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Capítulo 4.

¡Hola! Perdón por no subir capítulo antes pero estoy con un nuevo proyecto, espero que estén leyendo *Pacto con el diablo* 👉🏻👈🏻

Hennie

Estos meses fueron difíciles para todos y aunque fingimos estar bien y no decaer la verdad es que cada uno de nosotros lo pasó muy mal, nadie decía lo mal que se sentía porque eso sería poner mal al que estaba al lado.

Hoy por fin regresamos a casa con nuestros padres, a los que habíamos extrañado en demasía todo este tiempo.

El día siguiente fue mucho mejor porque sabíamos que ahora nuestros padres estaban aquí, con nosotros y que esta vez no iban a ningún lado, tampoco nosotros iríamos a ningún lado sin ellos. Papá y Haden preparaban el desayuno mientras que los demás estaban durmiendo o fingían hacerlo como Robin.

—¿Por qué nos miras tanto, cariño? —preguntó mi padre mientras batía la harina para hacer unos ricos hot cakes.

—Aún no puedo creer que este día haya llegado —tenía los codos apoyados en la mesa de la isla y los miraba a los dos ir de un lado al otro de la cocina.

—Pues créelo porque no nos vamos a ningún lado —dijo girándose hacia la estufa para echar un poco de la mezcla en la sartén.

—Espero que cumplas tu promesa —le dije ya un poco más triste.

—Nunca te voy a dejar, cariño, ni a ti ni a tu hermano —le dio un golpecito en el hombro a Haden y este le sonrió gustoso.

Los demás no tardaron en empezar a bajar, la cocina se llenó de personas que hablaban de una cosa y de otra, cada loco con su tema. Unos reían, cómo Robin y Dev, otros más planeaban cómo Daen, Khail, Mees y Rykel. Y yo me sentía tan feliz porque estábamos juntos otra vez, no importaba cuan ruidosos fueran yo estaba feliz y nada podía amargar este momento.

Ayudé a mi padre y Haden a servir el desayuno, éramos muchos en la mesa y ellos solos no iban a poder.

—Hemos pensado algo —interrumpió Daen, todos lo volteamos a ver.

—¿Qué? —preguntó mi padre cogiendo fruta y miel.

—Lo mejor que podemos hacer ahora es buscar a Drazen, es la única persona en Ámsterdam en quien podemos confiar —Rykel y mi padre se miraron por algunos segundos y después arrastraron la mirada hacia su hermano pequeño.

—¿Y cómo vamos a hacer eso sin alertar a los otros? —preguntó Rykel.

—Fácil —Mees se incorporó —. Secuestremos a Drazen, traigámoslo aquí y hablemos con él. Estoy seguro que le va a interesar recuperar la ciudad que tanto ama, haría tratos con el demonio de ser necesario.

—¿O soy yo o Mees está muy cambiado? —preguntó mi madre a mi lado, muy bajo para que nadie la pudiera escuchar.

—No sabes todo lo que ha pasado en estos meses —murmuré.

—Tienes mucho que platicarme —apretó mi mano entre la suya y asentí.

—¿Estás diciendo que secuestremos al jefe de la policía? —inquirió Rykel un poco sorprendido por la idea tan loca que se le había ocurrido a Mees.

—Sí —dijo él sin preocupación alguna —. No podemos ir a Ámsterdam, no por ahora y la única solución es traer a Drazen aquí y ofrecerle un trato: todo va a regresar a cómo era antes si él nos ayuda, no se va a negar.

Todos lo miramos extrañados al escucharle decir estas palabras.

—No sé —suspiró Rykel —. Es demasiado arriesgado acercarnos, ¿quién iría por él y lo va traer aquí? —se deslizó cerca.

—Nosotros no —comentó mi padre.

—No pueden ir, no ahora. Saben que es demasiado arriesgado y alguien puede estar vigilando —las palabras de Aleid eran tan acertadas que daban miedo.

Lo mejor era no regresar a Ámsterdam porque los enemigos estaban tan cerca que casi nos soplaban en la nuca, querían vernos muertos a todos, nadie se salvaba de ellos, absolutamente nadie. El problema era que todos estábamos siendo vigilados y nadie podía acercarse a Drazen.

—No iríamos nosotros, pero Roos lo puede hacer. Si es que Drazen se pone pesado puede usar la fuerza bruta —se encogió de hombros.

—¿Roos? —preguntó Myrthe —. ¿Han estado en contacto con ella?

—Desde que salimos de Ámsterdam —dijo Robin —. Nos ha estado informando, ella nos dijo que tal vez ustedes estaban aquí.

—Vaya —papá se dejó caer en la silla —. Nunca pensé que Roos hiciera algo así.

—Es nuestra aliada, papá —habló Haden —. Así que podemos confiar en ella —papá sonrió.

—Hay que hacerlo —dijo Rykel —. Tenemos que hablar con Drazen, aliarnos con él nuevamente para que todo regrese a nuestras manos.

—Y yo voy a hablar con mi padre —habló Khail —. Él tiene armas y hombres, además...—pasó saliva —. Mila tiene que pagar lo que hizo.

—Supongo que Robin va a ir contigo —Khail asintió —. No tenemos muchos hombres y...

—No te preocupes por eso, papá —interrumpió Robin —. Lo mejor es que vayamos solos, con Lev —lo señaló y el ruso sonrió —. Así no vamos a levantar sospechas. No vamos a tardar.

Rykel no estaba muy convencido de lo que dijo su hija.

—Ellos pueden ir a Rusia solos, ahí no hay enemigos —Aleid habló tranquila cogiendo la mano de su esposo.

—Está bien —aceptó Rykel más tranquilo —. Pero cualquier cosa no duden en llamar.

Robin asintió feliz ante la aceptación de su padre.

—Tenemos las armas, pero nos faltan hombres —suspiró mi padre.

—Con los hombre de mi padre les podremos dar guerra y la vamos a ganar —comentó Khail.

—Eres parte de esta familia ahora, eh —Robin aplaudió feliz.

—Lo es —se enganchó del brazo de Khail —. Ahora ya es parte de esta familia.

Robin estaba tan enamorada de Khail y no lo podía negar, así cómo Khail no podía negar que estaba perdido por la rubia quien había conquistado su corazón.

Terminamos de desayunar y al final quedó una enorme pila de platos, vasos y cucharas que Dev y Haden me ayudaron a lavar, secar y guardar en su lugar. Subí a darme una ducha en la habitación que compartía con Dev, mientras que Mannes dormía con Elián y eso no me hacía feliz, para nada. Me había acostumbrado a dormir a su lado y ahora me sentía sola y vacía por no tenerlo a mi lado.

Lucía cómo una tonta enamorada pero estos dos meses nos sirvieron para unirnos más, aprendí muchas cosas de él y no rendirme fue una de ellas. Dejé echar a volar mi imaginación cómo él me lo recomendó y ahora tenía una saga por delante que quería publicar nada más que todo esto terminara. No sabía que podía ser tan buena escribiendo, creando mundos y dándole personalidad a tantos personajes.

Era una mamá gallina que estaba orgullosa de sus hijos literarios, amaba a cada uno pero debo decir que tenía mis favoritos, por ejemplo Caden y Bryony, el vampirito y la brujita. Ellos dos eran la clara representación de todo lo que estaba bien en esta vida y cómo el amor podía ser el arma más poderosa de todas.

Estaba en la terraza escribiendo mientras Mannes estaba en el muelle pintando, se veía tan sexy con la ropa manchada de pintura, los cabellos despeinados y las mejillas sonrojadas.

—¿Qué escribes? —mamá se sentó en la silla a mi lado y dejó su taza con té encima de la mesa. Dejé de teclear para prestarle atención.

—He empezado a escribir novelas —sentí un poco de pena al decirle esto —. Soy una novata todavía pero Mannes dice que la trama es muy buena.

—¿Ahora escribes? Recuerdo cuando te quejabas de las tareas que te dejaban en la universidad —las dos reímos.

—Es muy diferente escribir por obligación que hacerlo por gusto. Sé que he estado de vaga por mucho tiempo pero amo esto —la miré atenta —. Sé que dije que me gustaban muchas cosas más pero con esto es diferente, amo hacer esto, mamá —una tierna sonrisa se dibujó en sus labios.

—Lo que sea que decidas yo te apoyo, cariño, sé que tu padre también te va a apoyar —deslizó su mano por encima de la mesa y cogió la mía para darle un apretón.

—Gracias —ambas miramos a Mannes y no pude evitar soltar un suspiro que para mi madre no pasó desapercibido.

—Lo amas, ¿cierto? —asentí —. Y él te ama a ti —regresó su mirada hacia mí.

—Mannes me hace sentir bien, única y amada, tiene mucho talento y me gustaría que algún día alguien lo encuentre y vea todo el potencial que tiene.

—Cuando todo pase te juro que vamos a ayudarlo, a ambos. Todo va a ser mucho mejor para todos, te lo juro —su voz era tierna, dulce y estaba llena solo de verdad.

—Eres la mejor mamá de todo el mundo —abatió sus pestañas lentamente.

—Y tú la mejor hija —de nuevo apretó mi mano.

Mis padres eran tan comprensivos, atentos y tiernos, ambos eran diferentes pero juntos eran buenos padres, siempre nos dieron a Haden y a mí todo lo que pedíamos y ahora no era la excepción. Deseaba tanto poder regresar a casa, tener mi habitación, tener la vida que tenía antes y quizá iba a ser un poco difícil empezar desde cero pero tener a mis padres conmigo valía la pena.

Dev

Bajaba las escaleras cuando escuché a Mees y mi padre hablar en un tono de voz un poco alto.

—¡Necesito que me digas! —le exigió mi mellizo a mi padre.

—No te puedo decir, no por ahora —Mees resopló y maldijo.

Al acercarme a la sala papá estaba sentado en el sofá y Mees de pie frente a él.

—¿Qué pasa? —Mees me miró, pero su mirada no era tierna o comprensiva, sino todo lo contrario.

—Mees quiere saber donde está Elise, quiere ir por ella —ahora entendía todo.

—Solo quiero que me digas —le suplicó Mees, ya no gritaba, su voz se había roto y había un rastro de lágrimas en sus ojos.

—No puedo —le dijo papá serio, cómo si su respuesta fuera lo más doloroso que había tenido que decir —. No te puedo decir, porque eso sería ponerlos en peligro y no lo haré. Hemos hecho las cosas mal, tan mal que nuestros amigos han tenido que huir lejos de su casa, Koert se quedó en Alemania, Lievin está lejos, no voy a ponerte en peligro.

—Hemos huido lejos de casa, hemos tenido que ver por nosotros dos meses donde ustedes no estaban. Hemos estado en peligro también y he cuidado de Dev más que mi propia vida...

—Y te agradezco mucho que cuidaras de tu hermana, es algo que siempre te voy a agradecer, Mees, pero por ahora no puedes saber donde están Elise y sus padres —zanjó.

Mees bufó, apretó los puños y se dio media vuelta para salir de la sala.

—Maldita sea —lo escuché maldecir.

—Ve con él —me pidió mi padre a lo que asentí y seguí a Mees escaleras arriba. Dio la vuelta para ir hacia el otro extremo del pasillo y se detuvo en la terraza.

—¿Mees? —caminé despacio hasta quedar a su lado. Lo vi sacar un cigarrillo y un mechero, se llevó el primero a los labios y con el mechero lo encendió dándole una gran calada. Tuve que levantar la cabeza para verlo porque por una extraña razón había crecido unos centímetros en estos meses. Además yo no era muy alta, saqué la estatura de mi madre y él la de nuestro padre y aún así Mees era mucho más alto que él para este momento.

—Solo quiero verla —musitó —. No pido más, Dev, quiero saber que ella está bien —miraba hacia el frente donde estaba el lago y algunos de los yates de los vecinos.

—Entiende a papá, solo quiere protegerte y a ellos también —suspiró. De nuevo se llevó el cigarrillo a los labios y le dio una gran calada reteniendo el humo en los pulmones.

—Quiero que él me entienda a mí —me miró —. Han pasado dos meses desde la última vez que la vi y no sé si está bien o no, no sé si está lejos o donde carajo está —gruñó apretando los puños —. ¿Me entiendes, Dev?

Asentí.

—Te entiendo —puse mi mano en su hombro —. Pero si ella lo estuviera pasando mal o estuviera en peligro papá ya te lo hubiera dicho, ¿no crees? Ella está bien.

—Tienes razón. Esta distancia me está matando, Dev, no puedo más.

—Piensa que cada día falta menos para que la veas, para que todo regrese a ser lo de antes o quizá sea mejor. Solo hay que contactar con Drazen y que Khail hable con su padre, falta poco —Mees se giró hacia mí con una bonita sonrisa en los labios.

—Cada vez falta menos —asentí —. Quiero que todo esto termine ya —resopló —. Todo se vino abajo de repente y aún me cuesta procesar que hemos perdido a muchas personas por culpa de otros.

—Pero pronto vamos a verlos de nuevo y te aseguro que tanto mi padre cómo mis tíos no van a permitir que esto vuelva a pasar. Esta vez no van a dejar que todo se venga abajo.

—Y yo voy a contribuir a que eso no pase —enarqué una ceja —. ¿Qué?

—¿Qué dijiste? —le pregunté.

—De ahora en adelante estaré más involucrado en el negocio familiar —mi pecho se contrajo a tal punto que sentí un vacío, di un paso atrás y mis ojos se llenaron de lágrimas.

—No me puedes decir esto, Mees, me estás diciendo que...

—Es el negocio de la familia y cómo hijo de uno de los jefes de la Penose tengo que hacerme cargo de este así cómo lo ha venido haciendo papá desde que el abuelo falleció. Esto iba a pasar tarde o temprano.

—Me hubiera gustado que fuera más tarde que temprano —me sobé el brazo. Sentía una incomodidad que no me dejaba respirar en paz.

—No voy a dejar el colegio, mucho menos la universidad. Pienso seguir estudiando pero entiende que tengo que hacer esto —levanté la cabeza hacia él, los ojos me picaban, retenía las lágrimas en la esquina de estos.

—Es peligroso, Mees —él asintió consciente de lo que dije —. Lo sabes y aún así te vas a arriesgar. ¿Eres tonto o qué? —fruncí el ceño pero él se rio de mí.

—No soy tonto y sé lo que hago, ya es hora de involucrarme más en esto, no siempre voy a poder huir de mi destino, Dev, tú mejor que nadie lo sabe.

—Digas lo que digas no te doy la razón, eres mi mellizo, eres cómo una parte de mí en masculino y me pides que acepte esto sin más.

—No te pido que lo entiendas, solo que lo aceptes —me limpié las lágrimas cobardes que habían resbalado por mis mejillas con furia.

—Puedes decir lo que sea para intentar convencerme pero no lo vas a lograr —lo señalé —. No puedo entender cómo quieres entrar de lleno en esto, sé que hemos vivido toda la vida así, pero tú...—negué —. No puedo, lo siento —mi voz se escuchó rota.

—Dev...—me alejé de él sin importarme su voz de suplica y las veces que llamó mi nombre sin que yo me detuviera ni un solo segundo.

Al bajar las escaleras y girar para ir a la cocina choqué contra Khail que iba saliendo.

—Lo siento —me pasé los dedos bajo los ojos.

—¿Qué te pasa pequeña De Vaux? —puso sus manos en mis hombros.

—Mees, me dijo que...Yo no puedo —sentía un gran vacío en el pecho, no podía terminar de decir una frase completa —. Él...es un tonto —tomé aire —. Me rompió el corazón —musité.

—Creí que solo los novios te podían romper el corazón —pensó —. Dime que pasó.

—Pues Mees me ha roto el corazón y lo odio por eso —mascullé.

—Vamos para que me cuentes que pasó —asentí y juntos fuimos a la cocina, nos sentamos en los taburetes de la isla, él frente a mí —. Ahora sí, dime que pasó.

—Mees me dijo que piensa empezar con el negocio familiar nada más que esto pase —cogí una servilleta de papel para sacudirme la nariz —. Sé que puede hacer lo que él quiera pero es mi mellizo. ¿Entiendes?

Elián entró a la cocina para unirse a nuestra conversación.

—¿Qué pasa? —al ver mis ojos hinchados se acercó sin dudarlo y me abrazó sin que yo se lo pidiera —. ¿Estás bien? —negué y correspondí a su abrazo.

—Mees quiere empezar a ayudar con el negocio de la familia y todos sabemos lo que eso significa. Es peligroso, hay muertes y....—pensar que Mees podía matar no me preocupaba tanto cómo el hecho de saber que algo le podía pasar.

—Entiendo lo que quieres decir, es tu hermano y te preocupas por él, pero también debes entender que esto iba a pasar tarde o temprano —explicó Khail.

—Solo quiero que tenga una vida normal hasta que termine la universidad, después de eso puede hacer lo que él quiera.

—Pero esto es lo que él quiere —comentó Elián —. Y por más que sea tu hermano no te hará caso.

—Pero yo...—ni siquiera pude terminar porque Khail me interrumpió.

—Yo sé que esto es difícil tanto para ti cómo para él, pero la vida de un mafioso no empieza o termina en determinado momento. Mees ya lo es porque esta vida le gusta, lo sabes mejor que nadie —muy a la mala asentí con la cabeza —. Solo te queda apoyarlo y pedir que se cuide pero así cómo es él sabemos de sobra que lo hará.

Elián me separó un poco de él, limpió mis ojos con sus pulgares.

—No está solo, Dev, tu padre está con él al igual que Khail y Hein —Khail tenía un punto a su favor y lo odiaba por eso.

—Aún así es difícil entenderlo, me preocupo por él.

—Es una vida difícil en cierto punto pero cuando las cosas van bien todo es bueno. Sé que van a poder salir de este bache, solo es cuestión de esperar y hacer las cosas bien —explicó Khail con calma.

—Apoyar a Mees es lo mejor que puedes hacer, es tu hermano y quiere sentir que lo apoyas —miré a Elián ante sus lindas palabras —. Sentir tu apoyo le hará sentir bien.

Suspiré y el agujero en mi pecho se empezó a disipar.

—Gracias —los miré a ambos —. Gracias por sus lindas y reconfortantes palabras —suspiré —. Es tan lindo tener un novio así —apreté las manos de Elián y sonrió —, y un buen amigo cómo tu, Khail.

El ruso se regocijó en mis palabras y sonrió victorioso.

—Sé que soy tu mejor amigo, pequeña De Vaux —sonrió feliz.

—Cierra la boca, ruso —mascullé.

—Me voy, tengo que preparar las maletas, mañana salimos a Rusia —se puso de pie.

—¿Se van tan pronto? —pregunté y él asintió —. ¿Por qué?

—Quiero ver a mi padre y arreglar algunas cosas allá.

—Buen viaje —dijo Elián y Khail salió de la cocina —. ¿Ya te sientes mejor?

Subió su mano a la altura de mi rostro y con sus nudillos acarició mi mejilla.

—Eres tan dulce —le dije y su sonrisa se ensanchó —. Tan paciente, encantador y comprensivo.

—Me amas —le di la razón —. Y yo te amo a ti.

—Eres un cursi —sonrió y me abrazó.

—Pero así te gusto.

—Y mucho, Elián —me separo dejando un beso en el inicio de mi cabello.

—¿Quieres ir al muelle? Sé que no podemos salir y andar por ahí así cómo en Bélgica pero no por eso no podemos caminar cerca —asentí gustosa.

—¡Vamos! —lo cogí de la mano y juntos salimos de la casa para ir al muelle y quedarnos ahí un buen rato. Extrañaba salir a pasear por la montaña, perdernos en el bosque por horas y horas, pero por el momento solo podíamos estar aquí ya que era peligroso andar tan lejos, no sabíamos quien andaba por ahí vigilando, así que lo mejor era no ir lejos de casa.

Elián me mantenía abrazada a él, podía escuchar los latidos erráticos de su corazón, sus brazos rodeaban mi cuerpo y las mías estaban apoyadas en su pecho.

—¿Te arrepientes de todo lo que ha pasado? —le pregunté.

—¿Te refieres a lo que ha pasado en los últimos meses? —asentí —. Para nada, al contrario, no cambiaría nada de lo que ha pasado por nada ni por nadie. Eres lo más bonito que tengo en mi vida, Dev, la persona más valiosa para mí.

No cabía duda que Elián era y siempre sería mi primer y gran amor.

—Te amo —levanté la cabeza hacia él, puso dos dedos bajo mi barbilla y dejó un tierno beso en mis labios —. No importa lo que pase de ahora en adelante, siempre serás mi más hermosa casualidad.


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¡Hola! Lamento haber tardado tanto en subir este capítulo pero como muchas ya saben estoy escribiendo una nueva historia *Pacto con el diablo* y me he emocionado al escribir, pero prometo no olvidarme de esta historia.

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