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Parte sin título 2


Hola, les traigo este segundo capítulo espero les guste.

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Capitulo dos

AHORA

-ya deja de comer en la cama, vas a llenar todo de migajas.

Manigoldo comenzó a reír, mordiendo con más fuerza el pan tostado, le encantaba hacer rabiar al menor. El chico bufo molesto, enojado se levantó del escritorio y camino hasta su compañero, arrebatándole el pan de la boca.

-¡oye!

-deja de holgazanear y ponte a trabajar, aun tienes cuentas que hacer.

El italiano se levantó haciendo un puchero, desanimado se encamino al enorme escritorio...no sin antes robarle el pan a su compañero.

-¡Manigoldo!

-aún tengo hambre, se queja con llanto fingido.

Albafica suspira derrotado y se sienta a su lado su...cliente, se comporta como un niño.

Sus ojos se clavaron en la figura del italiano, gravándose cada gesto y movimiento, le encantaba ver como Manigoldo siempre mordía su labio inferior con el colmillo izquierdo cada que una cuenta no le salía, el arrugar de su nariz cuando algo le molestaba o la sonrisa sincera cuando algo le agradaba o salía bien.

Esto era extraño...pero agradable. Llevaban viéndose mes y medio y en todo ese tiempo...no habían intimado... en ninguna ocasión. Esto le desconcertó al principio, pero, con el paso de los días...le agrado.

-¿pasa algo?

-¿eh?

Los ojos del italiano no tardaron en clavarse en su persona, apenado se giró y continuo con su trabajo, negándose cualquier distracción.

Manigoldo sonrió divertido, el chico se veía adorable con ese leve sonrojo en sus mejillas, sus orbes azules comenzaron a escanear al menor, de verdad parecía un ángel, con esa piel tan clara, sus largas pestañas, su pequeña y afilada naricita y esos delgados labios que...No...avergonzado se giró, moviendo la cabeza de un lado a otro...tenía que terminar los asuntos en este país y marcharse cuanto antes...o terminaría haciendo alguna tontería.

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HACE UN MES Y MEDIO

De verdad era una habitación muy lujosa, con grandes ventanales, cortinas de seda rojas, muebles exuberantes y una alfombra persa... ¡por Dios, toda su casa entraba en el baño!

-¿quieres comer algo?

-no mi señor, estoy bien, gracias.

-entonces adelante, ponte cómodo.

Albafica sonrió de forma sensual, despacio se encamino hasta la cama, invitándole a su cliente a seguirle. Manigoldo no se hizo de rogar, se sentó a su lado esperando los movimientos del menor.

Con sensualidad comenzó a retirar una a una de sus prendas, bajo la atenta mirada del peli azul. Su cuerpo quedo descubierto en menos de un minuto, dejando al aire su lechosa piel y esos pequeños, pero bien marcados, músculos.

-¡valla! tienes un cuerpo de ensueño.

-gracias mi señor.

Albafica se sentó a horcadas en sus piernas y comenzó a retirar su saco.

-aunque...tienes varias marcas, susurro mientras le delineaba la espalda.

El menor mordió levemente su labio, irritado. Era un hombrezuelo ¿Qué esperaba? es normal ese tipo de marcas en su profesión.

-entonces, porque no deja marcas en mí, estoy seguro que serán las mejores, susurro mordiendo el lóbulo de su oreja.

-mmm...si...es una buena idea.

De un movimiento Manigoldo lo giro y le dejo bajo él. El menor soltó un ligero y fingido gemido, cosa que no pasó desapercibido para el mayor, abrió sus piernas para darle todo el acceso a su cliente, Manigoldo no desaprovechó la oportunidad, se acomodó mejor mientras comenzaba a besar el blanco cuello.

-de verdad muero de ganas de metértela hasta el fondo y escucharte gemir, ah, pero...

-¿pero qué? pregunto el peli celeste mientras frotaba su vientre contra el de su compañero.

-ah...pero....yo... (Suspiro)... ¡Tengo mucho trabajo! por lo que tendremos que posponer la cita ¡lo siento!

-¡¿QUÉ?!

El italiano se levantó de golpe y se acomodó la ropa.

-¿estas bromeando?

-nop, de verdad tengo mucho trabajo.

Albafica se levantó como resorte, mirándolo molesto.

-¿entonces por qué me mandaste a traer?

Manigoldo comenzó a reírse, tomo a Albafica del brazo y le levanto de forma brusca, pegándole a su cuerpo.

-la verdad bonito, te traje porque necesito tu ayuda...pero para otra cosa.

Sin una pizca de delicadeza lo jalo y sentó frente a un escritorio.

-¿sabes escribir, verdad?

Los ojos celestes se abrieron sorprendidos, mirando a su anfitrión.

-¿Qué pasa? ¿No sabes?

-¡claro que sí! reclamo enojado.

-Uy, menos mal, pensé que me había equivocado contigo. Veras, de acuerdo con el idiota de mi primo nuestros inversionistas se quejan de que no pueden leer bien mis informes y que en ocasiones por ello no saben qué medidas tomar y bla, bla, bla. La verdad no sé de qué se queja Shion, si él tiene las mismas patas de araña que yo-suspiro- en fin. Lo que haremos será lo siguiente, ¡tú redactaras los informes por mí! estoy seguro de que tienes una letra hermosa.

-¿me quieres de secretaria?, cuestiono indignado.

-em...sí

Albafica le fulmino con la mirada, eso era indignante. El chico se levantó molesto, dispuesto a irse. Por desgracia Manigoldo no le dejo, lo tomo de los hombros y lo sentó de golpe, sacándole un ligero quejido.

-a donde crees que vas preciosura, pague por ti y te guste o no vas a ayudarme, a menos que, ¿no quieres que te acuse con tu jefe, verdad? estoy seguro que se enfadara si le exijo un reembolso porque tu no cumpliste con tu trabajo.

El menor apretó los puños furioso...Ok, Minos le ordeno obedecer en todo hacía que. Tomo una hoja y el tintero, esperando a que Manigoldo hablase.

El italiano sonrió satisfecho, comenzó a redactar caminando de un lado a otro, no se había equivocado, Albafica tenía una letra hermosa. Pasado un rato una gabardina negra cubrió la desnudes del menor, el chico le miro sorprendido.

-no queremos que te enfermes ¿cierto?

El peli celeste agradeció y continúo con su labor. Viendo el lado positivo su cuerpo descansaría por un día...y de verdad le hacía falta.

Terminaron a las dos de la mañana por lo que se quedó a dormir ahí, en esa amplia y suave cama, mientras Manigoldo ocupaba el sofá. Al día siguiente desayuno una rica barra de homellet y recibió una excelente propina por su trabajo. Un tipo extraño su cliente.

Enorme fue su sorpresa cuando al anochecer Minos le felicito por su trabajo y lo envió de nuevo con el conde, el cual estaba muy satisfecho con su desempeño.

A partir de ese momento se convirtió en el secretario particular del italiano.

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-¡que rico está el pastelito! Albafica ¿podemos comprar más?

El mayor acepto iluminando el rostro de su primito, desde que comenzó a trabajar con Manigoldo las cosas habían mejorado, ganaba más con las propinas de este que con lo que el idiota de Minos le daba.

A medio día decidieron salir a dar un paseo, un pequeño día de campo. La última vez que lo hicieron Pefko tenía dos años y Albafica tomaba ambas manos para ayudarle a caminar. En ese entonces su vida era sencilla, pero hermosa. Vivía con su padre Lugonis, su tío Luco y su primo, su mamá había muerto en un accidente el invierno pasado y su tía en el parto del menor, solo se encontraban los varones de la familia Derceto*, sus padres eran unos excelentes botánicos, médicos boticarios que ofrecían sus servicios a un bajo costo, cosa que agradecía la gente marginada de la ciudad; hasta sus 14 todo era felicidad.

Desgraciadamente, ese otoño, un incendio se desato en uno de los hospitales de la ciudad, el más pobre y viejo, ahí donde su padre y tío trabajaban como voluntarios. Albafica perdió a casi toda su familia ese día. El chico quedo a cargo de un pequeño de 5 años, se vio obligado a renunciar a sus estudios y comenzó a trabajar; por desgracia la economía de su país sufrió una enorme perdida y el pequeño no lograba conservar ningún empleo. Para ese entonces la suerte parecía seguir en su contra, el pequeño Pefko enfermo, desesperado por conseguir las medicinas se alquilaba por cualquier trabajo...fue ahí donde Minos le encontró.

Albafica siempre fue hermoso, desde pequeño, en su adolescencia sus facciones se afilaron, su rostro angelical y cuerpo de niño eran una clara tentación para varias personas, tentación que Minos supo aprovechar. El peli plata engatuso al más joven, pago los gastos de Pefko y con ello se hizo de la eterna gratitud de Albafica, por desgracia esta deuda le salió muy cara.

Antes de darse cuenta el chico se vio involucrado en el bajo mundo de la prostitución, Minos comenzó a explotarle, vendiendo le a un precio muy elevado; aun recordaba cómo había perdido su inocencia, fue subastado cual ganado, ofrecido a un grupo de comerciantes que contó con el "honor" de profanarlo. Llevaba cinco años en ese infierno, infierno del cual jamás creyó que saldría...hasta ahora.

-¿Hoy también trabajaras hasta tarde?

-sí, tengo que revisar informes y pasar unas libretas.

-ah, ese despacho donde trabajas es raro, no entiendo porque trabajas de noche...pero es mejor que la fábrica, ya no te quejas de los dolores de espalda.

El mayor rio nervioso, hace un mes le había contado a su primito sobre su nuevo trabajo como secretario en una empresa, el tema salió a relucir cuando el menor informo de su deseo de conocer la fábrica donde laboraba su primo...negándose a creer los rumores que oía en el pueblo.

-mmm, lo que sucede es que mi jefe se encarga de cerrar los tratos por la mañana, ya en la noche yo los transcribo.

-y... ¿por qué no lo acompañas a esas reuniones? podrías redactar mientras realiza el trato ¿no? así descansarías en la noche.

Albafica suspiro...triste, la verdad le encantaría acompañar a Manigoldo, ver como se desenvuelve en su medio ambiente, conocer a las personas en su entorno, eso le ayudaría a conocer mejor al italiano y...también reduciría su trabajo, porque Manigoldo de verdad escribía con las patas.

-bueno Pefko, a mi jefe le gusta resolver sus negocios solo, aparte, mis mañanas son exclusivamente para ti.

El chiquillo sonrió feliz le encantaba que su primo se preocupara por él.

-ojala algún día pueda conocer tu despacho.

.... ¡Mierda!...

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-mmm, los precios de la seda aumentan, en especial la de color purpura, teñirla es muy caro.

El italiano tamborileaba sus dedos en la silla, mirando los documentos frente a él, pensando si exportar o no. Albafica le veía desde su escritorio, el chico detuvo su labor al oír a su compañero, Manigoldo tenía una fuerte inversión en ese codiciado producto japonés.

-¡Maldición!.... ¿llego alguna noticia del imbécil de Kardia?

-¿eh?...no...no hay noticias del señor Antares.

Manigoldo comenzó a reír, ¿Señor Antares? ja, Kardia tenía de señor lo mismo que él...ósea nada, los dos parecían más unos rufianes, comerciantes malvivientes, que los importantes empresarios que eran.

-mm, de acuerdo, en su última carta dijo que encontró un nuevo tiente en América, que nos ahorraría una gran suma de dinero...uf...bueno, espero una semana más antes de hacer algún movimiento, el bicho jamás falla, pero el correo sí.

Se estiro un poco, en ocasiones el trabajo era muy estresante.

-¿terminaste?

-mmm, no, aun me faltan tres hojas.

-bueno...voy al bar ¿vienes?

-prefiero terminar ¿si no te importa?

-ja,ja, como desees, el italiano tomo su abrigo y se encamino a la salida,- no te vayas hasta que regreses, se despidió guiñándole un ojo.

El rubor cubrió sus mejillas, soltó un suspiro cuando la puerta se cerró, en ocasiones Manigoldo era tan... Negó con la cabeza y continuo su labor, lo mejor no pensar en ello.

Cuando termino guardo las cosas y se tumbó en la cama, aún era temprano, podía ir a casa caminando pero, Manigoldo le pidió esperar. Sus ojos se desviaron al librero, leería un rato en lo que el mayor regresaba. Pero ese rato se convirtió en horas, la verdad ni cuenta se dio cuando se quedó dormido; las velas se habían extinguido, todo estaba en penumbras, se estiro y logro prender el candil de la mesa de noche, su vista se dirigió al sillón pero ni rastros de Manigoldo.

-debe estar en el bar.

Decidió ir por él. Bajo las escaleras con calma, ese lugar era muy agradable, los pasillos silencioso, decorados con exquisitas pinturas y un agradable olor a lavanda, sin gemidos, gritos o maldiciones brotando de las puertas, todo lo contrario a la casa de citas de Minos. Llego al living y el empleado le saludo muy respetuoso, rio en su interior si supiese a lo que se dedicaba ni siquiera lo dejaría entrar.

-Disculpe señor Derceto esta carta le llego a su socio pero como es tarde no quise molestar.

-mm, gracias, yo se lo daré.

Tomo el sobre y se dirigió a ala norte. La música inundaba el pasillo, acompañada de unas risas y pésimos cantos. El enorme salón estaba casi vacío, solo un pequeño grupo se hallaba en la barra, la estridente carcajada de Manigoldo capto su atención, el italiano bebía junto a otros dos hombres. Los vasos de cristal resonaron en la madera, seguido por un ligero ¡ahhhhh! el barman no tardo en llenar las copas y los espectadores les incitaban a beber.

Albafica soltó un suspiro cansado, le costaría trabajo llevar a su jefe.

Uno de los competidores se desplomo del banco, ocasionando la risa colectiva. Decidido a ganar Manigoldo tomo la botella y comenzó a beberla de jalón, su oponente quiso imitarle, pero a medio camino se atraganto.

-pero que delicados me salieron, se mofo el italiano mientras estiraba su mano a otra botella.

Antes de tomar el recipiente una blanca mano se posó sobre la suya.

-creo que ya bebiste suficiente.

-¿albafica?..., que hay.

La mirada de reproche no pasó inadvertida para el mayor, el cual decidió seguir divirtiéndose y tentar a su suerte. Abrazo con fuerza a Albafica, restregándose en su pecho cual gatito.

-Albita no te enojes conmigo, solo me divertía un poco.

El rubor cubrió las pálidas mejillas, acompañado de un burbujeo en su estómago. A su espalda las risas y algunas exclamaciones de ternura, por parte de las tres mujeres que se encontraba ahí, lo pusieron más nervioso.

-de...déjate de estupideces y va...vámonos, logro hablar tragándose la vergüenza.

Con trabajo consiguió ponerlo de pie y caminar hasta la puerta.

-no me voy ¡mi vieja me lleva!...por cierto, esos dos idiotas pagan.

-¡ya cállate!

La risa de los alegres espectadores inundo el salón, seguido por os gritos de "pisado" y "mandilón"

Les costó trabajo subir las escaleras, ya que Manigoldo se había enroscado en su cuerpo y no cooperaba mucho.

-cómo puedes ponerte a beber como un vil marinero ¡eres un conde! por dios compórtate como tal.

El peli celeste le reprendía mientras lo acostaba en la cama, temeroso de que se resbalara del sillón y terminara con la cara incrustada en la madera.

-pero albita, hic, solo jugaba, hic, no te enojes, hic, hic, hic.

-pues no me hagas enojar, pude irme a casa temprano sabes.

-ya alba, te juro que nuestro futuro doctorcito puede cuidarse solo.

El peli celeste rio con ternura, le había contado tanto al italiano sobre su vida, que ya hasta conocía los sueños futuros de Pefko. Le saco las botas y desato su corbata, estaba por retirarse al sillón cuando la mano del moreno le jalo y lo tumbo en la cama, cayendo en el amplio pecho.

-Ma...Manigoldo... ¿Qué...haces?

Un ligero roce en sus labios le desarmo, el italiano le había regalado un casto beso.

-quiero dormir contigo.

Manigoldo le abrazo con fuerza, pero también ternura, hundiendo su cabeza en la melena celeste.

-hueles muy rico Albafica...como la primavera...a rosas...creo que me gustas...

Por primera vez en su vida el olor a alcohol no le fue desagradable, sobre todo si se mezclaba con ese cálido aliento y ese exquisito acento italiano. Era consiente que en esos momentos su rostro podía rivalizar con los tomates, pero no le importaba. Apretó con fuerza la camisa del italiano, mientras e acomodaba mejor en sus brazos, escucho un ligero ronquido y sonrió enternecido.

-tú también me gustas.

Susurro a la obscuridad, mientras el sueño le obligaba a cerrar poco a poco sus ojos.

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Y se acabó, si llegaron hasta aquí se los agradezco.

les deseo una buena tarde y nos leemos después.

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