54
Llego a la clase de danza y me ubico en el rincón de siempre, ignorando las miradas y los comentarios de todos los días.
Tengo la necesidad de gritarles que se callen, pedirles que me respeten, o que simplemente ignoren mi presencia que tanto les molesta. Pero no lo hago, me ahorro el mal trago, respiro profundo y finjo que no están aquí.
Y, cuando Benedict entra, todo lo malo se silencia con su presencia y solo me ocupo de aprender y mejorar lo que aprendí ayer, y todos estos días.
En un momento, sus ojos se fijan en mí, y deseo que no emita algún comentario sobre lo que estoy haciendo. O, espero, que si lo hace, sea para corregirme y no para hablar bien de mi pirueta.
Por suerte, solo me sonríe y me deja seguir con mis pasos, expresando todo el amor que le tengo a la danza.
La clase termina y me apresuro para recoger mis pertenencias, quiero salir antes que todos, no quiero cruzarme a nadie afuera. No creo que tengan la necesidad de esperarme y continuar con su acoso, pero prefiero no averiguarlo.
—¿Alana? —. La voz de Benedict me frena justo antes de salir. Volteo y lo miro a la cara—. ¿Puedes quedarte un momento? Necesito hablar contigo.
Mi mirada se desliza hasta mis compañeros, quienes nos miran con curiosidad, y a la vez, con ese algo que me hace sentir mal.
Asiento a su pregunta, se despide de todos y cuando nos quedamos solos, me invita a acercarme hasta la ventana. Desde allí, podemos observar a la ciudad que nos devora con su inmensidad y belleza.
También, podemos ver como mis compañeros se alejan entre risas y mas risas.
—¿Te encuentras bien? —. El interrogante de Benedict logra que le ponga atención—. No quiero ser entrometido, pero sospecho que algo te está pasando.
—Estoy bien —sonrío.
Benedict asiente, se cruza de brazos y se apoya sobre el marco de la ventana. Sus ojos negros se fijan en los míos y entiendo que no se acaba de creer mi respuesta, lo sospecho por su forma de mirarme.
—Entonces, si así te encuentras, ¿donde está la Alana que se devoraba cada paso y me hacía sentir que valía la pena seguir enseñando? Porque, últimamente, noto que tu rendimiento es bueno, pero no es como el primer día. No quiero que sientas que te estoy presionando, no es así. Solo que tengo la sensación de que te estás escondiendo, de que no te permites ser la bailarina que me cautivo con su presentación en Boreal.
Es que eso estoy haciendo, me estoy escondiendo. No quiero ser esa bailarina que lo cautivó, y que gracias a ello me dio la beca. Y no quiero serlo debido a la mirada de los demás. Ya no deseo recibir halagos, o cualquier otra cosa que se asemeje. Prefiero pasar desapercibida ante los ojos críticos de Benedict.
—¿Pasó algo de lo que no estoy enterado? —. Insiste.
—No.
—¿Están siendo buenos contigo? —. No respondo de inmediato—. Allie, no me mientas. Quiero que todos aquí se sientan cómodos.
Bajo la mirada y me encojo de hombros.
—Estoy cómoda —clavo mis ojos en los suyos—. Al menos cuando tu estas aquí. Lo demás no importa.
—Claro que importa. Si no te deja brillar, importa muchísimo. ¿Me dirás lo que pasó? —. No respondo, solo observo la ciudad—. No, no lo harás —sacudo la cabeza—. De acuerdo, entiendo. Pero quiero que sepas que puedes hablarme de todo lo que desees. Solo tomaré cartas en el asunto si llega a ser necesario. Pero Allie, mírame. —Le hago caso, lo miro a los ojos—. Que no te apaguen. No duermas a tu talento, explotalo. Lo que tu tienes, no lo tiene nadie. No lo escondas, no permitas que le hagan eso a la persona que se ganó este lugar.
Asiento, le sonrío y le prometo que lo voy a intentar. Realmente no se si voy a cumplir mi promesa, porque si me detengo a pensar en ello, solo sé que quiero esconderme y evitar cualquier muestra de atención.
Salgo del edificio, y como de costumbre, me dirijo al hotel. Nunca hago un camino diferente, todavía no me tomo la molestia de recorrer cada punto de la ciudad.
Es levantarme, lavarme la cara, cepillarme los dientes, comer algo en el camino a la clase de danza, salir, ir al hotel, bañarme y quedarme allí viendo una película, escuchando música o leyendo.
Sé que no está bien lo que estoy haciendo, pero tampoco quiero recorrer esta enorme ciudad. Solo conseguiré sentirme más sola de lo que ya me encuentro.
Me recuesto en la cama y cojo el libro que estoy leyendo. Me dirijo a la parte en donde dejé anoche, y continuo con mi lectura. Dejo que los personajes me abracen con su historia, y me protejan en cada paso.
La magia de la lectura. Puedes haber tenido un mal día, pero, al momento de abrir un libro, te olvidas de todo y te refugias por un instante en cada letra, en cada frase y escena. Los personajes se vuelven tus amigos porque te ayudan a olvidarte de todo lo que está mal.
Mientras la lectura dure, el día duele menos y tu vida vale más la pena. Todo está bien, la novela está contigo, después verás que hacer con los problemas. Pero, por ese instante, eres feliz.
Suena mi móvil y me quita de la historia. Desbloqueo la pantalla sin prestarle atención al nombre que me figura, pero, cuando leo quien me acaba de escribir, todo se pone en pausa.
Conrad:
Hola
Me siento de golpe en la cama, para luego dar un salto y ponerme de pie. Camino de un lado al otro, nerviosa. No se porque me habló, pero su hola aceleró mi pulso.
El móvil vuelve a sonar, Conrad me volvió a hablar.
Conrad:
Siento molestarte. Pero ya es demasiado tarde para arrepentirme
Vuelvo a sentarme en la cama y tecleo mi respuesta con dedos temblorosos.
Yo:
Hola. No me molestas. Solo estaba asimilando tu mensaje, no lo esperaba
Conrad:
Yo tampoco esperaba hacerlo, pero aquí me tienes
Yo:
Y como estas?
Conrad:
Nervioso por estar hablando contigo. Y tu?
Yo:
Nerviosa también
¿Qué haces?
Conrad:
Estoy en un bar
Tu que haces?
Yo:
Nada, en la habitación del hotel
Cuánto has bebido hasta escribirme?
Conrad:
No importa eso
Y tú, que haces en la habitación del hotel y no estás paseando?
Yo:
No importa eso
Conrad:
Como te trata Nueva York?
Yo:
No importa eso
Conrad:
A mi me importa
Yo:
Nueva York no me trata. Pero no se lo digas a nadie, quiero que todos sigan creyendo que las cosas van bien
Conrad:
Y las cosas no van así?
Allie?
Allie, responde
Yo:
No importa. Me has dejado, no tienes por que saber como van mis cosas
Automáticamente me arrepiento de mi respuesta.
Yo:
Lo siento...
Conrad:
Esta bien
Tienes razón
Solo tuve el presentimiento de que debía escribirte
Culpo al alcohol por eso
Yo:
No, no lo culpes. Se agradece esa corazonada
Conrad:
Por qué?
Respiro profundo, intento calmar mi respiración, pero es inútil. Estoy hablando con Conrad, después de tanto, y eso me descoloca en todas sus formas.
A él no puedo mentirle. Y tampoco podemos fingir que no hay una enorme conexión entre nosotros, sino, ¿cómo se explica que tuvo la corazonada de que debía escribirme? Por lo tanto, decido contarle todo lo que me viene pasando.
Conrad me lee de inmediato, luego escribe su respuesta, pero la borra al instante. Sale del chat, vuelve a entrar y vuelve a salir.
Después de unos minutos, entra, escribe, escribe... y escribe. Creo que se viene una respuesta extensa.
Hasta que la misma llega y me ubico de mejor manera para leerlo. El mundo sigue en pausa, o al menos siento que solo existimos él y yo. Aun con los kilómetros que nos separan.
Conrad:
Lamento muchísimo saber que las cosas no vienen siendo como lo esperabas. Incluso, hasta tengo la necesidad de correr hacia allí y darles una lección a todos los que te están lastimando. O, tal vez, solo deseo correr hacia tus brazos y hacerte ver cuánto vales como persona y bailarina.
Lamento si esta respuesta tiene un fuerte impacto. Pero es lo que siento, aun con la decisión que tome. No puedo mentirte, ni mentirme.
Pero no puedo correr hacia ti, y no volveremos a hablar de eso. Ya sabes los motivos y no es necesario volver a tocar ese tema.
Ahora importas tu y como te sientes...
Allie... Allie, nada ni nadie debe apagarte. Nada ni nadie debe detenerte. Benedict tiene razón, no duermas a tu talento, no lo escondas, demuestra todo lo que hay en ti y que le den a los demás.
Si, ¡que les den!
No les des el gusto de no explotar todo eso que tienes en ti. Estás tomando clases con un gran referente de la danza, con la persona que vio tu presentación y vio en ti una estrella. Por algo te invito a ser parte de su programa. Te has ganado ese lugar, y te vas a ganar todos los lugares del mundo que pises.
Eres una estrella, y como tal, no dejes de brillar. Sino que al contrario, brilla y brilla mucho mas. Puedes con esto y con mas.
No me respondas este mensaje, me basta con que lo leas. Ya supe de ti, y deseo que todo mejore. Pero, si todo sigue yendo mal... aquí estaré. Si, Allie. Aquí estaré.
Puedes hacerme un favor? Escucha Fix you y Yellow.
Adiós.
Y, con el rostro empapado por las lágrimas que no dejan de salir, le hago caso, no le respondo y me dirijo de inmediato a YouTube para poner esas canciones de Coldplay. Seguramente las reproduzca hasta el cansancio.
Conrad, con todas sus palabras, y con estas canciones que más me hacen llorar, no solo me dijo que me ama mucho, sino que también, ha logrado que me sienta menos sola y más cerca de casa.
La voz de Chris Martin inunda la habitación, me acomodo en la cama, cierro los ojos y con la melodía de Fix You me voy quedando dormida.
Sueño con Conrad, por supuesto que lo hago. Y estamos bien, felices y juntos. Nada ni nadie puede contra nosotros y contra la alegría que nos rodea. En el sueño, nada es más grande que nuestro amor y es justamente eso lo que puede vencer a todo lo malo que quiere atacarnos.
Ojalá en la realidad también fuera así.
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