siete
Jimin estaba nervioso, muy, mucho, demasiado, bastante nervioso. Todavía no podía creer el hecho de que su hyung lo invitase a hacer galletas, a cocinar a su apartamento. Vale, el chico de mejillas regordetas estaba contento, el pálido tenía novia, pero sentía como el destino estaba de su parte; por lo menos la mayoría de veces.
-- Papá ¿Sabes dónde deje la paleta de sombras de color melocotón? -- Inquirió el chico ya habiendo buscado por toda la casa. Pretendía hacerse un maquillaje sutil, pero parecía que la paleta había desaparecido por completo.
El hombre, que estaba en el comedor con muchos papeles expandidos por la mesa negó. -- Mi amor ¿Has mirado en el baño de la habitación de mamá y mía? Puede que ella lo haya utilizado. -- Sugirió el mayor apartándose las gafas, colocándolas sobre su cabeza. -- Por cierto ¿dónde vas? ¿Sales con Taehyung y Jungkook? --
-- Ah, n-no. Voy a casa de un hyung en la universidad. --
-- Vale, Jiminie, si hace falta que vaya a buscarte porque es tarde o estás cansado solo envía un mensaje, y abrígate, hace frío. --
El rubio asintió, corriendo de nuevo escaleras arriba hacia donde su padre le había dicho, no sabía como no se le había ocurrido antes ese lugar, la especialidad de su madre parecía tomar su maquillaje sin avisar. De cualquier forma al joven le daba igual, después de todo eran sus padres quien compraban lo que él pedía ¡solo quería que luego lo pusiera en su sitio de nuevo!
Pero bueno, su padre y él estaban ya acostumbrados al desorden de su mamá... algún fallo tenía que tener la casi perfecta mujer.
Jimin estaba aplicando las sobras en su párpado cuando su teléfono vibró sobre la encimera de mármol del lavabo. Le había dado su número de teléfono al mayor para poder quedar para este día, se había encargado de mandarle la ubicación de su hogar; y por su puesto el castaño se había ofrecido a ir a buscarle.
"Pollito, estoy estacionado en la puerta." Fue lo el mensaje que había recibido de parte de su mayor.
-- ¡Ash! ¿Por qué es tan puntual? -- Se quejó abultando su labio inferior, dándose prisa para terminar su sutil maquillaje. En apenas unos escasos minutos Park ya estaba bajando las escaleras de su hogar con prisa. -- ¡Adiós, pa! -- Gritó, y sin siquiera esperar respuesta cerró la puerta principal, viendo inmediatamente el auto de su hyung.
Sus labios se estiraron hacia arriba de forma inmediata, le quedaba toda una linda tarde en compañía del amor de su vida, todo pintaba tan bien, su corazón estaba latiendo con fuerza.
-- No sabes el hambre que tengo... -- Dijo Yoongi en cuanto el menor estuvo dentro del vehículo, haciéndole reír.
-- Eso está bien ¡haremos las mejores galletas para calmar su estómago, hyung-ah! --
-- Eso espero, Jimin-ah. --
El pálido sonrió divertido, contagiándose en seguida de la felicidad que el cachetón irradiaba casi de forma mágica. Cualquiera que se llevase más de diez segundos al lado de Jimin posiblemente acabaría sonriendo, el castaño pensaba que definitivamente era un poder que el otro tenía, no había conocido a alguien así antes.
Una vez acomodado en su asiento, con su cinturón de seguridad puesto y el auto en marcha, el de cabellos dorados se dio cuenta de un pequeño detalle, uno que hizo sus pomposas mejillas sonrojarse. -- ¿Frutillas del bosque? -- Inquirió mirando el ambientador que le daba ese gusto aroma al vehículo.
-- Así es, me dijiste que te gustaba, así que lo compré para probarlo ¿Huele bien? --
-- Huele de maravilla, hyung. -- Aseguró mirando hacia la ventana, queriendo evitar que el otro descubriera su rostro; porque se encontraba sonriendo como un tonto.
Ambos se encargaron de que el trayecto hasta el apartamento de Yoongi no se hiciera extraño o algo así, era la segunda vez que habían quedado para hacer algo juntos, aún no es como si se conocieran demasiado, pero por alguna razón los silencios incómodos no existían.
A diferencia de Jimin, el pálido vivía en un edificio de varios pisos, siete. Yoongi vivía en el cuarto piso, en un apartamento que constaba de dos habitaciones; la principal y la de invitados, que era un poco más pequeña, una cocina que conectaba totalmente con la sala, sin ninguna pared de por medio, y un baño, aparte de una pequeña pero acogedora terraza.
Obviamente el rubio al vivir con sus padres tenía esa amplia casa en la que vivía con ellos y en la que se había criado.
-- Bienvenido a mi apartamento, siéntete como en casa. -- Dijo el de ojos felinos abriendo la puerta con su código, dejando que el más joven entrase primero.
-- Oh, su apartamento no huele a tabaco. -- Eso de cierta forma le gustaba, el hecho de que Yoongi fumase le preocupaba.
-- Eso es porque en casa huso cigarro electrónico, no me gusta cuando mi ropa o mi casa huele, soy consciente de que es un aroma feo. -- Explicó dejando su abrigo en el perchero de la entrada, tomando el del menor para también dejarlo en el mismo.
Min avanzó hacia la cocina/sala, teniendo una vez más al otro chico detrás suyo cual pollito no queriendo perderse, ese sobrenombre le iba tan bien que le hacía sonreír sin querer al pensarlo.
Para cuando ambos estuvieron allí, los ojitos pequeños del pequeño brillaron más que cualquier noche estrellada, sobre la encimera americana habían muchas cosas. Harina, huevos, leche, chispitas de chocolate y estrellitas, y además, lo que más le emocionaba, muchos moldes de diferentes formas. -- ¡Hyung! ¿Compró todo esto? --
-- Sí, pensé que las galletas convencionales circulares a lo mejor eran demasiado aburridas para nosotros, mira, hay muchas formas, un corazón, un gatito, también un oso... --
Jimin estaba al lado del contrario, este mirando todos los diferentes moldes, tomándolos con sus bonitas manos mientras que el de pomposas mejillas se permitía mirarle a él de cerca; casi con sus pupilas hechas un corazón, el alma de Yoongi era tan pura... tan blanca y bonita.
-- Bueno, empecemos Yoongi hyung ¿Tiene delantales? -- Inquirió el más joven, no queriendo manchar su ropa; y conociéndose estaba seguro de que sería capaz de hacerlo sin querer.
El mayor siendo una de las personas más detallistas de todo el planeta asintió, sacando de las bolsas dos mandiles, uno amarillo y otro azul. Sin dudarlo le dio el amarillo al más bajo, provocando que riera una vez más. Se ayudaron entre ellos a anudarlos a la espalda y a cuello, el menor frunciendo sus labios al sentir a Yoongi a en su espalda, ajustando el complemento a su cintura.
Okay, debía de dejar de darle vueltas a eso, porque extrañamente la emoción le había revuelto por dentro en aquel momento.
-- Bien, experto en ricas galletas, dígame qué tenemos que hacer primero. --
-- Lo primero es pre calentar el horno, hyung, póngalo a doscientos grados y déjelo. -- Explicó el más joven mientras tomaba un bol amplio de uno de los cajones que el pálido le había indicado con anterioridad.
De un momento a otro Jimin se encontró echando los dos huevos a la mezcla de la masa mientras su hyung le miraba atento, con una de sus manos masajeando su nuca. -- Oh... así que primero debes de tamizar la harina, no sabía eso. --
-- Puedes no tamizarla, pero queda mejor así ya que le quitas cualquier posible grumito en la masa. -- Explicó el rubio mientras ahora removía esta. -- ¿quieres echarle un poquito de miel? A lo mejor te gustan así más. --
-- ¡Oh, sí! Me encanta la miel. --
Yoongi se apartó para ir a buscar el bote de miel a la alacena, y Park no sabía si alegrarse o sentirse frustrado por haber dejado de sentir las manos del castaño sobre su piel. Le gustaba, claro que lo hacía, pero le ponía demasiado nervioso, se sentía como si en cualquier momento fuera a dejar de cocinar para simplemente acurrucarse y disfrutar de aquellos mimos.
En unos segundos ya estuvo el pálido de nuevo a su lado, bastante emocionado con el recipiente de cristal en sus manos. -- Tome una cuchara y eche cuanto quiera, aunque le recomiendo dos cucharadas. --
-- Entonces serán dos. --
La punta de la lengua de Yoongi le escapaba de sus labios, siendo este un signo de concentración mientras tomaba el líquido dorado, echándolo junto a los demás ingredientes. Dios, Jimin tenía la necesidad de hacerle una foto a ese chico y colocarla de fondo de pantalla ¿Cómo es que era tan lindo sin darse cuenta?
No, seguro que era así a propósito, o sea ¿cómo? ¡¿Cómo?! Es lo único que el menor pensaba con frustración una y otra vez.
-- ¿Q-qué pasa? ¿Eché demasiado? -- Inquirió Yoongi al sentir la intensa mirada de su dongsaeng sobre su persona. Con rapidez este mismo, negó con su cabeza y sus manos.
-- ¡No, no, no! Está perfecto, hyung. Lo hizo genial. --
El pálido rió revolviendo con tranquilidad los cabellos rubios del otro. -- No estoy acostumbrado a cocinar demasiado, pero tú lo haces ver fácil en realidad. ¿Qué más tenemos que hacer? -- Min parecía bastante animado, al de mejillas abultadas le recordaba a cuando sus primos pequeños cocinaban algo con él, era igual que Jihoonie pidiéndole echar la leche a la masa.
Ante el pensamiento sonrió, tomando la caja de harina. -- Ahora que tenemos ya todos los ingredientes mezclados bien vamos a tomar la bandeja del horno y la vamos a espolvorear con harina, para que las galletas no se peguen ¿bien? --
-- Bien ¡manos a la obra! --
Los dos tomaron un poco de aquellos suaves polvos, echándolos por encima de la bandeja plateada. Park estaba contándole a su hyung que en su hogar, casi todos los fin de semanas hacían algo de dulces, a sus padres les gustaba mucho cocinar juntos. -- Ellos aman preparar galletas o bizcochos juntos en sus días libres.-- Comentaba, y al pálido una divertida idea se le vino a su cabeza.
-- ¿Nunca tienen peleas mientras lo hacen? --
-- ¿Peleas? ¿Por qué irías a discutir con tu pareja mientras cocinas? ¿Por ver quien echa la mantequilla antes? -- Preguntó confuso el de labios mullidos.
Yoongi sonrió divertido, tomando un poco más de harina con sus dedos para ahora no esparcirla por sobre la bandeja, sino por lanzar el pequeño pellizco de polvos hacia el rostro del más joven. -- Tal vez guerra de comida. A ver quien acaba peor-- Dijo para seguidamente reír al ver la cara de sorpresa del chico.
-- ¡Yoongi hyung! -- Se quejó Jimin viendo como ese chico se reía sin pudor alguno en su cara, él había comenzado, él iría a acabar peor. Ahora fue el rubio quien tomó otro pellizco de harina, lanzándoselo al distraído joven. -- ¡Por ahora vas perdiendo tú! -- Exclamó al ver el rostro de Min con más producto que él en su rostro.
-- Ven, aquí, no escapes, pollito escurridizo. --
El chico de delantal amarillo ya había comenzado a corretear por alrededor de la encimera en la que estaban cocinando, teniendo al pálido pisándole los talones todo el rato llamándole de todas las maneras tiernas posibles, aunque Park solo podía escuchar su propia risa retumbar en su cabeza.
De verdad no supo cuanto tiempo llevaba correteando, recibiendo y echando más harina, hasta que su cintura fue rodeada por uno de los brazos del chico de cabellos color chocolate. -- Te atrapé. -- Fue lo que Yoongi dijo teniendo la espalda del chico pegada a su torso.
Ambos pechos subían y bajaban por haber estado jugando, y como si eso no fuera poco, ahora el corazón del más bajo retumbaba más fuerte por culpa de la cercanía. Era la primera vez que estaba a tan corta distancia, si es que había alguna, con Yoongi.
Una de sus manitas se posaron sobre el brazo que tenía rodeando su cintura, y entonces el mayor lo soltó con cuidado para que el chico pudiera darse la vuelta, mirándole con uno de los eyesmiles más bonitos que el de ojos felinos había visto alguna vez. -- Uh, Jiminie, estropeé tu maquillaje... -- Musitó sintiendo que debía de decir algo, algo en su interior le había golpeado demasiado fuerte.
-- Bueno, esto fue increíblemente divertido, mereció la pena, hyung. Espero en serio que mis padres lo hayan hecho alguna vez. --
Yoongi sonrió entendiendo que aquella era la respuesta a la pregunta que él había hecho para comenzar el juego. Sus manos viajaron hasta el rostro de Jimin y con toda la delicadeza que usaría para tocar el tesoro más delicado del mundo, movió sus pulgares por las mejillas pomposas del chico, apartando cualquier rastro de harina.
Park no se quejó, simplemente aprovechó el momento para quedarse ahí, intentando memorizar cada una características del primer plano de su rostro.
-- Ya está... estás todo lo limpio que te he podido con mis manos.--
"Podrías usar tu boca si quieres" Fue lo que pensó Jimin, totalmente embelesado al tener los brillantes labios de Yoongi por primera vez así de cerca. -- Hyung ¿Sabe qué? -- Y el pálido en respuesta contestó con un suave sonido, haciéndole saber que lo escuchaba.
"Eres el amor de mi vida, lo sé. Espero yo también ser el tuyo porque cuanto más tiempo paso contigo y más te conozco, siento que más complicado sería para mi el hecho de olvidarte, porque no sé si podría enamorarme de alguien más sabiendo que tú eres lo perfecto para mí." Quiso decir, sin embargo...
-- Has perdido. Has limpiado la harina de mi rostro, pero la tuya está llena, perdiste esta guerra. --
-- ¡Pero- Jiminie! Serás tramposo... -- Se quejó apartando ya sus manos del rostro ajeno, ahora colocándolas a cada lado de su propia cintura. -- Eres astuto, la próxima vez me las ingeniaré para salir victorioso, ya verás. --
-- Sí, sí. -- Canturreó rodando sus ojitos con una sonrisa. -- Vaya a lavarse la cara, aún tenemos que hacer la forma de las galletitas. --
Con la sonrisa que parecía no barrarse de su rostro, el castaño asintió dirigiéndose al baño para quitarse el producto de cocina. Fue el momento en el que Jimin aprovechó para tomar un suspiro, con su corazón más desbocado que nunca, estar junto a Yoongi tendría que considerarse deporte de alto riesgo para él.
Pronto ya se comenzó a dedicar a tomar bolitas de la rica masa para aplastarla y colocar el molde. -- Oh, un arbolito, es lindo. -- Dijo el mayor haciendo acto de presencia ya totalmente limpio.
-- Lo es, compraste unas formas muy bonitas. -- Aseguró.
Yoongi se colocó a su lado, ambos con sus hombros juntos mientras usaban los diferentes moldes y colocaban la masa sobre la bandeja del horno.
En unos minutos, bastantes tranquilos, en los que habían hablado de cosas de la universidad, la masa se había acabado, iban a sacar bastantes galletas. Fue el pálido quien se encargó de meterlas en el horno, bajando ahora la temperatura y dejando que el menor fuera a limpiarse correctamente.
Solo en la cocina, en breve ausencia de Jimin, pensó en cuanto hacia que no había reído tanto por algo tan simple como una guerra con harina. Aunque el acto pareció de lo más normal para él, era la primera vez que hacía algo como eso. Estaba seguro de que si la otra persona hubiera sido MiWoo, la chica hubiera acabado enfadada, y él habría tenido que acabar las galletas solo.
Él era feliz con las pequeñas cosas, sin embargo su novia necesita que todo fuera lo mejor, lo más grande, lo más caro, lo más increíble; y eso obviamente no siempre era posible.
-- Hyung, déjeme lavar a mi los trastes mientras usted limpia la encimera. --
Min alzó su cabeza para ver al joven rubio, ahora sin nada de harina, ni maquillaje, puesto que se lo había tenido que quitar. Él entendía que si el chico se maquillaba era porque le gustaba y disfrutaba de esto, pero es que para él esa carita adorable era en serio difícil de mejorar ¿Y por qué estaba pensando esto? Pues no tenía ni idea. -- Sí, claro. -- Aceptó relamiendo sus labios.
El joven asintió sonriente remangando las mangas de su sueter para no mancharlo de agua, por suerte habían ensuciado pocos utensilios. -- Oye, hyung, usted- --
-- Jimin-ah, deja de llamarme de usted, nos haces sonar poco cercanos y acabamos de tener una guerra de harina. Simplemente hyung está perfecto. --
-- Bien, gracias, Yoongi hyung. Volviendo a mi pregunta ¿Cómo es que tú y MiWoo noona no vive contigo? -- Inquirió.
El castaño, ya habiendo terminado de limpiar la encimera, se acercó hasta el otro para pellizcar una de sus mejillas. -- Volvemos a tus preguntas esporádicas...-- Dijo para reír suavemente.
-- Puedes responder si no quieres. Es solo que normalmente las parejas universitarias suelen compartir apartamento con sus parejas para que los gastos no sean demasiados. --
-- Bueno, tengo becas por mis calificaciones, además mis padres están en una buena posición económicas. No es que seamos ricos o algo así, pero no nos falta tampoco el dinero, tenemos lo que necesitamos para tener una buena calidad de vida y viajar una vez al año. -- Explicó ahora dedicándose a secar lo que el pequeño lavaba, colocando las cosas en su sitio una vez que no estuvieran húmedas. -- A MiWoo le pasa lo mismo, y ella es una chica que requiere bastante espacio... cuanto más años cumple, aún más. Ni siquiera le pregunté alguna vez si le apetecía quedarse aquí porque sabía que si respuesta sería un no. --
Jimin no tenía nada en contra de ella, pero no lograba entender porque era así, porque alguien tan despegada física y emocionalmente había terminado con alguien como su hyung. -- Pues se pierde unas guerras bastantes emocionantes. -- Fue lo único que dijo el de abultados labios, aunque quisiera soltar un discurso por su molestia.
Min rió asintiendo con su cabeza, no pudiendo evitar pensar que posiblemente lo que él tuviera para ofrecerle a ella, no fuera lo suficiente; por lo menos no para ella.
-- Estrell- Yongi hyung ¿Pasa alg- --
-- ¿Estre qué?-- Preguntó el mayor interrumpiéndole con una suave risa.
El más joven con sus dedos le echó unas gotitas de agua al contrario. -- Nada, solo me equivoqué. --
-- No empieces una guerra que vas a perder. -- Rió, centrándose en la tierna expresión del rubio, con sus labios regordetes abultadas y sus mejillas sonrojadas, parecía pintado por el mejor artista.
El horno sonó anunciando que las galletas estaban listas, por eso el pálido se colocó unos acolchados guantes, sacando la caliente bandeja y dejándola en la encimera. --Woh, huele de maravilla... -- Exclamó con sus ojos brillantes hacia los apetecibles dulces.
-- Sip, ahora esperemos a que se enfríen un poco y podremos comer ¿Tienes algo para beber? --
-- Oh, bueno, la verdad es que no. No suelo merendar o desayunar aquí, así que no tengo nada para estas ocasiones. Pero en mi calle hay una tienda de alimentación, podemos ir a ver si hay batidos, zumos o lo que más te guste. --
Ante la sugerencia el pequeño asintió, quitándose el delantal para dejarlo sobre la encimera. -- Vamos hyung, para cuando estemos aquí podremos comer. --
Hacía mucho tiempo que el de ojos felinos no se sentía así de completo, por primera vez en tantos meses que había perdido la cuenta, alguien estaba disfrutando con él de algo tan pequeño como unas galletas, aunque bueno, posiblemente fuera parte de la magia de Park Jimin.
Con esos pensamientos siguió al rubio hacia la entrada, ambos se colocaron sus respectivos abrigos y salieron en busca de algo rico con lo que acompañar esas galletas caseras. Destino 1- MiWoo 0.
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Creo que es la historia más fluff y soft que he hecho. (?) Retierno todo. uwu
Espero que la esteis disfrutando y leerla os sea agradable.
Os quiero,
Kisssuuu~~
131020
Feliz cumpleaños, Park Jiminie.
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