Capítulo 8.
Mees
El día de trazar un plan había llegado. Ya estábamos en casa, ya teníamos a los aliados, ahora solo faltaba un buen plan para terminar con esto de una vez.
Drazen estaba aquí también ya que él era el más interesado en terminar con esto y que todo regresara a la normalidad cuanto antes. Papá lo había citado en la casa y no dudó en venir para hablar.
—Bueno...—nos miró a todos —. ¿Cómo se harán las cosas?
Estábamos en la mesa, sentados alrededor para hablar del plan.
—Tú serás el que se encargue de traer a Hou y los italianos con nosotros —le dijo Rykel que estaba en medio de la mesa, Hein a su lado izquierdo y mi padre a su lado derecho, yo estaba al lado de mi padre, Robin a mi lado y Alen a su lado. Mikhail estaba al lado de Alen y frente a Rykel, del otro lado de la mesa se encontraba Drazen.
—¿Cómo voy a hacer eso?
—Harás un operativo, en cada uno de los clubes y casas. Vas a recibir una llamada donde se te va a informar que tienen personas secuestradas, los vas a detener y los vas a llevar a las afueras de la ciudad. Nosotros seremos parte de ese operativo.
—Bien. Ahí se van a deshacer de ellos.
—Así es —respondió mi padre —. Por eso te vas a asegurar de que todos sean capturados.
—¿Y los que no? —Drazen los miró a los tres.
—A los demás los vamos a matar nosotros —terminó Hein.
—Todo tiene que salir bien, Drazen, te vamos a dar las armas y tú vas a poner los hombres. Si todo sale bien pronto vas a tener la ciudad que tanto amas y todo va a ser cómo antes.
—Haré lo que sea con tal de que todo salga bien.
Se le dieron todos los detalles a Drazen de cómo sería el operativo, el horario y el lugar. Estos días se habían estado vigilando a Hou y sus hombres para saber los horarios en los que estaban en sus casas o en los clubes. Todos tenían que estar en el lugar correcto a la hora correcta para que todo saliera bien. No podíamos cometer un error porque sino todo se iría al caño y no nos podíamos dar ese lujo.
Drazen se fue cuando se le dieron todas las indicaciones pues ya no había mucho que hacer, ahora solo tenía que seguir paso a paso cada una de las órdenes y ya.
—¿Y cuando me vas a traer a Mila? —le preguntó Robin a Mikhail. A todos nos tomó desprevenidos pero al ruso mucho más.
—Ahora mismo hablo con Lev para decirle que un día antes de dar el golpe aquí él lo dé allá.
—Ya quiero matar a esa tonta —su rostro era maldad pura, estaba feliz y encantada por hacer esto y matar a esa tal Mila.
Mikhail se alejó y sacó su móvil para llamar a Lev que se había quedado en Rusia para vigilar a Mila y a su padre. La pobre chica no supo donde se había metido al abrir la boca y hablar de más, pero nadie la mandó a hacer lo que hizo. Ella sola había cavado su tumba.
—Tengo que decirte algo...—antes de que Rykel pudiera hablar la puerta de la casa se abrió y Joep hizo acto de presencia.
Hacía tanto que no lo veíamos que ladeé la cabeza para darme cuenta que efectivamente era él y no una visión.
—¿Joep? —preguntó Robin, confundida —. Eres tú, has regresado —se puso de pie para abrazar a Joep.
—¿Crees que los iba a dejar solos en esto? He venido para ayudar.
—Pensé que habíamos quedado en algo —dijo Rykel serio —. Tú te quedabas con tus padres hasta que esto termine —ahora se escuchaba molesto.
—Tú acordaste con papá que así sería mas no conmigo, yo nunca te dije nada —lo señaló Joep.
—Papá —intercedió Ro por Joep —. Ya está aquí y no lo puedes echar a la calle.
—No lo voy a echar a la calle, solo quiero que regrese con sus padres —no apartaba la mirada de Joep.
—Papá, puede hacer de mucha ayuda —Rykel suspiró con hastío.
—Está bien, te voy a pasar esto porque eres hijo de Jelle sino yo mismo te llevaba con tus padres y te hacía obedecer órdenes.
Robin chilló emocionada porque Joep se iba a quedar en la casa y nos iba a ayudar en esto. Ellos dos siempre habían sido muy buenos juntos, eran buenos matando y cuidando la espalda del otro.
—¿Qué pasa aquí? —Khail se unió a nosotros, extrañado por ver a Robin junto a Joep, y que este estuviera aquí.
—¿Hablaste con Lev? —el ruso asintió.
—Ya le di la orden, ya sabe el día en que tiene que llevar a cabo el plan —su mirada se detuvo en Joep y por cómo lo miró nos pudimos dar cuenta de que no le gustaba en nada que estuviera aquí.
—Yo veo celos —murmuró Allen a mi lado.
—Va a ver golpes —respondí yo.
Papá nos aniquilaba con la mirada mientras nos burlamos de la escena que teníamos frente a nosotros.
—¿Qué haces aquí, Joep? —el tono de voz de Khail era serio.
—¿Cómo que qué hago aquí? Es obvio, ¿no?
—No, no es obvio —Joep se quiso acercar a Khail pero la rubia lo detuvo poniendo sus manos en el pecho de Joep.
—No empiecen —los dos miraron a Rykel —. No es el momento para hacer este tipo de escenas.
—No sigas —le pidió Robin a Joep.
—Solo porque tú me lo pides.
Robin se giró hacia Mikhail.
—Vamos —lo cogió de la mano sin que este pudiera decir nada y los dos se perdieron en la cocina.
Después de eso cada quien siguió su camino y se perdieron en la casa, Joep fue a una de las habitaciones que estaban desocupadas, la cual sería su recámara los siguientes días. Después de que todo esto terminara regresaría a la casa que era de sus padres con ellos, cómo lo dijo él.
Bajé al sótano para estar solo, quería pensar y despejar mi cabeza de todo esto que estaba pasando. No había tenido ni un día libre para dejar de atormentarme la cabeza con ideas y pensamientos que solo me estaban haciendo mal.
Saqué una de las armas y la miré con atención. Era hermosa, de color negro, no pesaba, una hermosa arma que iba a usar para matar a esos idiotas.
—¿Qué haces aquí? —escuché la voz de mi madre y dejé la pistola en su lugar.
—Mamá —me giré hacia ella y venía con las manos detrás de la espalda. Su cabello estaba suelto y se veía hermosa. Yo pensaba que era la mujer más bella de todas, a parte de Elise, obviamente.
—Te estaba buscando y Alen me dijo que estabas aquí —miró a su alrededor, no se sorprendió por lo que vio, me imagino que ya no era raro o extraño ver tantas armas. Mi madre ya estaba acostumbrada a ver armas, sangre y muertes. Llevaba muchos años con mi padre y había veces que este llegaba herido o con sangre en las manos.
—Vine aquí a pensar un poco —se sentó en el escalón y yo lo hice a su lado.
—¿Y en qué tanto piensas? —puso una de sus manos encima de la mía.
—Extraño la vida que teníamos antes, extraño ir al colegio, salir sin que nada me preocupara, extraño a Elise, la extraño mucho —solté un suspiro.
—Yo también extraño todo antes de esto. Me hubiera gustado otra vida para ustedes.
—¿Te arrepientes? —me miró con el ceño fruncido —. ¿Te arrepientes de casarte con mi padre?
—Nunca me voy a arrepentir de casarme con tu padre, mucho menos de tenerte a ti y a Dev. Los dos son lo más bonito que la vida me pudo dar —apretó mi mano en un delicado gesto.
—Quiero decirte algo y espero me apoyes.
—Dime.
—Quiero hacer esto, quiero empezar a hacerme cargo de los negocios y quiero más que nada cuidar de ti y de Dev —sus ojos se abrieron grandes, tanto cómo si aquello fuera posible. Estaba sorprendida y aterrada por lo que había dicho.
—¿Qué? —su pregunta salió en un jadeo lleno de horror —. No me puedes decir esto —sus bonitos ojos se llenaron de lágrimas.
—Mamá...
—Es que...¿Por qué? No me puedes decir esto y que no actúe así, eres mi hijo, mi niño. Mees —se giró hacia mí y puso sus manos en mis mejillas, su toque era suave y delicado —. Eres mi niño, siempre lo vas a ser.
—Lo sé —puse mis manos encima de las suyas —. Sabes que esto podía pasar, algún día, tarde o temprano.
—Me hubiera gustado que fuera más tarde —soltó un suspiro y un par de lágrimas se deslizaron por sus mejillas —. Algún día ibas a tomar este camino pero me aterra que te pase algo, que alguien te haga daño. Yo no podría soportar que algo malo te pase —negó con la cabeza y lloró aún más.
—Eso no va a pasar.
—¿Cómo lo sabes? ¿Cómo estás tan seguro? Solo quiero que recuerdes a tu padre y las veces que llegó herido a la casa, ya fuera por una bala o cualquier herida que lo pusiera en peligro.
—No me vas a convencer con nada que me digas.
—Y no pretendo hacerlo, pero quiero que tengas presente eso. No te quiero perder, Mees, no podría soportarlo.
—No me va a pasar nada, mamá, aprendí del mejor y sabes que papá es bueno en lo que hace —ella asintió limpiándose debajo de los ojos.
—Tu padre es muy bueno en todo lo que hace —entendí ese punto y sentí escalofríos.
—Entendí esa referencia, no lo vuelvas a hacer por favor —le pedí estremeciéndome de pies a cabeza.
—Que aburrido eres —me dio un golpecito en el brazo.
Nos quedamos en silencio un par de segundos.
—Dime algo por favor, no soporto este horrible silencio entre los dos.
Era mi madre, una de las personas que más me importaban en esta vida sin ella y su apoyo yo no era nada, no era nadie. Al final todos me podían fallar pero ella jamás lo haría.
—Que te puedo decir —suspiró con melancolía —. ¿Tu papá ya habló contigo?
—Sí, ya sabe todo.
—Me imagino que te apoya —asentí y apretó los labios —. Sí, era de suponer.
—¿Entonces? Por favor, no me puedes dar la espalda, tú no —subí sus manos a mis labios y dejé un par de besos en su dorso.
—Nunca lo haría —puso sus manos encima de las mías —. Eres mi hijo y sé que harás un gran trabajo, también sé que tu papá te va a ayudar en lo que sea y va a estar a tu lado.
—Gracias mamá —dejó un tierno beso en mi mejilla.
—Eres mi hijo, Mees, y me siento orgullosa de ti y de todo lo que hagas.
—Te quiero mamá.
—Y yo te quiero a ti, mi niño.
Robin
Había llegado el día para ejecutar el plan y hacer rodar algunas cabezas. Para no levantar sospechas tuvimos que ir a la jefatura de la policía al igual que las armas para dárselas a los hombres de Drazen. Quizá nos estaban vigilando y nosotros no lo sabíamos así que teníamos que hacer todo con cautela.
Las armas estaban puestas sobre la mesa y cada hombre iba a llevar una, los chinos y los italianos no se iban a quedar con los brazos cruzados y nos iban a dar pelea, era obvio, pero nosotros no nos íbamos a dejar de nadie: moriría quien tuviera que morir.
Khail estaba a mi lado mientras metía las municiones en los cartuchos. Su móvil empezó a sonar y se alejó para responder.
—Tú lo amas, ¿no es así? —Joep se refería a Khail.
—Lo amo, Joep.
—Creo que ya debería hacerme a la idea.
—Creo que sí —sonrió pero había un deje de tristeza en aquella sonrisa apagada —. Solo quiero decirte algo.
—No, por favor no —le pedí.
—Siempre serás mi primer amor y nunca te voy a dejar de querer —musitó.
—Joep, por favor —detuve todo lo que estaba haciendo.
—Siempre serás una persona especial, Ro, siempre.
Le sonreí.
—Era Lev —Khail se acercó.
—¿Que dijo?
—Nos vamos a ver en el punto de reunión.
—Ya quiero matar a esa idiota —le puse el cartucho a la ametralladora y los dos se me quedaron viendo.
—Atención —habló Drazen en un tono de voz imponente, sus hombres se acercaron a él, todos traían puestos sus uniformes para este tipo de operativos, nosotros llevábamos un uniforme también —. Todos ya saben lo que van a hacer y a quien tienen que detener. Todo tiene que salir bien. Nada de cometer errores porque esto nos puede salir caro. Nos vamos en cinco minutos.
Informó y algunos de los hombres empezaron a salir para subir a las camionetas, otros más recogieron sus armas. Papá se acercó a Khail y a mí.
—Pase lo que pase quiero que sepan que me siento orgulloso de ustedes —lo miré de manera extraña porque esta no era su manera de hablar.
—No me digas esto, tú vas a estar bien. Todos vamos a regresar a casa, todos —enfatice y no hizo más que sonreír. Se acercó para dejar un beso en mi mejilla —. Ya es hora.
Le dio un apretón a Khail en el hombro y se fue hacia la salida.
—Es hora de terminar con esto.
Salimos del complejo en las camionetas. Alen y Mees venían aquí mientras que los demás se habían quedado en la casa esperando las buenas noticias de que esto ya había terminado.
Llevábamos pasamontañas para que Hou no nos reconociera. Hein iba en una camioneta y Daen en otra pero al final nos íbamos a reunir en una de las bodegas para deshacernos de todos y cada uno de estos idiotas.
—Ser mala se te da muy bien —musitó Khail a mi lado. Solo podía ver sus ojos azules y nada más.
—Ser mala es mi pasión —le respondí.
—Ustedes dos son tan cursis —dijo Alen.
—Cierra la boca, puberto.
Drazen miraba su móvil y levantó la cabeza hacia nosotros.
—Los demás van a desviarse —informó y asentí con la cabeza —. Nos vamos a ver donde dijo tu padre.
—¿Ya casi llegamos? —preguntó Mees.
—Faltan unos diez minutos para llegar.
El tiempo pasó de prisa y yo sentía que quería vomitar por los nervios que sentía en ese momento. Estaba aterrada de que algo malo nos pudiera pasar, solo quería que esto terminara ya y regresar a la vida que tenía antes de esta mierda. Era horrible vivir huyendo.
—Hemos llegado —informó Drazen y la camioneta se detuvo súbitamente. Las puertas se abrieron desde afuera y todos empezamos a salir. Estábamos en la casa de Hou, el maldito chino que se había atrevido a traicionar a mi padre y sus hermanos.
—Hay guardias en el patio, dentro de la casa y en los alrededores —dijo un hombre que se acercó a Drazen.
—Quiero que se deshagan de los que cuidan los alrededores —ordenó y el hombre solo asintió y se alejó —. Cuando nos den la orden podremos entrar.
—Voy a estar detrás de ti todo el tiempo, no te voy a dejar, rubia —Khail puso sus dedos bajo mi barbilla y asentí.
—Eres mi superhéroe mafioso.
—El que nunca te va a dejar sola —sonreí debajo de la tela y mi corazón empezó a latir más fuerte.
La calle estaba sola, no había nadie a los alrededores, ni siquiera la luna quería salir de su escondite el cual eran las pocas nubes que cubrían el cielo oscuro, quizá no quería ser testigo de la masacre que se llevaría a cabo esta noche, no quería ver la sangre que sería derramada. Quizá y solo quizá esto estaba mal pero no había otra manera para terminar con todo lo malo que estaba pasando en nuestras vidas.
Fue cómo si el tiempo se hubiera detenido en ese momento, no había sonido alguno solo las voces de los hombres que murmuraban algo. No había viento, nada. Todo era tan tétrico y sombrío.
—Vamos —no pasó mucho tiempo desde que aquel hombre se fue hasta que Drazen dijo esto —. Ellos ya deben saber que estamos aquí.
Cogí mi arma con fuerza para no dejarla caer y rodeamos la propiedad para entrar por la parte de atrás por donde era más fácil entrar sin tener tantos problemas. Entramos detrás de algunos hombres y miré a mi alrededor, el patio era grande con una gran extensión de terreno y a los costados en las paredes arbustos y árboles.
La casa tenía grandes ventanales que nos dejaban ver todo lo que había dentro y alcancé a ver a algunos hombres que se acercaron a los ventanales con armas en las manos.
—¡Cuidado! —gritó Drazen alertando a todos. De la puerta salieron más y más hombres que nos empezaron a disparar a diestro y siniestro. Respondimos disparando también mientras nos protegemos con los escudos que llevaban los policías frente a nosotros —. Avancen —ordenó Drazen y empezamos a caminar hacia la entrada desde donde nos seguían disparando.
Algunos hombres caían al suelo desde arriba y otros más quedaban a un lado del pasillo a la vez que nos dábamos paso para entrar a la casa que ahora se había quedado en completo silencio.
—Busquen por todo el lugar, ese malnacido tiene que estar aquí.
Algunos hombres se quedaron afuera de la propiedad para que Hou no pudiera escapar.
Buscamos en las recamaras, en la cocina y las otras habitaciones que había en toda la casa. Khail, Joep y yo bajamos al sótano porque había algo dentro de mí que me decía que ese imbécil estaba aquí y no me equivoqué. Detrás de una puerta metálica estaba él y su esposa junto a otros hombres que lo custodiaban pero a los cuales les quitamos las armas.
—¿Qué quieren? —lo puse de rodillas —. ¿Dinero? ¿Eso es lo que quieren con tal de dejarnos en paz?
—No queremos dinero —Khail obligó a uno de los hombres de Hou a ponerse de rodillas también.
—¿Entonces?
—Justicia —respondió Joep —. Es lo único que queremos.
Hou se empezó a reír de manera burlona pero mi puño en su rostro lo hizo callar dejando un hilillo de sangre en una de las comisuras de su boca.
—Aquí están —Drazen no tardó en llegar a nosotros.
—Drazen Kappel —musitó Hou —. Dile a tu gente que nos deje ir, sabes que no hemos hecho nada.
—Claro que lo has hecho —caminé para posicionarme frente a él —. Eres un traidor que merece morir.
—¿Tú quien eres? —me miró de manera despectiva cómo si yo fuera nada, cómo si fuera nadie.
—Soy tu peor pesadilla —me deshice del pasamontañas ante su atenta mirada y cuando se dio cuenta de quien estaba frente a él soltó un jadeo lleno de horror —. Te vas a arrepentir de haber traicionado a mi padre.
Le hice una señal a Khail y Joep, ellos no dudaron en apretar el gatillo y matar a la esposa de Hou que era una hermosa mujer y a sus hombres. La sangre de su amada salpicó su rostro y este se desfiguró por el miedo y horror que ahora mismo lo surcaban.
—Llévenselo —les ordené a los hombres de Drazen y se lo llevaron arrastrando a la salida.
—¿Era necesario matar a la esposa? —preguntó Drazen mirando el cuerpo de la mujer que tenía un agujero en la cabeza y la sangre espesa salía de este.
—Daños colaterales —dije despreocupada y me puse el pasamontañas de nuevo.
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¡Hola! Espero les haya gustado este capítulo, cada día estamos más cerca del final y la verdad me da un poco de tristeza despedirme de mis bebés :(
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