El destino es misterioso, te lleva por caminos insólitos llenos de aventura y maravillas, o por caminos de tristeza y desesperación, con él nunca se sabe. Lo único que sí sé con respecto a él, es que no está escrito en oro, así que depende de nosotros si dejarnos llevar por sus suaves melodías o escribir un nuevo camino.

En mi caso, gracias a cierta chica, decidí escribir mi propio destino, y aunque muchas veces sí me dejo llevar por él, siguiendo las luces mágicas que puede dejar en mi camino, también trato de ser rebelde y saber que aunque el destino es parte de nosotros como nosotros de él, podemos cambiarlo a nuestro favor o en nuestra contra, todo depende de nuestras acciones y lo que definamos como nuestro destino.

Pero ¿te doy una advertencia? Cuidado con tus acciones, ya que como dije antes ellas pueden alterar el destino, y no sólo tú destino, sino el de alguien más como consecuencia de un acto vano o puro. Mostrando así el hecho de que el destino está entretejido como una tela, entrelazando nuestro destino con el de muchos otros. Es así como el orgullo de un príncipe cambió el destino de su reino, pereciendo ante la guerra, el caos y la ruina.

Aunque esto no nos debe de asustar, porque hay una solución, la cual es decidir y actuar con el corazón, sin pensar un solo momento en dejarse llevar por el orgullo. Y si alguna vez eso sucede, no te preocupes, todos caemos, la cuestión es volverse a levantar para enmendar nuestro error, remendar el vínculo.

Porque por muchos que digan que nunca seremos dueños de nuestro destino, eso seguirá siendo erróneo. Ya que el destino vive dentro de nosotros, solo hay que ser valiente para verlo.

-Dedicado a Mérida de Dunbroch