Chào các bạn! Vì nhiều lý do từ nay Truyen2U chính thức đổi tên là Truyen247.Pro. Mong các bạn tiếp tục ủng hộ truy cập tên miền mới này nhé! Mãi yêu... ♥

Capítulo 25: Te esperaré

VIOLET

El espejo me devolvía una imagen de mí que no estaba reconociendo del todo. Nunca había sido una chica cobarde y ahora aquella Violet llena de miedo había aparecido para tomar decisiones. Me enjuagué el rostro con agua helada una y otra vez hasta que los parpados comenzaron a deshinchárseme, no cogí el móvil ninguna vez e ignoré todos los correos de la academia que me recordaban que debía inscribirme.

Esta vez estaba escogiendo ser una cobarde, porque no sabía si soportaría una decepción más. Damián me importaba más de lo que pensaba y no quería vivir un amor no correspondido. Después de todo, Tracy tenía razón cuando hace dos noches me dijo: "Mereces a alguien que te ame, Violet, pero que te ame de verdad. No que sólo te vea como un camino sano".

¿Y si Damián sólo veía en mí la tranquilidad que necesitaba? ¿Cómo podía conformarme con algo así después de haber sobrevivido al peor amor que alguien puede tener? ¿Cómo podía conformarme con tan poquito para ser feliz? Y si estaba en Paris no iba a ser lo suficientemente fuerte para alejarme de él.

Giré la manilla para salir del baño y dirigirme a mi habitación, pero en el pasillo me detuvo Morgan con una expresión seria, me detuve en seco observándola.

—Ya es jueves.

—Lo sé.

—Dijiste que vendrías sólo por el fin de semana.

—Lo sé.

Sus ojos se iluminaron.

—¿Te quedarás?

—Se lo diré a mis padres en la cena... —bajé la voz y ella sonrió levemente.

¿Estaba feliz?

—Les harás muchísima compañía aquí, Violet, ya que yo me iré el fin de semana con Jacob.

Asentí levemente, quería continuar mi camino, pero ella me detuvo del codo.

—¿Y tu novio?

—Ya no es mi novio.

Ella me observó un poco más, noté preocupación en su mirada.

—¿Estás bien?

Negué con la cabeza y el nudo se posó nuevamente en mi garganta. Morgan notó que mis ojos se cristalizaron y antes de poder escapar de la situación, se acercó a mí y me abrazó. Morgan nunca me abrazaba, pero esta vez lo hizo como una hermana mayor sobreprotectora.

—Vamos, Violet, todo estará bien —acarició mi espalda. —Si te quiere... hará lo que sea por ti.

Resoplé.

Damián y yo no éramos novios y nunca lo fuimos, pero no sabía cómo decirle a mi hermana que estaba llorando por querer a alguien que no me quería como yo y no por haber "roto" con mi novio.

No solté ninguna información adicional mientras Morgan me consolaba, sólo nos separamos luego de unos segundos, me sequé la cara y me metí a mi habitación diciéndole que quería estar sola un momento.

Por supuesto que no me atreví a contarles a mis padres que me estaba regresando a casa y Morgan tampoco lo mencionó, supongo que mi hermana también quería que yo fuera la de la noticia, pero no fui capaz de decir nada, pues si lo decía en voz alta se haría real... y eso me aterraba más que cualquier cosa porque significaba que estaba renunciando a mis sueños... y no quería admitírselo a nadie más que a mí.

Intenté mantenerme alejada del móvil, no quería ver los mensajes de Damián ni tampoco las llamadas perdidas, pero ese viernes por la tarde no ignoré el mensaje de Tracy invitándome a un bar con un par de amigos de infancia, me maquillé un poco y salí con la mejor disposición de pasármela bien, si iba a regresar a ese pueblito de mierda, que al menos iniciara bien.

Me sorprendí cuando vi al costado de Tracy a uno de mis mejores amigos, a ese que una vez dijo estar enamorado de mí y nunca le acepté una cita por lo incómodo que me parecía ver de forma amorosa a un amigo al que le tenía muchísima confianza.

Sus ojos claros hicieron contacto con los míos y se puso de pie para saludarme con un abrazo apretado.

—Violet, que bueno verte —me dijo.

—Adrien... tanto tiempo —le sonreí. —¿Qué haces aquí?

—Estoy de visita y aproveché de ver a mis viejos amigos —se encogió de hombros y yo asentí sonriente, saludando a los demás.

El único asiento vacío era el que estaba entre Tracy y Adrien, así que me senté entre ellos mientras los demás conversaban acerca de unas vacaciones en la playa cuando éramos más jóvenes a las que por supuesto no fui porque estaba preocupada de mi novio abusador.

—¿Te has devuelto a casa? —me preguntó Adrien mientras los demás estaban concentrados en su conversación.

—Algo así... —contesté, luego le di un sorbo a mi limonada.

—Pensé que te quedarías por siempre en Paris —sonrió.

—Yo también.

—¿Te fue bien con el trabajo?

—No tanto como esperaba, nunca ascendí al puesto que quería...

—¿Y el teatro? —alzó una ceja y sonrió, abrí mis ojos sorprendida. No pensé que recordaría lo tanto que me gustaba.

—No... el teatro sólo es un pasatiempo... —sonreí —Lo que me da de comer son las finanzas.

Él rodó los ojos.

—Siempre tan estructurada con tu carrera, ¿No?

Me reí.

—Me alegra verte bien, Violet —dijo de pronto, manteniéndome la mirada. —Después de todo... ya sabes.

Asentí rápidamente, bebí un poco más de mi limonada porque sentía la garganta seca.

—Si, fue un desastre... pero todo ha mejorado.

—¿Quieres más pizza? —oí a Tracy, interrumpiendo la conversación con Adrien, asentí levemente y saqué un trozo.

Estuvimos hablando de nuestra infancia en la escuela, de las travesuras que hacíamos y me reí a carcajadas cuando me recordaron lo tanto que me encantaba participar en el taller de teatro de la escuela, tanto que no me avergonzaba cuando debía ser un árbol o una flor. Me recordaron cuando iba vestida de colores a la escuela sólo porque era "primavera" y en primavera todo debía tener muchos colores, incluidos mis calcetines.

Me la pasé genial, debo admitirlo, pero cuando llegó la hora de ir a casa, volví a tener una sensación de vacío en el estómago. Volví a recordar que era mucho más reconfortante llegar a casa y ver a Damián en el balcón fumar un cigarrillo o preguntándome qué quería de cenar.

—¿Nos vamos juntos? —oí la pregunta de Adrien.

Casi olvidaba que vivíamos cerca.

—Claro.

Nos despedimos de los demás y comenzamos a caminar a casa.

Adrien era alto, delgado y tenía el cabello castaño claro. Recordaba muy bien que en la escuela las chicas se derretían por él y sus ojos claros. Era el capitán del equipo de básquet y había ido a una prestigiosa universidad para estudiar algo relacionado con el deporte.

Seguía teniendo la misma cara de niño, pero se veía mucho más maduro. Siempre había visto en él un lugar seguro, un amigo en el que podía confiar. Le contaba mis problemas, mis frustraciones, mis malas calificaciones y lo mal que me llevaba a veces con mi hermana. Pero jamás le conté lo que sufría con mi novio diez años mayor que yo... y no lo supo hasta el último minuto, cuando casi me había muerto. Confesó haber estado siempre enamorado de mí, y desde ese entonces nuestra amistad decayó, no podía verlo más allá que sólo un buen amigo, pero él no lo entendía.

—Y... ¿Estás saliendo con alguien? —me preguntó mientras caminábamos por la oscura solera envuelta en árboles.

—No, nadie —contesté mirando el final de la calle —¿Y tú?

—Sí... una chica que conocí en la universidad.

Me giré a mirarlo con una sonrisa.

—¡Eso es genial!

—Si, sólo hemos estado juntos tres meses, pero es una chica genial.

—Me alegra oír que estás bien, Adri. —dije de pronto y mis mejillas se tiñeron de rojo, ese era el apodo que usualmente utilizaba con él.

Él sonrió.

—Todo bien, Vi. —me revolvió el cabello.

—No pensé que te vería luego de tanto... tanto tiempo.

—Cuando Tracy dijo que estabas aquí, enseguida pensé en ir a verte a casa —me contó —Espero que las cosas no sigan siendo incómodas entre nosotros, de verdad.

—Ha pasado mucho desde entonces, éramos unos niños.

—Igual nunca dejé de quererte ni de pensar en ti —oí su voz. Lo miré de reojo, tenía la vista al frente.

—Eras mi mejor amigo, yo tampoco podría dejar de quererte.

—Me gustaría haberme dado cuenta de lo que estabas pasando... así quizá te protegía un poco más.

Respiré hondo.

—Nadie lo sabía, con suerte me enteraba yo... —bufé, y luego reí, restándole importancia, pero él no se unió a mi broma mala.

—Sólo cuídate, el mundo sigue siendo un desastre.

—Lo sé... —resoplé.

Llegamos a la puerta de mi casa, la luz estaba encendida todavía.

—¿Están tus padres? —preguntó Adrien.

—Sí, supongo.

—Entraré a saludar.

—Claro.

Introduje las llaves en el picaporte y luego empujé la puerta, Adrien se unió a mí en la caminata por el pasillo y al llegar a la sala me quedé helada cuando en el sofá vi el cabello negro de... ¿Damián? Mis padres estaban frente a él conversando con una sonrisa en el rostro.

—¡Adrien! —chilló mamá.

Estaba petrificada en mi lugar.

Lo vi girarse hacia mí, sus ojos cafés hicieron contacto con los míos y luego posó su mirada en Adrien, se relamió los labios y se puso de pie con incomodidad en el rostro.

¿Qué estaba haciendo ahí?

Vi a mamá abrazar a Adrien con entusiasmo mientras papá se ponía de pie para saludarlo también.

—Damián... —mi voz apenas se oyó.

—Violet —dijo él, con seguridad. Se acercó a Adrien, estrecharon sus manos y luego se quedó mirándome, besó mi mejilla y una electricidad me recorrió la espalda.

No podía dejar de mirarlo, pero la mirada de Adrien me despertó, debía decir algo.

—Bueno... mmm... Damián, este es Adrien, un amigo y... Adrien él es Damián... mi... bueno...

—Su novio —dijo mi madre por mí y casi quedo sin respiración.

Adrien alzó las cejas sorprendido, se giró hacia mí con el ceño levemente fruncido, carraspeé, incómoda.

—Sólo pasaba a saludar —dijo Adrien de pronto. —Debo irme, hablamos luego —me miró y yo asentí rápidamente.

Se despidió de todos y se marchó.

Me giré hacia Damián una vez más. Él estaba mirándome muy seguro de sí mientras a mí me temblaba todo el cuerpo, no estaba entendiendo nada.

—Damián ha venido por ti... ¿Por qué no nos dijiste que vendría? Así lo esperábamos con una cena mucho mejor... Te llamamos, pero no contestabas.

—¿Venido por mí? —observé a Damián.

—Sí —contestó.

—¿Podemos... podemos hablar tú y yo, a solas? —le pedí a Damián, él asintió rápidamente y mis padres entendieron que necesitábamos espacio. Él cogió su bolso del suelo y me siguió a través del pasillo, subimos las escaleras y cuando estuvimos dentro de mi habitación, me giré hacia él.

—¿Qué estás haciendo aquí? —susurré gritando.

—¿Cómo que qué estoy haciendo aquí? —frunció el ceño. Se veía molesto. —He venido por ti porque no soporto que estés cometiendo una puta locura.

—¿De qué estás hablando?

—Te inscribí en la academia de teatro.

—Damián...

—¿Por qué no quieres regresar? ¿Es por ese chico?

—¿Qué chico?

—Ese Adrián.

—Es Adrien.

—Me vale una mierda ¿Es por él?

—Claro que no, él es sólo un amig...

—Ya sé. Te quieres quedar aquí por amor ¿No?

—¿Qué?

—Por amor, es lo que hacen las personas enamoradas, tomar decisiones estúpidas.

—¡Damián!

—Dime si es por eso.

—¡Claro que no!

—¿Entonces qué hacía aquí?

—¡Vino a dejarme a casa!

—¿Estabas con él? Si me hubieses dicho desde un comienzo que te querías quedar por amor, no habría venido aquí a... a esto.

—¿A qué?

—¡A buscarte!

—¡No te pedí que lo hicieras!

—¡Pero he venido!

—¡¿Y a qué?!

—¡A buscarte! ¡Tienes que cumplir tus malditos sueños!

—¡¿Por qué te importa tanto?!

—¡Porque sí! ¡Lo has estado esperando por años!

—¡Pues ya no quiero!

—¡¿Por qué no?!

—¡Porque no quiero estar cerca de ti, me haces daño!

—¡Pues me alejaré de ti!

—¡No quiero que te alejes de mí!

—¡¿Entonces qué demonios haces aquí a cientos de kilómetros de mi departamento?!

—¡Porque no me quieres como yo te quiero a ti!

Él resopló, molesto.

Se removió por mi habitación y luego se acercó a mí con la vena de su cuello marcada.

—¿Si te digo que te quiero vas a regresar conmigo a casa?

Su voz sonó apagada.

—No quiero que me mientas.

—Joder, Violeta.

Nos mantuvimos la mirada un momento. No sé por qué estaba enfadada y él todavía seguía con la vena marcada en su cuello. Sus ojos cafés estaban mirándome directamente tratando de exigirme algo, se relamió los labios de pronto y luego bajó la mirada.

—Lo lamento —soltó.

—¿Qué lamentas? —fruncí el ceño, busqué su mirada hasta que nuevamente estuvimos enfrentados.

—Todo.

—¿Todo?

—Sólo todo lo que te decepcionó de mí.

El tono de su voz había cambiado, se sentía culpable, podía verlo en sus ojos.

—No me decepcioné de ti, Damián.

—Mira en donde estás.

—En casa.

—¿En casa?

—Con mis padres.

—Pues mi casa se ha sentido vacía sin ti, Violeta. Y Rayo no aguantará ni un puto segundo más.

—¿Rayo?

Silencio.

Desvió su mirada de la mía y caminó dándome la espalda por mi habitación, de pronto la conversación estaba siendo muy íntima y no sabía cómo sentirme con eso.

—Hace sólo unas semanas te aterraba la idea de venir a vivir aquí otra vez —me dijo girándose hacia mí.

—Pero eso fue antes... antes de...

—¿De qué? —irrumpió. —¿Antes de que no fuera a tu audición por quedarme con una chica?

Eso fue como un balde de agua fría sobre mi cabeza.

En parte tenía razón. Había asumido de muy mala manera que le tenía un cariño distinto a un amigo a Damián y verlo con otra chica me dolió más de lo que pensé...

—Sólo... sólo me di cuenta de que... de que quizá no puedo con esto.

—¿Con esto qué?

—Con lo que siento.

—¿Qué es lo que sientes? —frunció el ceño. Nuevamente se acercó a mí.

—¡Si ya lo sabes por qué quieres que lo diga! —el tono de mi voz subió.

Sentía que ya no había escapatoria de esta conversación que amenazaba con ser íntima, desgarradora e incómoda.

—¡Porque quizá así dejo de ser un imbécil! —también elevó la voz.

Respiré hondo intentando controlar mi corazón que palpitaba a toda velocidad. Caminé por alrededor de mi habitación bajo la oscura mirada de Damián y cuando me giré hacia él noté que estaba sentado en mi cama con los hombros caídos y la mirada en la alfombra.

Me acerqué a él con un nudo en la garganta, me senté a su lado e intenté buscar las palabras adecuadas, pero no fue necesario tanto esfuerzo, ya que él fue quien comenzó a hablar...

—Me gustaría ser suficiente para ti, Violet, pero no lo soy —habló sin mirarme. —Te quiero, claro que lo hago. Y me gustas... demonios... sí que lo haces, pero no te mereces estar conmigo.

Tragué duro.

Había dicho que le gustaba, pero de algún modo no se sintió tan bien como alguna pensé que sería. Se sintió incorrecto, como si él estuviera sufriendo por haberse fijado en mí y eso me hizo alejarme unos centímetros.

—¿Qué merezco entonces?

Fue lo único que pude preguntar, sentía que toda mi esperanza se había ido.

—A alguien sano. Alguien que no esté constantemente culpándose por... por el pasado. Mereces a alguien que no piense en otra mujer, que no esté destrozado por lo que pasó y...

—Te esperaré —lo corté.


***

Lamento haber tardado tanto en actualizar, pero las últimas semanas he estado trabajando en cosas diferentes y esta historia la actualizo sobre la marcha, por lo que siempre buscaré entregarles capítulos con significado <3.

Espero que todavía no se olviden de mí jeje.

BESOPOS

XOXOXO

Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro