Capítulo 3.
Aprecien al hermoso Mees 🤤 Dani, tarde pero aquí está tu capítulo dedicado, perdón
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Haden
Regresar a casa. Nunca antes aquella palabra había significado tanto cómo en este momento. Era cómo un sueño muy lejano de poder alcanzar. Era algo que se sentía lejano y extraño a la vez porque no pensamos que regresar a casa costara tanto y tanto tiempo. Pero ahora era más real que nada de lo que habíamos tenido estos meses o al menos algo que yo había tenido porque dejar a Lieve y separarme de mis padres fue una ruptura para mí.
—¿Haden? —escuché detrás de mí. Al voltear Hennie estaba bajo el umbral de la puerta —. ¿Todo bien? —asentí con una sonrisa en los labios —. ¿Seguro?
—Estoy bien y feliz. Por fin vamos a regresar a casa —apreté la camiseta que sostenía entre mis manos.
Estaba haciendo las maletas porque en un par de horas saldríamos a Ámsterdam, mientras tanto Robin junto a Mees se aseguraban que las armas fueran subidas a las camionetas que Ruud había conseguido en el pueblo más cercano.
—Yo también estoy feliz que por fin vamos a poder regresar a casa y vamos a ver a nuestros padres, por fin vamos a ver a nuestros padres —entró por completo a la pieza.
—Aunque también voy a extrañar esta casa —miré la habitación que había estado ocupando estos dos meses. Dos meses de vivir aquí y se sentía como un hogar porque estábamos todos juntos, aunque faltaban nuestros padres para estar todos reunidos.
—Este lugar es hermoso —Hennie se sentó en la orilla de la cama —. Voy a extrañar sus hermosas vistas, Mannes ha hecho tantos cuadros con los paisajes de este lugar.
—Pero tenemos que regresar, Hennie —dejé la camiseta a un lado y me senté junto a ella —. Tenemos que recuperar lo que nos robaron y hacer de Ámsterdam lo que era antes.
Mi hermana asintió con la cabeza y suspiró.
—Lo sé, solo quiero que todo esto termine de una vez por todas —cogí sus manos entre las mías y les di un apretón.
—Yo sé que vamos a terminar con todo esto. Nuestros padres lo harán, Robin y Mees van a ayudar, Khail ya es de la familia también y nos va a ayudar —ella sonrió.
—Entonces apúrate porque ya casi nos vamos —solté sus manos y se puso de pie. Salió de la habitación para dejarme solo y terminar de meter la ropa que todavía no guardaba en la maleta.
Esto se sentía tan irreal, me temblaban las manos y sentía que mi corazón iba a salir disparado de mi pecho. Cuando terminé de meter todo en la maleta bajé y la dejé a un lado de la puerta al lado de las otras maletas que había ahí. Robin entró y detrás de ella lo hizo Mees.
—¿Cómo va todo? —les pregunté y ambos se detuvieron.
—Bien, las armas ya están en las camionetas, solo hay que meter las maletas y salimos en unos minutos —Mees miró el reloj en su muñeca —. ¿Tú ya estás listo? —asentí y puso una mano en mi hombro.
—Más que listo —en mis labios se dibujó una enorme sonrisa que no pasó desapercibida para Mees, quien al verme me dio un apretón en el hombro.
—Te dije que pronto íbamos a regresar a casa.
—Y cumpliste con tu promesa —asintió y bajó su mano.
—Ayúdanos con las maletas para salir cuanto antes —Mees entró a la casa.
Hice lo que me pidió y fui a dejar las dos primeras maletas a una de las camionetas que usaríamos para regresar a casa. Al meter la segunda maleta tenía a Alen detrás de mí con más maletas en las manos.
—Mees dijo que haga algo —se quejó y solo me reí de él.
—Si quieres ser un mafioso de renombre por algo se empieza —me mostró el dedo medio y se dio la vuelta para ir por más maletas.
—Eres un imbécil, lo sabes.
—Pero así me quieres —entornó los ojos y regreso por más maletas, mientras yo metía las que ya había traído a las camionetas.
—Ya quisieras tonto —se quedó a mi lado para acomodar todo perfectamente.
Alen encendió un cigarrillo, me ofreció de este pero me negué a fumar.
—No pensé que esto fuera a pasar tan pronto —dijo botando el humo por la boca —. Ya quiero saber que van a hacer para acabar con los italianos y esos chinos de mierda —espetó.
—¿Harán? ¿Tú no vas a hacer nada? —me senté a su lado.
—A mí no me gusta ensuciarme las manos con eso, Haden, además no creo que mi padre me deje ir, quizá a Mees sí pero lo dudo mucho. Para ellos somos muy jóvenes para matar —en ese tenía razón.
Se llevó el cigarrillo a los labios, lo sostuvo unos segundos mientras le daba una calada y retenía el humo en sus pulmones.
—Nuestros padres mataron siendo más jóvenes que nosotros —le recordé —. No tendrían porque negarnos hacerlo.
—¿Tú lo harías? —botó el humo por la nariz —. ¿Matarías de ser necesario?
—Si tuviera que defender a Hennie o alguno de ustedes sí, pero no quiero llegar a hacerlo —creo que me entendía en ese aspecto.
—Yo tampoco quiero hacerlo pero si es necesario lo haré sin pensarlo.
Mees llegó hasta nosotros.
—Ya nos vamos —el sol se había metido por completo y ahora el cielo era oscuro con algunas estrellas brillando a lo lejos —. Vayan al baño o lo que sea que tengan que hacer pero háganlo ya.
Subí a la que fue mi habitación y miré todo por última vez, solo había quedado la cama con los cobertores puestos y el closet vacío. No había nada más y aquello me llenó de una profunda melancolía. Extrañaría este lugar cómo había estado extrañando Ámsterdam y a mis padres. Cerré la puerta con un agujero en el pecho y bajé de nuevo. Al salir Hennie junto a Mannes esperaban en una camioneta. Mannes abrió la puerta y dejó que Hennie subiera primero, me dejó pasar a mí y a lo último lo hizo él. Ruud subió del lado del piloto para manejar la camioneta.
En la otra camioneta subieron Mees, Alen, Devany y Elián juntos, mientras que Gijs manejaba iba otra con las armas. Robin se fue en el auto con Khail. Las camionetas con las armas las manejan Gijs y Vandor. Lev se llevó una de las camionetas negras y partimos hacia Ámsterdam para ver a nuestros padres.
A lo lejos quedaron las inmensas montañas cubiertas de nieve. Dejamos esa casa esperando regresar en otro momento mejor. El hombre que la cuidó todos estos años nos aseguró que iba a cuidar de ella cómo lo había estado haciendo hasta ahora.
El sueño venció a Hennie y Mannes mientras que yo no dejaba de mirar por la ventana y de vez en cuando la camioneta que iba delante de nosotros y las otras que venían atrás.
—¿Por qué no te duermes un rato? —sugirió Ruud y lo miré. Iba a su lado.
—No puedo, estoy nervioso por saber si mis padres están en La Haya? ¿Tú crees que están ahí? —le pregunté.
—No estoy seguro pero espero que así sea —con las dos manos sostenía el volante.
—¿Por qué crees que hayan hecho esto? —Ruud suspiró.
—Lo hicieron por ustedes, siempre han sido lo más importante para cada uno de ellos. Desde que ustedes nacieron se encargaron de que nada les faltara, fui testigo que tu padre muchas veces dejó negocios a un lado para ir a los festivales. No solo él lo hizo, también Rykel y Daen. Quizá sean mafiosos pero también sus buenos esposos y maravillosos padres.
Las palabras de Ruud no podían ser más acertadas. Todo lo que dijo era cierto y yo no podía negar nada porque sería mentir. Desde pequeño me di cuenta que mi padre era un buen hombre a pesar de ser un mafioso, era un maravilloso esposo y siempre estuvo al pendiente de Hennie y de mí.
—Duerme un poco —volvió a sugerir Ruud pero negué con la cabeza —. Aún faltan horas para llegar a La Haya —miró la hora en el reloj del tablero.
—No me vas a convencer, Ruud —sonrió y negó con la cabeza de manera divertida.
—Bien, bien, escuchemos música entonces —puso música desde su Spotify y una canción de Led Zeppelin empezó a sonar en los altavoces.
No sé cuántas horas pasaron desde que salimos de la casa hasta que cruzamos la frontera y llegamos a un hotel en La Haya. No nos íbamos a quedar mucho tiempo aquí, solo lo suficiente para asegurarnos que nuestros padres estaban en la casa a la que veníamos de vez en cuando.
—¿Por qué no podemos ir? —se quejó Devany sentada en la cama con Elián a su lado.
—Porque es peligroso —le dijo Mees y esta frunció el ceño cruzándose de brazos —. No podemos arriesgarlos de esta manera —Mees cogió una de las armas, Robin y Khail hicieron lo mismo.
—Está bien, pero lo que pase nos tienen que avisar de inmediato —señaló a su hermano.
—Cuídense y avisen lo que sea que pase —dijo Hennie a mi lado. Todos estábamos en la misma habitación. Mees, Robin, Khail, Ruud y Vandor irían a la casa mientras que los demás nos íbamos a quedar aquí a esperar.
—No tardamos —dijo Mees y salió primero de la habitación.
Hennie me abrazó y yo correspondí a su abrazo. Le di un tierno beso en la cabeza y suspiré. Esperaba que todo saliera bien y que ellos regresaran con vida. Era peligroso estar aquí, sabíamos que nuestras cabezas tenían un precio muy alto.
Mees
El hotel donde dejamos a los demás no estaba lejos de la casa en La Haya, quizá a una media hora en coche. Tuvimos que dejar las camionetas atrás para no llamar mucho la atención y viajamos en el auto que había rentado Khail, él manejaba, Robin iba a su lado y Ruud junto a Vandor venían conmigo en la parte de atrás. Miraba la calle que nos llevaba a la casa, todavía faltaban unas horas para que el sol saliera pero teníamos que hacer esto cuanto antes. Estaba consciente de que nuestras cabezas tenían un precio pero encontrar a nuestros padres ahora era nuestra prioridad.
Al llegar Khail se detuvo lejos de la entrada, apago el auto y Vandor empujó la puerta para salir, se quedó a un lado de la puerta mientras yo salía y cerró detrás de mí.
—Lo mejor es que nos dividamos —les dije —. Ruud y yo vamos por la parte delantera, tú, Khail y Vandor van por la parte trasera —Robin asintió con la cabeza. Khail abrió la cajuela y sacamos las armas que llevábamos cómo protección.
Robin junto a Khail y Vandor fueron por la parte trasera mientras que Ruud y yo entramos por la puerta delantera, miré a mi alrededor mientras Ruud forzaba la entrada, no tardó en abrir y entré primero. Cerró la puerta y empezamos a caminar dentro de la casa que estaba a oscuras.
—No veo nada —se quejó Ruud.
—Yo menos —murmuré en medio de la oscuridad —. Ten cuidado.
Nuestras pisadas eran silenciosas y nuestros pasos cortos, las armas iban en alto. Forzaba la vista para ver lo que había delante de mí y alcancé a ver la sala y más allá las escaleras.
—Ten cuidado —Ruud tiró de mí para que no fuera a tropezar con una mesa que tenía encima un jarrón.
—Gracias —le dije y escuché cerca de nosotros cómo cuando le quitan el seguro a un arma.
—No se muevan —esa era la voz de una mujer, una que pude reconocer a pesar de que no la veía hace meses.
—¿Mamá? —cuando las luces se encendieron tuve que cerrar los ojos para acostumbrarlos a la cegadora luz. Repare cuando frente a mí tenía el cañón de una ametralladora apuntando en mi cabeza. Mi madre sostenía el arma sin miedo pero al verme la dejó a un lado y me abrazó.
—Mi amor —rodeó mi cuerpo con sus delgados brazos y me atrajo a ella —. Dios, Mees, estás aquí —mis brazos rodearon su delgado cuerpo y apoyé mi barbilla en su hombro, detrás de ella estaba mi padre y la tía Heleen. Papá bajó su arma y al verme sonrió.
Derramé un par de lágrimas cuando los vi a ambos, esto era como un sueño del que no quería despertar porque temía caer de nuevo en ese agujero en el que estuve estos dos meses y ya no quería eso. No todo había sido tan malo pero sin duda alguna todo era mejor cuando estábamos todos juntos.
—Estás aquí —mamá inhaló, ella quería cerciorarse que era yo, que estaba aquí con ella —. No lo puedo creer —me separó de ella, puso sus manos en mis hombros y me miró hacia arriba con los ojos llenos de lágrimas.
—Miren a quien me encontré —el tío Rykel entró junto con Robin, Khail y Vandor detrás de ellos —. ¡Vaya! —al verme a mí y Ruud soltó a Robin y se acercó para abrazarme —. ¡Qué bien que estén aquí! —me separó para darme un par de palmadas en la mejilla.
—Hijo —el tío Rykel se hizo a un lado cuando papá se acercó y me estrechó en sus brazos. Me apretó fuerte después de dejar un beso en mi mejilla —. Has crecido mucho, noto algo raro en ti —dijo y se separó, mirándome de arriba abajo.
—Los extrañé, a los dos —miré a mi madre que no dejaba de llorar. La tía Heleen saludó a Robin y Khail, todos lo hicieron.
—Nosotros los hemos extrañado tanto, ¿Cómo está Dev? —preguntó papá —. Dime que ella está bien.
—Ella está bien, los extraña mucho y ya quiere verlos —papá se puso a mi lado rodeando mis hombros con su brazo —. Ruud —el hombre dio un paso.
—Dime.
—¿Puedes ir por ellos? —miré a papá y al tío Rykel que asintieron con la cabeza —. Por favor. Diles que estamos aquí —Ruud asintió con la cabeza.
—Vandor, ve con él —le ordenó mi padre a lo que los dos salieron de la casa en busca de mi hermana y mis primos —. Se te da bien dar órdenes —me dio un golpe en el brazo, solo me reí de lo que hizo y lo que dijo.
—¿Cómo están todos? —preguntó la tía Aleid —. No saben lo que han sido estos meses...—murmuró y Rykel se acercó a ella.
—Ruud los llevó a Bélgica, ¿verdad? —Robin y yo asentimos con la cabeza.
—¿Por qué nunca nos dijeron nada de esa casa? —reclamó la rubia cruzándose de brazos. Miró a sus padres sin que estos pudieran siquiera decir algo, cuando Robin se enojaba era más peligrosa que nadie en este mundo.
—Todo era un secreto, lo hicimos por su seguridad —explicó Rykel.
—¿Por nuestra seguridad? ¿Acaso sabías que esto podía pasar? —ahora su voz se escuchaba rota —. Sufrimos mucho por no verlos, por no saber nada de ustedes y ustedes, ¿Dónde estaban?
—Huyendo —dijo Hein saliendo de la cocina —. Huimos para alejarlos de ustedes y que no los buscaran —el rostro de Ro pasó de la furia a la tristeza en una fracción de segundos.
No se me hizo raro que el hermano de en medio trajera consigo un sándwich en la mano y le diera una larga mordida. Raro hubiera sido que no estuviera comiendo cómo de costumbre.
—Ya habrá momento para las explicaciones —la tía Aleid tiró de mi mano y de Robin para llevarnos a la sala —. ¿Cómo están todos? ¿Están bien? ¿Cómo lo pasaron en la casa en Bélgica? —se sentó en el sofá más grande, Robin y yo nos sentamos a su lado.
—La casa es hermosa, muy acogedora, todo ahí está tan lleno de paz, pero extrañamos nuestra casa —los demás se unieron a la sala y se sentaron en los otros sofás —. Queremos regresar a casa, queremos recuperar todo lo que nos arrebataron —Robin miró a su padre, a Hein y a mi padre.
—Nosotros también queremos eso, hija —respondió Rykel —. Pero esta vez tenemos que hacer las cosas bien, tenemos que buscar aliados para que nos ayuden a terminar de una vez con los chinos y los italianos —espetó.
—Lo que debemos hacer para empezar es tener una comida con todos aquí —opinó Hein —. Hay que olvidarnos de la venganza y de todo lo que perdimos porque eso no es lo más importante —nos señaló con un dedo —. Lo importante es que todos están bien, que estamos juntos de nuevo, eso es lo importante.
Hein tenía razón, lo importante es que ya los habíamos encontrado y que estábamos juntos, eso era lo importante y lo que no veíamos por estar sumidos en una venganza que estaba cercana pero que nos estaba haciendo daño y ni siquiera nos dábamos cuenta.
—Debemos ofrecerles una disculpa —habló mi padre que se había mantenido callado —. No fue nuestra intención hacerlos pasar por un mal rato pero estábamos seguros que nos iban a buscar y queríamos eso.
—Lo único que queríamos era que ustedes estuvieran a salvo, nada más que eso —terminó Rykel.
—Nos hicieron mucha falta —habló Robin —. Los extrañamos tanto, a todos —miró a mis padres, a sus padres, a Hein y Heleen —. Pero ahora no nos vamos a separar, ya no —apretó la mano de su madre que no dudó en darle un beso en la mejilla.
—Estamos tan felices de que estén aquí —habló la tía Heleen —. Que estén bien y unidos, eso es lo más importante —Hein estaba al lado de ella y rodeó sus hombros con su brazo para darle un beso.
—Panquecito tiene razón. ¿Cómo están Hennie y Haden?
—Ellos están bien pero a Haden no le ha hecho bien esta separación —dije serio —. Todos queremos que las cosas vuelvan a ser cómo antes —suspiré y me dejé caer en el respaldo del sofá.
—¿Desde cuándo están aquí? —preguntó Robin que se separó de su madre.
—Llegamos hace poco, tu padre dijo que iban a venir pero no pensamos que tan pronto.
—Robin estaba un poco desesperada —la señalé y me mostró el dedo de enmedio.
—No tengo la culpa, ya los quería ver —abrazó a su madre que se sorprendió un poco, pero al final se dejó hacer.
—En lo que los demás llegan vamos a preparar algo de cenar, me imagino que tienen hambre —comentó Hein.
—La verdad es que sí, estamos muriéndonos de hambre —Ro se encogió de hombros.
Hein y Heleen fueron a la cocina mientras esperábamos que los demás llegaran para reunirnos de una vez y aclarar algunas dudas que estaban en el aire todavía. No me pasó desapercibida la mirada de mis padres sobre mí, no entendía porque me miraban de esta manera, cómo si no fuera su hijo al que habían criado dieciocho años. Quizá había algo raro en mí y yo no me di cuenta.
Robin
No dejaba de observar a mi madre, era tan hermosa y perfecta. Su cabello era más largo que la última vez que la vi, seguía teniendo esa dulce mirada, las pecas en su nariz eran un distintivo de ella y sus hermanas, yo no las heredé, ni siquiera Dev o Hennie el que se llevó esa ventaja fue el tonto de mi hermano. Pero que más daba, eso no importaba porque ahora estaba aquí con ella, con mi padre y con mis tíos, todos estaban bien, sanos y a salvo. Por fin la familia estaba reunida.
Hein y Heleen fueron a la cocina para preparar algo de cenar, la verdad es que teníamos hambre ya, era de madrugada y nosotros solo habíamos comido.
Escuchamos que la puerta principal se abrió y nos quedamos en silencio al escuchar la voz de Devanny y los demás. No tardaron en llegar y darse cuenta que estábamos en la sala y entraron de uno en uno para reunirse con sus padres, darse besos y abrazos que no se habían dado desde hace semanas. Hubo lágrimas, más abrazos y lindas palabras por habernos reencontrado. No podía estar más feliz, Alen estaba feliz por ver a nuestros padres, Devanny no dejaba de llorar por estar con sus padres, Haden y Hennie no se querían separar de ellos. Los entendía porque yo también había extrañado tanto a mis padres, no pude evitar derramar un par de lágrimas al saber que estábamos juntos y que no nos íbamos a separar.
—No puedo creer que estamos aquí —Devanny sostenía las manos de su madre y miraba a su padre con amor —. No quiero que nos alejemos de nuevo, por favor —pidió con la voz en un hilo.
—No va a volver a pasar —dijo Daen —. Lo juro.
—Más les vale —abrazó a su madre en un fuerte abrazo y me dio tanta ternura ver aquella escena.
—Espero que hayas cuidado a mi hija —habló Daen a lo que Elián abrió los ojos y todos lo miramos a él, esperando a ver que decía o que hacía.
—Papá —le pidió Dev —. Elián me cuidó muy bien —Daen le entornó los ojos al pobre Elián que quería desaparecer en ese momento.
Si el pobre Daen supiera que hace días estos dos habían hecho el sin respeto, le daba un infarto ahí mismo donde estaba parado. Pero yo no era una chismosa que andaba por ahí diciendo este tipo de cosas mucho menos de alguna de mis primas, que eran mis mejores amigas también y confiaban en mí tanto cómo yo confiaba en ellas.
Todos cenamos juntos, hubo muchas risas, algunas anécdotas de parte de nuestros padres y nosotros, habían pasado tantas cosas en estos meses que no nos paramos de esa mesa un buen rato. Solo queríamos ponernos al corriente, saber que habían hecho nuestros padres y ellos querían saber que hicimos nosotros todo este tiempo, el tiempo se nos fue muy rápido y cuando nos dimos cuenta ya había amanecido y era hora de ir a la cama.
—Tenemos que decirles algo antes de ir a dormir —Daen miró su reloj —. A las nueve de la mañana —regresó la mirada a nosotros —. Sé que estos meses hicieron lo que quisieron y nadie les dijo nada, pero estamos aquí y las cosas van a cambiar un poco.
Papá se puso de pie al lado de su hermano.
—Las chicas van a dormir solas, en sus habitaciones y los hombres en las demás habitaciones, no queremos pensar mal pero...
—Papá —me quejé pero aquello no le importó —. No empieces.
—Son las reglas de esta casa —añadió Hein quien estaba más que claro apoyaba a sus hermanos —. No queremos nada de manoseos y besos inapropiados —señaló a su hija que estaba muy cerca de Mannes, se tuvieron que separar por la mirada de Hein.
—Pero...—Dev se quejó —. No puede ser —resopló y soltó la mano de Elián.
—Todo fue tan divertido —me quejé. Sentí la mirada de mi padre sobre mí —. Pero estoy feliz de estar aquí —sonreí pero él no dejó de mirarme mal.
—No se quejen —Haden se puso de pie —. Yo no me quejo.
—Porque tú no tienes con quien dormir —le dijo Khail.
—Mees y Alen tampoco —los señaló Haden y aquello fue un golpe bajo para los dos.
—Se pueden callar, por favor —masculló Mees un poco molesto.
—Les aseguro que pronto todo va a regresar a ser lo de antes —aseguró mi padre y creí en sus palabras.
—Espero que así sea —me puse de pie para salir de la cocina y subir las escaleras, yo ya sabía cual era mi habitación aunque esta casa era mucho más grande que la de Bélgica y la de Ámsterdam.
Encima de la cama ya estaba mi maleta y la de Khail pero él no iba a dormir conmigo, estuvimos juntos estos meses y sentía raro saber que no íbamos a estar juntos. Escuché tres golpes en la puerta, al voltear mamá estaba bajo el umbral con una tierna sonrisa en los labios.
—¿Qué pasa? —se acercó y se sentó en la orilla de la cama.
—Quiero dormir con Khail, lo amo, ¿sabes?
—Claro que lo sé y se nota que lo amas, así cómo él te ama a ti —me senté a su lado.
—¿Eso crees? —le pregunté y cogió mis manos entre las suyas.
—No lo creo, Ro, se nota que se aman y me hace tan feliz saber que es así. Quiero que entiendas a tu padre, sabes lo que pasó con Daen.
—Lo sé —resoplé —. Huyó con Myrthe y se casaron a escondidas, pero yo no haré eso —ella no estaba tan segura de mis palabras.
—Cuando uno está enamorado comete muchas locuras —pasó un mechón rubio de mi cabello y lo puso detrás de mi oreja —. Tu padre solo se preocupa por ti, nada más. Así cómo Hein se preocupa por Hennie y Daen por Dev.
—Lo entiendo —suspiré.
—Extrañaba tanto estas conversaciones —me abrazó y correspondí a su abrazo.
Amaba tanto estar así con ella, mamá era tan comprensiva, amorosa y paciente, tanto conmigo como con Alen. Quizá no éramos los mejores hijos pero sin duda alguna ella era la mejor mamá junto con sus hermanas. Nadie podía negar que las hermanas Venner eran las mejores, junto con sus hijos y sus esposos.
—Voy a dormir —bostezó mamá —. La noche fue muy larga y todos necesitamos descansar —se puso de pie para salir de la habitación, dejó la puerta abierta y esta no tardó en abrirse de nuevo.
Esta vez Khail entró con su semblante serio y decaído.
—¿Tú también estás triste? —le pregunté y se acercó a mí.
—Algo así, pero me alegra que estés con tus padres —se sentó a mi lado —. Sabes que pronto iré con papá y quiero que me acompañes.
—¿Quieres que vaya contigo? —parpadeé y él asintió con la cabeza.
—Claro que sí, tenemos que hablar con él para saber que está bien y que nos apoya en todo.
—Tu padre es un sol, va a decir que sí. Pero yo sé que quieres verlo.
—También quiero saber cómo están las cosas allá, si es que Mila ha hecho algo.
—Esa tonta rubia insípida —mascullé —. Te juro que la voy a matar en cuanto la vea, no voy a tener piedad de ella y su maldita cara de tonta —apreté las manos en puños —. La voy a matar, Khail te lo juro y tú la vas a traer a mí.
—Lo haré, rubia, solo por ti —cogió mis manos para subirlas a la altura de sus labios y dejó besos en mis nudillos.
—Tonto ruso sexi, te amo —dejé un beso sobre sus labios —. No quiero separarme de ti.
—Nunca, rubia —hizo a un lado un mechón de mi cabello —. Siempre voy a estar contigo —sonreí y apoyé mi cabeza en su pecho.
Amaba esta cercanía que tenía con él, amaba la complicidad que existía entre los dos y esta pasión que nos consumía a ambos.
Estaba más que consciente que la guerra se aproximaba pero no tenía miedo, estaba con mi familia y Khail y ellos me hacían querer quemar todo, porque todo iba a arder, pero ardería por nosotros no contra nosotros.
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¡Hola! Les traigo su dosis semanal porque sé que los aman mucho al igual que yo los amo. Esta historia será más corta pero no por ello menos importante, llena de acción, amor y mucho drama. Espero les haya gustado el capítulo y dejen mucho amor 🥰
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