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28

Pequeña, ¿estás ocupada? —. Pregunto luego de haber golpeado la puerta de la habitación de Linda.

A los pocos segundos se abre. Noto que tiene libros y hojas sobre su cama.

—Estoy estudiando, pero que me busques fuera del horario de la cena, quiere decir que está pasando algo.

Asiento.

—Estoy listo.

Linda frunce el ceño.

—¿Para qué?

—Para que hablemos de Alana.

Sus ojos se abren, sorprendidos. Y su cuerpo también reacciona; salta, aplaude, y hasta menea sus caderas.

—¡A la mierda el estudio! —. Clavo mis ojos en ella-. Bueno, ya, no me mires así. A la mierda el estudio, solo el tiempo que dure nuestra conversación.

Nos ubicamos en la cocina, cada uno en su lugar de siempre. Linda sentada junto a la ventana, mientras que, por mi parte, me siento apoyando mi espalda sobre la pared.

Linda no hace preguntas, ni me presiona para que empiece a hablar. Se queda en silencio, respetando mi momento donde me encuentro juntando valor para hablar de un tema que jamás hablé en mi vida.

—No sé por dónde empezar, Lin. Estoy perdido.

—Lo sé. Pero tranquilo, estoy aquí para encontrarte.

Acerca su silla junto a la mía, pide por mi mano y la entrelaza con la suya.

—Jamás sentí esto por alguien. Sé que es normal para ti, y para cualquier otra persona. Pero no lo es para mí.

—¿Y cómo lo llevas?

Suspiro profundo, cierro los ojos y Alana se presenta en mi mente con su sonrisa, aquella que le achina los ojos.

Pienso en ella y tengo ganas de verla. O también siento la necesidad de ir a la tienda de camisetas animadas y comprarle cualquiera que se me presente.

Pienso en ella y me encuentro saboreando la pizza de peperoni, en mi auto, acompañados por nuestro cómodo silencio.

Pienso en ella y me detengo en sus ojos, su nariz, su boca, su sonrisa y su risa.

Pienso en Alana y percibo una fuerza en mi interior que quiere juntar todas mis piezas rotas.

Es mucho lo que estoy sintiendo. Más cuando me he cerrado por muchos años a la idea de acercarme a una mujer, o dejar que una se acercara.

Y Alana, sin tener intenciones de tocarme, como me ha pasado antes con otras mujeres, se ha acercado demasiado a mí.

Siento que está paseando por todo mi cuerpo, dejando su luz en cada paso.

Siento que hay una rosa roja, brillante y hermosa, creciendo junto al sauce llorón.

Abro los ojos, salgo de mis pensamientos. Tengo erizada la piel de mis brazos y mi corazón galopa con fuerza.

—No quiero correr lejos. —Respondo a la pregunta de Linda, y sonríe.

—Eso significa que lo estás llevando muy bien.

—Pero me asusta, Lin. —La miro a los ojos. Comienzo a sentir como los míos se llenan de lágrimas—. Me asusta saber que me estoy liberando. Pequeña... estoy hablando con Alana, he sonreído frente a ella, también me he reído. Estoy siendo libre, sin dejarme llevar por mis pensamientos, y eso me asusta mucho.

Linda acerca su mano libre hacia mi rostro, limpia mis lágrimas, y luego la deja allí, apoyada sobre mi mejilla.

—Todo lo nuevo siempre asusta, es normal. Pero, que no sientas la necesidad de alejarte de Alana, es un paso enorme. Significa que lo estás intentando, inconscientemente. ¿Sabes lo que me dijo un buen amigo? —. Niego con la cabeza—. Me dijo que los intentos nos vuelven valientes. —Sonríe—. Fuiste tú ese buen amigo.

—Soy todo, menos valiente.

-Me has dicho que hablas con Alana, que ríes y sonríes con ella. Le estás mostrando tus emociones, y eso te convierte en una persona valiente.

—¿Y qué hago? ¿Cómo sigo?

—Disfruta de esto, Conrad. Deja que suceda. Mereces disfrutar de buenas emociones, tienes que entenderlo.

—¿Y si arruino todo? Soy inexperto y tengo miedo.

—¿Y si enriqueces todo? Eres bueno y tienes bonitas emociones guardadas en el fondo de tu corazón. Déjalas ser libres. —Linda se levanta de la silla, se acerca más a mí y me abraza fuerte—. Por favor, deja que esto suceda. Por favor, permítete ser feliz —hace que nos miremos a los ojos—. ¿Recuerdas cómo llegaste hace dos noches?

Se refiere cuando llegue a casa luego de mi cena en el auto con Alana. Esa noche, llegué sonriendo, haciendo bromas sobre el mal estado de mi auto, y luego me metí a la ducha para brindar un show con mi voz.

Los ojos de Linda se llenan de lágrimas.

—Así mereces sentirte siempre, Conrad. Deja que tus emociones sean libres y te prometo que el miedo dejará de existir cuando te escuche reír y cantar.

Linda me vuelve a abrazar. Me abraza tan fuerte que solo me quedo en esa sensación: fuerte.

Alana tiene una fuerza extraordinaria. Llega de la nada, tranquila, y luego te atrapa con su energía. Te envuelve, te transforma y te libera. Te deja anonadado, perplejo por la luminosidad que la caracteriza.

Asusta su fuerza. Asusta que, a los pocos segundos de haber llegado a tu vida, te esté generando algo único, indescriptible e increíble.

Estoy asustado por todo lo que está haciendo en mí. Asustado por lo desconocido, asustado ante el interrogante de qué va a pasar.

Tengo miedo y no me quiero echar para atrás.

Eso es nuevo.

¿Qué tiene Alana que me dan ganas de intentarlo y de probar?

Rocket, como si supiera la hora en la que Alana llega a la tienda, se sienta frente a la puerta de entrada.

Aunque bueno, yo sé que él sabe a la hora que llega. Ya conoce todos los movimientos que hay por aquí.

Rocket se para de golpe, está moviendo su cola.

—¿Qué pasa, amigo? ¿Está llegando?

Al minuto, Alana llega y todo es un descontrol. Rocket ladra, Alana grita. Rocket salta, Alana baila. Rocket se echa en el suelo, con la panza hacia arriba. Alana lo acaricia y le canta una canción preguntándole por qué es tan bonito.

Luego, cuando terminan con su saludo, uno se dirige a beber agua del recipiente, mientras que el otro saca su botella lila para hacer lo mismo.

—Por favor, dime que hoy no tendremos que trabajar demasiado. —Me pide Alana cuando termina de beber agua—. Por cierto, buenos días.

Se sienta detrás del mostrador. Luce agotada, y de hecho, es la primera vez que la noto con manchas oscuras debajo de sus ojos.

—¿Has descansado bien? ¿Te sientes bien? —. Le pregunto.

—No sé.

—Alana.

—¡Todo esto de bailar en el teatro Morgan me tiene mal! —. Apoya sus codos sobre el mostrador y, por último, entierra sus manos en su cabello—. Amo bailar. Es mi pasión, mi vida entera. Pero la estoy pasando mal, Conrad, y eso no me gusta. Ni cuando me presenté para la beca estuve tan nerviosa como lo estoy ahora.

Me mira a los ojos. Su cansancio me hace doler el estómago. Lo único que quiero, es pedirle que se vaya a casa, que descanse y vuelva a trabajar cuando se sienta mejor.

Rocket se acerca hacia nosotros o, mejor dicho, se acerca hacia Alana. Pide por su atención, y ella le acaricia su cabeza llena de bucles.

—Anthony y Tina no nos presionan demasiado, solo lo justo y necesario. Pero yo sí me presiono demasiado. —Continúa Alana, con sus ojos puestos sobre Rocket—. El paso no me tiene que salir bien, me tiene que salir perfecto. Y no me viene saliendo así. No estoy durmiendo ni comiendo bien. Hoy casi me caigo al suelo haciendo la rutina. —Me mira—. Me mareé. Anthony y Tina no me dejaron continuar. Me obligaron a sentarme y me dieron una barra de chocolate. Yo no quería nada de eso, ¡quería que la rutina me saliera perfecta!

Deja de acariciar a Rocket para cubrir su rostro con ambas manos. Está llorando.

Elevo mi mano, con intenciones de buscarla, de cuidarla, de decirle que todo estará bien. Pero no lo hago. Con la misma rapidez que levanté mi mano, la volví a bajar.

Alana deja su rostro al descubierto, está empapado y colorado. Tiene los ojos hinchados y cansados.

—Estoy seguro de que la rutina te sale más que perfecta. —Le digo.

—Yo no lo veo así.

—Porque te estás presionando, Alana. Y de esa manera te estás lastimando.

Se encoge de hombros. Es raro verla con sus emociones apagadas y dubitativas.

—Tampoco sé si eso me importa. Solo sé que faltan pocos días para la presentación y no me siento lista. Estoy siendo un asco y todos lo van a ver.

Definitivamente esta no es la Alana de siempre. Su presión le está ganando y apaga la potencia tan hermosa que la representa.

Solo cuando saludó a Rocket fue ella misma, luego todo se apagó. No me gusta verla así, menos cuando no está disfrutando eso que tanto amo y apasiona.

—Alana, quiero que te vayas a casa.

Me mira de muy mala manera y se cruza de brazos.

—¡¿Qué?! Yo no me iré.

—Es cierto, te irás luego de comer algo. —Me dirijo a la nevera, busco mi almuerzo y se lo entrego—. Ten, come esto. Luego te irás a casa a descansar.

Sigue mirándome mal.

—¿No has escuchado? No me iré, Conrad.

Creo que nunca vi un ceño tan fruncido, y eso que me veo al espejo todos los días.

Pero yo estoy acostumbrado a verme así. No me gusta que Alana lleve esa mirada.

—Tienes que descansar.

—No creas que estando en casa dormiré. Voy a estar pendiente de la rutina, todo el día.

Suspiro profundo.

—Vale, no te vayas. Pero algo vas a tener que comer. —Rueda los ojos. Abre el paquete que contiene el sándwich de jamón y queso y devora dos pedazos con rapidez—. No, así no que te caerá mal. Come tranquila, nadie te apura. —Vuelve a rodar los ojos, y mastica lento como si me estuviera burlando—. Bien. Yo saldré un momento, ¿de acuerdo? —detengo mi salida justo cuando llego a la puerta y volteo a verla-. Hay cámaras. Sabré si has comido tú o si les has dado todo a Rocket.

—Hay cámaras. Sabré si has comido tú o si le has dado todo a Rocket.

Repite lo que dije, pero usando un tono burlón. Podría ser algo gracioso, pero lo dijo usando cara de pocos amigos.

Hasta estoy seguro de que me ha insultado ni bien salí. Y si no hizo eso, le sacó la lengua a la cámara para luego darle todo el sándwich a Rocket.

El lugar a donde me dirijo queda bastante lejos, por lo tanto, decido tomar un taxi para tardar lo menos posible y llegar justo a recibir a mi primer cliente del día.

Llegamos al teatro Morgan, abono el monto del viaje, me bajo y me acerco hasta la recepción.

—Buenos días, señor, ¿en qué lo puedo ayudar? —. Me pregunta el joven muchacho que me recibe. — ¿Qué obra le gustaría ver? —. Pregunta cuando me ve observando la cartelera. Me detengo en el nombre de la escuela donde Alana se está perfeccionando, y luego, mis ojos caen en el aviso de las visitas guiadas.

Muchas celebridades y muchos acontecimientos importantes se dieron en este teatro, es por eso que tiene gran importancia. Además, tiene una belleza única.

—Las visitas guiadas... ¿con cuántas personas se realiza?

—Grupo de cinco personas, para una guía.

—¿No se puede reducir ese grupo a dos? —. El chico frunce el ceño—. Pagaré el doble si es necesario —se sorprende por mi respuesta—. Por favor, ella necesita estar sola en el teatro, será un pequeño momento. Bailará representando a Anthony y Tina.

El chico me estudia con sus ojos verdes, luego observa la pantalla de su ordenador.

—Veré qué puedo hacer —me mira con más interés que antes—. ¿Puedes esperarme cinco minutos?

-Claro.

Sale de detrás del mostrador, y una chica cubre su puesto de inmediato.

—¡Qué romántico que pidas una visita solo para ti y tu novia! —. Opina, sonriendo feliz.

Por suerte llegan clientes, porque no sabría qué responder a eso.

El chico que me recibió vuelve hacia la entrada, trae otra mirada en su rostro, una que me hace entender que mi pedido tuvo una respuesta positiva.

Espero no equivocarme.

—¿Su nombre? —. Me pregunta tras ubicarse en el mostrador.

—Conrad.

Escribe con el teclado.

—¿Apellido?

Cierro los ojos y suspiro.

—Miller.

Me duele el cuerpo al decirlo, pero todo sea por darle seguridad a Alana.

—¿Nombre de ella?

—Alana Graham.

—Bien. Perfecto. Tienen una reserva para mañana, ¿por la tarde les queda bien?

Tendré que cancelar los turnos de algunos clientes, espero que Mark no me asesine por eso.

Pero todo es por una buena causa.

—Sí, claro que sí. Gracias... Billy. -Leo el nombre que hay en el pequeño cartel que está pegado en su camisa blanca.

Le abono el costo necesario para la visita guiada, y luego Billy imprime una copia para que la presente mañana al llegar.

Espero que esta sorpresa salga bien y sea algo positivo para Alana. Espero que con esto entienda cuanto se está lastimando con su presión, así deja de hacerlo y se acuerda de disfrutar eso que tanto bien le hace.

Pero, sobre todas las cosas, espero ver en su rostro esa hermosa sonrisa achinada que todo lo ilumina.

AAAAAAHHHHH!!!!

USTEDES ENTIENDEN LO QUE HIZO CONRAD?

CHICAS!!!! FUE AL TEATRO PARA PEDIR UNA VISITA SOLO PARA ELLOS DOS? QUIEN HACE ESO?

Lo amo fuerte. Demasiado. El verdadero QUE HOMBRE!

Mis expectativas con los hombres es muy alta ahora que Conrad llegó a mi vida. Si no te tratan como Conrad a Alana, o como ella a él... NO ES POR AHÍ.

Espero que la visita al teatro salga bien. Quiero que nuestra Allie vuelva a estar bien. No me gusta verla enojada, con el ceño fruncido, cansada. Y tampoco me gusta saber que no está comiendo bien :(

Además, todas sabemos lo mucho que va a brillar ese día!

La intensidad que maneja esta novela me deja agotada cada vez que termino un capítulo. Pero es un agotamiento hermoso. Ellos son hermosos. Alana y Conrad vuelven mágica la escritura.

Gracias por leerme!

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