Capítulo 12.
12.
Noah se estaba acercando hacia nosotros muy molesto.
¡Rayos! ¿Qué hago ahora?
Me puse de pie enseguida, era lo mejor que podía hacer.
—¿Que estabas haciendo Lexi? ¿Que hacías con Daniel? ¿Porque no estas en clases? —preguntó Noah en cuanto estuvo delante de nosotros.
Iba a responder, pero...
—¿Porque la interrogas? No eres su novio — Dijo Daniel
Noah lo miró y luego tomo mi mano para llevarme a otro lado. Pero en eso, Daniel agarró mi otro brazo.
«¡¿Qué esta haciendo?!»
¿Esto es real, o solo estoy soñando?
Los dos me estaban agarrando y esta situación se volvía más incomoda con cada segundo que pasaba.
Lo miré y dije:
—Daniel, por favor suéltame... —él lo hizo y me fuí con Noah.
Estaba muy confundida, tenía muchas preguntas...
Cuando llegamos al otro patio al fin pudimos hablar.
—¿Qué paso? Deberías estar en clases— me dijo Noah con un tono más relajado.
—Bueno esque nos echaron de la sala.
—¿Porque? —me preguntó.
—Por una tontería, no te preocupes ya lo arreglaré —dije intentando sonreír.
—Lo siento Lexi, no debí hablarte así, pero es que Daniel ha hecho cosas que tú no sabes; no quiero que él te haga lo mismo.
«Es su mejor amigo ¿como puede hablar asi de él?»
—Esta bien — fue lo único que dije.
—No quiero que nadie te haga daño Lexi. Sabes que te quiero mucho.
—Sí, lo sé.
—Okey —me dio un beso en la mejilla —nos vemos el lunes
—Hasta el lunes —dije un poco sonrojada y él se fue.
¿Porque todo era tan confuso con Noah?
Todavía nuestra relación era incierta... desconocía lo que éramos.
A veces me trataba como su novia y otras como su amiga, ya empezaba a preocuparme sobre esta situación, no quería salir lastimada de todo esto.
...
Luego de un rato fui a sentarme a unas gradas cerca de la sala de gastronomía, estaba un poco incómoda con la idea de volver a hablar con Daniel.
Pasaron tantas cosas en solo minutos, eso fue muy raro.
Cuando Noah apareció, Daniel lucía molesto.
¿Porqué Daniel estaría molesto?
Y cuando le pedí que me soltara, no puedo describir su mirada.
¿Tristeza?, ¿confusión? o ¿enojo?... tal vez ¿celos?
Aunque esa sería imposible.
En cuanto todos terminaron su examen se fueron, ya teníamos que entrar de nuevo.
—Crei que se habían ido — dijo la maestra al vernos entrar
—Usted dijo que limpiaramos —hablo Daniel
—Tienes razón Daniel, entonces empiezen. Tienen media hora antes de que me vaya.
—Esta bien profesora
Daniel se encargo de limpiar el mesón y el horno; yo, de barrer y trapear.
Cuando ya terminamos de limpiar todo la maestra nos dijo:
—Chicos, les daré una oportunidad más, darán su evaluación de nuevo en un mes. Tienen tiempo para arreglar sus diferencias, son compañeros no deben pelear así otra vez.
—Esta bien profesora, gracias –dijimos Daniel y yo al mismo tiempo.
Agarré mi mochila y salí del colegio, quería irme rápido a mi casa. No me sentía bien por lo que paso en la clase y también con Noah.
—Oye pulga, espera —escuche eso y trate de caminar más rápido, pero igual Daniel me alcanzo
—¿porque escapas? —Dijo Daniel caminando junto a mí —¿qué te dijo Noah?
—Nada
—¿ah, sí? No lo creo. Pensé que Noah no era celoso
—y no lo es
—¿y que fue toda esa escenita?
—No quiero hablar de eso. Además tú también estabas involucrado, con quien-sabe que intención. —dije molesta
—Como quieras — respondió restándole importancia
Después de caminar por unos minutos llegamos a nuestras casa. Estaba por entrar a la mía, pero él me detuvo.
—Lo siento si te cause problemas
Cuando lo dijo, lo hizo de una manera tan tierna.
Pensándolo bien, no quería que se sintiera mal por una tontería que estoy segura no volvería a pasar.
—Acepto tus disculpas. — él sonrió — Adiós Daniel
—Hasta mañana pulga
Entre a casa y no había nadie, así que subí al cuarto de Anna a ver si había llegado. Cuando entre estaba ella sentada en su escritorio.
—¿Porque llegaste tan tarde? —fue lo primero que me preguntó, apuntandome con un lápiz.
—Hola para ti también
—Responde mi pregunta — dijo seria.
—Me castigaron — ella me miro sorprendida y luego empezó a reír
—¿tú? ¿Castigada? ¿Y que hiciste? — hablo entre risas
—Esque hubo un pequeño accidente en la sala...
—¿No me digas que quemaste la cocina? -—dijo sarcástica
—¡No! ¿Como crees?
—Eres capaz, aceptalo —dijo con una sonrisa, suspiré y también sonreí.
Así paso la tarde, hasta la hora de cenar. Mi mamá ya había llegado, así que estábamos comiendo las tres juntas.
—Hija —dijo dirigiéndose a mí — Tayler y Verónica quieren llevarte a un seminario, ellos dijeron que tu sabias de qué.
Pensé un momento y no recordaba que era lo que teníamos que hacer.
Y de pronto ya recordé, la clase que daría su amigo para medicina. El día de su cumpleaños me dijo que me llevaría a ver ese instituto.
—Ya me acordé, ¿puedo ir mamá?
—¿que es lo que harán? No quiero que suceda lo de la otra vez...
—No pasará nada mamá, solo iremos a ver un instituto, para la universidad.
—Esta bien, pero solo porque confio en Tayler
—gracias mamá
— Y mantenme informada para que no me preocupe — asentí con una sonrisa.
No sé porque, en ese momento, sentí la necesidad de preguntar, pero...
—¿Y sabes si irá Daniel?
—No me dijo eso...
—Esta bien
—Entonces, ¿no iras a la reunión que hará papá? —me pregunto Anna
—Amm no, no lo creo. De todas maneras estaba pensando alguna excusa para no ir.
No sé si estaba mal esto, pero creo que ya era momento de que yo le cancelara un fin de semana. No puedo negarlo, seguía doliendome todo lo que paso con él y no sabía si en algún momento olvidaría todo.
...
Ya era de mañana, Tayler había dicho que a las ocho de la mañana estuviera lista y ya casi era hora, y acababa de despertar.
No eres buena levantándote
Lo sé, lo sé.
Corrí rápido a cambiarme de ropa y a alistar mi mochila.
Luego fui abajo a tomar mi desayuno rápido.
—¿Te despertaste tarde de nuevo?— Me pregunto mi mamá
—Amm sí, pero ya me voy — dije con la boca llena.
—Que te vaya bien, no olvides mantenerme informada.
—okey mamá
—Bueno ya me voy a mi trabajo, adiós hija
Me dio un beso en la frente y se fue.
Yo termine de comer y salí. Ya estaba ahí Tayler, Verónica y Daniel, por alguna razón sonreí mientras me acercaba.
—Hola Daniel — saludé.
Aunque él no me saludo, solo me miró y entro a su casa, eso era raro.
Saludé a Verónica y Tayler, me metí al carro y empeze a escuchar su conversación.
—¿Daniel no quería venir? — dijo Verónica.
—Si, pero no sé que paso, solo dijo que se sentía mal y prefería estar en casa — respondió Tayler.
—¿Es algo grave? — Pregunté de repente, me sonroje, porque era raro que me preocupara por él.
—No, tranquila. Solo debe tener una cita con alguien
—Claro...
Tayler me miro con una una sonrisa, se notaba que le di ternura.
—¿Estas emocionada? — me preguntó
—La verdad estoy nerviosa — respondí
—No tienes que estarlo
Pero ¿como no lo estaría? Para empezar otra etapa en mi vida necesitaba entrar a la universidad, no quería que nadie se decepcionara de mí.
Recuerdo que cuando tenía quince años averigüe muchas carreras, me dio la curiosidad de que iba a hacer de mi vida y la verdad nada llamo mi atención, recuerdo que lloré mucho...
¿Qué es lo que tenia que hacer?
Bueno en ese momento solamente deje de pensarlo, pero ahora que estoy a un paso de salir del colegio tenía que pensar que haré.
***
No sabía exactamente donde estaba, pero si sabía que nunca antes había visto el mar.
Era una costa muy preciosa.
—Bienvenida Lexi, este es uno de los lugares más hermosos de la ciudad —me dijo Verónica
—Nunca había estado aquí...
—Me lo imagine, no te preocupes, muchas personas han no han estado aquí
—Lo llaman "el secreto que todos conocen" —dijo Tayler
–¿Y porque lo llaman así? —pregunté
—Porque todos conocen este lugar, pero nadie lo dice, porque aquí vienen a ocultarse de la realidad
Eso sonaba hermoso, ecapar de la realidad que a veces era tan dura .
Caminamos hasta llegar a una plaza, entramos a un edificio de color azul que estaba alrededor, en el piso tres entramos a un aula que estaba muy llena.
—Aquí te dejamos, que te vaya bien hermosa, volveremos cuando termine la clase —me dijo Verónica
—Gracias, hasta luego... —Y ellos se fueron.
No puedo calcular el nivel de nervios que sentía en ese momento; era algo nuevo, como entrar en otro planeta. Las personas de aquí se veían un poco mayores que yo y no conocía a nadie, pero tampoco me sentía no bienvenida.
Al final todos éramos iguales, queríamos entrar a una universidad, queríamos un futuro.
Fui a sentarme donde pude, luego de un rato entro un chico y el aula se quedó en silencio.
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