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Tus ojos se llenaron de lágrimas.
Yo estaba asustado e intrigado. Puede que no fuera un buen momento, pensé.
Daniela nos miraba a ambos entusiasmada.
Me hiciste esperar, pero valió la pena. El hombre más feliz del mundo se encontraba postrado a tus pies cuando me dijiste que sí.
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