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CAPÍTULO 11

Maya

Regresar a la rutina de antes no era fácil, y sobre todo pensar en que tarde o temprano iba tener que enfrentar a Aaron.

Llegué temprano a la nueva clase de Literatura, la cuál era una materia general, como lo era en la mayoría del primer año. Había unos cuantos chicos en el aula, yo me senté en una de las primeras filas, así podría concentrarme mejor. Los estudiantes habían entrado de a poco, y ahora la clase estaba llena, había muchos desconocidos. Esther había tomado otra clase en otro horario, así que no tenía a nadie con quien hablar, lo cual en realidad estaba bien, no soy del tipo de chica que le gusta entablar una falsa amistad.

El profesor entró unos diez minutos después, era un hombre alto, algo joven, pero serio, con el cabello largo, recogido con una coleta, anteojos y su barba ya crecida. Sacó sus cosas de su maletín, mientras los demás alumnos no se habían percatado de su llegada, porque a decir verdad no parecía el típico profesor. No fue hasta que todos volearon a verlo, cuando este golpeó la mesa con uno de los pesados libros.

—La clase empezó hace dos minutos, si desean seguir hablando de las vacaciones y no estar aquí, se pueden retirar —dijo determinado.
Todos se quedaron perplejos y en segundos el ruido de aquel salón se había disipado.

—Bien, eso pensé. Para los que aún no me conocen, soy el profesor Will, estaré a cargo de este curso durante este semestre. Bien, dicho este preámbulo les informo que yo no hago pruebas escritas, esa no es mi metodología.

«¿Qué no habría exámenes? Qué extraño, pero mejor para mí»

—Pero eso no quiere decir que no los evaluaré, y aunque esta sea una asignatura general, no crean que pueden dejarla parlo lo último, como si no fuera parte importante de sus actividades curriculares. Más bien les asignaré tareas especiales durante el curso…

«O talvez no, no sería tan bueno» Volví a pensar

—Iniciando por… —prosiguió, pero fue interrumpido por un chico alto de cabello negro que llegaba tarde a la clase.

—No me gusta que lleguen tarde a mis lecciones señor Carter —soltó.

¿Carter? Volteé a ver hacia la entrada y ahí estaba él. ¿Otra vez Aaron?
De nuevo quise esfumarme como el humo se disipa en el aire. No pude apartar mi vista ante aquel panorama, estaba sorprendida, me vi a mí misma escondiéndome debajo de las butacas, o salir corriendo por la otra salida, intentando tapar mi rostro con mi bolso, pero sencillamente ese escenario sería más patético.

—Lo siento, no volverá a pasar —se disculpó él sin mucha emoción.

—Pase y busque un sitio, tendrá -2 puntos por la tardía.

—Sí.

Se dirigió a paso lento por la fila de en medio donde yo me encontraba; maldije la hora en la que decidí sentarme justo hoy en primera fila. Traté de agachar la cabeza, pero detuvo su paso por un segundo cuando me vio, alcé instintivamente la vista cuando vi sus pies detenerse en seco; nuestros ojos se encontraron, estaba tan estupefacto como yo, fue como si durante esas milésimas de segundos el tiempo de los demás se hubiera detenido y solo estuviera andando el nuestro, pero en realidad era todo lo contrario.

Me sumergí de nuevo en mis apuntes. Aaron siguió su andar y se sentó al otro lado del salón, lo más alejado de mí, como si estuviera evitándome.
Las chicas del salón no apartaban la vista de él, como de costumbre. «¿Con cuántas de ellas habrá dormido? Seguro con más de la mitad de la universidad» Y fue entonces cuando acallé mi propia voz interna, porque yo misma me había convertido en otra más.

Continuó el profesor. —Pues bien, como les estaba exponiendo, la primera asignación especial que tendrán será para dentro de dos semanas, deberán entregar el trabajo en la fecha dada sin excusas, y en los grupos ya asignados. Será interesante ver el punto de vista de ustedes, ya que son de diferentes especialidades.

Todos se quejaban, tratando de decirle al extraño maestro que al menos los dejaran elegir con quién hacer el trabajo.

—No, no habrá cambios, ya lo he decidido desde antes de empezar, según la lista de alumnos matriculados a mi clase, así que no quiero más quejas, el tema específico y quiénes conforman los grupos los dejaré al final de la clase en la pizarra.
Por esta ocasión la clase será más corta de lo habitual, puesto que es la primera y hay junta con los directivos en media hora, por lo que les daré los detalles acerca del trabajo que deberán llevar a cabo.

Había que realizar una investigación e interpretar algunas las obras literarias, desde un punto de vista crítico de acuerdo con nuestra carrera, compartiendo las ideas con los compañeros del grupo y a su vez, tratando de analizarlas de acuerdo a los exponentes literarios dados y la perspectiva de estos en su tiempo. Con solo escucharlo me estaba dando dolor de cabeza. ¡Qué gran inicio!

Los grupos estaban conformados por cuatro personas, en este se encontraban: Clara, una chica de cabello negro liso, alta y delgada, vestía casual, con unas tennis, shorts, y chaqueta de mezclilla, otro de los chicos era uno algo tímido, usaba anteojos, pantaloneta y camisa larga a rayas, pero se notaba que era muy inteligente, su nombre era Brian y por supuesto… Aaron, a él no era necesario describirlo.

Desde el momento en que oí mencionar los trabajos grupales, y que ya estaban asignados, tuve un mal presentimiento, otra vez los astros no se equivocaron:
“Intenta poner los pies sobre la tierra, no puedes seguir en ese bucle del que te está costando salir. Esta semana quizá tengas pensamientos un poco oscuros, pero recuerda, tu no persigues el destino, el destino llega a ti, de una u otra forma. Tú solo debes confiar en el poder sereno de la luna nueva”

Debería dejar de leerlo, o hacerle caso de una vez por todas, pero de igual forma nada cambiaría lo inevitable, eso era seguro.

Cuando todos se amontonaron en la pizarra a revisar sus nombres, vi el mío junto a él; cerré los ojos, y luego me di la vuelta, pegué mi cara en su pecho y él bajó la mirada, tragué grueso, pero me veía como siempre, como antes; dio la media vuelta y salió del aula. Los otros dos chicos se acercaron y me saludaron, esperaban que nos reuniéramos todos juntos y planear el trabajo, pero eso sería misión imposible con Aaron.

En lo único que podía pensar en las vacaciones era en cómo debía enfrentarme a Aaron «¿Debía tratar de explicarme o era mejor no toparme con él?» Me había decido por esta última opción, pero ahora debía soportarlo en la misma clase, y en el mismo grupo, por si fuera poco. «¿Será que pueda cambiar de curso?» No, no podía, para ese entonces sería imposible, todos los cupos estaban llenos y pensar en salirme, así como así, significaría retrasarme en mis estudios, y no podía hacerlo; ya había perdido un año y tampoco quería darle el gusto a Aaron de huir, no lo iba a demostrar, por más que más que fuera un manojo de nervios y estrés internamente.

**********

—¿Y cómo va tu día en tu nueva escuela?

—Nada interesante —respondió Adam a través de la línea—. ¿Y el tuyo?

Pues nada, estoy en la misma clase que Aaron, que al parecer volvió a odiarme y yo solo quiero desaparecer, quise responderle, pero solo me limité a decir: —Todo bien.

—Eso es bueno, ¿y tu mano cómo está, aún te duele?

—No, está bien, ya casi no me molesta y la herida está sanando bien, solo tengo unos cuantos vendajes.

—De acuerdo. ¿Aún no has hablado con el señor Demian?

—No, no quiero enfrentarlo aún, el que te haya perdonado a ti, no significa que lo haya hecho con él. Papá debe comprender de una vez por todas que no puede manipularnos a su antojo sin esperar consecuencias, incluso si se vuelve a poner en mi contra como aquella vez.

—Mamá no lo permitiría en esta ocasión si eso pasara, además sé que ambos han cambiado y lo están intentando; el otro día me dijo que solo quería hablar contigo tranquilamente, sin peleas, quiere disculparse.

—No lo sé, aún es reciente para mí todo este asunto, ya veré cuándo decido charlar con él.

—Está bien hermana… espera.

Me mantuve en línea unos momentos. —¿Todo bien?

—Sí, lo siento, me tengo que ir, uno de mis compañeros quiere que juegue basket.

—Bien, ve tonto, te hablo luego, diviértete.

—Sí, igual tú, adiós.

Era bueno escuchar a mi hermano animado, había tenido que lidiar mucho últimamente; se comportaba siempre bien, pero a decir verdad le faltaba divertirse y no olvidar que aún era un chico de 17 años. Estaba feliz de tenerlo más cerca, aunque no fuera en el mismo lugar.

**********
Había quedado en salir del campus con Esther, Mark y Aby, íbamos a tomar el almuerzo en un nuevo restaurante mexicano cerca de ahí. Me encontraba de camino al estacionamiento cuando me detuve al observar a Aaron; estaba por entrar a su carro, pero me apresuré para hablar con él, debía hacerlo, no podía seguir posponiéndolo más, no quería ser una cobarde, a pesar de que ya tenía mi respuesta con solo ver la mirada que me dedicó antes durante la clase, y a pesar de mí misma, de haber decidido evitarlo de nuevo.

—Espera Aaron —lo detuve mientras lo tomaba del brazo para que volteara.

—¿Qué quieres? —Me habló cortante como de costumbre—. No tengo nada que hablar contigo.

—Pero yo sí… de verdad lo siento, siento lo que pasó, por haberme ido así sin explicarte nada, pero es que…

—¿A qué quieres jugar Maya?

—¿Yo? A nada.

—Entonces, déjame en paz. ¿Seguro que estás aquí solo para decir que fue un error verdad?

Me quedé callada. Quise decirle tantas palabras que tenía atoradas en mi garganta, pero no pude, me saboteé a mí misma, como siempre, porque ni yo misma me comprendía.

Sí, quizá tenía razón, lo era, me terminé de convencer, aunque en el fondo ya lo sabía; todo fue un error.

—Eso creí, y tienes razón, nunca debí involucrarme contigo, pero ya no importa porque… ¿fue solo sexo no?

«¿Qué? ¿De verdad pensaba eso? Estaba siendo el mismo patán de siempre. Creí… creí…»

—Sí— respondí, apretando mi puño sin que se diera cuenta y tratando de contener las lágrimas que amenazaban por salir en cualquier momento.

—¡Aaron, Maya! —Escuché a alguien llamarnos. Me volteé y vi a Edd corriendo hacia nuestra dirección, me había olvidado completamente del primo de Aaron.

—Hola Maya, ¿cómo has estado? Eh… no sabía que eran tan cercanos —comentó viéndonos a ambos.

—No lo somos, solo fue una coincidencia —manifestó Aaron en un tono fuerte, mientras su primo lo miraba confundido. A veces parecía ser ingenuo y no poder leer el ambiente entre él y yo, pero en cierta forma le estuve agradecida que interrumpiera, porque esa conversación no iba para ningún lado, y si Aaron seguía soltando estupideces como de costumbre seguro le suministraría un golpe en la cara.

—Hola Edd, estoy bien gracias por preguntar.

Volvió su atención a mí. —Espera, ¿qué te sucedió? —Me tomó la mano vendada.

—No es nada, solo me corté por un descuido, estoy bien —le aseguré, zafándome de su agarre algo incomoda, al notar que Aaron miraba directamente.

—Ten más cuidado para la próxima entonces, no me gustaría que te hicieras más daño.

Asentí.

—Me largo —sentenció Aaron metiéndose al carro y saliendo del estacionamiento a la mayor velocidad. Las llantas rechinaban por la vía; vimos la calle hasta que lo perdimos de vista.

—Discúlpalo, últimamente ha estado estresado, sobre todo después de las vacaciones, aunque no ha hablado mucho de ello; solo espero que todo esté bien con Sarah. —Dijo esa última oración como para sí mismo.

—Seguro lo está —comenté sin pensar. Apenas esas palabras salieron de mi boca apreté mis labios y cerré los ojos brevemente, esperaba que como otras veces Edd lo pasara desapercibido, pero…

—¿La conoces? —Me miraba sorprendido.

—Ah, no, no sé quién es, solo estaba suponiendo. —Mentí nerviosamente. No pensaba de ninguna manera darle indicios al primo del idiota que por alguna u otra razón nos habíamos topado en las vacaciones, y mucho menos que habíamos compartido tiempo juntos en aquel sitio alejado. Solo esperaba que al menos ese arrogante no mencionara nunca nada de lo ocurrido.

—Oh, sí entiendo.

—Creo que eres de las pocas personas que lo soportan.

Sonrió. —Ya te dije que no es tan malo como aparenta, es solo que ha pasado por mucho, desde la muerte de su madre hace 3 años y también lo de… Ah olvídalo, mejor dime, ¿a dónde ibas?

Edward no terminó la frase, pero algo me decía que lo que estuvo a punto de decir tenía que ver con las pesadillas que tenía Aaron, como la de esa noche, donde veía tan vulnerable, tan solo, y falta de cariño; no sé por qué me dolió verlo así, asustado en medio de la noche, aferrándose con fuerzas a mis brazos.
Sin embargo, no quise indagar más, no me correspondía, y menos ahora que todo había vuelto a su curso, como antes, fuera para bien o para mal, ya no era mi asunto, o quizás nunca lo fue.

—A comer, ¿quieres venir? —Decidí mejor responder a su pregunta, abandonando mis pensamientos innecesarios.

—¿Me estás invitando a una cita? —Alzó las cejas.

—Ja ja, buen intento, pero no, quedé con mis amigos.

—Mmm de acuerdo, me parece una buena idea, ya que mi primo se fue sin mí.

Entorné los ojos. —Bien, ¿y por cierto dónde te habías metido?

—¿Por qué, ya me extrañabas?

—Claro… que no.

Rio. —Solo fui a casa de mis padres en tanto esperaba el inicio de semestre, esa semana que te vi solo vine a realizar un papeleo y el proceso de matrícula.

—Ya veo. —Caminé hacia el coche—. ¿Y tu moto?

—En el taller, algunos problemas mecánicos.

—Te entiendo, ya pasé por eso, bueno sube.

**********

Nos adentramos a aquel pintoresco restaurante. —Hola chicos, él es Edd, es primo de Aaron.
—¿Ya conocías a Mike verdad? —Me dirigí a Edd.

—Sí eso creo, hola a todos, mucho gusto, soy Edward, pero pueden decirme Edd.

—Hola —dijeron Aby, Mike y Esther a la vez. Nos sentamos y ordenamos la comida, estaba deliciosa, tal y como lo había dicho Esther. Nos pusimos al día de lo que cada uno hizo durante las vacaciones. Aby al igual que yo y Edd habíamos pasado las vacaciones de medio año con nuestros familiares, en tanto Mike como lo había planeado, fue a pasarla bien en una de las casas vacacionales que eran propiedad de su familia, pero… no detalló mucho en lo que había ocurrido; al parecer fue víctima de un asalto, aún se le veían unos moretones, a decir verdad, me preocupé cuando Aby me contó anoche en cuanto llegué del viaje desde Portland con mi madre. Por otro lado, Esther nos comentó que salió del país a visitar a una prima en Canadá y hacía tiempo no la veía.

—Por cierto, Maya, te ves genial con ese nuevo estilo, es más, como lo digo, es algo más… natural —mencionó Esther.

—SÍ, bueno, gracias, no exageres, es solo que ya estaba aburrida de mi cabello colorido y la ropa ajustada.

Talvez había cambiado mi estilo llamativo, pero tampoco iba a vestir de monja. Había optado por ponerme un enterizo hasta la mitad del muslo color verde olivo, era sencillo, pero entallaba muy bien mi figura; en cuanto a mi cabello, lo llevaba con ondas que caían hasta mis hombros, mientras la parte superior era sujetada con una media cola y un flequillo de medio lado que recientemente me había hecho.

—Con cualquier estilo te ves muy bien —señaló Edd.

—Ah, gracias. —Me sonrojé un poco ante su comentario.

Mike miraba hacia Edd y luego a mí, tratando de no reír; sé lo que su cabeza estaba maquinado. Me acerqué un poco más a él para que los demás no escucharan. —Ya deja de mirarme así, no es lo que piensas y no, ya te dije que no dormí con él esa noche.

—Oye, no seas paranoica, que no he dicho nada, relájate —me miraba divertido.

Tomé una bocanada de aire, ese tonto solo quería molestarme. —Es porque te conozco y sé que no lo vas a dejar pasar, no saldré con él, es solo un nuevo amigo.

—Ajá, bien, lo que digas. —Tomó de su refresco.

—Además tú me debes contar bien qué fue lo que te pasó. ¿Cómo es que te asaltaron? Mira eso, aún se ve el golpe en la cara.

—No fue nada, solo mala suerte, unos tipos, y una calle solitaria, eso fue todo, les di el dinero que traía y mi celular, ya te dije que no te preocupes por mí.

—Está bien —respondí, no muy convencida de ello.

—¿Oigan ustedes dos de qué hablan? —Indagó Aby curiosa.

—Ah, de nada en especial —se apresuró Mike a decir.

Esther intervino —Oh, Edd nos estaba contando sobre su experiencia de intercambio en Costa Rica.

—Oh, genial bro, seguro fue bueno conocer una nueva cultura y aprender más, dijiste que estudias comunicación, ¿no? Has de tener muy buenas calificaciones.

—Eh… no es para tanto, solo me gusta lo que estudio, y sí aprendí muchas cosas en esos seis meses que estuve allí, fui a una de las universidades de la capital, San José, y estuve de pasantía en una de las principales televisoras. Aunque fui más como un asistente de redacción, pero sin duda fue una gran experiencia profesional y personalmente; en verdad que las personas de ahí te tratan siempre con amabilidad y ni hablar de los hermosos lugares y comidas que degusté estando allí.

Todos nos quedábamos sorprendidos ante lo inteligente y elocuente que era Edd, me había parecido un chico amable, simpático, pero sin duda también era muy perspicaz.

—Vaya Edd, en serio todo eso se escucha genial, me alegra que hayas podido tener esa oportunidad —expuse amablemente.

El chico parecía algo sonrojado ante los cumplidos que mis amigos y yo le habíamos hecho. —Ah, no es para tanto.

—¿Y te estás quedando con tu primo? —Preguntó ahora Aby.

—Sí, en realidad mamá paga el alquiler del departamento. El tiempo que estuve fuera, Aaron alquiló mi habitación, pero ya la recuperé, solo era algo temporal.

—Oh ya veo.

Ahora entendía por qué esa noche Aaron lo había mencionado, seguramente en ese entonces aún no habían desocupado la otra habitación, y fue por eso que Edd en su lugar me llevó al cuarto de Aaron. Recordar de nuevo, me estaba dando dolor de cabeza.

—Pero cambiando de tema, ¿irán a la inauguración del nuevo club el viernes? —Habló de nuevo Edward.

—¿Nuevo club? —Preguntó Esther.

—Ah, ¿te refieres al Club Luna? —Indagó Mark.

—Sí, ese mismo. Mi banda tocará ahí ese día.

—¿Tienes una banda? —Dijimos todos unísono.

—Ja ja, bueno, en realidad no es mía, sino de unos amigos, solo que de vez en cuando los ayudo cuando el vocalista no puede, o quiere.

—¡Wow eso es genial amigo! Pero claro que iremos, ¿verdad chicas? —Mike se volteó a vernos.

No estaba muy segura en si aceptar aquella invitación, ya tenía suficiente en qué pensar, como para salir, y más porque se trataba del primo de Aaron; era un buen chico, pero estaba ignorando la advertencia que me había dado Aaron la otra vez, sin embargo, me replanteé a mí misma «¿Y qué rayos te importa lo que diga o piense el idiota?» No iba a dejar que me afectara, y él no podía privarme con quién salir o no, si de igual forma me había dejado muy en claro que yo no era algo importante para él.

—Está bien, yo me apunto —expresé decidida.

—Yo igual, no me lo pienso perder —mencionó Esther. —¿Y tú Aby? Dime que esta vez sí vendrás.

—No lo sé.

—Irá, de eso me encargo yo —le guiñé un ojo a mi amiga.

Aby me miró sorprendida, a lo cual me reí, al igual que el resto de los chicos.

Suspiró derrotada. —Está bien.

—Genial, pues los veré ahí, y no se preocupen por las entradas, tendrán campo en primera fila.

Habiendo hecho planes para el viernes y luego de pagar la cuenta, salimos del restaurante, dirigiéndonos nuevo a la universidad ese día.

Aaron

Desde la última vez que nos despedimos no había hablado con Sarah, no sabía qué pensar sobre lo que había pasado entre nosotros; ni lo del beso, ni lo de esa otra noche. Me había prometido no hacerla sufrir, ya tenía suficiente con lo de su enfermedad, como para ir yo a destrozarle el corazón, sabía que estaba haciendo mal cuando accedí a hacer lo que me pidió, pero solo deseaba verla feliz, por una maldita vez en la vida.

Y como parte del karma, ahora no solo tenía que ver a Maya en la misma puta clase, sino que también andaba muy sonriente con mi primo, lo cual me hacía enojar, porque creí haberle dejado muy en claro que no se acercara a él, pero al parecer hizo caso omiso a lo que le dije.
Una vez traté de advertirle a mi Edd que ella no le traería nada bueno, pero simplemente me ignoró, restándole importancia, estaba seguro de que le interesaba más de lo que decía, y todo eso estaba sucediendo ante mis ojos. Debía hacer algo pronto.

**********

Recibí un mensaje de texto. Fui a la biblioteca, donde estaban esa chica alta, el nerd y Maya, debíamos empezar a organizarnos con el trabajo. Una parte de mí estaba enojado con ella, la otra estaba confundido. Deseaba alejarme lo más posible de ella y odiarla, pero también quería verla, estar cerca de ella, sentir su dulce aroma, y… volver a besarla como esa noche.

«¿Qué me estaba haciendo esa loca?»

—Hola — saludé. Me senté en la mesa en frente de ella, pude ver sus hermosos ojos color ámbar cuando me miró por unos instantes ante mi repentina llegada.

—Hola —respondieron los otros dos.

—Bien pues, ya estamos todos —prosiguió la chica—. Debemos iniciar primero con la parte escrita y luego la presentación, tal como dijo el profesor Will. Necesitamos recopilar algunos datos y personajes literarios que nos servirán en cuanto al enfoque que le queremos dar al trabajo, bastará con unos diez, buscaremos los libros para empezar a leer…

—Espera, espera, ¿estás loca? ¿Por qué complicarnos con leer una pila de libros si todo está resumido en internet? —dije exasperado.

—Creo que esta vez él tiene razón —comentó Maya apoyando mi comentario.

—Lo sé, todo sería más sencillo así, pero la información que hay en internet no es tan fiable como el de los libros, ya me he dado la tarea de investigar, además si lo hacemos de esta manera, ganaremos puntos extras con el profesor, ya vieron cómo es, y al ser un curso de literatura, estoy segura de que ese es su objetivo.

—Sí, tienes razón —entonó por fin Brian.

—Está bien, solo que diez creo que es mucho, ¿qué tal seis? —replicó Maya.

Puse los ojos en blanco ante esos tres nerds, que ya habían decidido todo, sin importarles mi opinión.

—Bien. Empecemos por dividirnos en dos, yo realizaré mi parte con Brian, ya lo hemos acordado antes.

«¿Me estaban tomando el pelo? ¿Acaso querían que ahora estuviera al lado de ella aún más?»

—¿Qué? No creo que sea necesario, es decir, eh… yo puedo hacer mi parte sola y luego juntarla con la de todos.

—Sí bueno, a mí tampoco me agrada trabajar contigo —le repliqué.

—Chicos, chicos, dejen las peleas y concéntrense en lo que debemos hacer. Maya, trabajar individual no funcionaría con un tipo de trabajo como este, y si somos los cuatro por separados será algo desorganizado, así que creo que dividirnos las funciones en dos partes y luego verificar que todo esté correctamente es lo mejor.

Maya y yo suspiramos. Luego nos volvimos a ver irritados el uno con el otro, al pensar en la absurda situación en la que ahora estábamos metidos. ¿Cómo iba a aguantármela y estar así de cerca de ella? Eso era algo muy peligroso, se iba ir al diablo mis esfuerzos por alejarme de ella de nuevo.

Maya había ido a las estanterías a buscar algunos de los libros, pude verla desde el otro lado tratando de alcanzar un libro a lo alto de su cabeza. «Bueno… creo que, en este caso, debería aprovechar la oportunidad ¿no?»

Fui ahí, me puse detrás de ella, rozando su cuerpo y su mano con la mía hasta llegar al libro. Dio un brinco al sentir mi tacto y se dio la vuelta; sus ojos, recorrieron mi pecho y luego mi cara, quedándose ahora fijos en los míos, parpadeó un par de veces con sus largas pestañas; mi presencia le afectaba lo sé, pero era tan terca como yo en ese entonces como para admitirlo.

—Ten —le di el libro de pasta dura.

—Gracias —dijo, luego de aclararse la garganta.

La acerqué a mí aún más, rodeando su cintura con mi mano, mientras la otra la apoyaba sobre la estantería.

—¿Qué haces? —Me dijo en tono bajo, siendo consciente de que no podía levantar la voz en aquella biblioteca.

Acerqué mi rostro más a ella, deseaba besarle esos labios carnosos y húmedos en ese preciso momento, pero tenía que controlarme y no desviarme de mi objetivo.

—Creo que no fui lo suficientemente claro contigo ¿O es que no me has escuchado bien? Te dije que te alejaras de mi primo la otra vez, pero al parecer te gusta retarme, y ya me estoy cansando de ti.

Maya me miraba ahora furiosa. —Pues tú también ya me cansaste. —Colocó su dedo índice apuntándome el pecho—. Tú no eres nadie para decirme lo que debo hacer o no, y si yo quiero ser amiga de Edd o de quien se me pegue la regalada gana, lo haré, tú no elijes mis amistades ni con quien yo quiera salir.

—¿Salir? ¿Acaso te gusta él? —Hablé en un tono más alto y enojado. No me importó que unas cuántas personas al final del pasillo nos quedaran viendo.

—¿Y qué si así fuera? —Me advirtió desafiante.

—Parece que se te olvida con quién estás hablando.

—No, ¿cómo podría olvidarlo? Pero ya no me importa lo que tengas que decir, no me das miedo Aaron.

—Si no te alejas de él…

—¿Qué harás?

Me acerqué a su oído, con mi mejor sonrisa. —Bueno, hay un par de cosas que podría decirle acerca de ti, como por ejemplo… lo buena que eres en la cama.

Maya abrió los ojos ante mis palabras

—No te atreverías a…

—Oh sí, sabes que lo haría, si me obligas a hacerlo.

—Eres un hijo de puta.

Alcé los hombros, restándole importancia. —Dime algo nuevo.

—¿Maya? —Escuché a Clara acercarse, por lo que me aparté rápidamente—. ¿Ya terminaste de buscar el libro que te faltaba?

—Eh sí, aquí lo tengo.

—Bien, vayamos a la mesa para empezar, antes que se haga más tarde.

—Sí, vamos —respondió amable. Se encaminó de nuevo, no sin antes brindarme una mirada oscura.

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