VIOLET
Esa tarde Damián salió antes que yo porque debía ir a terapia, se veía muy emocionado por mi audición, me repetía a cada segundo que no debía ponerme nerviosa, que si sentía que iba a caerme por el temblor de mis rodillas sólo debía fijarme en una cosa: Él. Me dijo que lo mirara a los ojos cuando estuviera hablando, que él me entregaría la seguridad que suele desaparecer cuando nos enfrentamos a muchísimas personas que no esperan nada de ti.
La academia a la que llegué era gigantesca y llegué media hora antes para conocerla. Toda la infraestructura era antigua y los pasillos pulcros y de colores sucios me hacían pensar en la cantidad de historia que ahí había.
La mayoría de los estudiantes ya iban camino a casa, en cambio otros estaban desviándose al salón de las audiciones. Era una audición abierta, en donde se encontrarían cuatro profesionales evaluando y detrás la cantidad de personas que cupiera en la sala.
Intenté no sentirme derrotada cuando entré al salón principal y noté que había unos cincuenta chicos esperando ser becados para estudiar en la academia. Una persona tomó mis datos personales en la entrada, me preguntó si venía por la beca a lo que asentí un poco más entusiasmada. Me indicó donde debía ubicarme y eso hice luego de unos minutos. Algunos parecían nerviosos, otros no tanto.
Intenté parecer tranquila leyendo una y otra vez el papel que tenía entre las manos. Me dolía el estómago, el corazón me latía con más fuerza de la debida y ya se me había secado la garganta.
Afortunadamente me llegó un mensaje que me desconcentró por uno segundos.
Cayden: Estoy entrando con Ju ¿Todo bien?
Respiré aliviada, al menos una cara conocida.
Violet: ¡Sí! Busquen asientos apenas entren
Bloqueé el móvil.
Las personas iban y venían, pero la mayoría eran familiares de los chicos que se presentarían para la beca, al menos eso pude oír un momento. Vi a Cayden con Jules en sus brazos entrando al teatro, me saludó en la distancia e hizo que Jules también me saludara, les sonreí a ambos y luego noté que encontraron asientos un poco más cerca del escenario.
Otra notificación.
Cayden: ¡Ánimo! Lo harás genial, no tengas miedo
Violet: Son muchísimos...
Cayden: Seguro que ninguno es tan bueno como tú
Violet: Si no te gusta mi presentación ¿Puedes aplaudir por lástima?
Cayden: Por supuesto que sí, le diré a Jules que grite también
Me reí.
Vi a una mujer subirse al escenario y enseguida bloqueé el móvil. Tenía el cabello largo, vestía un vestido colorido que le llegaba a los tobillos, se acomodó en medio del escenario y esbozó una amplia sonrisa.
—Bienvenidos y bienvenidas a la primera audición de nuestra academia de teatro para optar a la beca estudiantil, tenemos a muchos participantes el día de hoy, así que sugiero que tengan paciencia. Los resultados se darán al final de la jornada. Mi nombre es Anne y si quedan, me verán muy seguido en clases. Comencemos —sonrió. Se bajó del escenario hasta su asiento de enfrente y alzó una lista frente a sus ojos que seguramente tenía todos nuestros nombres y yo sólo podía pensar en una cosa...
¿Y Damián?
Las personas comenzaron a pasar adelante, algunos hicieron presentaciones graciosas, otros un poco más dramáticas y la mayoría habló del amor. Noté que los jueces anotaban cosas en sus libretas y no hacían ninguna pregunta.
Cogí el móvil, abrí el chat de Damián.
Violet: ¿Ya llegaste?
Probablemente sí, pero las luces sólo apuntaban hacia el escenario, por lo que ya no podía fijarme si alguien entraba o salía.
No recibí ninguna respuesta.
Violet: Pronto será mi turno, espero que logres llegar :D
Violet: Me dará algo
Otra notificación se atravesó en mi camino.
Cayden: ¿Todo bien?
Violet: ¿Sabes algo de Damián?
Cayden: No...quizá se atrasó su cita con la psicóloga
Y, cuando iba a responderle, oí:
—¿Violet Harris?
De inmediato bloqueé el móvil, lo metí en el bolsillo del pantalón y me puse de pie como un robot. Sentí una ola de miradas posarse en mí y cada paso que daba parecía más pesado que el anterior. No quería retroceder ni arrepentirme, pero el terror de enfrentarme a algo desconocido estaba casi pudiendo con mi estabilidad.
Subí la pequeña escalera hasta el escenario y los únicos que pude ver con claridad fue a los jueces delante de mí, puesto que todo el público estaba inmerso en oscuridad. Los jueces me sonrieron con amabilidad y yo sólo tragué duro.
—Hola, Violet —habló la misma mujer que se había presentado antes de todas las audiciones, Anne. —Respira, relájate y puedes comenzar ¿Qué nos traes hoy?
Me temblaban las rodillas, las manos, todo el cuerpo. Respiré hondo mirándola.
—Una carta.
Ella me sonrió e hizo un gesto para que comenzara.
Busqué los ojos cafés de Damián entre el público para calmarme, para asegurarme de que todo iba a estar bien. Al menos él sabía exactamente lo que iba a decir y me sonreiría cuando me viera hacerlo bien, pero los únicos ojos cafés que vi fueron los de Cayden, quien me sonrió con tranquilidad y luego elevó su pulgar, dándome ánimo.
Algo se rompió dentro de mi cuerpo, pero no quise admitírmelo a mí misma en ese momento, debía ser fuerte, sobre todo por lo que estaba a punto de enfrentar ahora para alcanzar mis sueños.
Cogí el papel entre mis manos, respiré hondo y comencé.
"Qué mierda de vida ¿No, pequeño rayo?
Que mierda de vida es la que nos han puesto al frente para vivirla.
Y qué mierda de vida tengo sin ti.
Me gustaría decirte que estoy bien sin ti, que rehíce mi vida, que logré superarte, que ya no pienso en ti como hace un año y que ya no te apareces en mis sueños... pero no. Lamento decepcionarte, pero no he logrado hacer nada bien desde que te fuiste.
No estoy bien sin ti.
He intentado rehacer mi vida en Paris, pero cada vez que doy un paso adelante, me doy de lleno contra el pavimento y debo retroceder unos diez pasos.
No logro superarte.
Pienso todos los días en ti.
Y cada noche te apareces en mis sueños.
No puedo hablar de ti sin quedarme sin respiración. Y no puedo enamorarme. No puedo enamorarme porque si lo hago... siento que te perderé para siempre.
Si supieras todas las veces que he estado a punto de acabar con mi vida te pondrías muy triste, lo sé, por eso no te contaré ninguna de ellas.
Intentar lanzarme de un precipicio sólo es una... y es la más alejada de haber muerto, la verdad.
De verdad quiero entender por qué ocurrió una cosa como esta, quiero entender por qué una noche estaba abrazándote y al otro día estábamos en el hospital, yo despertando y tú... tú cerrando los ojos para siempre. Quiero entender qué hice mal, aunque tengo muchas opciones en las que navegar por horas: No te amé cómo lo necesitabas, no te protegí como pensé que lo hacía, fui frágil... sí... fui frágil frente a tus ojos azules que me hacían olvidar todo a mi alrededor. Debí mantenerme siempre alerta y fuerte, pero no... al idiota que tengo dentro se le ocurrió ser vulnerable con un amor como el tuyo. Y no, pequeño Rayo, tú no necesitabas a un chico vulnerable, tú sólo necesitabas a un chico que se alzara de metal a tu lado y que nada lo atravesara.
Pero fue demasiado fácil que me atravesaras tú... tú con tu sonrisa traviesa, con tus ideas alocadas, con tus decisiones intrépidas y tus historias de finales felices. Con tus llantos de medianoche, con tus inseguridades y con tu infinidad de lunares en el cuerpo. Eres mi debilidad, lo sé. Y lo lamento tanto.
Si tal vez no fueras mi punto frágil, esto no hubiese ocurrido, porque no habría estado perdido en tus ojos ni en tu abrazo aquella mañana. Habría estado preocupado de mantenerte conmigo, en todo momento o mejor aún... yo me hubiese puesto por delante de ti para que esa bala me atravesara... a mí.
Porque sí, Bianca, habría dado la vida por ti. La que tengo y todas las que pueda tener.
¿Ahora como pueden pedirme que sane mis heridas y siga adelante?
Es que ellos no te conocieron...
No te conocieron como me hubiese gustado que lo hicieran. Si... me hubiese gustado que todo el mundo viese a la valiente e intrépida mujer que eras, a lo graciosa y espontánea... sí, me hubiese encantado. Así tal vez me ayudaban a sacarte de esa mierda de agujero en el que te tenían y que no merecías. A sacarte de ese agujero que probablemente nunca logré sacarte del todo.
Te escribo esto porque me lo han pedido, pero he tardado ¿sabes? Porque no soy capaz de mantenerme con aire en los pulmones cuando se trata de ti. Me han dicho que te cuente cosas que te habría gustado saber de mí... te habría gustado saber todo, lo sé, pero ya ves... estoy hecho mierda y sólo siento que soy un ente caminando sin dirección alguna.
Pero he conocido a mi hermano, sí, el hijo de papá.
También conocí a mi sobrino, su hijo. Su nombre es Jules y es parecido a mí.
Mamá ya no consume alcohol, sigue en rehabilitación.
Papá me llama todos los días para saber cómo estoy.
Y he conocido a una chica que parece un torbellino de colores, pero tengo miedo de lastimarla.
Miedo... "Que extraño en ti", dirías. Sí... es extraño, pero conocí el miedo cuando te fuiste de mi vida y una mañana caí en cuenta que de verdad nunca más amanecerías a mi lado. Así que sí, Bianca, el miedo y yo ahora parecemos unos putos inseparables. Pero alégrate un poco... ahora puedo reconocer que existe.
Y lamento decir esto, pero aun teniendo todo lo que tengo ahora, todavía no me parece suficiente para vivir.
No te enfades conmigo si un día despierto a tu lado.
No te enfades conmigo si volvemos a estar juntos.
No te enfades conmigo si decido irme para siempre del plano terrenal, te aseguro que nadie sufrirá tanto como piensas.
Pero por ahora voy a intentarlo ¿de acuerdo? Lo intentaré porque sé que serías un grano en el culo si me ves allá arriba... porque sé que si estuvieras aquí harías de todo por verme feliz.
Intentaré vivir, no te lo prometeré, pero confía en mí. Nadie confía en mí mejor de lo que lo hacías tú, así que sí... confía en mí.
Pero no olvides algo, Bianca, siempre serás el amor de mi vida. Nadie te quitará de ese lugar, te lo juro, porque sólo descubrí que tenía una vida cuando me enamoré de ti."
Me quedé con los ojos en el papel, con un nudo en la garganta y con los ojos cristalizados. El silencio sepulcral que se formó cuando terminé de leer me hizo levantar la vista para saber qué estaba sucediendo. Los jueces que tenía al frente estaban conmocionados con mi relato, se quedaron tan sorprendidos que nada salió de su boca, ni siquiera se movieron, pero el silencio sólo duró unos segundos, pues vi a alguien ponerse de pie y sonreí cuando noté que se trataba de Cayden con Jules en sus brazos que comenzaba a aplaudir, lo que a continuación todas las personas del teatro hicieron, incluso los jueces... que no habían aplaudido a nadie.
El sentimiento avasallador se posó en mi estómago y no pude evitar sonreír con un nudo en la garganta... porque sí... quería llorar, pero ahora de emoción, pues con mi voz y las palabras de Damián había logrado llegar al corazón de las personas en el teatro y ni entre mis sueños más alocados había aparecido una cosa como esta.
Agradecí haciendo una pequeña reverencia y caminé hasta bajar por las escaleras, me temblaban las rodillas y cuando me senté solté todo el aire de mis pulmones. De inmediato una notificación sonó en mi móvil y lo cogí con ilusión, era Cayden.
Cayden: Lo has hecho genial
Cayden: ¿Lo ha escrito Damián?
Violet: Sí
Cayden: Se ha perdido la mejor interpretación que podrían haber hecho de su carta.
Eso me dolió un poco, pues de verdad quería que Damián me viera en el escenario, sobre todo porque él fue quien me entregó la valentía para cumplir mis sueños que en algunos momentos perdía.
Pero no quise darle tanta importancia.
Violet: Estoy muy nerviosa, gracias por estar aquí
Cayden: ¡Todos quedaron pasmados, de seguro ganarás la beca, Violet!
No pude evitar que una sonrisa se me dibujara en los labios. Sólo bloqueé el móvil y lo dejé en mi regazo, doblé la carta con cuidado y luego la guardé en mi abrigo.
Las audiciones continuaron con chicos muy talentosos, en realidad me parecían geniales sólo por el hecho de atreverse a estar de pie frente a tantas personas.
Cuando todo finalizó, los jueces estuvieron conversando entre ellos por un momento eterno, los veía negar con sus cabezas, luego asentir y arrugar el entrecejo, hasta Cayden se acercó a mí en el tiempo que ellos estuvieron conversando. Cayden me abrazó con fuerza para felicitarme por mi presentación, todavía estaba nerviosa, pero afortunadamente él se quedó junto a mí cuando Anne comenzó a nombrar a las personas seleccionadas para la beca —al menos los de este día—.
—Marie Longford, Cristopher Salazar, Luca Di Angelo, Mark Robert, Amelie Durand, Violet Harris, Liana... —dejé de oír los nombres por un momento y me quedé sorprendida sin poder moverme, Cayden se giró hacia mí y comenzó a saltar de la emoción.
—¡Te has ganado la beca! —chilló con Jules en sus manos —¡Ju! ¡Violet se ha ganado la beca! —Y Ju comenzó a aplaudir sin entender nada.
Miré a Cayden y sólo me reí con nerviosismo, pero él me acercó a su cuerpo y me abrazó con fuerza y emoción mientras continuaba dando saltitos, de hecho, estaba tan emocionado que sólo con un brazo —con el otro tenía a Jules—, me levantó del suelo.
—¡Felicidades!
—No me lo puedo creer —llevé mis manos a mi boca con sorpresa.
Es que... no entendía ¿cómo había llegado tan lejos?
—¡Te dije, te dije!
Estaba muy emocionada, tanto que apenas podía hablar. Seguía temblando mientras las personas que habían quedado también celebraban junto a sus familias.
Todo estaba pasando demasiado rápido frente a mis ojos, no había pasado tanto tiempo desde que estaba viviendo con Damián y tenía la ilusión de estudiar teatro y ahora iba a hacerse realidad, porque sí... me había ganado la beca y podría enfrentarme al único sueño que me parecía importante para ser feliz.
A los seleccionados nos pasaron un formulario para que rellenáramos con calma en casa, teníamos una semana para ir a dejar todos los documentos que nos solicitaban y las clases comenzarían en un mes, así que tenía tiempo de acomodar todas las cosas necesarias.
Antes de que pudiera salir del teatro junto a Cayden y Jules, oí una voz femenina llamarme, giré sobre mis pies y a la persona que vi dirigirse hacia mí fue a Anne, la misma mujer que parecía estar a cargo de todo en ese sitio.
—Violet ¿Verdad?
Asentí rápidamente, Cayden se quedó sonriente a mi lado.
—La carta que has leído... ¿la escribiste tú?
—No... digo sí, sí claro —respondí rápidamente y ella se quedó mirándome con los ojos entrecerrados.
—Si la ha escrito otra persona no hay problema porque la has interpretado muy bien, felicidades.
—Gracias —sonreí. Que ella, quien era profesional estuviera felicitándome, se sentía surreal, pero no podía seguir fingiendo. No era buena con las mentiras —Pero bueno...sí... la ha escrito otra persona.
—¿Tu novio? —se quedó mirando a Cayden, él rápidamente negó con su cabeza.
—No, un amigo, pero no ha podido venir.
Y no sé por qué.
—¿Es posible que nos contacte? Me gustaría invitarlo a participar de unos premios... creo que tiene mucho talento.
Abrí los ojos con sorpresa.
—¿En serio?
—Sí.
—Por supuesto que sí, le contaré, estará feliz —dije entusiasmada, pero la feliz era yo, de seguro Damián mandaba a la mierda todo lo que estuviera relacionado con la escritura.
—Bueno, Violet, nos vemos la siguiente semana —me sonrió y yo fruncí el ceño. —Cuando vengas a dejar tus documentos para ingresar...
—¡Sí! —alcé la voz, recordando automáticamente que sí había ganado la beca.
Por Dios, es que de verdad todo parecía un sueño.
Me regaló una sonrisa amable y caminó de regreso hasta donde estaban los otros profesores.
Miré la hora en el móvil cuando iba saliendo de la academia junto a Cayden y noté que eran cerca de las once de la noche, Jules se había dormido en los brazos de él y cuando llegamos a la calle, el frío me congeló la nariz.
—Lamento que no haya venido Damián —me dijo con expresión seria.
—No hay problema —fingí estar muy bien —. De seguro se alargó su sesión con la psicóloga y llegó muy cansado para venir.
Cayden asintió sin estar satisfecho del todo.
—Pediré un taxi —me dijo —No quiero que Ju se enferme.
—Claro, yo iré caminando, estoy cerca del edificio.
Cayden me observó un momento y se acercó a mí, con sólo un brazo me apegó a su cuerpo en un abrazo y yo sólo respiré hondo impregnándome de su perfume. No sé por qué sentí que su abrazo fue mucho más intimo de lo que ambos pensamos, pues al separarnos sólo nos quedamos mirando y él esbozó una pequeña sonrisa de ojos brillantes.
—Felicidades, otra vez. Te mereces esta oportunidad, Violet.
—Gracias —bajé la voz.
No sabía por qué tenía tantas ganas de llorar.
—Anímate ¿Sí?
—Estoy animada.
Él ladeó la cabeza.
—Sé que no. Querías que él estuviera aquí.
Sonreí con el nudo asfixiándome la garganta.
—Sí, como también quería que estuvieses tú, pero no hay problema. Lo bueno es que he quedado ¿no? Y lo haré genial.
—No lo dudo.
—Me iré antes de que se haga más tarde.
—Dale mis saludos a Damián.
—Lo haré, adiós —le sonreí.
Giré sobre mis pies y comencé a caminar a paso rápido hasta el edificio.
Cada paso que daba se sentía más triste que el anterior y eso me ponía de mal humor, puesto que había soñado mil veces con enfrentarme a mis decisiones, a ser valiente y dedicarme a lo que realmente me gusta, y ahora, que ya lo tenía casi en mis manos, no me sentía completamente feliz. Una parte estaba quebrada dentro de mi cuerpo y por mucho que intentara estar completamente feliz, se sentía amargo.
Apreté los puños dentro de mi abrigo y apresuré el paso, no quería especular cosas antes de tiempo, de seguro Damián tenía una buena explicación. Quizá sólo no estaba preparado para oír lo que le escribió a Bianca, al final, era el amor de su vida y la perdió de la peor forma posible. Y para siempre.
Se me estaba congelando la nariz, por lo que al entrar al edificio saludé rápidamente a la señora Clara y subí corriendo las escaleras para entrar en calor, me detuve frente a la puerta de entrada y oí música provenir desde adentro, fruncí el ceño y busqué con más rapidez las llaves.
Apenas abrí la puerta, noté que todo estaba completamente oscuro, la única luz encendida era la de la radio en donde sonaba una canción pegajosa, pero entre tanta soledad en la sala, se sentía hasta melancólica. Cerré la puerta a mi espalda, encendí la luz y me acerqué a apagar la radio.
Si esto estaba encendido, Damián estaba en casa.
—¿Damián?
Pero nadie respondió.
Caminé por el pasillo y me detuve en seco cuando oí la risa de una persona desconocida en la habitación de Damián, era la risa de una chica, pero él no se oía.
Mi corazón comenzó a latir con fuerza, lo sentía palpitar justo en mi cerebro, no estaba entendiendo nada. No fui capaz de pensar en mi siguiente acción, sólo me acerqué a su habitación y empujé la puerta con más fuerza de la debida.
***
He tenido unos días muy intensos intentando no bloquearme con esta historia, ya que amo muchísimo a Violet y Damián, así que me estoy esforzando jeje
Cuéntenme ¿Cómo están? ¿Les está gustando la evolución de los personajes?
No olviden votar y comentar <3
BESOPOS
XOXOXO
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