Capítulo 10.
Apreciemos la belleza de Mees :)
Alen
Al llegar al Verderf nos dimos cuenta de la cruda y cruel realidad. Alcohol barato, un lugar horrible y apestoso al que nadie le hubiera gustado entrar, mujeres golpeadas y clientes de la más baja calaña. Al menos cuando mi padre estaba a cargo de este lugar solo entraban hombres que pudieran gastar en buen vodka y mujeres hermosas con exámenes hechos demostrando que cualquiera de ellas estaba limpia.
Ahora nuestro nombre estaba por los suelos y los negocios de la familia eran lo peor de lo peor. Nos iba a costar mucho levantar este lugar y darle el nombre que tenía antes de todo lo que pasó, pero no sería imposible, nada era imposible para un De Vaux.
—Necesito que alguien me diga que pasó aquí —dejamos la puerta abierta para que la luz entrara a este lugar. Olía a cigarrillo barato.
—¿Señor De Vaux? —una chica se acercó a mi padre. Era delgada, cabello castaño largo y tenía un golpe en la mejilla izquierda —. ¿Es usted? —parpadeó sin lograr entender que mi padre estaba frente a ella.
Desapareció en un segundo y fue hacia la puerta donde estaban las demás chicas.
—Esto es un asco —masculló Hein a nuestro lado. Miró el lugar de hito en hito y arrugó la nariz con asco.
El lugar en sí era un asco total, no quedaba nada de aquel lugar elegante que mi padre inauguró hace más de veinte años.
—Tenemos mucho que hacer —dijo papá haciendo una botella a un lado con el pie.
Frente a nosotros regresó la misma chica que yo ya había visto antes, la nueva, y con ella lo hicieron las demás chicas que trabajaban aquí o las pocas que quedaban porque ahora solo eran la mitad.
—¿Qué pasó aquí? —preguntó Hein —. Alguien diga algo.
—Hou llegó aquí diciendo que estaban muertos, nos dio la opción de seguir en este lugar pero con sus reglas, haciendo lo que él dijera y sino aceptábamos nos podíamos ir —empezó la castaña —. Muchas se fueron porque la paga era menos de lo que ganábamos antes, cómo se dan cuenta nos golpeaban.
Me mantenía al lado de mi padre y pude notar que sus manos se volvieron puños por el coraje que sentía en este momento. Nunca fue un hombre violento con las mujeres, tampoco le gustaba que ni una de ellas fuera golpeada, nunca las trató mal ni mucho menos, ahora pasaba esto.
—Malditos —espetó.
—Las que nos quedamos aquí lo hicimos por necesidad porque no había a donde ir, pero cómo ve este lugar ya no es lo que era antes —ella miró el lugar también —. Pero que bueno que han regresado, que bueno que están aquí de nuevo y que todo va a ser lo que era antes.
—¿Cuál es tu nombre? —preguntó Hein a la castaña.
—Soy Renée, hace poco llegué aquí —dijo con algo de pena.
—Renée, pueden ir a su casa y cuando todo esto pase nosotros les llamamos.
Escuchamos murmuros y se miraban entre sí.
—¿Qué va a pasar con nosotras? ¿No vamos a trabajar ya? —preguntó una rubia.
—Nada de eso —aclaró mi padre —. Lo primero que vamos a hacer es limpiar toda esta basura, remodelar este lugar y después, si ustedes quieren regresar serán bienvenidas. Todo será cómo antes, nada de golpes, una buena paga, exámenes médicos...¿Qué dicen?
—No nos den una respuesta ahora, piensen las cosas. Si quieren regresar su lugar estará aquí, también el de las chicas que se fueron —Hein sonrió y aquello les hizo confiar un poco más.
—Vayan a su casa, mañana pueden venir por su paga.
Aquellas palabras las terminaron de convencer y se fueron más contentas, desapareciendo por la puerta para recoger sus pertenencias.
—¿Qué vamos a hacer? —Hein se giró a papá.
—Llamar a alguien para que limpie este basurero, contratar a alguien para que remodele este lugar y seguir con esto.
—Podemos llamarle a Roos para que ella se haga cargo, sabes que es muy buena en su trabajo y ahora mismo es la única en la que podemos confiar.
—Habla con ella —Hein sacó su móvil y mi padre empezó a subir las escaleras para ir a la oficina. Lo seguí pero me detuve cuando las chicas empezaron a salir para irse. Miré a mi padre pero este ya casi terminaba de subir.
—¿Todo va a regresar a lo que era antes? —preguntó la castaña.
—Sí.
—¿Hou ya no va a regresar? Dime que ese malnacido ya no va a volver, fueron los peores dos meses de todas —su voz se rompió.
—¿Renée, verdad? —asintió —. Hou no va a regresar y todo será cómo antes, te lo aseguro —Renée sonrió y suspiró aliviada, cómo si se hubiera quitado un gran peso de encima.
—Me alegra escuchar —me regaló una bonita sonrisa, se alejó y la vi salir del club.
Subí las escaleras y fui a la oficina de mi padre que estaba sacando papeles y los dejaba a un lado en una caja.
—¿Qué es todo eso? —pregunté cerrando la puerta.
—Basura —espetó —. Nada más que eso, basura —siguió sacando papeles y botellas de algún licor barato que al ver la botella hacía una mueca de asco —. Esos idiotas pensaron que no íbamos a regresar, que estábamos desterrados de aquí cuando este lugar nos vio crecer y es lo que es por nosotros, nada más.
Estaba molesto, estaba lleno de rabia.
—Ahora tengo que hacerles saber a esos imbéciles que los únicos que mandan somos nosotros...
—¿Y sino obedecen? ¿Qué va a pasar? —me miró de reojo.
—La muerte: eso es lo que va a pasar —espetó.
—¿Te vas a manchar las manos de sangre? —pregunté trémulo.
—Me voy a manchar las manos de sangre para asegurarles un futuro a ustedes, para que nuestros enemigos sepan que seguimos aquí, más fuertes que nunca —dijo determinado —. No quiero que el día de mañana alguien más venga a quitarles esto, todo lo que mi padre construyó a lo largo de su vida. Esto es tuyo, de tu hermana y tus primos, nada más.
—Mees, Ro y yo, podremos con lo que sea.
—Lo sé —se acercó y palmeó mi mejilla con cuidado —. Estoy seguro que harán un buen trabajo y desde ya me siento orgulloso de todos ustedes, pero por ahora soy yo quien debe cuidar de ti, tu hermana y tu madre.
—Algún día yo también me haré cargo de este lugar.
—Sí, y sé que harás un buen trabajo. Pero ahora déjame cuidar de ti, para mí eres un niño —sin esperarlo me abrazó y no dudé en responder a su abrazo.
Nos separamos y mi padre siguió sacando papeles, más basura y más botellas de licor barato.
—¿Qué es todo eso? —preguntó Hein al entrar a la oficina.
Se acercó a la caja y cogió la botella.
—Licor barato —dejó la botella en su lugar y miró la oficina de arriba abajo —. Le hablé a la misma persona para que venga a limpiar todo este mugrero, dijo que será tardado pero que dejará el lugar impecable.
—¿Hablaste con Roos?
—Sí y dice que se va a encargar de todo —papá sonrió feliz.
—Bien, ahora hay que llamar a nuestros socios para decirles que estamos de regreso —Hein lo señaló dándole la razón —. Quien no esté de acuerdo puede irse al infierno de una vez.
—Bien dicho hermanito. Pero tiene que ser cuanto antes, porque le prometí a Haden llevarlo con Lieve y sabes que Canadá no está a la vuelta de la esquina.
—¿Canadá? —pregunté y Hein asintió —. ¿Lieve y sus padres están en Canadá?
—Era lo mejor y el lugar más seguro para ellos —mi mirada se quedó en mi padre que seguía sacando basura.
—¿Dónde está Anne Marie entonces?
—Madagascar —respondió él, dándome la espalda.
—¿Madagascar? —no lo podía creer —. ¿Y Elise donde está?
—Creo que en Sri Lanka, Daen dijo que lo mejor era que estuvieran lejos.
—Pero no tan lejos —me quejé.
—No te preocupes —dejó lo que estaba haciendo y se sentó en la silla que estaba detrás del escritorio —. Anne y su hija han sido informadas que todo está bien, alguien de nuestra confianza ha ido por ellas, al igual que Jo, Lievin y Elise.
—Solo yo tengo que ir a Canadá por Lieve —se quejó Hein.
—No te tienes que preocupar por eso —papá levantó un dedo —. A más tardar mañana temprano Lieve y sus padres van a estar aquí.
—¿En serio? —Hein no creía lo que decía papá.
—Sorpresa, hermanito —Hein casi salta en su lugar.
—No puedo creer que por nuestra culpa esas personas hayan tenido que huir de aquí
—Eso ya no va a pasar —dijo papá —. Nadie más tendrá que huir por nuestra culpa, nosotros no vamos a huir, ya no —puso sus manos enlazadas bajo su barbilla.
—Esa mirada me da miedo —miraba a mi padre y a Hein.
—¿Cuál mirada? —preguntó él.
—Esa, me dice que tramas algo muy malo y no quiero saberlo.
—Entonces no te digo.
—Pero sí quiero saber —se quejó —. Dime que tramas —Hein se sentó en la silla que estaba frente al escritorio.
—Ahora no es el momento de hablar de eso —Hein bufó —. Ya habrá tiempo. Quiero salir de aquí, me da dolor de cabeza —masculló y se puso de pie.
—Hay mucho que arreglar —papá asintió y salió detrás del escritorio para caminar hacia la puerta.
—Vamos, Alen —papá salió y detrás de él lo hice yo. Al salir al pasillo nos dimos cuenta de lo deplorable que estaba este lugar. Solo lo dejamos en sus manos dos meses y destruyeron casi todo, que bueno que habíamos regresado.
Al bajar las chicas se habían ido y Roos iba entrando por la puerta, al dar los dos primeros pasos se quedó mirando el lugar con el mismo gesto de asco que nosotros tres.
—Sí que es un basurero —dijo —. Que bueno que me llamaste, Hein.
Se saludaron cuando Hein terminó de bajar y quedaron cara a cara.
—Sé que harás un buen trabajo —Hein estaba a su lado.
—Y te vamos a pagar muy bien por eso —aclaró papá.
—Sabes que el dinero no me importa —comentó seria.
—No, pero sí es una gran ayuda así que se te va a pagar muy bien por tu trabajo —Roos sabía que no podía ir en contra de las órdenes de mi padre y terminó aceptando.
—Bien —se acercó —. Les aseguro que no se van a arrepentir —dio unos pasos y se giró hacia nosotros —. ¿Y los demás clubes? —llevó las manos a su espalda.
—Por ahora queremos levantar este, los demás poco a poco.
—Que bueno que han regresado —dijo sincera —. Es bueno tenerlos aquí.
—No nos vamos a ir, Roos —aseguró Hein.
—¿Y ahora qué?
—Ahora van a venir a limpiar este lugar, si quieres puedes ir viendo cómo vas a remodelar aquí —Roos suspiró —. O no —comentó Hein.
—Daré una vuelta y regreso a casa para pensar cómo acomodar todo y que se vea igual o mejor que antes —Hein se acercó a ella y se despidieron.
—Gracias, Roos —dijo papá.
—De nada, Rykel.
—Nos vemos, Roos —le dije adiós con la mano y se despidió. Salí junto a mi padre mientras Hein se quedaba a conversar con la pelirroja.
Ahora todo estaba tomando su rumbo y pronto vería a Marie, por fin, después de meses sin verla iba a estar a su lado y no podía estar más feliz por eso. Ahora solo quería que mi vida regresara a ser lo que era antes de esta desgracia, aprovecharía cualquier momento con ella y no iba a desperdiciar ni un solo instante de mi vida. Ya no.
Mees
El Geen Fout no era el mismo club de antes, ahora hasta me daba asco mirar el lugar y pensar que esos idiotas habían hecho de este lugar un nido de ratas, donde nada más había alcohol barato y drogas de todo tipo.
Estuvimos un buen rato mirando el lugar, los destrozos y la basura que había que sacar. Papá llamó para que alguien viniera a sacar toda la basura, empezando por el alcohol barato y terminando por las mesas y sillas. Ya nada servía y todo estaba en mal estado, había mucho que hacer pero teníamos tiempo para eso.
—Hay que comprar mesas y sillas —estábamos en la parte de arriba y la barra también estaba en mal estado —. Una barra nueva, alcohol del bueno —aclaró.
—Creo que habrá que pintar de nuevo las paredes del pasillo, se ven muy mal.
—Pregúntale a Mannes si quiere hacer el trabajo de nuevo.
—Yo creo que sí va a querer.
—De todos modos pregúntale, dile que se le va a pagar muy bien —asentí.
—Entendido.
—Señor —uno de los chicos que vinieron a limpiar estaba a un lado de las escaleras. Papá se dio la vuelta para ver que quería.
—Dime.
—¿Las sillas y mesas que están en buen estado también las vamos a tirar?
—Sí, no quiero nada de eso aquí —zanjó papá —. Ustedes sabrán que hacer con eso.
—Está bien, señor —el chico se dio la vuelta y bajó las escaleras.
—Tanto trabajo que nos costó mantener este lugar en pie y mira ahora.
—Se ve mal pero lo vamos a levantar de nuevo —suspiró.
—Ahora tengo que hablar con la directora para que los tres puedan regresar al colegio y terminen sus estudios.
—¿Tres? —fruncí el ceño.
—Dev, Elián y tú —aclaró.
—Cierto —negó con la cabeza —. Me olvidé de Elián.
—Yo no, ahora ese niño es parte de la familia y le prometí cuidar de él y darle el hogar que tanto le hacía falta.
—Eres un buen hombre —casi niega con la cabeza —. Sí, lo eres.
—No soy un buen hombre, solo intento ser un buen padre y esposo, con eso me basta —me sentía tan orgulloso de ser su hijo. Ahora más que nunca era así.
Ahora me odiaba por ser tan idiota antes, con él, con mamá y hasta con Dev, no siempre fui un buen hijo, mucho menos un buen hermano porque de ser así ese imbécil no hubiera puesto sus sucias manos en mi hermana, pero le di su merecido y me daba gusto saber que se fue con un par de costillas rotas y tanto dolor en el cuerpo que jamás se le iba a olvidar quién lo había golpeado.
Tenía que cuidar de ella, protegerla y saber que iba a estar bien. Sabía que Elián no era un mal chico, tenía buenas calificaciones y era el capitán del equipo de korfball, era un nerd y lo aceptaba si para Dev estaba bien. Su felicidad siempre iba a ser primero.
—Mañana quiero que a las ocho estés listo —fruncí el ceño.
—¿Por qué tan temprano?
—Haremos algo —solo dijo eso.
—¿Haremos algo? ¿Qué?
—Solo quiero que estés listo a esa hora, es algo importante.
—¿Para ti o para mí? —empezó a bajar las escaleras y yo lo hice detrás de él.
—Para los dos. ¿Puedes dejar de hacer preguntas, por favor? Solo quiero que estés listo a esa hora.
—Está bien, papá. A ese hora estaré listo.
Al salir Ruud esperaba a un lado de la camioneta, nos abrió la puerta y entramos juntos. Esperamos que Ruud subiera y encendiera la camioneta.
—Sé que estás preocupado por Elise, pero te juré que haría lo que fuera para que la veas de nuevo y eso haré. Te juro que te voy a llevar con ella.
—Tú siempre cumples tus promesas y creo en ti.
Ambos sonreímos y por un momento, por un solo momento me pude ver reflejado en sus orbes, me gustaría tanto ser como él, ser la mitad de lo que él era. Quería ser el orgullo de mi padre y poner en alto su apellido.
—Vamos Ruud —este cerró la puerta y encendió la camioneta para regresar a casa.
Al llegar a la casa Dev estaba leyendo un poco y los demás estaban en el patio jugando. Papá pasó de largo hacia la casa pero yo me quedé para ir con Dev, la había visto un poco rara estos últimos días, aunque ella era rara de por sí.
—¿Qué pasa? —me senté a su lado y bajó el libro dejando ver sus ojos.
—¿Qué pasa de qué? —subió el libro de nuevo.
—Pues contigo, te he visto rara últimamente —de nuevo bajó el libro.
—Me preocupa Elián —los dos miramos a Elián que ahora corría con la pelota lejos de Alen.
—¿Qué pasa con Elián?
—Su madre —ambos bufamos, estábamos sincronizados.
—¿Qué pasa con ese señora? No me digas que quiere verla, no tiene que ir, ella fue una mala madre —flexione las piernas y apoyé mis brazos en las rodillas.
—No sabe qué hacer, dice que en parte quiere verla y saber cómo está pero por otra parte no quiere saber nada y yo no sé que hacer. No me gusta verlo así.
Ahora se veía bien, aunque Elián era muy serio se podía notar que había días que no le iba bien y era entendible.
—¿Qué hago? —me miraba cómo buscando una respuesta en mis ojos.
—Podemos mandar a alguien para que vea cómo está y así no habrá necesidad de que vaya a verla. Creo que esa mujer merece morir sola —se sorprendió de mis palabras pero no me arrepentía —. No me mires así, sabes que tengo razón.
—Lo sé, tienes razón y no te contradigo pero Elián tiene muchos conflictos internos por eso. Odia a su madre pero es su madre a fin de cuentas, ¿no? Nadie puede escoger a su familia.
Mirábamos a nuestros primos cómo reían y se lo pasaban bien, ahora todo estaba mucho mejor que antes, ya podíamos salir a la calle sin el temor de que algo nos pasara o que alguien resultara herido. Ahora podíamos regresar a la vida que teníamos antes y eso estaba bien para mí.
—No, nadie puede escoger a su familia pero la nuestra es lo mejor.
Dev sonrió dulce y no pude evitar darle un beso en la mejilla.
—Eres el mejor hermano que pude tener —eso me hizo feliz.
—Claro que sí, y tú eres la mejor hermana que alguien puede tener.
—Lo que sea que Elián haga yo voy a estar ahí, no importa lo decida hacer.
—Y eso está bien —nos separamos —. Elián es muy afortunado por tenerte a su lado, eres una buena novia, comprensiva, amable y lo amas aún cuando es un nerd —se rio un poco y me dio un golpe en el brazo.
—No seas así de cruel, sabes que Elián no es malo —le di la razón.
—No es malo pero es hombre y ya deberías saber que hay algunos que no son precisamente buenos. Si algún día te llega a tratar mal solo me dices y yo me hago cargo de él.
—Eso se escuchó cruel —pasó saliva —. No te preocupes, Elián nunca me haría nada.
Esperaba que fuera así y que Elián tratara bien a Dev, era un buen sujeto y no quería golpearlo ni hacerle daño, porque no dudaba en hacerlo si se atrevía a dañarla. Nunca se lo iba a perdonar.
Cuando el sol se estaba ocultando ya estábamos cenando, todos reunidos en la mesa, platicando de lo que íbamos a hacer ahora que nuestra vida estaba regresando a lo que era antes. Reíamos y casi llorábamos de lo felices que éramos, hacía tanto que no teníamos una cena así que por un momento se me olvidó lo que pasamos hace meses y cómo llegamos a pensar que nuestros padres habían fallecido. Menos mal que todo eso había quedado atrás ya y ahora solo nos teníamos que enfocar en lo bueno que era todo esto.
Al subir a mi habitación lo primero que hice fue darme un baño e intentar ver alguna serie pero no dejaba de pensar en lo que me dijo mi padre. No lo quería presionar porque sabía que tenía más cosas que hacer que llevarme con Elise pero ansiaba el momento de verla, estrecharla entre mis brazos y tenerla a mi lado siempre.
Esta vez haría las cosas bien con ella porque la amaba, la amé desde el momento que supe lo que significaba ese sentimiento y estaba seguro que nadie la iba a amar de esta manera. Mi rojita era lo más bonito que tenía aparte de mi familia y era una mejor persona por ella.
🌺🌺🌺🌺
¡Hola! Estoy muy emocionada porque los siguientes capítulos serán puro amor y ternura, espero les gusten también.
Twitter:
elena_santos92
Instagram:
elena_santos.92
_deseos_prohibidos_
librosdeelena
Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro