Chào các bạn! Vì nhiều lý do từ nay Truyen2U chính thức đổi tên là Truyen247.Pro. Mong các bạn tiếp tục ủng hộ truy cập tên miền mới này nhé! Mãi yêu... ♥

Capítulo 33: Una despedida

Finalmente, Violet logró relajarse y disfrutar lo que estaba sucediendo a su alrededor. Ya no estaba apretándome tanto y reía cuando aceleraba la moto. Le mostré un poco de la ciudad, los lugares en los que hacíamos carreras clandestinas y también los sitios más lujosos en los que probablemente se codeaba Cayden. El tiempo se me pasó muy rápido con las preguntas de Violet acerca de todo lo que veíamos.

Hasta que, al atardecer, llegamos a un sitio.

Serendipia.

Inevitablemente mis músculos se tensaron cuando doblé por aquella esquina y me metí al callejón vacío. Todo seguía igual, parecía que nadie conocía muy bien ese lugar porque no se preocupaban de arreglar los agujeros de la calle o los faroles fúnebres que intentaban iluminar, pero que en realidad solo daban la sensación de película de suspenso.

Bajé la velocidad lentamente justo en el sitio en donde ella me esperaba todas las noches.

Se me apretó la garganta.

Apoyé mis pies en el cemento y Violet me imitó.

—¿Qué ocurre?

—Te presento... Serendipia.

El silencio que vino a continuación me lo esperé, la verdad.

Se bajó de la moto, se quitó el casco y se quedó mirando el largo callejón que había por delante. Observó el parque de atrás, la solera en la que nos sentábamos y respiró hondo.

—¿Estás bien? —me preguntó.

Me encogí de hombros, no sabía cómo darle una respuesta verdadera. Dejé la motocicleta estacionada, saqué un cigarro de mi bolsillo y lo encendí.

—No sabía que te referías a un callejón.

—"Hallazgo afortunado e inesperado que se produce cuando se está buscando una cosa distinta." —caminé lentamente hasta la solera y me senté.

Tuve que respirar hondo cuando vi las marcas de cigarro en el cemento.

Cuando pensé que Violet se quedaría quieta esperando que nos fuéramos, me equivoqué. Se giró hacia mí y me imitó sentándose a mi lado.

—Debe ser muy duro perder a alguien a quien amaste tanto —dijo luego de unos minutos en que nos habíamos mantenido en completo silencio.

No sabía cómo explicar en realidad cuán duro podía llegar a ser perder lo único que te mantenía cuerdo y con ganas de vivir.

No sabía cómo expresar el dolor irracional, ni como justo en ese momento los recuerdos estaban atacándome.

—No lo puedo comparar con nada todavía —confesé.

—Nunca podrás compararlo con nada. Y está bien así.

La observé en silencio y me sorprendió el contraste que Violet tenía en ese lugar. Me sorprendió su cabello platino, sus ojos verdes, su ropa colorida. Estaba seguro de que antes ya me había percatado del contraste que tenía Violet con todos los sitios que existían, pero ahora me apretó el pecho notarlo. No pude evitar sonreírle.

—¿Qué? —sonrió levemente al mirarme.

—Nada.

—Me estás mirando raro —continuó sonriente.

—Es que eres un bicho bonito.

—¿Por qué decidiste que ahora soy un bicho?

Me encogí de hombros.

—Supongo que es porque eres pequeña y de aspecto aterrador.

—¿Aterrador?

—Sí.

Ella frunció el ceño.

—¿Por qué?

—Tienes toda la pinta de romperle el corazón a una persona. Aterrador.

—Jamás podría romperle el corazón a nadie —desvió su mirada hasta la punta de sus zapatillas, sus mejillas se tiñeron de rojo. Sonreí.

—Es aterrador ver a una chica tan linda, Violet. Sabes que te romperá el corazón o será el amor de tu vida, los dos extremos, no hay grises.

Levantó su mirada y me observó, se relamió los labios y solo negó con su cabeza con una sonrisa asomada en sus labios.

—Creo que nadie había inventado algo tan ingenioso para solo decirme que soy bonita.

—Acostúmbrate —le di una calada al cigarro y ella solo me observó sonriente.

El silencio volvió a posarse entre nosotros unos segundos después. Violet estaba mirando sus zapatillas mientras yo detallaba todo el callejón de extremo a extremo.

—Cuando estábamos en el departamento vi una fotografía de Paige y... Bianca... en el pasillo —me contó de pronto. —Se veían felices.

—Eran buenas amigas.

—Lo noté. Todos la querían mucho —su voz fue genuina, pero me apretó la garganta oírla decir algo así. Apreté el encendedor con mi mano.

—Pocos la querían en realidad. Merecía mucho más.

Sus ojos verdes hicieron contacto con los míos.

—¿Qué dices? Estás tú, Paige, de seguro sus padres...

—Sus padres —reí, cansado. —Bianca no era una chica que todos querían, especialmente sus amigos. Y sus padres estaban divorciados, nunca se hicieron realmente cargo de ella.

—¿Y la conociste aquí?

—Si. Se escapaba de casa en las madrugadas.

—¿Para verte?

—Verme fue una coincidencia que se transformó en rutina. Se escapaba de casa mucho antes de conocerme.

—¿Sabes por qué?

—Claro que lo sé —contesté y ella guardó silencio esperando que continuara, pero no lo hice. No sabía cómo comenzar a contarle algo así, menos cuando había detalles que jamás terminaría de decirle porque realmente la única que podía entender esos detalles era Bianca.

Violet miró la punta de sus zapatillas y noté por su expresión que estaba recordando algo, luego respiró hondo y comenzó a hablar.

—Recuerdo que "escapar" era en lo único que podía pensar cuando mi exnovio tenía episodios violentos, cuando me dejó en esa habitación completamente a oscuras. Escapar... nunca lograré darle un sentido positivo a esa palabra.

Las palabras se atoraron en mi garganta.

—Ella escapaba de casa. Su padrastro era... es, en realidad, un hijo de puta.

Ella pestañeó mirándome y de inmediato lo entendió.

—Nunca entenderé el terror que tuvo por años —bajé la voz.

—¿Años?

Asentí.

—¿Dónde está él?

—En prisión. Espero que pudriéndose.

—Damián...

La miré una vez más. Sus ojos brillantes me observaban con atención.

—¿Sí?

—Cuando leí la carta que le hiciste a Bianca... —aclaró su garganta. —Mencionaste una bala, ¿Ella se... se sucid...

—No —la interrumpí, sin dejar de mirarla.

El nudo estaba posado en mi garganta, me ardía, me hacía daño. Sentía que en cualquier momento iba a dejar de respirar e iba a desmayarme justo en el callejón en que ella y yo nos habíamos conocido.

Además de la única vez que tuve que declarar en el juicio contra Vincent Hayden, nunca le había contado a nadie cómo había sido ni como se había sentido lo que ocurrió con Bianca afuera de la comisaría. No había sido capaz de abrir la boca ni siquiera con la psicóloga para explicarle lo aterrado que me había sentido antes de perder la conciencia. Nunca le expliqué a nadie todas las pesadillas que tenía con ese día.

Y ahora tenía a Violet frente a mí, mirándome con esos hermosos ojos verdes brillantes, invitándome a contarle algo que me revolvía las entrañas y me exponía en todos los aspectos de mi vida. Tenía a Violet frente a mí sujetando mi mano y calmándome, diciéndome solo con sus ojos que todo iba a estar bien luego, que no quedaría sin respiración y que no pasaría nada si yo me atrevía a expresar lo que sentí ese día.

—Bianca... ella ese día le contó a Evan, mi padre, todo lo que Vincent le estuvo haciendo por años... —hablé. El peso de mis hombros se hizo cada vez más pesado, empujándome hacia abajo, pero me mantuve firme. —Mi padre era el encargado de la investigación y estábamos ayudándola. Bianca no estaba segura de querer hablar, nunca lo estuvo, pero su madre se embarazó de Vincent y eso desató un infierno en ella...

» Salimos de la comisaría ese día, yo con una sensación de alivio al ver que quizá por fin iba a haber justicia para ella. Luego todo fue muy rápido, la observé sonriente, pero sus ojos azules me miraron aterrados y no entendí muy bien hasta que se quedó delante de mí, me abrazó... y "Gracias" me dijo... y yo sentí una punzada tan fuerte en mi interior que de inmediato entendí que algo andaba mal. Aun puedo oírla... ¿sabes? "Eres lo mejor que me ha pasado. En toda mi vida." Me abrazó tan fuerte que sentí de pronto que todos los huesos se me quebraban, no le respondí porque el aire se había ido de mis pulmones y cuando alcé la vista mientras la tenía entre los brazos, lo vi.

Los ojos de Violet se quedaron en mí, los tenía envueltos en lágrimas.

—Lo conocía. Lo había visto en varias ocasiones antes y supe enseguida lo que iba a ocurrir, pero no me dio tiempo de nada, solo disparó... a quemarropa. Luego de varios meses descubrí que no había quedado inconsciente de inmediato, todavía puedo sentir el dolor inhumano en mi pecho por la herida que tenía y el peso del cuerpo de Bianca sobre el mío, protegiéndome. Protegiéndome de un destino que era mío, no de ella.

» En pesadillas puedo oler la sangre chocando con el cemento, oigo a personas gritando alrededor, la ambulancia llegando, siento la desesperación de no poder hablar, de no poder moverme, de no poder despertar a Bianca y decirle que... no lo sé... decirle que estaba a salvo conmigo. Y en otros sueños más amables, soy capaz de decirle que esas últimas palabras que me entregó fueron todo lo que necesité escuchar, siempre.

Los dedos delgados de Violet me acariciaron la mano que tenía sobre el cemento. Estaba helada.

—Cuando la vi encima de esa camilla fría un cúmulo de emociones se posó en mi cuerpo. Rabia, frustración, desesperación. Mi tristeza rápidamente se convirtió en un odio ciego, quise asesinarlo... muchas veces, pero esa vez estaba decidido. Y nunca lo hice porque no me lo permitieron, pero lo hubiese hecho y tal vez ahora estaría en prisión, pero me valía una mierda.

» Quiero que sepas, Violet, que caminé por mucho tiempo en la oscuridad. Odiando todo lo que se movía, incluyéndome. En reiteradas ocasiones intenté terminar con el dolor de una forma abrupta, muchas veces intenté ir a visitar a ese hijo de puta y enterrarle una navaja en la garganta, pero siempre me quedaba a mitad de camino. Y ahora lo entiendo... ahora lo veo mucho más claro.

—¿Qué cosa? —su voz sonó bajita.

—Que la luz brillante que necesitaba era tu maldito cabello platinado.

Se le escapó una sonrisa entre lágrimas. A mi también. No me había dado cuenta de que recordar aquel suceso traumático me había hecho quebrarme frente a Violet. Y se sintió liberador.

—Este es tu nuevo comienzo, Damián.

«Mi nuevo comienzo»

Ya no sentí el peso sobre mi cuerpo cuando guardé silencio y supe que había contado todo lo que me atemorizaba y me hacía viajar a mis lados más oscuros, ni tampoco sentí la culpa asfixiante cuando pensé en que quizá sí era un nuevo comienzo lo que veía frente a mí: Una realidad sana, libre de los problemas de mi madre, libre de lágrimas rotas por las noches u olor a alcohol.

Alcé la vista por encima de los ojos de Violet y me encontré con el largo callejón sin fin. Una ola de recuerdos se vino a mi cabeza, los recuerdos vivían en mí como una imagen viva, tanto que en ocasiones debía detenerme a pensar si lo de alrededor seguía siendo real o era parte de mi imaginación. Ahora solo supe que era parte de mi imaginación porque Violet se encontraba a mi lado. Pero pude verla a ella... con su cabello negro, sus ojos azules y sonriéndome al final de ese callejón oscuro. Pude verla en la distancia con un temple sereno, con la mirada llena de una ilusión que jamás le vi.

Me puse de pie por instinto, Violet me observó desde la acera.

Me sonrió otra vez, luego giró sobre sus pies y me dio la espalda. Sus pasos fueron lentos, pero finalmente se alejó tanto que desapareció de mi campo de visión, ahora solo era niebla lo que veían mis ojos. Pestañeé en reiteradas ocasiones, di un paso adelante y me detuve cuando oí la respiración de la platinada.

Sus ojos verdes se encontraron con los míos y lo único que pude sentir fue alivio.

—¿Estás bien?

Llené mis pulmones de aire.

—Creo que he sufrido una despedida.


***

¿Qué tal?

Les mando un abracito, por aquí sigo escribiendo un poquito día a día.

BESOPOS

XOXOXO

Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro