Capítulo 13.
Mees
Mis manos estaban impacientes por tocarla, quería sentir cada centímetro de su piel, probar sus labios y tenerla debajo de mí o arriba, cómo sea pero quería estar con ella. Pasé dos meses imaginando este momento y nadie me iba a detener ahora. No quería interrupciones ni mucho menos y agradecía que mis padres y los suyos fueran a cenar juntos para así poder estar aquí, con ella, en su casa.
—Mees —antes de dar un paso dentro de su habitación nos detuvimos, puso sus manos en mi pecho y levantó la barbilla para verme mejor.
—¿Qué pasa, rojita? —un mechón de su rojizo cabello caía en su mejilla izquierda y con dos de mis dedos lo aparté para dejarlo detrás de su delgado hombro.
Hoy traía puesto un bonito vestido de color amarillo con pequeñas flores blancas, resaltaba más su pálida piel y las pecas en su nariz y mejillas.
—¿Me amas? —su pregunta me sorprendió un poco.
—¿Qué si te amo? Claro que te amo, Elise, nadie te podrá amar cómo lo hago yo —en sus labios se desplegó una bonita sonrisa y quise devorar estos una vez más.
—Yo también te amo, Mees —soltó mi nuca y empezó a subir sus manos por mis brazos hasta detenerse en mis hombros donde dejó un suave apretón. Se puso de puntitas y dejó un tierno en mis labios.
Se apartó un poco y fue detrás de mí para cerrar la puerta, cuando regresó empezó a quitarse el vestido lentamente, primero fueron los tirantes, después se quitó las sandalias que cubrían sus pies y por último jaló de la tela para dejar al descubierto su bonito y delgado cuerpo, el sostén cubría sus senos y hacía juego con las bragas que llevaba debajo. Me pasé la lengua por los labios al ver que llevaba las manos detrás de su espalda y lo dejó a un lado en el suelo. Con el dedo me hizo una seña para que me acercara a ella y no dudé un segundo para hacerlo y acercarme acunando sus mejillas con mis manos. Sus senos se apretaban a mi pecho, la llevé hacia la cama y la dejé con cuidado sobre el colchón para posicionarme arriba de ella y no dejar sus labios ni un segundo.
—Me estás matando, Elise —me separé de ella y trepó hasta quedar apoyada en el respaldo de la cama —. Demonios —me pasé la mano por el rostro para quitar un poco esta maldita sensación que me estaba consumiendo por dentro.
—Ven conmigo, Mees —me quité el cinturón, me bajé los pantalones junto con el boxer y de uno de los bolsillos saqué un preservativo. Me deshice de la camiseta y subí en la cama a su lado.
Con cuidado le abrí las piernas y mis dedos viajaron hasta la goma de sus bragas que bajé sin cuidado y tiré de estas para arrojarlas en el suelo. Se mordió el labio cuando me acerqué a su intimidad y me deslicé dentro de ella sin compasión, su rostro se estrujó en una mueca al sentirme dentro, tan profundo que ya no había cabida.
—Mees —gimió en mi boca y sus manos fueron a mi espalda —. Dios —acerqué mis labios a los suyos para besarla de una vez.
La tenía tan cerca, cuerpo con cuerpo, sus labios besando los míos. Pasé dos meses en el infierno y ahora me sentía en el paraíso y no quería regresar jamás.
Una de mis manos bajaron a su espalda para rodearla con mi brazo y la otra la subí a su mejilla para dejar suaves caricias en su delicada piel.
—Te amo, Elise —murmuré sobre sus labios. Los suyos estaban rojos, hinchados por los besos apasionados que nos dábamos. Sus mejillas tenían un bonito color rojo y su cabello estaba desparramado sobre la almohada —. Eres lo más bonito que me ha pasado y te juro que por ti seré una mejor persona.
Una sexy y encantadora sonrisa se dibujó en su boca, no pude evitar pasar mi pulgar por sus labios hinchados.
—No me dejes nunca, Mees, por favor —me pidió sin dejar de mirarme a los ojos.
—Nunca te voy a dejar, rojita, te amo tanto que no veo mi vida sin ti.
Quizá estaba siendo demasiado exagerado pero amaba a Elise, la amaba tanto que no veía mi vida sin ella y estaba seguro que en la vida podría amar a alguien cómo la amé a ella. No sabía que iba a pasar en mi futuro, no estaba seguro que pasaría el día de mañana, tenía dudas de muchas cosas, pero de lo que sí estaba seguro es que Elise era el amor de mi vida y mi alma gemela.
En poco tiempo me iría a la universidad, la vida traería muchas cosas para mí, algunas buenas y otras malas pero a fin de cuentas todo es una montaña rusa, a veces estás abajo y otras más arriba. Yo estuve abajo, muy en el fondo y tuve que tocarlo para entender muchas cosas que tenía en frente pero que por necio no quise comprender. Lo tenía todo y no veía eso, tenía una hermosa y gran familia que me quería y me entendía por más rebelde que pude llegar a ser, tenía a los mejores padres que la vida me pudo dar, una hermosa hermana, inteligente y fuerte que no se dejaba caer ante nada. Y tenía una novia tan linda, a la que amé desde el primer momento que supe el significado de esa palabra. Lo tenía todo y no necesitaba nada más, ahora solo me quedaba disfrutar lo que pasaba a mi alrededor y no renegar de nada más. Amaba mi vida, a mis padres y todo lo que ellos me dieron.
Robin
Sentía una opresión en el pecho que no me dejaba respirar bien, quería llorar pero no me podía permitir hacerlo ahora, solo...Tenía que ser fuerte y no dejarme caer. Khail se fue de la casa pues encontró un departamento cerca y ahora vivía solo, le agradeció a mis padres por la hospitalidad y creo que para papá fue un alivio saber que no estaría a mi lado, a veces podía ser algo celoso.
—Robin —escuché a mi espalda la voz de papá y giré la cabeza para verlo —. ¿Qué pasa? —preguntó sentándose a mi lado.
—Nada —solté un sonoro suspiro que llamó su atención.
—Creo que no es nada —buscaba mi mirada pero yo rehuía de ella —. Dime que pasa, te voy a escuchar y si puedo te voy a dar un consejo.
—No quiero que Khail se vaya pero se fue —abracé mis piernas con mis brazos —. Es patético, lo sé pero ya me había acostumbrado a él, y...—ni siquiera pude terminar.
—Te entiendo, lo amas —asentí a su pesar —. Tú siempre vas a ser mi hija, la niña de mis ojos, mi princesa —dejó una suave caricia con sus dedos en mi mejilla —. Pero creo que ya es hora de que vueles con tus propias alas y que hagas tu vida —tuve que parpadear para entender lo que decía.
—¿Cómo?
—Sí, tienes la edad suficiente para saber lo que haces y con quien lo haces. Eres una mujer madura e inteligente, sé que sabrás tomar la decisión que creas correcta —quise hablar pero no me dejó —. No me debes nada, Ro, ni la vida ni mucho menos tu lealtad, ni que estés a mi lado para siempre. Tienes que hacer tu vida, hija.
—Pero yo...
—Sé que nos amas a todos, que siempre nos vas a cuidar pero mereces ser feliz y si ese ruso es la persona a quien tú amas yo no me voy a oponer, sé que él te ama también y...bueno, sabes a qué me refiero —lo miré estupefacta. No podía creer lo que me estaba diciendo.
—¿Estás hablando enserio? —asintió.
—Nunca he bromeado, mucho menos con este tipo de cosas. Solo quiero tu felicidad, Ro, nada más —me abrazó —. Te amo, hija te amo tanto y quiero que seas feliz.
—Gracias, pa, yo también te amo —apoyé la cabeza en su hombro.
Sin duda alguna tenía a los mejores papás de todo el mundo.
****
Estaba frente a la puerta de su departamento y miraba a mi alrededor, el lugar era bonito y lujoso, Khail se podía permitir estos lujos y más, su padre tenía dinero por lo tanto él también.
Escuché pasos acercarse a la puerta y puse mi mejor sonrisa cuando abrió. Él también sonrió al verme y se hizo a un lado para dejarme pasar, cerró detrás de sí y me giré sobre mis talones para entregarle la plantita que había comprado de camino aquí.
—¿Y esto?
—Mamá dice que cuando alguien se cambia de casa o compra un departamento hay que regalarle algo para su nuevo hogar —le entregué la planta y sonrió.
—Gracias, rubia —la dejó encima de la mesita que estaba al lado de la puerta.
—Este lugar es hermoso.
Era grande y los ventanales iluminaban a la perfección todo el lugar, la sala era amplia y la cocina era moderna de color negro, había un pasillo y tres puertas a los lados.
—No es nada sin ti —me giré a verlo de nuevo.
—Soy irremplazable, lo sé —le hice un guiño y se acercó para rodear mi cintura con su brazo, con la mano que tenía libre cogió mi nuca.
—Eres mi vida —apretó sus labios a los míos en un tierno beso.
—Y tú la mía —puse mis manos en su pecho.
—Rubia, ven a vivir conmigo. Te daré la vida que te mereces, nada te va a faltar, solo...—puse un dedo sobre sus labios.
—Khail —dije seria.
—Rubia, por favor —insistió y sus cejas se hundieron cuando no dije nada más —. Te amo —soltó mi nuca y mi cintura para acunar mis mejillas con sus manos —. Te amo y no veo mi vida sin ti. Joder. Me tienes hechizado, te amo tanto —en un arranque devoró mis labios con ímpetu y deseo.
Caminaba hacia atrás yendo hacia la sala, caí en uno de los sofás y él encima de mí. Sus manos traviesas y juguetonas empezaron a recorrer mi cuerpo hasta detenerse en mis senos, que apretó sin pudor haciéndome jadear. Bajó una de ellas a mi pantalón para quitar el botón y meterla entre mis piernas. Gemí cuando sentí sus dedos rozar mi delicada zona. Me estaba matando con sus caricias y sus besos en mi cuello, donde lamía y mordía sin piedad, algo que disfrutaba demasiado.
—Khail —le pedí pero no se apartó, al contrario metió una rodilla entre mis piernas y se sacó la camisa dejándome ver su torno —. Por favor.
—No pienso tener piedad de ti —me mordí el labio. Se arrodilló y se hizo cargo de mis botines, deslizó mi pantalón por mis muslos y los dejó a un lado. Se puso de pie y se deshizo de su pantalón y zapatos.
Se acomodó entre mis piernas y entró sin piedad en mi interior, se sintió tan bien tenerlo dentro que gemí llevando mis manos a su espalda, enterrando mis uñas en su piel. Movía sus caderas de adentro hacia afuera, se detenía y empezaba de nuevo volviéndome loca en el proceso. Khail sabía cómo hacerme sentir bien.
—Oh Dios —jadeé cerrando los ojos y juntos caímos a la alfombra que amortiguo el golpe, reímos pero eso no fue impedimento alguno para que Khail siguiera con lo suyo. Arremetía contra mi cuerpo mientras sostenía mis caderas, la blusa era un estorbo y me deshice de ella, Khail se sorprendió al ver que no llevaba sostén. No dudó en besar mis senos y morder mis pezones.
—No puedo creer que te estoy follando y nombres a Dios —mis manos rodearon las muñecas de mi ruso.
—Cierra la boca —negó con la cabeza sin dejar de hacer lo suyo.
Con Khail me sentía segura, amada y deseada más que nada, a su lado no me faltaba nada y lo tenía todo. Sé que estando a su lado nada me iba a pasar y que por lo contrario todo saldría mejor pero tenía miedo a dar un paso en falso y...Dios, era una idiota, con Khail estaba en el cielo y no sé porque pensaba tanto las cosas.
En el momento que el orgasmo sacudió mi cuerpo cerré los ojos dejándome llevar, lo sentí arrasar todo mi ser, fue devastador, hermoso y recorrió cada hebra de mi cuerpo. Enterré mis uñas en su brazo y gemí tan alto que bien me podían escuchar en los otros departamentos. Se dejó caer en mi cuerpo dejando suaves besos en mi piel, se detuvo en mi hombro y subió a mi barbilla para mordisquear un poco, más de la cuenta.
—Demonios —suspiró —. Eres la más hermosa de todas.
No dijo nada más y se puso de pie para desaparecer en el pasillo. Cuando regresó traía una camiseta y papel de baño y una manta.
—Khail —se puso su boxer.
—Dime.
—Te amo —me acerqué para dejar un beso sobre sus labios. Me puse la camiseta que trajo cubriendo mi desnudez.
—Yo también te amo, Rubia —se sentó a mi lado y nos cubrió con la manta.
—Sabes que tengo miedo de muchas cosas, no soy tan fuerte cómo todos creen y muchas de las veces finjo serlo para que no se den cuenta que por dentro me estoy rompiendo. Todo lo que pasó fue muy duro —subió su brazo para rodear mis hombros y atraerme a él —. Pensé que había perdido a mis padres, perdimos nuestra casa, tuvimos que huir y creí perderte a ti también —solté un suspiro —. Todo fue mucho para mí y aún así siempre tuve una sonrisa en los labios.
Khail dejó un beso en el inicio de mi cabeza.
—Fingiste estar muy bien —asentí
—Lo tenía que hacer porque sino mis primos se iban a caer y no me podía permitir verlos mal a ellos. Son mi familia, Khail.
—Y los amas más que a nadie.
—Pero también te amo a ti, Khail —levanté la barbilla para verlo a los ojos. Amaba su dulce mirada, el color de sus ojos me recordaban al cielo de Ámsterdam —. Y quiero estar contigo —puse una mano en su pecho desnudo.
—Yo también te amo, rubia, pero no te voy a obligar a nada que tú quieras.
—Pero sí quiero, ruso, quiero estar contigo, quiero vivir contigo y despertar a tu lado cada día. Quiero ser la madre de tus hijos, pero no ahora —aclaré señalándolo con un dedo.
—¿Qué? —parpadeó un par de veces. Estaba sorprendido por lo que dije.
—Lo que escuchas, ruso, sí quiero vivir contigo en este lugar o donde tú quieras —en un movimiento me puso a horcajadas sobre sus piernas —. Podría vivir contigo en donde sea, hasta debajo de un puente.
—Eres demasiado reina para vivir debajo de un puente —me reí por lo que dijo. Su cabello estaba un poco más largo y caía en su frente, con mis dedos hice a un lado uno de sus mechones rubios.
—Lo soy, ya sabes que para reinas solo yo —dije con suficiencia —. Soy una mujer que sabe lo que quiere, ruso y a ti te quiero en mi vida.
—¿No estás jugando conmigo? ¿Esto no es una broma? —negué poniendo mis manos en sus hombros desnudos.
—No podría bromear con esto, Khail. Lo único que necesito en mi vida es a ti, a mi lado, en mi cama —pasó el cabello que caía en mis costados detrás de mis hombros —. Sé que quieres una gran familia, con muchos hijos pero lo que te puedo ofrecer ahora es mi amor, nada más que eso.
—Y con eso me conformo, rubia, no necesito nada más de ti —apretó sus labios a los míos —. Gracias —soltó mi cintura para coger mis manos.
—¿Por qué?
—Por ser tan tú, por no dejarme ir y por ser tan necia que te enamoraste de este ruso tonto que te ama con toda el alma.
—Y te amo, ruso.
Me abrazó de nuevo, atrayéndome a él.
Jamás pensé que se podía amar de esta manera, con esta intensidad, pensé que un amor cómo el que se tienen mis padres era casi imposible de ver en alguien más pero aquí estaba, enamorada hasta los huesos. Agradecía que Khail llegara a mi vida, mejoró todo lo que ya tenía y me seguía sorprendiendo cada día. Era detallista, romántico, dulce y a veces un poco pervertido pero era mío nada más y nunca lo iba a dejar, estaría loca si dejo que se vaya de mi vida. Lo amaba demasiado y estaba segura que nadie lo iba a amar de esta manera.
Dev
Mis padres junto a los padres de Elise fueron a cenar. Ya no había de qué preocuparnos, podíamos andar en las calles sin temer que algo malo nos fuera a pasar. Sentía tanta paz y a veces me daba miedo despertar y darme cuenta que todo había sido un sueño nada más. Pero no lo era. Era mi realidad y no podía ser más feliz.
—¿En qué tanto piensas? —me preguntó Elián.
Venimos a la casa que había sido de mi madre y mis tías, mamá me dijo que podía venir aquí cuando yo quisiera y ahora estábamos aquí. La verdad estaba ansiosa por estar con Elián, éramos dos adolescentes calientes que querían estar juntos y bueno...
—A veces creo que esto es un sueño.
Nos encontrábamos desnudos en la cama, con los cobertores cubriendo nuestra desnudez. Me tenía abrazada a sí, mi cabello estaba desparramado por toda la almohada y Elián tenía las mejillas rojas por lo que habíamos estado haciendo desde hace rato.
—Pienso que voy a despertar y que vamos a estar en Bélgica, cuando tuvimos que huir para no morir —miraba el techo con firmeza —. No quiero caer en la realidad y...
—Eso no va a pasar —dijo interrumpiendo. Se movió para quedar arriba de mí con su barbilla apoyada en el valle de mis senos —. Esto no es un sueño, Dev, es nuestra realidad.
—Nuestra realidad —repetí y cogió mi mano para enlazar nuestros dedos.
—Así es —dejó un beso en el dorso de mi mano —. Ya nada malo va a pasar, Dev, de ahora en adelante solo cosas buenas.
Subió la mano para apartar mi cabello. Elián era tan guapo y tenía el rostro de un niño pero ya era un hombre.
—Te das cuenta que estamos a nada de irnos a la universidad —me mordí el interior de mi mejilla —. Será algo nuevo para nosotros.
—Nada más te voy a advertir una cosa —lo señalé con un dedo.
—¿Qué?
—No te quiero ver coqueteando con nadie o sino te voy a golpear, Elián, te juro que no voy a tener piedad de ti.
—¿Coquetear yo? ¿Me crees capaz de hacer eso? —asentí.
—Te conozco y eres tan bueno —rodé los ojos —. Eres demasiado hablador y parlanchín.
—Disculpa por ser así.
—No te perdono —me quejé.
—Dev —arrastró cada una de las letras de mi nombre.
—Dev, nada. Estás advertido, Elián —lo señalé de nuevo.
—Solo tengo ojos para ti, hermosa, no quiero a nadie en mi vida solo a ti. Eres mi luz, mi alma gemela y te amo.
—Eres tan cursi —negó con la cabeza sonriendo.
Apoyó la cabeza en mi pecho y soltó un suspiro.
—¿Han sido muchas cosas en tan poco tiempo, eh? —asintió.
Deslicé mis dedos por las hebras negras dejando un suave masaje en su cuero cabelludo.
—Nunca me imaginé que esto me podía pasar a mí, pero mírame, soy el novio de la hija de Daen De Vaux. Antes ni me volteabas a ver y ahora estás loquita por mí.
—¡Elián! —chillé.
—Dime que no, niégalo.
—Bueno...—cogió mi mano para que continuara con el masaje en su cabeza —. Solo un poco.
—¿Solo un poco? —inquirió.
—Bueno, mucho pero eso no quiere decir nada.
—Quiere decir mucho, Dev —se incorporó —. Quiere decir que amas tanto o más de lo que te amo yo —me dio un toquecito en la nariz.
—¿Cuánto me amas tú? —le pregunté.
—Hasta el infinito —respondió sincero.
—Eso es mucho —pasé mis dedos por sus mejillas.
—Demasiado para mi poca fuerza de voluntad. Llegaste a mi vida cuando esta se caía a pedazos y nunca voy a terminar de agradecerte lo que hiciste. Me sacaste de una casa donde solo había violencia, golpes e insultos...No me daba cuenta de que estaba mal porque pensé que eso era normal, pero al verlos a tu familia y a ti sé que no era normal lo que vivía con mi....con ella —se corrigió —. Nada de lo que pasaba dentro de esa casa estaba bien y tú me hiciste ver eso, gracias de nuevo.
—No me tienes que agradecer —le sonreí —. Lo hice con gusto y lo volvería hacer si fuera necesario. No te iba a dejar en esa casa con ella, no hubiera podido vivir en paz sabiendo que te trataba mal. Pero ahora todo ha cambiado para bien, sé que hemos pasado por un par de cosillas pero te juro que no es así siempre —ambos reímos —. No siempre somos perseguidos por la mafia y no siempre tenemos que huir.
—No me importa huir al fin del mundo si tú estás a mi lado.
—Eres tan cursi, Elián que hay veces me dan ganas de vomitar —se carcajeó de lo que dije.
—Y tú eres tan fría y seria, pero así te amo.
—Yo no dije que no te amara —me quejé —. Te amo.
Se deslizó más arriba de mí y se acomodó entre mis piernas abriendo estas con sus manos. Mi pulso se aceleró al sentir su cuerpo desnudo arriba del mío, mi corazón empezó a latir con fuerza cómo si esta fuera la primera vez que estuviéramos juntos. Amaba sentirme así.
—No me dejes nunca —empezó por besar mi cuello de a poco, subió con besos a mi barbilla donde se detuvo para mordisquear y terminó en mis labios, tiró de mi labio con los dientes y lo chupó —. No te vayas de mi vida.
—No podría dejarte nunca, Elián, yo te amo —se separó y sonrió sin mostrar los dientes. Su sonrisa era encantadora y me mataba.
—Y yo te amo a ti, Dev.
No pensé que esto pudiera pasar entre Elián y yo, lo veía cómo algo imposible porque siempre fuimos tan diferentes, él tan entregado al equipo y yo tan apasionada a los libros. Él tan lleno de energía y vitalidad y yo a veces que no podía salir de mi cama. ¿Qué nos unía entonces? Quizá fue que por dentro estábamos igual de rotos, él por lo que pasaba con su madre y yo por lo que pasé años atrás, fue algo que me marcó mal y pensé que no podía salir pero lo hice gracias a mi familia y a él. Siempre decía que yo llegué a su vida para cambiar todo pero lo que él no sabía es que él llegó a mi vida para mejorarlo todo, no es que mi vida fuera tan mala pero necesitaba eso que Elián le dio.
Sacar a Elián de su casa fue sin duda alguna lo mejor que pude hacer en toda mi vida y algo de lo que jamás me iba a arrepentir. En él encontré a un amigo, un cómplice, un compañero de vida y al amor de mi vida. ¿Qué iba a pasar más adelante? No sabía y tampoco lo quería saber, que todo fuera sorpresa para nosotros, lo que sea que pasara iba a ser bien recibido de nuestra parte.
🌺🌺🌺🌺
¡Hola! ¿Están preparadas para dejar ir a los De Vaux? Yo no, la verdad es que no importa cuántos años pasen no los voy a poder dejar ir. Solo faltan dos capítulos para el final que será narrado por los hermanos mayores, estoy muy emocionada porque lean desde su punto de vista. Espero les estén gustando estos capítulos.
Twitter:
elena_santos92
Instagram:
elena_santos.92
_deseos_prohibidos_
librosdeelena
Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro