía burlón.

-ni te quejes animal, tu dijiste que querías el barco no, así que aguántate y llévalo tú.

-pero está muy alto...y la caja pesa, ayúdame a cargarla.

-No.

-¡buaaaaa! no es justo.

-no te pongas a llorar animal, o te juro que se la regaló al primer mocoso que vea.

-¡No, mi barco no!

La gente que pasaba al lado veía con desconfianza a la extraña familia, algunos apuraban el paso intentando no acercarse. Era una pinta muy divertida; un sujeto alto y bien perecido...pero con pinta de mafioso, zarandeaba a un niño castaño de su camisa, el pequeño lloraba y se aferraba a una caja de madera mientras le gritaba que no lo hiciera, al lado de estos dos un joven muy apuesto, que parecía haber sido pintado por Da Vinci o esculpido por Miguel Ángel... pero loco, le gritaba al mayor e intentaba arrebatarle al pequeño, pero el italiano le retenía con una sola mano en la cara y lo mantenía alejado mientras continuaba regañando al chiquillo.

-¡que dejes de insultar a mi primo!

-que no lo insulto, son apodos cariñosos.

-¡buaaa! ¡No regales mi barco!

-deja de llorar engendro o...auch, ¿por qué carajo me pateas Alba-chan?

-Albafica dile a Manigoldo que lleve la caja.

Al final Albafica termino jalándole las orejas a los dos, a uno por escandaloso y el otro por aprovechado, tras reprenderles les obligo a caminar a las tiendas de ropa en silencio. Por si se lo preguntan Manigoldo termino cargando la caja...y a Pefko.

-no inventes Alba-chan, parece tonto.

-¡cállate! se ve muy bien así.

- no tiene tres años, parece retrasado.

-retrasado estas tu animal, aparte a Pefko le gusta ¿verdad?

-em...si...bueno...esque...

-lo vez, ni al mocoso le gusta, trae acá. Oye tú, enséñame ropa de niño, no de bebe.

Para fortuna de Pefko Manigoldo le rescato de ese traje de marinerito, no se veía mal, incluso se veía mono...pero... ¡no era un bebe!

-see, esto está mejor.

El italiano sonrió complacido, Pefko se veía bien en ese pantalón de pana café, con su camisa blanca y un saco negro que llegaba más abajo de sus muslos.

-vez, ahora sí parece un niño y no un payaso de circo.

Su compañero le fulmino con la mirada, no quería admitir que se veía bien, estaba consiente que Pefko no era un bebe pero, aún no quería aceptar que estaba creciendo.

-ten, pruébate esto, yo me encargo de la ropa del escuincle.

El menor recibió el abrigo que Manigoldo le ofreció, la verdad se lo arrojo a la cara, dudo unos segundos antes de ingresar en un probador...no, no tenia de que preocuparse, el italiano era grosero y vulgar, pero no dañaría a su primo, tomo la prenda y se fue a cambiar.

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-mmm...sabes, no pareces ser tan malo, yo creí que eras una mala persona pero no ¡eres muy gracioso!

Pefko le miraba divertido, mientras intentaba atar los cordones de unas botas que Manigoldo había pedido para él.

-haber mocoso yo lo hago, si te dejo nunca salimos de aquí. Se hinco y comenzó a amarrar sus agujetas,- y ¿Por qué crees que era malo eh?

-bueno...es que mi primo siempre tiene pesadillas contigo y...pensé que eras una mala persona y lo asustabas mucho.

Los ojos azules miraron sorprendido al chiquillo...eso le dolió, Albafica tenía pesadillas con él ¿Por qué? no recordaba haberle tratado mal.

-Así que... ¿Alba-chan tiene pesadillas conmigo? Su voz sonaba opaca.

-Sí, siempre se despierta gritando ¡Manigoldo! exclamo levantando sus bracitos, -yo creo que deben ser sueños muy feos, porque siempre esta rojo y sudando, aseguro el pequeño cruzando sus brazos llevando una de sus manos al mentón.- tal vez en su sueño lo correteas, porque siempre está jadeando.

La cara de Manigoldo era digna de una postal.

-¿ja-jadea?

-sí, así mira, ahh, ahh (sacando su lengua)

-oye, también me llevo esta, le hablo a un trabajador- haber mocoso, háblame un poquito de las pesadillas de Albafica, cargo al niño y le miro divertido.

-pues hoy en la mañana le oí gritar y...

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-le queda muy bien joven.

El dueño dela tienda le sonreía alegre, lo guio hasta un espejo y acomodo con cuidado su cabello para que no estorbara. No se veía mal...a quién diablos engañaba ¡él se veía bien con lo que se pusiera! Era un abrigo negro que se ajustaba perfectamente a su cuerpo pero sin presionar, con borreguita dentro, perfecto para el invierno.

-combinara perfecto con el traje que su amigo le escogió y...oh, tonto, perdone lo olvide, en un momento selo traigo.

-¿eh?

Pero el dueño no le dio tiempo a preguntar, se marchó a paso veloz internándose en ese mundo de ropa. Albafica le vio confundido ¿qué traje? la verdad no pensaba gastar tanto, solo la ropa de Pefko y un abrigo cálido para él. Lo mejor sería buscar a Pefko, pagar la ropa y salir de ahí antes de que desearan venderle muchas cosas. Giro la vista y busco a sus compañeros, no tardo en encontrarlos.

Manigoldo estaba unos metros adelante charlando con Pefko; el niño era cargado por Manigoldo, y le susurraba algo al oído, posiblemente una broma porque Manigoldo parecía estar aguantando la carcajada.

-así que... ¿siempre se despierta gritando mi nombre?

-sí y muy asustado, siempre que despierta se coloca la almohada entre las piernas y la abraza con fuerza.

-¡pjum!... ah, sí.

-sí, pobrecito Albafica incluso tienen pesadillas cuando se baña.

-¡Nooo! a ver cuenta.

Pefko no tardó en hacer casita en su oído y comenzar a hablar.

El peli celeste arqueo la ceja confundido, bueno, almenos parecía que se llevaban bien, esto lo alegro, tenía tiempo que deseaba presentar a esos dos.

-aquí tiene joven.

El dueño había regresado con un traje azul marino que le extendió; suspiro desganado, bueno un traje no le caería mal.

Pero salieron con varias bolsas y la caja donde venía el barco, todo, cortesía del italiano pese a las constantes quejas de Albafica, tomaron un coche y se marcharon a la casa de los menores.

Desgraciadamente ninguno de ellos noto como una mirada ámbar se clavaba en su persona, Minos simplemente no creía lo que acababa de ver.

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Lavar, picar, cocinar. Albafica se movía de un lado a otro de su cocina, podía escuchar a los "niños" jugar en la sala con su precioso barquito, termino y fue a llamarlos.

-así no bestia, debes jalar la cadena para bajar la tabla.

-ah, perdón, ¿así está bien?

-si animal.

Suspiro fastidiado, no importa cuánto regañara a Manigoldo, este no dejaba de ser grosero con su primo, si fuese otro ya lo habría sacado a patadas, pero él...

-ríndete pirata.

Pefko se abalanzó contra el mayor trepando a su espalda, el niño reía divertido mientras Manigoldo se zangoloteaba intentando tirarle e insultándole en el proceso. Albafica comenzó a reírse por la escena, pero no se preocupó, si de verdad Manigoldo se lo quisiera quitar de encima ya lo habría hecho, pero lo dejaba jugar, incluso le sujetaba con una mano para que no cayera.

-mmm, esto esta delicioso Alba-chan, no sabía que cocinabas tan bien, mmm, de saber te contrato también como cocinero.

-ya ca-callate y come.

El mayor solo sonrió y continuo comiendo, mientras el pobre Albafica se sonrojaba hasta las orejas. Pasó todo el día con ellos y se retiró a Media noche.

-hoy no hay trabajo, así que descansa y te veo mañana.

-está bien, te veo mañana.

-nos vemos estúpido grumete, despeinando su cabello.

-hasta mañana capitán Manigoldo.

-Manigoldo que no lo...

Pero el italiano no lo dejo terminar, le dio un rápido beso en la frente y se fue corriendo antes de ser reprendido.

Albafica se había quedado en blanco, reacciono cuando Pefko lo jalo y metió a la casa.

-Albafica ya vamos a dormir, se quejó el chiquillo frotando sus ojos.

Su primo accedió lo cargo y llevo a su cama.

-sabes (bostezo) el capitán Manigoldo es muy agradable, que bueno que trabajas con él (bostezo)

-¿capitán Manigoldo?

-sí, jmp, él es el capitán de nuestro barco y yo soy el grumete (bostezo) prometió que cuando sea grande me llevara en un barco de verdad y cruzaremos todo el mar.

-ha sí.

-si (mega bostezo) vamos a visitar muchos países y...mmm...comeremos muchos pastelitos y...

-je, suena bien, les molesta si los acompaño.

-Albafica también vendrá...porque él es el Matelot del capitán....zzzzz...

-¿matelot?

Pero Pefko ya no respondió, se había quedado profundamente dormido. Albafica termino de arroparlo y se fue a su habitación, posiblemente era una palabra italiana para designar a su secretario o algo así, ya mañana le preguntaría, por ahora solo quería descansar y si tenía suerte sufrir otra de sus adoradas pesadillas.

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Gracias a los que han leído hasta aquí.


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