Capítulo 6.
Alen
Este día decidimos olvidarnos de todo lo malo que había pasado en los últimos meses. Queríamos relajarnos y estar juntos cómo la gran y ruidosa familia que éramos, porque sí, éramos muchos y ruidosos también, más que nada Haden que cada que se echaba un clavado al lago pegaba un grito y salpicaba de agua a todos los que estábamos cerca.
Mis padres estaban con los demás adultos mientras los demás bebíamos, platicamos y fumamos un poco cómo Mees y yo que nos manteníamos alejados para que nadie nos dijera nada, pero papá no dejaba de echarnos miradas cómplices mientras mamá platicaba con sus hermanas. Todos se veían muy felices y no quería que esto terminara nunca.
—Creo que tu papá ya se dio cuenta que estás fumando marihuana —Mees se sentó a mi lado en el muelle. Mis pies colgaban en el aire y de vez en cuando se mojaban.
—Creo que sí —le entregué el cigarrillo y lo aceptó gustoso.
—¿Cómo te va? —me preguntó mirándome y dándole una calada al cigarrillo.
—¿Cómo quieres que me vaya? —suspiré —. Quisiera que esto no se terminara.
Ambos miramos a Haden, Mannes, Dev, Hennie y Elián que estaban en el lago y jugaban a echarse agua. Mees asintió dándome la razón y dejó salir el humo por la nariz, me entregó el cigarrillo y suspiró.
—Yo tampoco quiero que esto termine pero estaremos mejor —puso su mano en mi hombro y le dio un apretón —. Vamos a regresar a casa, vamos a recuperar lo que es nuestro, Alen, lo que nos fue arrebatado a la mala.
Su voz era más gruesa, se veía determinado a recuperar y matar si era necesario.
—¿Tu padre ya sabe que vas a ayudar? —le pregunté y asintió con la cabeza.
—Claro.
—¿Y qué te dijo? —inquirí.
—Que me va a apoyar e intentar hablar con mamá.
—Uh...eso va a estar complicado.
—Ya sé —se quejó —. Se va a poner como loca —se llevó las manos a su largo cabello y lo peinó un poco —. Pero quiero hacer esto, Alen, de verdad lo quiero.
Lo miré con el cigarrillo en los labios y asentí.
—Yo también quiero esto, Mees, quiero llegar a ser la mitad de lo bueno que es mi padre —ambos miramos a nuestros padres que ahora reían quien sabe porqué, pero todos ellos se veían muy felices.
—Me gustaría tener a Marie a mi lado —admití, esperando que no me diera un buen golpe en la nariz por andar de bocón. Mees podía ser un poco celoso con Dev al igual que con Anne Marie.
—Sino fueras mi primo te juro que te daba un buen golpe en la nariz, pero no lo haré —rodeó mis hombros con su brazo y me dio un apretón —. Solo quiero que la hagas feliz y que la trates bien, sino...—levantó su puño a la altura de mi boca —. Ya sabes a lo que te atienes —asentí y pasé saliva.
—Entendido —me soltó y miró hacia donde estaban Dev y Elián, muy acaramelados —. ¡Hey! ¡Ustedes dos separense! —los señaló y al verse pillados no tuvieron más opción que separarse y nadaron en dirección contraria —. Te estoy vigilando, Elián —lo señaló.
—Voy por una cerveza, ¿quieres una?
—Por favor —me puse de pie y le dejé el cigarrillo.
Caminé hacia la casa y fui directamente a la cocina. Abrí el refrigerador y saqué dos botellas de cerveza, las dejé encima de la encimera mientras buscaba el destapador en el cajón de la cubertería.
—Dice tu mamá que dejes de fumar —escuché detrás de mí, al girarme papá estaba apoyado en el pilar de la puerta con los brazos cruzados.
—Es de marihuana —admití y casi me doy de golpes al entender lo que había dicho.
—Sabes que no le gusta que fumes.
—Tú lo hacías y no dice nada de eso —dije bajo, papá suspiró.
—Eran otros tiempos pero tienes razón —señaló y se apartó para caminar a mi lado —. Tu madre solo se preocupa por ti.
—Y se va a preocupar más cuando le diga que quiero participar en todo lo que ustedes hagan —papá abrió otro cajón y de ahí sacó el destapador que usó para abrir las botellas de cerveza.
—¿Qué? —me miró por unos segundos —. ¿Tú quieres qué?
—Mees va a ir con ustedes y quiere matar él mismo a esos idiotas, yo quiero lo mismo. Me sé defender, sé usar un arma porque estos dos meses hemos estado entrenando para eso, hasta las chicas saben cómo golpear y matar si es necesario.
—Siento que eres muy joven —suspiró y puso una mano en mi hombro —. Pero ya no eres aquel niño al que le gustaba que lo estuvieran cargando todo el tiempo.
—Papá, se supone que quien me debe avergonzar es mamá no tú —me quejé cruzándome de brazos. Se echó a reír.
—Se supone que así debe ser, Alen, pero también yo puedo hacerlo.
—¿Entonces? —ladeé la cabeza y suspiró.
—Está bien, sé que sabrás hacer un buen trabajo y por lo que veo tú al igual que Robin y Mees serán quienes se encarguen de todo esto el día de mañana.
Asentí satisfecho porque esto era lo que quería escuchar de mi padre, que por fin me diera una gran responsabilidad que iba a cumplir al pie de la letra. Robin tenía más responsabilidades y yo quería las mismas que ella, quería demostrarle a papá que podía poner el apellido De Vaux en alto y no dejarlo en vergüenza.
—Gracias, pa, por confiar en mí. No te voy a decepcionar —sonrió y me dio un abrazo que necesitaba tanto.
Salimos juntos y él regresó con mamá y mis tíos mientras que yo fui a entregarle su cerveza a Mees, aceptó gustoso su cerveza. Las dos parejas estaban haciendo carreras para ver quien llegaba primero a la orilla. En estos momentos extrañaba tanto a Marie y anhelaba que estuviera conmigo, la quería tanto que a veces dolía este sentimiento.
Dev
Después de pasar toda la tarde bebiendo, jugando en el lago y comiendo fue hora de hacer una fogata, papá dijo que él la hacía mientras tanto los demás estaban adentro preparando chocolate y los bombones que íbamos a asar en la fogata.
—¿Te ayudo? —ya me había dado una ducha y cambiado de ropa. La noche era fresca y me puse un suéter encima porque mamá dijo que me podía enfermar.
—Ya he terminado —estaba avivando el fuego de la fogata con un atizador. Levantó la cabeza y al verme sonrió, señaló a su lado que estaba libre y me senté con él en aquel pedazo de tronco que tenían dentro de la casa —. ¿Estás bien? —se acomodó a mi lado y cogió mi mano.
Papá era realmente atractivo, su cabello era negro y algo largo, sus ojos eran cafés pero a veces podían ser verdes, su rostro era pequeño y a pesar de los años se veía muy bien. De los tres hermanos siempre fue el más serio pero no por eso no era divertido a veces, también era muy cariñoso, lindo y atento, tanto con mi madre cómo con Mees y conmigo.
—Sí, estoy bien —suspiré y me abracé.
—Yo creo que no, cariño —me dio un golpecito en la punta de mi nariz —. Dime que tienes.
—Esto es demasiado perfecto y temo que termine pronto, no quiero que pase lo de hace meses y que ustedes vuelvan a irse —mi voz era un hilo.
—No te voy a dejar, cariño, ya no —apretó mi mano con mucho cuidado.
—Eso dijiste la última vez y mira lo que pasó, dos meses separados —retenía las lágrimas en las esquinas de mis ojos para no llorar, no me gustaba hacerlo, menos frente a mi padre.
—Esta vez no, Dev, esta vez pase lo que pase voy a estar con ustedes, no los voy a dejar por nada del mundo —su sonrisa era genuina. ¿Cómo podía no creerle cuando me miraba de esa manera? —. ¿Me crees? —asentí.
—Eres el único hombre al que le voy a creer todo lo que me diga —llevó su mano a mi cabello el cual despeinó y quiso acomodar pero no pudo hacerlo.
—Me hace muy feliz que digas eso. Siempre serás mi princesa, Dev, puedes contar conmigo para lo que sea y ahí voy a estar para ti. Puedes dudar de lo que sea pero no de mi amor por ti, eres mi princesa —dejó un beso en mi mejilla con mucho amor.
—Te quiero —sonrió.
—Tengo los bombones —informó Haden llegando con la gran pila de bombones que íbamos a asar. Los demás salieron de la casa y se acomodaron alrededor de la fogata que iluminaba sus rostros.
—Quizá estos sean los últimos días que pasemos aquí —informó Rykel, puso una mano en la pierna de la tía Aleid —. Lo mejor es regresar a casa y enfrentar lo que sea —nos miramos dubitativos al escucharlo decir esto.
—¿No corremos peligro? —preguntó Mannes.
—Aquí también corremos peligro —respondió Hein —. Pero estamos juntos y eso es lo único que importa ahora.
—Los seis estamos de acuerdo en qué volver a Ámsterdam es lo mejor, cuando Robin y Khail vuelvan nos regresamos a casa —papá me miró y sonrió —. ¿Qué dicen?
—Pues no hay mucho que decir —respondió Haden —. De todos modos vamos a regresar a casa algún día y qué mejor que sea ahora.
Cada uno cogió un bombón para ponerlo a asar.
—Voy a extrañar la calma de este lugar —admitió Alen y le dimos la razón —. ¿Podemos regresar aquí más seguido? No lo quiero admitir pero me todos ustedes me agradan, un poco más.
No reímos todos de lo que dijo Alen.
—Tú también nos agradas un poco más, Alen —dijo Elián y seguimos riendo.
Amaba estos momentos en los que no nos preocupamos por nada más, comíamos bombones asados o quemados también, bebíamos chocolate recién hecho y escuchábamos las largas pláticas que tenían los adultos, las anécdotas eran buenas y nos gustaba escuchar cuando ellos eran jóvenes. Momentos que no cambiaría por nada del mundo, pero teníamos que regresar a la realidad, esa donde no teníamos un lugar a donde llegar ni siquiera podíamos confiar en nadie de ese lugar porque todos nos querían muertos.
Mikhail
Por la mañana acompañé a Robin a cada tienda en Moscú, recorrimos el lugar dos veces porque nada le convencía hasta que por fin se decidió y compró más de lo que iba a comprar pero al final obtuvo lo que quiso. Estaba más emocionada que yo por ir a esa cena donde íbamos a ver a Mila y seguramente a su padre: Nikolay. Los dos estaban cortados con la misma tijera y no se podía esperar nada bueno de alguno de ellos.
Todavía no entendía cómo pude amar a Mila, fue amor, lo sé, pero no esta clase de amor que te quema por dentro y te hace sentir vivo cada día. No fue esta clase de amor que sentía por Robin, a ella la amaba tanto que podía dar mi vida por ella sin pensarlo. Haría lo que fuera por ella sin que me lo pidiera.
Esperaba al lado de las escaleras mientras Robin terminaba de arreglarse.
—¿A qué hora se van? —preguntó mi padre. Hoy traía un bastón ya que había veces que le dolía la pierna y no podía caminar sin este.
—Nada más estoy esperando a Robin y nos vamos —papá se acercó y acomodó el moño de mi camisa.
—Te ves muy bien, hijo —palmeó mi hombro y quitó el polvo invisible de mi saco.
—Me parezco a ti —sonrió feliz.
—Estoy lista —informó Robin bajando las escaleras. Me giré para verla y se veía espectacular en ese hermoso vestido de color verde jade, con pequeñas flores regadas por todo este, el tul era del mismo color. Abajo tenía más flores y en la cintura un listón de color blanco.
—Te ves hermosa —llegó a mi lado y cogí su mano con mucho cuidado. El gran escote en la parte delantera me dejaba apreciar esa hermosa clavícula —. La más bella de todas.
—Tú te ves muy sexy, ruso —se mordió el labio y miró por encima de mi hombro.
—Iván —se dirigió a mi padre.
—Te ves muy bonita, Robin —ella sonrió, agradecida.
—¿Nos vamos? —asentí cómo un tonto ante su pregunta y juntos salimos de la casa.
Subimos a una de las camionetas y detrás venía otra con algunos de nuestros hombres que nos cuidaban a cada segundo. El lugar en el que sería la cena era un importante salón en Moscú al cual asistieron políticos, empresarios, la clase más alta en toda Rusia.
Bajé de la camioneta y le entregué mi mano a Robin, bajó con cuidado y juntos subimos los escalones y entramos al enorme lugar que por dentro era mucho más lujoso. Lámparas de telaraña colgaban del techo, la música clásica que era tocada desde una esquina se escuchaba por todo el lugar. Algunas miradas se dirigieron a nosotros, pero más que nada a la hermosa mujer que venía a mi lado. Su cabello lleno de ondas se movía de un lado al otro con cada paso que daba.
—Eres la más hermosa de todas. Te ves espectacular y sexy.
—Claro que sí, cariño, soy una reina —se enganchó más a mi brazo y caminamos hasta llegar a la barra donde ofrecían todo tipo de bebidas.
Claro que era una reina, la más bella de todas. Era una diosa entre todas las mujeres que estaban en este lugar, y no es que las mujeres rusas no fueran hermosas pero Robin tenía esa belleza salvaje y pasional que atraía las miradas de todos los ahí presentes, desde los políticos más reconocidos hasta los que atendían detrás de la barra.
—Dos vodka, por favor —ordenó ella.
Ambos miramos a las personas que estaban ahí, pero por ningún lado se veía Mila o su padre, por quien habíamos venido esta noche.
—¿Crees que la rata venga? —se acercó para acomodar el moño —. Quiero ver su pálido rostro cuando se dé cuenta que seguimos vivos, aunque supongo que ya lo debe saber. Pero no se ha de imaginar que estamos aquí.
—Va a venir —le aseguré.
Estaba seguro de que Mila iba a venir, aunque sea sola porque no se perdía este tipo de reuniones donde podía presumir todo lo costoso que llevaba encima, desde el vestido hasta las joyas que adornaban su cuello, dedos y muñecas.
—Te ves realmente sexy, ruso —se mordió el labio —. Esta noche quiero arrancarte esa traje.
—No sigas —le advertí cogiendo sus muñecas y deteniendo cada uno de sus movimientos.
—Se puso rudo el ruso —se pasó la lengua por los labios —. Esta noche puedes atarme a tu cama y hacerme tuya sin piedad ni compasión.
—No me tientes, rubia porque puedo hacerte mía aquí mismo.
—¿Con público? —levantó una de sus cejas —. Prefiero que nadie vea lo que me haces en privado.
—Te amo, rubia —apreté mis labios a los suyos y no dude ni un segundo en devorar sus labios y meter mi lengua en su boca. Puse mis manos en su cintura y la atraje a mí apretando su pecho contra el mío.
—Y yo te amo a ti, ruso —cogió las solapas de mi saco para deslizar sus dedos por la fina tela —. Eres tan sexy y encantador.
Nos separamos cuando el hombre detrás de la barra se aclaró la garganta de nuevo y nos entregó el vodka que se le había pedido. Cogí el vaso y me lo llevé a los labios para darle un largo trago bajo la atenta mirada de Ro, ella bebió despacio mirando a su alrededor.
—Bingo —sostuvo el vaso con sus largos y elegantes dedos —. Ahí está la rata esa —miré en la misma dirección que ella estaba mirando y divisé a Mila enganchada del brazo de su padre. Su sonrisa era tan grande y falsa cómo las pestañas que llevaba puestas.
Movía la mano con exageración para saludar a todos los que estaban a su paso.
—Es más falsa que el trasero de Kim Kardashian —espetó Ro a mi lado y aquello me dio risa —. Maldita —apretó el vaso entre sus dedos y menos mal que lo dejó a un lado porque sino era capaz de estrellarlo y hacerse daño.
Nos quedamos frente a la barra mientras Mila y su padre paseaban por todo el lugar, ella presumiendo su carísimo vestido, zapatos y joyas, y su padre presumiendo a su hija. Ella era tan parecida a él, los dos eran una basura.
—Mikhail Záitsev —escuché a mi lado. Al voltear Yuri Búbka y su linda esposa.
—Yuri —nos saludamos y su esposa lo hizo también con un beso en la mejilla —. Que bueno verte.
Yuri era uno de los socios de mi padre, fiel y leal desde que este se quedó a cargo de todos los negocios aquí cuando Víctor se fue a Norteamérica.
—Mira, ella es mi novia, Robin De Vaux —los ojos azules de Yuri se abrieron grandes al escuchar su nombre. Ro y la esposa de Yuri se saludaron.
—¿Eres la hija de Rykel De Vaux? —Ro asintió —. Tu padre es muy famoso por estos lares. Lamento lo que han tenido que pasar.
—No te preocupes, pronto vamos a recuperar lo que es nuestro —dijo decidida y segura de sus palabras.
—Eres una mujer muy decidida, Robin De Vaux —dijo Yuri quien tenía enganchada a su esposa del brazo al igual que yo a Robin del mío.
—Mi padre me ha enseñado a no dejarme caer nunca, Yuri —la sonrisa de Yuri se ensanchó. A él le sorprendía la fluidez con la que hablaba Ro.
—Me agradas, Robin —Yuri palmeó mi hombro —. ¿Tu padre cómo está, Mikhail?
—Bien, él se encuentra bien. Gracias por preguntar.
—Me lo saludas y cualquier cosa que necesites me avisas.
—Lo haré, Yuri —miró a su esposa quien con tan solo una mirada le dijo que se alejaran ya —. Mi esposa quiere dar la vuelta, te veo después.
—Nos vemos, Yuri —se alejaron y nos quedamos solos de nuevo.
—Yuri me agrada —dijo Ro y le di la razón porque la verdad es que sí, el sujeto era agradable.
—Es un buen sujeto —pedí que me sirvieran más vodka esperando la oportunidad para acercarnos a Mila y Nikolay.
—Lo es —cogí el vaso y lo sostuve en mi mano.
—Vamos —dejé el vaso en su lugar cuando Ro tiró de mi mano y me llevó con ella hacia donde estaba Mila y su padre.
—Solo no te alteres mucho —le pedí y me miró de reojo.
—Nunca le pidas a una mujer que no se altere porque se va a alterar mucho más —siguió caminando hasta que nos detuvimos frente a ellos. El rostro de Mila se descompuso y pasó de la felicidad al horror, su padre solo pasó saliva y miró a su alrededor.
—Hola —expresó Ro con un tono de burla y desprecio —. Apuesto a que no se esperaban vernos aquí —los miró a ambos —. Sorpresa, sorpresa.
—¿Qué demonios hacen aquí? —preguntó Mila.
—Cierra la boca, rata —espetó Ro —. Nadie te pidió que hables.
—¿Qué hacen aquí, Mikhail? —preguntó Nikolay, sereno.
—Fuimos invitados a esta cena, así que aquí estamos.
—Al igual que ustedes —añadió Ro —. A ti te quería ver, Mila —ironizó. Se podía sentir la tensión en el aire.
—No tengo nada de qué hablar contigo —Mila quiso huir de esta conversación pero no podía hacerlo.
—Yo creo que sí, pequeña rubia tonta. Te metiste con mi familia y estuvieron en peligro por andar abriendo tu linda boquita así que te voy a matar —dijo esto sin una pizca de diversión —. Sí, te voy a matar —miró a Nikolay sin miedo —. Y a usted también.
—Yo creo que no —se burló Nikolay —. No se van a poder acercar a ninguno de los dos —señaló a su alrededor donde algunos de sus guardias cuidaban sus espaldas.
—No es una pregunta, es una afirmación. Los voy a matar a ambos. Voy a dejar un agujero en esa bonita frente tuya —Ro puso su dedo en medio de la frente de Mila mientras que esta palidecía por completo —. No te vas a dar cuenta cuando me deshaga de ti.
—¿La estás amenazando? —Nikolay quiso acercarse a ella pero me puse en medio.
—Ni se te ocurra tocarla —advertí.
—Así es, Nikolay, los estoy amenazando. Todo pudo estar bien si la inteligente de tu hija se hubiera quedado callada, pero no, tuvo que abrir su boca y arruinarlo todo. Ahora debe pagar y lo hará, claro que lo hará —Ro me cogió del brazo y me llevó con ella de nuevo.
Nos alejamos lo más que pudimos de esos dos y al fin ella pudo sacar esto que le estaba quemando el pecho. Sé que aún tenía muchas cosas qué decir pero no las diría ahora, encontraría el momento correcto para hacerlo y ese sería el día en el que la matara.
—¿Más tranquila?
—Me hubiera gustado ahorcarla ahí mismo pero no es ni el momento ni el lugar —suspiró —. Prefiero que me ahorques tú —admitió.
—Que directa eres —subió sus manos por mi cuello y lo rodeó con sus brazos.
—No me gusta ser sutil y lo sabes, ruso. Esta noche voy a beber, lo suficiente cómo para estar sobria pero quiero beber. Iremos a tu casa, me vas a quitar este vestido y me harás tuya las veces que quieras —dejó un húmedo beso en mis labios —. ¿Tenemos un trato?
—Por supuesto que sí, rubia.
Estaba encantado con la sucia proposición de Ro, amaba que fuera así de ardiente y directa. Sin duda alguna me había sacado la lotería con ella y no podía estar más agradecido de tenerla a mi lado. La iba a cuidar cómo lo más preciado que tenía y haría lo que fuera para hacerla feliz.
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¡Hola! Les dejo este capítulo, espero les haya gustado. No puedo creer que estemos en el capítulo 6 😭. Espero les guste todo lo que se viene porque será muy interesante.
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