49
Conrad quiere verme. Finalmente, después de tanta ausencia, propuso vernos en el lago del parque.
Me emocioné cuando vi su mensaje, y más aún cuando leí su propuesta. No puedo creer que un plan haya salido de él... ¡después de tanto!
¡Y por supuesto que estoy emocionada! Tanto como aquella vez que fuimos al cine por primera vez. Recuerdo que estaba nerviosa, caminando de un lado al otro en mi habitación, sin siquiera saber cómo vestir ni como actuar.
Bueno, tal como esa vez, me encuentro en estos momentos. Emocionada, pero nerviosa, yendo de un lado al otro, sentándome en la cama pero levantándome al segundo.
No se que hacer, no se que ponerme. Solo sé que estoy feliz de sentir que Conrad está queriendo volver a lo que era. Me alegra saber que está intentando volver a mi.
Cojo una camiseta de mangas cortas de color amarillo, un color tan vivo como me siento en estos momentos. Y, por supuesto, es estampada. Tiene a un Whinnie Pooh que posa tierno.
Me pongo la camiseta, cojo un jean ancho con rotura en las rodillas, me calzo mis converse blancas y salgo hacia mi encuentro con Conrad.
Mi móvil suena, se trata de él, me avisa que ya está llegando al lago. Se disculpa por no pasarme a buscar, pero entiendo, no pasa nada, no me enoja. Estaba haciendo algo cerca de allí, así que le quedaba de pasada.
Le respondo que yo ya me encuentro yendo hacia donde para el autobús que me deja cerca del parque de diversiones, y se lo envio junto a una selfie sonriente. A lo que me responde con una foto del lago.
Doy unos pequeños saltitos mientras camino, y con la sonrisa que utilice para la foto, me subo al autobús y le aviso que ya estoy en camino.
Oasis acompaña mis pasos, por supuesto. Y planeo ponerlos de fondo mientras estemos juntos. También planeo memorizar cada segundo de la cita, por si acaso, no lo sé.
Aunque siento que esta vez será distinto. Espero no equivocarme, pero tengo la sensación de que luego de este día habrá un antes y un después. Pero de buena manera.
Siento que no va a ser del todo necesario memorizar cada sensación para volver a ellas, porque estoy segura de que esta cita nos va a dejar un profundo e intenso encuentro, uno que no nos va a soltar jamás.
Una corazonada me dice que Conrad quiere intentarlo, es decir, le di todo el espacio necesario para sanar, y creo que un poco lo hizo. Ahora, lo que resta sanar, quizá lo quiera hacer a mi lado.
Y lo voy a acompañar. Siempre.
Bajo del autobús, le aviso a Conrad que ya estoy cerca, apago la música y me dirijo hacia el parque con pasos apresurados, algo torpes, pero muy muy felices.
Entro al parque, me dirijo al lago, y allí lo veo, sentado en la arena, con sus ojos puestos en el agua. Está tan sumido en su tranquilidad que no quiero interrumpirlo, solo quiero mirarlo. Hasta tengo ganas de pintarlo, fotografiarlo o escribir un poema sobre él frente al lago.
Me acerco con pasos lentos, dejo que por sí solo note mi presencia. Y lo hace, clava su mirada en mis ojos y... no me gusta lo que veo.
La alegría con la que venía, acaba de salir de mi cuerpo y la he pisado con mis pasos hacia Conrad.
En sus ojos encuentro un vacío enorme, algo que me transmite inseguridad, miedo, tristeza y dolor.
Me siento a su lado, en silencio, con mi corazón a punto de arrugarse. De la misma manera en la que se encuentra su semblante mientras observa el cielo.
¿Debo decir algo? ¿Qué debo decir?
¿Debo decirle que pensé que todo iba a ir bien? ¿Que me ilusione muy rápido?
¿Qué debo hacer?
¿Me quedo o huyo lejos? ¿Me escapo antes de que me rompa el corazón?
—Allie...
Dice y ya quiero llorar.
—Soy una estupida.
—¿Por qué dices eso?
—Porque pensé que íbamos a tener una cita. Creí que iba a ser un buen día, y tu presencia me dice todo lo contrario.
—Si di a entender eso, me disculpo.
—Si. Fuiste muy cruel al no avisar que ibas a hablar conmigo. —Nos miramos. No me gustan mis palabras, ni la forma en que lo dije. Tampoco me gusta su distancia cuando nuestros brazos se están rozando. No me gusta que su contacto sea lo que más dolor me genera, y a la vez, lo que más estoy necesitando.
¿Por qué fui tan estúpida? ¿Con qué señales tuve la osadía de ilusionarme?
—Lo siento.
—Ya.
Unas cuantas lágrimas llegan hasta las comisuras de mi boca, las seco con rapidez, pero otras vuelven a hacer su presencia.
Me ubico frente a él, quiero que me mire a los ojos cuando me diga lo que sea que tenga para decirme.
Somos dos los que estamos llorando. Solo que él no puede verme a la cara, mantiene su mirada en la arena.
—Han sido semanas muy difíciles, y no puedo salir de eso, Allie. Lo he intentado, pero no puedo. Todo lo que viví es más fuerte que yo, todo lo que me paso me consume.
Seca sus lágrimas y respira profundo. Quiero abrazarlo, darle pelea a sus fantasmas, salvarlo, ayudarlo. Me duele su dolor. Quiero regalarle sonrisas y colores, sacarlo de esa negrura que lo devora segundo a segundo.
—La realidad es que sigo estancado en el peor día de mi vida. Sigo siendo ese niño de siete años. Sigo sufriendo todos los hechos que me acompañaron desde entonces y... —me mira a los ojos—. No puedo, Allie. No puedo salir de ahí. No puedo, no puedo, no puedo...
Repite que no puede mientras llora con dolor. Y yo lagrimeo junto a él.
Acerco una de mis manos hasta su brazo izquierdo, pero al mínimo contacto, se aleja con brusquedad. Y es en este momento de rechazo, cuando noto que hay una nueva marca, como si se la hubiese provocado hace pocas horas.
Se da cuenta de que eso estoy mirando, ya que la cubre de inmediato con su mano derecha.
—Estoy roto, Alana. No tengo arreglo. Soy un desastre, soy basura, soy lo peor del mundo. Mi padre siempre ha tenido razón, merezco toda la mierda que pueda existir y...
—¡Basta! Detente... por favor, no sigas. —Me acerco a él, coloco mis manos alrededor de su rostro y hago que me mire a los ojos. Deja que lo toque, no se aleja, por lo tanto, aprovecho para secar sus lágrimas—. No eres nada de eso, y no mereces nada malo. Y se que estas estancado, pero te juro que estoy dispuesta a ayudarte. Podemos darle pelea al todo, juntos.
Se queda en silencio, solo nos acompaña el sonido del agua y cántico de algunos pájaros que pasan por encima nuestro.
Hasta que coloca sus manos encima de las mías y las aleja de su rostro. También aleja su cuerpo del mío, pero no deja de mirarme a los ojos.
—No, Allie. No puedo arrastrarte hacia mi oscuridad.
Cubro mi rostro con ambas manos, se lo que se viene y no quiero. No quiero escucharlo, pero no me queda otra que hacerlo. Solo que no me atrevo a verlo a la cara. No quiero memorizar las facciones del hombre que esta a punto de romper mi corazón.
—Esta es mi lucha, no la tuya. No mereces estar al lado de alguien como yo. Mereces alguien que te devuelva todo lo hermoso que entregas, y yo no puedo hacerlo. No puedo darte el amor que necesitas sentir. No puedo ser el hombre que mereces.
Mis hombros tiemblan, o más bien todo mi cuerpo lo hace mientras lloro. Sigo sin verlo a los ojos, no quiero, no puedo. Así que sigo llenando de lágrimas mis manos que cubren mi rostro empapado.
—Voy a irme de la ciudad, con Linda. Voy a dejar Boreal, no puedo estar aquí. No cerca de cada rincón que me lleva a ti. Debo soltarte, y para ello, debo alejarme por completo.
Me animo a mirarlo, y cuando me encuentro con sus ojos húmedos, entiendo lo mucho que le está doliendo decirme todo esto. Y más le duele verme de esta manera.
—Allie, te amo, en verdad lo hago. Y creo que nunca dejaré de hacerlo, pero no puedo. No puedo darte nada bueno. Siempre me has entendido, y es por eso que espero que ahora puedas entender mi decisión.
Niego con la cabeza y me pongo de pie.
—No, no puedo entenderlo. No me pidas que entiendas el que me hayas roto el corazón.
Conrad se pone de pie y doy un paso hacia atrás cuando veo que quiere acercarse.
—Soy una estúpida... Creí que me ibas a decir que podíamos intentarlo. No se con que seguridad me cree estas falsas esperanzas, pero lo hice.
—¿Sabes lo que iba a hacer? Dejarte una carta, pero no, ni iba a ser justo. Es justo que merezcas un sinfín de emociones hermosas y para nada doloras, pero no puedo darte eso, Allie. No puedo darte nada bueno. Dejarte atrás es la decision mas dificil de mi vida.
—No, es lo más fácil que puedes hacer. Romper con nosotros.
Frunce el ceño.
—No, Alana. Esto es lo más difícil que he hecho en mi vida, lo más doloroso y terrible. Y espero que me odies.
Seco mis lágrimas, sacudo mi cabeza, me cruzo de brazos y lo miro a la cara.
—Ojalá pudiera. Pero no, yo te amo.
—Y yo a ti.
—Pero me dejas.
—Lo siento.
—Si, yo también.
Respira profundo, se acerca a donde estoy y dejo que lo haga, no me alejo ni rechazo su mano acariciando mi rostro. Sino que cierro los ojos y dejo que mi piel se queme con su contacto.
—Te deseo la mayor felicidad del mundo, porque eso es lo único que mereces. —Lloro mientras lo escucho, pero no lo miro—. Serás una bailarina reconocida, y sonreiré cada vez que mencionen tu nombre. Y, algún día, te van a amar como mereces. Nunca te voy a olvidar, Alana. Has sido lo mejor de mi vida. Gracias por tanto amor, y... perdón.
Deja de acariciarme y entiendo que se está alejando. Escucho sus pasos en la arena, pero no abro los ojos. No quiero ver como se aleja de mi vida.
Lloro con angustia, me ahogo en mis lágrimas y en mi dolor. Hasta que abro los ojos y ya no lo veo en mi radar. Solo veo sus pisadas, sus huellas lejos de mi.
Caigo rendida en la arena, me consumo por un dolor que jamás sentí. Me duele cada centímetro de mi cuerpo, y de pronto, así como así, no tengo ganas de nada.
Ni de hacer algo tan simple como levantarme de la arena, ni tampoco hacer algo tan crucial como irme a Nueva York.
¿Por qué todo tuvo que haber sido tan difícil? Es decir, se supone que dejas a alguien cuando ya no lo amas, o lo dejas porque hubo traición. No lo sé.
Jamás escuche sobre una ruptura con mucho amor de por medio.
Pero así fue con nosotros. Conrad me dejó porque me ama, y yo no luche. Lo dejé ir porque, justamente, también lo amo.
Y tampoco luche porque sabia que iba a ser en vano. Su decisión estaba tomada, y no había lugar para mi en eso.
Hoy una parte de mi acaba de morir, y lo hizo porque se fue junto a el, con mis pedazos de corazón roto.
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