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Capítulo 26: La verdad alivia

Sugiero volver a leer el capítulo anterior porque pinche escritora tardona XD

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Su mentón se alzó y sus ojos cafés hicieron contacto con los míos.

—No hables tonterías...

—No digo que en el camino no encontraré a alguien más... —dije de pronto y él sonrió, yo ya estaba sonriendo.

—Solo quiero que regreses a casa... con Rayo y... conmigo. Cumple tus sueños ¿De acuerdo? Demuéstrame que después de toda la mierda podemos salir adelante.

Respiré hondo.

—Pero no voy a obligarte —continuó. —Si quieres quedarte por Adriano...

—Adrien.

—Ese.

Me reí y en cuanto lo hice él alzó la vista con el ceño fruncido.

—Es sólo un amigo... bueno... eso era hace unos años. Ahora sólo somos buenos conocidos.

Él asintió con una leve sonrisa.

Lo vi mirar a su alrededor inspeccionando cada parte de mi habitación: las paredes, la alfombra, las fotografías en la pared y luego se puso de pie apoyándose en sus muslos. Comenzó a caminar por alrededor hasta que llegó a una repisa con algunos libros clásicos que había comprado con ahorros, más que nada eran obras de teatro. Lo vi sonreír mientras leía los lomos.

—No te pregunté si comiste algo —me puse de pie y él se giró hacia mí.

—Sí. Tu madre me dio galletas y leche —sonrió.

—Pensé que todavía no te aprobaba.

—No lo hace —arrugó la nariz. —Pero no es que me importe tanto...

Iba a responderle, pero golpes en la puerta nos desconcentraron. La puerta se abrió tras unos segundos y por ahí apareció mi madre quien nos observó.

—¿Todo bien?

—Sí.

—Hablamos en el desayuno ¿de acuerdo? —nos sonrió ambos y luego cerró la puerta.

De seguro había escuchado los gritos de Damián y yo.

—Dormiré en el suelo, solo necesito un par de frazadas y...

Rodé los ojos.

—Ya hemos dormido juntos.

—Porque hubo un apagón.

Me puse de pie, caminé hasta el interruptor y lo apreté consiguiendo que toda la habitación se quedara a oscuras. Oí su risa.

—Apagón, otra vez.

Se acercó a mi y encendió la luz rozando levemente mi mano. Una electricidad me recorrió la espalda y tragué duro cuando la claridad me mostró a Damián muy cerca de mí.

—Me cepillaré los dientes y regreso —dijo.

—Por el pasillo, segunda puerta.

Asintió y luego salió de mi habitación.

Todavía me latía el corazón con fuerza. La tensión entre ambos era palpable, mucha para ser de verdad, pero ninguno quería romperla, quizá luego los rotos seríamos nosotros.


DAMIÁN

Si, como muchas veces lo digo, soy un idiota impulsivo la mayoría del tiempo. Y mi impulsividad me había llevado esta vez a conseguir el número de Morgan y pedirle la dirección de Violet. Me había llevado a comprar un pasaje y hablar por una hora continua con sus padres. Mi impulsividad me había hecho mentirles... consiguió que dijera que estaba ahí porque en eso habíamos quedado Violet y yo... conocer su hogar y luego regresar, pero ahora no estaba seguro de si eso se cumpliría.

Me miré en el espejo y dejé que el agua helada hiciera contacto con mi rostro para despertar de todo lo que había dicho.

¿Qué mierda era esto de sentirme abrumado por creer que Violet estaba quedándose aquí por un chico? ¿Y discutir por eso? No estaba reconociéndome. Nunca había subido el tono de voz con una chica solo por estar abrumado con una situación.

Cuando entré nuevamente a la habitación de Violet ella no estaba ahí, fui a mi bolso y saqué un pantalón de chándal que me serviría para dormir y una camiseta de mangas cortas. Estaba solo con el pantalón puesto cuando la puerta se abrió detrás de mí y vi a Violet entrar con un pijama amarillo. Sonreí.

—¿Qué?

La miré de pies a cabeza.

—Nada.

—Estás riéndote de mí —sonrió levemente, se subió a la cama y se acostó al rincón, pegada a la pared como siempre.

Me encogí de hombros.

—Puede ser.

Sus ojos verdes me recorrieron mientras me colocaba la camiseta y noté el rubor en sus mejillas cuando lo noté. Intenté ignorar lo que me gustó que me mirara de esa forma y sólo caminé hasta su cama y me senté en ella dándole la espalda.

—¿Regresarás conmigo?

—¿Tengo otra opción?

Me giré hacia ella, me metí debajo de sus sábanas y apoyándome en mi codo la observé.

—Sí.

—¿Cuál?

—Quedarte en este pueblito de mierda.

—Suena terrible.

—Lo es.

Fingió estar pensativa.

—Volveré contigo a casa, Damián.

Por fin sentí que mis hombros se relajaron.

—¿De verdad me inscribiste en la academia? —me preguntó.

Me reí.

—Sí. Fue una travesía, pero sí. Si no lo hacía ibas a quedarte sin cupo.

—Gracias.

—¿Les dijiste a tus padres?

—No.

—Prepárate. Mañana les dirás —me acomodé en la cama y me tendí mirando el techo. Ella se sentó cual dramática chica y me observó.

—¿Cómo que mañana?

—Nos iremos ¿No? Al menos dales una verdad antes de irte.

—¿También tengo que decirles que no eres mi novio?

—Después de oír nuestra pelea a gritos no creo que se lo crean.

Ambos reímos.

***

Cuando desperté lo primero que sentí fue un peso sobre mi pierna. Pestañeé repetidas veces para ver con claridad y cuando finalmente lo hice noté que aquel peso era la pierna de Violet encima de la mía.

La comodidad que sentí al tenerla así de cerca no era normal.

Giré mi cabeza para mirarla, dormía plácidamente con la mejilla pegada a mi hombro.

¿Cuántas vidas iban a pasar para sentir que sería capaz de querer a alguien otra vez?

Quería querer, pero la culpa de tener a mi costado un cabello platino y no uno negro me destrozó un poco los pensamientos que tenía de Violet. Era una chica que necesitaba en mi vida... pero ¿cuándo iba a dejar de necesitarla y ser un puto egoísta?

—Violet —la llamé cuando oí pasos por el pasillo, seguramente sus padres ya estaban preparando el desayuno.

La oí quejarse, luego se giró y con un ojo abierto y otro cerrado, me observó.

—Bonjour, Damián.

Le sonreí.

—¿Dormiste bien?

—Si —se estiró por debajo de las sábanas y se sentó.

—Tenías dos kilómetros de cama y estabas pegada a mí como un chicle.

Sus mejillas blancas se tiñeron de rojo y me lanzó una almohada que esquivé apenas.

—Vamos a desayunar —se arrastró por la cama y de un salto se puso de pie.

De verdad a veces me sorprendía la energía que tenía incluso recién despertando.

Solo estaban los padres de Violet, ella y yo sentados para desayunar. Por algún motivo que todavía no conocía, la madre de Violet se veía feliz de verme. Me alcanzó un vaso con jugo de naranja y también unas tostadas que preparó. Su padre me preguntaba cosas intentando crear un tema de conversación.

—¿Se irán hoy o mañana? —nos preguntó. Violet se giró hacia mí y yo me encogí de hombros. Ya la había presionado yendo hasta ahí a buscarla, que ahora ella decidiera cuando quería regresar.

—Hoy —contestó Violet. —Tengo algunas cosas que preparar para la semana y...

—¿Encontraste un trabajo? —se emocionó su madre.

Sus ojos verdes se posaron en mí y yo la animé con un gesto para que les contara la verdad.

—No... en realidad yo... yo todavía no trabajaré, es decir, trabajaré en cosas esporádicas, pero... pero no en finanzas como antes... yo...

—Te vuelves a trabar cuando hablas, Violet —la regañó su madre.

—Déjala, Megan —habló su padre. —¿Por qué en trabajos esporádicos, hija?

La única razón que entendía de por qué Violet no podía decir la verdad era por miedo a ser juzgada por las personas más importantes de su vida. Podía intuirlo con sus movimientos, en cómo no quería hacer contacto visual con ninguno y jugaba con la cuchara de su té frenéticamente.

—Estudiaré —soltó por fin.

—¿Estudiarás? —repitió su madre con el ceño fruncido.

—Sí, voy a estudiar, por eso trabajaré esporádicamente.

—¿Qué vas a estudiar? —se interesó su padre.

—Pues...

—¿Harás esos cursos para especializarte? Esos para especializarte en lo que estudiaste ¿Verdad? —la sonrisa de su madre fue ampliándose cada vez más. —Qué bueno, sabía que...

—No, en realidad no estudiaré eso —dijo Violet de pronto, borrando la sonrisa del rostro de la mujer.

—¿Y?

Nuevamente buscó mi mirada y por supuesto se la entregué con seguridad, creía que necesitaba sentir a alguien apoyándola.

—Estudiaré teatro —su voz sonó segura, pero rápidamente noté cómo los nervios le llegaron al cerebro, pues comenzó a hablar muy rápido mientras las sonrisas en el rostro de sus padres habían desaparecido. —Me he ganado una beca hace nada... es una de las academias más prestigiosas de Paris. Y estoy feliz. Estoy feliz de haberme ganado una beca... ¿No es genial? Me escogieron entre... entre muchas personas ese día... yo... —lentamente noté que su voz comenzó a apagarse cuando ni su madre ni su padre dijeron algo.

Puse mi mano sobre la de ella y sus ojos verdes se encontraron con los míos una vez más. Estaba temblando y el contacto de nuestra piel se sintió reconfortante. De inmediato dejó de temblar.

—Teatro... —comenzó su madre. Sus ojos pasaron de los de su hija a los míos y luego regresaron a los de Violet. —¿Desde cuándo te gusta el teatro, Violet?

—Desde siempre... es solo que... que ustedes no querían que estudiara algo artístico y...

—¿Y tú estás de acuerdo? —se dirigió hacia mí.

Arrugué las cejas.

—¿De acuerdo con qué?

—Con que estudie algo así.

—¿Debería darle mi aprobación? —no pude evitar sonreír, no entendía.

—No. Tu aprobación no, pero si tu opinión. Una opinión certera.

—La única opinión certera es la que tiene Violet sobre su futuro. Y su vida.

Su padre asintió levemente, le dio un trago a su té y luego observó a su hija.

—¿Por qué no nos dijiste antes? —le preguntó.

Ella se encogió de hombros.

—Pensé que se molestarían... estaban ilusionados con las finanzas y... nada.

—No estoy de acuerdo con que ya no te interese la carrera que estudiaste en un comienzo, Violet —opinó su madre. —¿Qué te dará el teatro? No ganarás dinero con eso. A menos que seas una actriz famosa, y dudo que llegues a Hollywood —rio con sarcasmo.

El silencio que se formó estaba siendo incómodo. Su padre solo bebía de su café mirando un punto fijo en la mesa y su madre estaba mirándola insistentemente para que ella dijera algo al respecto, o se arrepintiera, pero Violet parecía haberse tragado la lengua.

—Estará todo bien —rompí el silencio y todas las miradas se posaron en mí. Eso era mucho mejor para la presión que sentía ella de que sus padres la juzgaran. —No hay de qué preocuparse —le di una mordida a mi tostada y su madre frunció todavía más el ceño.

—¿Tú le has metido esta idea en su cabeza?

Me atraganté con el pan.

—Mamá...

—Es que no entiendo.

—Tomé la decisión de ir a Paris solo por el teatro, no por finanzas. Damián no tiene nada que ver con esto.

—Aunque me gustaría tener que ver —confesé y ella se molestó todavía más. De seguro Violet quería matarme. —Cuando quieres a alguien también quieres estar involucrado en todas las decisiones que hagan feliz a esa persona, pero esta decisión la tomó antes de conocerme.

—Arruinarás tu vida —continuó la mujer, ignorándome. —Solo quiero lo mejor para ti.

—Basta, Megan —la detuvo su padre. —Deja que Violet tome sus propias decisiones, lo hará bien.

Los ojos verdes de la platinada se iluminaron, esbozó una pequeña sonrisa y apretó la taza con sus manos.

—No puedo creer que estés de acuerdo con esta locura.

—Estoy de acuerdo con ver feliz a mi hija. Tu deberías querer lo mismo. A veces a todos se nos olvida todo lo que tuvo que pasar. Ahora solo deja que sea feliz sin querer controlarlo todo.

La señora Harris se quedó mirando a su esposo por un momento y vislumbré un pequeño arrepentimiento en su mirada. Asintió levemente, bebió un poco de su café y regresó la mirada hasta su hija.

—Lo lamento, Violet.

—No te preocupes, mamá. No pasa nada —le sonrió ella.

—Estaremos felices de ir a tus obras de teatro.

—Gracias —el brillo se mantuvo en sus ojos y se contuvo las lágrimas de emoción.

Me observó de reojo y yo solo le sonreí de vuelta.


***

Primero que todo perdón por tardar tanto, de verdad nunca dimensioné que no actualizaba desde hace ocho meses :( Han sido meses difíciles con mi salud mental y también con mi tiempo, pero ya estoy poquito a poquito volviendo a las pistas <3

Llenemos de comentarios este capítulo para ver si subo uno más jijij (se los debo)

BESOPOS

XOXOXO

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