Capítulo 5.
¡Hola! Espero dejen muchos comentarios o sino tabla 😐
Mees
Hablamos con Roos para que se contactara con Drazen e intentar convencerlo de venir a La Haya, sino accedía por las buenas tendría que ser por las malas y aquello no iba a resultar nada bien. Esperábamos que Drazen pensara bien las cosas y entendiera que estar de nuestro lado era lo mejor para él y para recuperar Ámsterdam el lugar que amaba y el que quería proteger a cómo diera lugar.
Mi padre, Rykel, Hein y yo salimos de la casa junto a Ruud y Gijs. Fuimos a una zona apartada de la casa para no alertar a nuestros enemigos por si alguien andaba por ahí vigilando. Llevamos armas por si las dudas y esperamos que alguien apareciera por la puerta de esa casa que hace años había sido abandonada.
—¿Creen que vengan? —preguntó Hein mirando hacia la puerta.
—Va a venir —dijo Rykel con ese tono de voz sereno. Miró el reloj en su mano izquierda y suspiró —. Tiene que venir.
La casa era parecida a la que teníamos pero quizá cuando estaba habitada era bonita, ahora solo había rastros de algunos muebles, polvo en el suelo y telarañas colgando de las paredes y las lámparas dañadas.
La puerta se abrió de golpe dejando ver a Drazen y detrás de él venían Roos y Ruud que sostenía el cuello del policía. La pelirroja no dudo en pasar a su lado y se echó a los brazos de Hein, era bien sabido que ellos dos eran grandes amigos.
—¿Cómo estás? —le preguntó Roos a Hein.
—¿Cómo estás tú? ¿No te hicieron nada? —se separaron.
—Nadie se iba a atrever a ponerme un dedo encima, sé karate —los dos rieron.
Ruud obligó a Drazen a sentarse en una silla frente a Rykel quien haría las negociaciones con él.
—Los hermanos De Vaux —nos miró a cada uno y su mirada azul se detuvo por algunos segundos más en mí —. Y el pequeño De Vaux. Pensé que los habían matado.
—Nadie mata a un De Vaux —respondió Hein. Roos estaba a su lado.
—¿En dónde estuvieron todo este tiempo? La triada y los italianos se han adueñado de las calles y cada negocio suyo —Rykel resopló —. ¿Qué demonios pasó?
—Lo que tenía que pasar. Para eso te hemos hablado —Drazen se acomodó en su silla.
—¿De qué quieren hablar?
—Sabes que a nuestro cargo las cosas van bien y supongo que ahora tienes muchos problemas con ellos en las calles —Drazen asintió de mala gana.
—No lo quiero admitir pero sí. Han metido todo tipo de drogas a las calles, más muertos y todo tipo de delitos. La triada no quiere negociar y no he podido hablar con ellos. Supongo que esto es lo que quieren, regresar y sacarlos de las calles.
—Exactamente —respondió mi padre —. Queremos deshacernos de ellos y que todo vuelva a ser cómo antes. Sabes que de nuestro lado todo va bien.
Papá se veía más relajado que meses anteriores, ahora ya no llevaba puesta esa camisa de vestir ni esos pantalones de vestir tampoco, solo traía una camiseta y unos jeans de mezclilla azul. Estaba menos preocupado por las cosas y se le veía muy feliz con mi madre, aunque ellos juntos siempre se veían felices y completos.
—No quiero admitirlo, pero sí —soltó un suspiro que fue más un bufido. Le jodía admitir que con nosotros gobernando las calles todo estaba bien y que ahora que estábamos desterrados todo se había ido a la mierda. Teníamos comprada a la policía y políticos con cargos importantes, él era uno de ellos y por más que le molestaba estar de nuestro lado no podía hacer nada —. Con ustedes a cargo todo iba bien ahora, ahora no tengo el control de nada.
"Nunca lo has tenido"
Pensé pero por la mirada que le eché creo que supo lo que estaba pensando.
—Díganme que necesitan —aquellas palabras nos gustaron porque sonreímos ante estas.
—A tus hombres —dijo Rykel. Drazen enarcó una ceja.
—¿Nada más?
—Sí —respondió Hein —. Nada más.
—¿Y las armas? —los miró a los tres.
—Tenemos las armas suficientes cómo para matar a todo un ejército —respondió papá con ese tono de voz altivo y superior que lo caracterizaba desde que empezó en esto. A mí me hubiera gustado ser así hace años pero no se me permitió entrar de lleno en este negocio y solo mirar por encima del agua.
—Bien, entonces yo les doy a mis hombres, ustedes ponen las armas y el plan —los cuatro asentimos con la cabeza —. ¿Cuándo se hará? —preguntó deslizándose un poco encima de la silla.
—Pronto, solo necesitamos mover bien las piezas para que todo encaje y cuando el día llegue nosotros te avisamos.
—Saben que me puedo meter en muchos problemas si mis superiores saben que estoy de su lado —se quejó.
—Tu padre también estaba de nuestro lado —respondió Rykel —. ¿Sabes por qué?
—Porque así lo quisimos —añadió Hein.
—Y porque tus superiores están comprados también —finalizó papá.
—Bien, no tendré problemas pero espero maten a esos imbéciles —nos señaló.
—Parece que no sabes con quién estás hablando, Drazen —una sonrisa divertida se dibujó en sus labios.
—Siguiendo el buen ejemplo de tu padre y tus tíos —me dijo —. Si sigues así vas a llegar muy lejos —papá me miró y puso una mano en mi hombro para darle un apretón.
Me miró con orgullo, por primera vez sentía que estaba orgulloso de todo lo que estaba haciendo, yo también me sentía orgulloso de mí, de mis decisiones y de la manera en la que estaba tomando el control de lo que algún día pasaría a mis manos.
—Me avisan cuando sea el golpe, quiero estar preparado para lo que sea —se puso de pie.
—¿Te vas también? —le preguntó Hein a Roos.
—No tengo nada más que hacer aquí, sirvo más estando allá —le dio un golpe a Hein que solo sonrió —. Voy a estar bien, aquí nuestro policía me va a llevar a casa y se va a asegurar que llegue con bien —lo señaló Roos.
—Y más te vale que así sea, Kappel —Hein también lo señaló —. Sino...
—La voy a dejar en la puerta de su casa —levantó las manos en señal de rendición.
Roos se despidió de todos nosotros y los seguimos fuera de la casa, Drazen y Roos caminaron hasta el auto de él, le abrió la puerta a la pelirroja y subió para conducir de regreso a Ámsterdam.
—Tú yo tenemos que hablar —me señaló papá y Hein se burló de mí.
—Tienes problemas, niño —pasó a mi lado y me apretó el hombro —. Cuando Daen dice eso es porque la cosa está grave.
—¡Gracias por tu apoyo, Hein! —le grité cuando ya estaba cerca de la camioneta. Ellos dos subieron a la misma camioneta mientras que papá y yo lo hicimos en otra.
Esperaba detrás del volante con el cinturón puesto y me miró esperando que me lo pusiera también, no demoré mucho en hacerlo pero sí me sentía nervioso por lo que me iba a decir. El ceño de papá siempre era serio y parecía que estaba enojado pero no era nada de eso, él simplemente era así, siempre.
—No creas que estoy en tu contra o en contra de cualquier miembro de la familia —le dio vuelta al volante para salir de la propiedad —. Quiero que entiendas que lo que hacemos es por su seguridad, por el bien de todos.
Asentí sin decir nada.
—Yo al igual que tú quiero que Elise y sus padres regresen a casa, quiero ver a mi hermana pero tenerla lejos es lo mejor para ellos. Ya los hemos involucrado en nuestros problemas, han dejado sus casas, sus trabajos por nuestra culpa, no podría soportar que algo malo les pase —pasó saliva.
—Si por ti hubiera sido nos mandas lejos también, ¿verdad? —no dudó en responder —. Lo sabía.
—Tú hubieras hecho lo mismo —asentí porque era cierto —. Solo te puedo asegurar que cuando esto termine yo mismo te voy a llevar con ella para que la puedas ver.
Me miró de reojo y sonrió. También sonreí al escucharlo decir estas palabras que tanto había estado ansiando escuchar.
—Lamento enojarme ayer, solo quería saber que está bien y verla —giró a la derecha para llegar a casa.
—Te entiendo y no te preocupes.
—Hay algo que tengo que decirte, espero me apoyes porque Dev se lo tomó muy mal —frunció el ceño —. Me quiero involucrar más en el negocio familiar, sé que no era su plan que esto pase pero soy un De Vaux.
»Algún día todo va a pasar a mis manos y quiero empezar desde ahora para estar preparado. Sé lo que me vas a decir: soy muy joven pero tú empezaste antes que yo y mira a donde has llegado. Sé que es peligroso y que mamá va a poner el grito en el cielo pero quiero hacer esto —dije decidido —. Quiero ser cómo tú o al menos intentar serlo, que estés orgulloso de mí. Soy un De Vaux, llevo tu sangre y quiero, anhelo poder llegar lejos, muy lejos.
—Yo ya estoy orgulloso de ti y de tu hermana —me dio un apretón en el hombro sin dejar de conducir, ya faltaba poco para llegar a casa.
—Gracias.
—No agradezcas nada, Mees. Algún día el negocio familiar va a pasar a tus manos, a las de Robin y Alen, estoy seguro que los tres van a hacer grandes cosas pero por ahora nos toca a nosotros guiarlos para que mañana sean mejores que nosotros.
—Nada de eso —bajó la velocidad cuando llegamos a la propiedad y la reja se abrió para que la camioneta que iba enfrente pasara primero —. Nunca seremos cómo ustedes, son los mejores. Son los De Vaux —dije con orgullo.
Papá sonrió y condujo dentro para estacionar la camioneta. Ambos salimos y entramos a la casa, mamá lo recibió con un beso y un abrazo. Papá rodeó los delgados hombros de mamá para atraerla a él.
—¿Cómo les fue? —todos estaban aquí, Robin, Mikhail y Lev no se habían ido a Rusia con tal de saber que nos había dicho Drazen. La verdad es que su opinión sí importaba y mucho, pero era algo que no se lo íbamos a hacer saber.
—Drazen nos va a ayudar con sus hombres —dijo Rykel. Aleid lo abrazó y él le dio un beso en la frente.
Robin pegó de brinquitos y se aferró al cuello de Mikhail y los demás suspiraron más tranquilos por la buena noticia.
—Ahora solo necesitamos que hables con tu padre, Mikhail —comentó Hein —. Con la policía y los hombres de tu padre podremos recuperar la ciudad que nos pertenece.
—Hoy mismo hablo con él, Hein, sé que nos va a ayudar en lo que sea.
—Quiero a esa chica y a su padre también —lo señaló Rykel, refiriéndose a Mila.
—Claro que la vas a tener —dijo Robin —. Yo misma me voy a encargar de dejar un agujero en esa linda frente que tiene —se regocijó en sus palabras.
—Que sádica —murmuró Hennie, Ro le hizo un guiño.
—¿Ustedes ya se van? —preguntó Dev.
—Así es, pequeña De Vaux, no nos extrañes —Dev rodó los ojos y se acercó a Elián.
—Entonces esperamos para ver que dice tu padre y hay que idear un buen plan para que todo salga bien y que esta vez no sean un estorbo más adelante —zanjó Rykel.
Todos estábamos hartos de estar huyendo, ya no queríamos seguir escondidos como si fuéramos ratas cuando no lo éramos. Joder. Éramos los malditos dueños de esas calles, de cada negocio que nos fue arrebatado al igual que de la policía y hasta los malditos políticos. Se habían metido con La Penose y así cómo podíamos ser condescendientes también podíamos llegar a ser los más grandes hijos de puta por meterse con lo que era nuestro. No sabían lo que iban a sufrir por quitarnos lo que nos pertenecía.
Robin
Saber que Drazen nos iba a ayudar me tenía más tranquila y ahora sí podía viajar a Rusia en paz. Sabía que mi padre y mis tíos iban a idear un gran plan para poder matar a esos bastardos cuanto antes, parecíamos unos cobardes por haber huido y a mí nunca me gustó huir y mucho menos parecer una cobarde pero la ocasión lo ameritaba y no solo lo tenía que hacer por Alen sino por mis primos y primas que dependían de mí también.
Al menos ahora estábamos todos juntos y la pena era menos dolorosa.
No tardamos en llegar a Rusia, me gustaba este lugar, el frío que te acariciaba las mejillas, las personas y las grandes construcciones. Todo aquí era impresionante y maravilloso.
El padre de Khail mandó por nosotros y una lujosa camioneta esperaba en la puerta del aeropuerto, junto a varios hombres que custodiaban los alrededores. Era mejor prevenir que lamentar después. Llegamos a la mansión Záitsev y bajamos para entrar a la hermosa casa.
—Todo en esta casa es hermoso —le dije mirando el lugar.
—¿Todo? —enarcó una ceja.
—Absolutamente todo —me acerqué para dejar un beso sobre sus labios mientras dejaba la maleta que había llevado conmigo a un lado de las escaleras.
—Iván —dijo Lev y nos separamos. El padre de Khail bajaba las escaleras con un poco de dificultad por el problema en su pierna, pero nada de eso le quitaba ese porte elegante y la mirada fría que podía helar a quien sea, creo que en ese aspecto Khail no era cómo él porque su mirada era más dulce y tierna.
—¡Lev! —bajó el último peldaño y abrazó a Lev, se separaron y ahora fue el turno de su hijo, a quien no había visto hace dos meses —. Khail, ¿Cómo estás? ¿Todo bien? —puso sus manos en los hombros de Khail y lo miró de arriba abajo para asegurarse que su único hijo estuviera sano y salvo.
—Estoy bien, todo está bien en lo que cabe —Iván le sonrió a su hijo y pude ver un deje de felicidad surcando sus ojos azules.
En una ocasión estando en Bélgica Khail me dijo que su padre era muy parecido a su hermano Víctor y que este era la viva imagen de su padre, Vadim, así que los tres Záitsev tenían una buena genética y eran realmente atractivos. También me mostró una foto de su padre cuando era joven y he de decir que son muy parecidos.
Iván me miró por encima del hombro de su hijo y sonrió genuino. Era un hombre agradable y me caía muy bien.
—Robin —Khail se hizo a un lado para dejar pasar a su padre —. ¿Cómo estás? ¿Cómo está tu familia? —nos saludamos con un beso en la mejilla.
—Yo estoy muy bien, Iván, mis padres están bien también, gracias por preguntar —sonrió —. Un día de estos tienes que ir para que se conozcan.
—Por supuesto que sí, será un honor conocer a tus progenitores.
—Tenemos que hablar de muchas cosas —habló Khail.
Su padre nos invitó a ir a la sala, donde una amable mujer nos invitó a tomar café y syrniki, un rico pan dulce con requesón. Nunca los había probado pero me gustaron mucho.
—¿Has sabido algo de Mila y su padre? —preguntó Khail.
—Los he tenido vigilados pero no han hecho nada, lo mismo de siempre. Me imagino que después de abrir la boca lo único que pueden hacer es esperar —Khail apretó los puños.
Le di una mordida al syrniki y puse mi mano encima de la suya. Lev se dejó caer en el respaldo del sillón.
—¿No te han hecho nada? —le preguntó a Iván.
—Nada, y se me hace raro —Khail me miró por unos segundos.
—Que no lo intenten porque yo mismo voy a terminar con ellos —bufó —. Lev —este se irguió en su lugar —. Necesito que te quedes aquí y vigiles a Mila, desde que sale de su casa y la sigas a todos lados. No quiero que la dejes en paz, te vas a convertir en su sombra —el ruso asintió con la cabeza.
—¿Para qué quieres que la siga? —cuestionó Iván.
—La voy a matar, pero no ahora —respondí yo —. Esa rubia tonta no sabe con quien se metió —cogí otro syrniki ante la mirada de mi querido suegro y la de Lev.
—Como tú digas —comentó Lev —. Y cuando llegue el momento...—Khail lo interrumpió antes de decir otra palabra.
—Cuando llegue el momento la vas a llevar a ella y a su padre a Ámsterdam para que muera junto a sus cómplices —zanjó mi sexi ruso con ese tono de voz demandante y seguro. Cogió la taza de café y se la llevó a los labios para darle un sorbo.
Joder. Sí que estaba enamorada de él.
—Está bien —suspiró Lev —. Así se hará.
—Me gustaría verla para admirar su rostro de decepción cuando se dé cuenta que estamos vivos —hice un puchero.
—Yo creo que sí la vas a poder ver —miré a Iván con los ojos bien abiertos.
—¿Por qué? —inquirió Khail.
—Mañana por la noche habrá una reunión con un socio, Mila y su padre están invitados —miré a Khail —. Yo no voy a ir, tal vez ustedes...—ni siquiera lo dejé terminar.
—¡Claro que queremos ir! —expresé más que feliz —. Ya quiero ver a esa tonta.
—Iremos —añadió Khail y no pudo hacerme más feliz que en este momento.
Mi ruso apoyaba la idea de matar a Mila, la haría sufrir, pagaría por su atrevimiento de meterse con mi familia y ponerlos en peligro, ella junto a la tríada y los italianos iban a perder la cabeza por meterse con nosotros.
—Yo tengo que ir a ver a mis padres —Lev se puso de pie —. Si me necesitan me llamas —se dirigió a Khail.
Se puso de pie a mi lado y nos despedimos de Lev.
—Nos vemos, Iván —le dijo adiós con la mano y salió de la casa.
—¿Tú quieres mucho a Lev, verdad? —le pregunté a Iván.
—Es cómo un hijo para mí —sonrió —. Mi esposa y yo ya no pudimos tener más hijos, perdió a varios de ellos y solo Khail sobrevivió —cogí la mano de Khail y enlacé mis dedos con los suyos —. Cuando Khail empezó a ir a la escuela conoció a Lev, se convirtieron en grandes amigos y desde ese día ese niño pasó a ser un miembro más de la familia, mi esposa lo quería mucho también.
—Además es un gran amigo y persona —añadió Khail —. Nos ayudó mucho en estos meses y no sé cómo le voy a pagar tanto.
—Sabes que Lev nunca te va a pedir nada —Khail asintió dándole la razón a su padre.
Se me hacía raro no escuchar tanto ruido en la casa, esta estaba prácticamente vacía, solo la mujer que ayudaba en la comida vivía aquí junto a Iván, pero en mi casa éramos tantos que a veces se nos olvidaba el nombre del otro. Era raro ya que no siempre se tiene una familia así de numerosa pero a nosotros no nos importaba eso, entre más seamos mucho mejor.
—Necesitamos de tu ayuda, Iván. No te estaría pidiendo esto sino fuera algo urgente pero queremos recuperar todo lo que nos fue arrebatado —me miraba atento —. Han matado a nuestros hombres y los pocos que quedan están infiltrados con la tríada para que no les hagan nada. Tenemos armas pero nos faltan hombres para que las puedan usar.
—Cuenta con todos los hombres que necesites, Robin. No hago esto solo porque somos socios sino también porque eres la novia de mi hijo y haría cualquier cosa por él.
—Gracias —le sonreí genuina —. Muchas gracias por tu ayuda.
—Solo díganme cuando va a ser el golpe y yo les voy a proporcionar lo que necesiten.
—Todavía estamos planeando eso, pero te aseguro que será pronto. No queremos que pase más tiempo y matar de una vez a esos bastardos.
Iván sonrió y aquella sonrisa me recordó a Khail cuando tramaba algo muy malo, mi sexy ruso había aprendido de su padre.
Iván, Khail y yo cenamos, era una comida algo extraña pero no sabía tan mal. Primero nos sirvieron Uja, una sopa de pescado que acompañamos con vodka, después sirvieron el Pelmeni, pequeñas bolas de carne envueltas en una masa fina y por último govjadina postrogonovski acompañada con arroz blanco. Al final de la noche Iván nos invitó a tomar vodka antes de ir a dormir y platicamos de todo lo que pasó en estos dos meses, los cuales fueron una pesadilla para él al saber que su hijo podía correr peligro, pero lo que no sabía es que su hijo era inteligente y sabe pasar desapercibido.
—Tu papá te quiere mucho —Iván ya se había ido a su habitación, Khail y yo nos quedamos en la sala un rato más.
—A veces se preocupa por mí pero lo entiendo, soy su único hijo y yo también me preocupo por él —ambos mirábamos la pintura que había en una de las paredes de la sala, era su madre, una hermosa mujer, elegante y distinguida.
—Ella era hermosa —me enganché al brazo de Khail —. Tienes un cierto parecido con ella —mantenía las manos en la espalda —. ¿Fue buena madre?
—La mejor de todas —suspiró —. Siempre paciente, amorosa y dedicada. Apoyaba a mi padre cómo nadie jamás lo ha hecho, estuvo para él en momentos difíciles y en los buenos más. Lo amaba con todos sus defectos y lo quiso más que a su vida, así cómo me quiso a mí.
—Hablas de ella con mucho amor —suspiró.
—La amo todavía, aún duele su muerte —acariciaba su brazo —. Pero sé que ella está en un lugar mejor.
—Yo quisiera que algún día alguien hable así de mí —suspiré también —. Ha de ser bonito criar y cuidar a tus hijos para que el día de mañana sean tu orgullo. Ella debe sentirse orgullosa de ti, Khail, hasta donde has llegado.
—Ojalá que sí —me dio un beso en la frente —. ¿Vamos a dormir? Mañana será un día complicado.
—¿Lo dices por esa rubia? —bufé —. Que va, quien debería tener miedo es ella. No sabe lo que va a sufrir.
Empezamos a caminar y subimos las escaleras, el pasillo era largo y lo cruzamos juntos para llegar a la habitación de Khail donde ya estaban nuestras maletas.
—Quiero preguntarte algo —había entrado al baño para lavarme los dientes. Cuando terminé me recogí el cabello en una trenza.
—Dime —me acerqué a la maleta para sacar mi pijama.
—¿Alguna vez has pensado en casarte o tener hijos? —aquella pregunta me pilló desprevenida porque no me esperaba que él me preguntara algo así.
—No.
—¿Y no te gustaría casarte o tener hijos? —me giré hacia él y dejé la pijama en el sofá más cercano.
—¿Por qué me haces estas preguntas, Khail? —se puso de pie y se acercó a mí.
—Yo tampoco había pensado en esa posibilidad pero contigo...—puse un dedo sobre sus labios.
—No me digas esto, por favor —tenía la mirada fija en mis ojos.
—Te amo.
—Yo también te amo, Khail, te amo mucho.
—¿Entonces?
—No quiero tener hijos tan joven, quiero vivir, experimentar y viajar. Pero te juro que el día que yo quiera unir mi vida a la de alguien y decida tener hijos serás tú esa persona. Te amo ruso sexy —dejé un tierno beso en la punta de su nariz —. Te has convertido en todo para mí y ya no veo mi vida sin ti a mi lado. Debes sentirte afortunado porque mi corazón te pertenece a ti, solo a ti —sonrió y me abrazó.
—Y me siento afortunado porque estás a mi lado, rubia. Eres la mujer más maravillosa de todas, increíble, fuerte, aguerrida. Eres una diosa. Contigo me he sacado la lotería —me acurruqué en sus brazos —. Quiero que seas mi esposa y la madre de mis hijos.
—Serán rusitos cómo tú.
—Y van a tener tu hermoso rostro —terminó él.
En definitiva Mikhail Záitsev había llegado a mi vida cómo un golpe de suerte y aunque las cosas no habían salido bien últimamente sabía que pronto iban a mejorar. Juntos podíamos con todo y contra todos. Siempre fuimos una familia unida y esta vez nadie nos iba a poder separar. Estábamos decididos en recuperar todo lo que nos había sido robado.
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¡¡HOLA!! Espero que estén muy bien, les dejo su capítulo de los De Vaux y espero les haya gustado. Les dejo arriba una imagen de Daen de joven porque puedo y quiero, además lo amo demasiado.
¿Quién ama a Mees? Creo que es uno de los personajes que más ha crecido en esta historia y me siento orgullosa de mi bebé.
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