Eda Weber y Ander Boyce no eran los mejores amigos, tampoco eran enemigos. Lo que ambos tenían era una relación de compañerismo.

Sin darse cuenta, Ander comenzó a necesitar esa amistad con Eda para salir de su triste y dura realidad. Esa realidad con la que cargaba día a día, donde los sueños que tenía a veces se iban sin retorno.

Ambos se complementaban uno al otro.

Y aunque Eda era una joven fuerte, pronto lo necesitaría a él como uno solo para permanecer fuerte. No le importaba ni siquiera por un instante el no haber terminado su relación con Thomas. Simplemente actuó haciendo lo que su corazón le dictaminó.

Después de los problemas, se dieron un tiempo para pensar lo que sentían los dos, pero el cielo se tiñó de gris. Un gris plateado indicando que pronto llovería, formado por un día nublado que transmitía ese aire de melancolía.

Las luces se apagaron, los sentimientos de ambos afloraron, y después de la tormenta, hay veces en las que caen rayos.