10
Estoy con mis tíos y Casey merendando en el patio trasero de la casa. Y, como es la primera vez que nos reunimos sin que alguno tenga compromisos, nos ponemos al día sobre todo lo que creamos necesario compartir.
Brad nos cuenta que en la fábrica en la cual trabaja, hay posibilidades de un ascenso para cuatro empleados. Y él está en la lista. Así que le deseamos toda la suerte del mundo, y brindamos con nuestras emulsiones; con la promesa de luego brindar con algo más acorde.
A Casey siempre le gustó el mundo de la moda, por lo tanto, cuando terminamos de hablar sobre el tema de Brad, nos cuenta que ha decidido finalmente apuntarse para estudiar diseño de indumentaria.
Cada vez que quería empezar a estudiar, algo se presentaba y terminaba por no hacerlo. Ahora pudo, está inscripta y feliz por ello. Y nosotros estamos felices por ella.
La tía Mary no tiene mucho para contarnos. Solo nos cuenta de que quizá en unos meses se haga un congreso de psicología en España, y que un colega amigo la está invitando desde hace tiempo. Le decimos que no pierda la oportunidad, y nos responde que lo va a pensar.
Nos confiesa que la detiene irse por mucho tiempo. Al parecer, el congreso no solo se hará en España, sino también en otros países de Europa. Por lo tanto, si decide ir, la espera un largo viaje.
Cuando nos lo contó, Brad entrelazó su mano con la suya, y le prometió acompañarla si así lo deseaba. La tía Mary sonrió y le agradeció con mucha sinceridad. Pienso que eso la ayudará a decir que sí. Mis tíos son la pareja más compañera que conozco.
Y cuando llega mi momento, les cuento cómo van mis clases de danza. Y todo marcha más que bien, por supuesto. Cada día es mejor que el anterior. Y no solo por los nuevos pasos que incorporo, sino también por las lecciones de vida que Anthony y Tina nos dejan cada vez que pueden o creen que es necesario.
Como ayer, cuando supimos que una compañera está sufriendo un trastorno alimenticio. Anthony y Tina hablaron con ella primero, y cuando Maggie les dio permiso para compartirnos su secreto, nuestros maestros hablaron con nosotros.
En la última escuela de Maggie, su profesora presionaba mucho a las chicas. Y no, no es algo que hacía con los pasos de baile, sino que esa presión iba dirigida hacia los cuerpos de cada bailarina. Fue cuando entonces Maggie dejó de comer, o cuando lo hacía, corría al retrete.
Anthony y Tina nos pidieron que la acompañemos mucho, sin presiones, pero con mucho amor y mucha paciencia. Y luego, le prometieron a Maggie que nada de eso que vivió en su otra escuela iba a suceder con ellos.
Ayer terminamos nuestra clase con una gran lección sobre los trastornos alimenticios.
La charla con mis tíos y Casey se puso tan profunda respecto al tema, que sentí que no había lugar para contarles todo acerca de Justin. Aunque, la realidad, es que lleva días sin molestarme. Al menos no con palabras. A sus miradas asquerosas las puedo ignorar.
A Casey le llega un mensaje que la obliga a cortar el momento familiar. Se puso tan nerviosa por esa recepción, que no debo olvidar preguntarle con quién se está escribiendo que se puso tan tonta al decir que se tenía que ir.
Brad y Mary aprovechan para hacer la lista de compras en el supermercado, y como cada vez que sucede, debaten como si estuvieran salvando el país o algo parecido. Así que decido dejarlos solos antes de que me asesinen por pedirles algo fuera de lo que acostumbran comprar.
Cojo mi mochila, mis cascos y salgo hacia la ciudad acompañada de Oasis, por supuesto.
Sé que el hermoso día amerita escuchar algo más movido, pero lo cierto es que prefiero la profundidad sentimental de mi banda favorita.
Paso por Unagi, me compro un helado de fresa y chocolate, y continúo con mi caminata degustando de mis sabores preferidos.
Al terminarlo, entro a una librería para comprarle a la tía Mary los libros que me ha encargado. Y ya que estoy aquí, aprovecho para comprarme alguna historia de misterio. Entre todos los géneros, es mi favorito.
Sigo con mi caminata en dirección a la playa. Quiero estar un momento allí, conmigo, con mi banda favorita y un buen libro como compañía para mi momento.
Pero, cuando paso por la tienda de mascotas, me detengo de golpe al leer el cartel que hay en la puerta:
SE NECESITA EMPLEADO/A. PREGUNTAR AQUÍ.
Lo leo una y otra, y otra vez. Sé que aún conservo mis ahorros, y también sé que papá me envía dinero si lo necesito, pero no me vendría para nada mal un empleo. Además, se vienen más gastos costosos para la danza, así que con más razón lo necesito.
Me muerdo el labio inferior y me debato si debo o no entrar a preguntar. Pero no lo dudo por mí, sino por quien sería mi compañero: Conrad.
Aunque bueno, es más fuerte mi necesidad, no lo voy a negar. Así que entro a la tienda, y en cuanto la campanilla suena, Mark se hace presente.
—¿A quién debemos asesinar? —. Pregunta, recordando que la última vez que estuve aquí fue para ocultarme de Justin. Me río.
—A nadie, lo prometo. Solo vine a preguntar por el empleo.
Junta ambas manos como si estuviera rezando, o algo parecido, y me observa muy fijo con sus ojos color miel.
—Dime que te quedarás y que no te irás en cuanto te comente todo.
—Mmm. Primero dime. O espera, primero pregunto, ¿debo bañar perritos? Por favor dime que sí.
Se ríe.
—No, ese es el trabajo de Conrad y lo siento, mi amiga, pero no lo voy a correr de ahí. Los perros lo adoran y desde que él está conmigo hemos recibido a nuevos clientes.
—Oh. Lástima. No por ti, claro. Me alegro por tu negocio. Pero es una lástima para mí, me hubiese gustado bañar perritos.
Sonríe.
—No. Necesito de alguien que cubra mi puesto. Es decir, alguien que reciba a los clientes, venda nuestros productos, y cobre el trabajo realizado por Conrad. Hasta ahí, creo que todo marcha bien. ¿Cierto? —. Asiento—. Bien, ahora te comento lo que hace que todos se vayan cuando vienen a preguntar.
—¿Pagas mal?
Hago que se carcajee.
—Por supuesto que no.
—¿Y entonces?
—Sucede que solo necesito de alguien que me cubra mientras me voy de viaje por un tema familiar.
—Algo momentáneo.
—Exacto.
—Y todos andan en la búsqueda de algo fijo, y por eso se van.
—Tú lo has dicho.
Asiento.
—¿Cuánto tiempo te irás?
—Un mes. Puede que dos si la cosa se complica.
—Bien —vuelvo a asentir—. ¿Horarios? Porque en la mañana no puedo, tengo danza.
—Abrimos al mediodía.
—De acuerdo, estoy libre un rato antes del mediodía. ¿Cuándo empiezo?
Mark parpadea varias veces y luego sale de detrás del mostrador. Se acerca hasta la puerta y coloca su mano sobre el papel que indica la búsqueda de empleado, pero no lo quita aún.
—¿Lo dices en serio? —. Pregunta.
—Sí, de verdad. Me viene muy bien un dinero extra. Y, además, estoy en Boreal durante el verano, así que no tengo quejas sobre el tiempo de contrato.
Mark quita el cartel en cuanto respondo, lo hace un bollo y desde donde está, lo arroja al cesto de basura como si fuera un basquetbolista. Me hace reír su festejo, uno que no solo se debe a que le dije que sí a su oferta, sino también que va dirigido al simple hecho de que logró meter el papel.
—¿Te parece bien venir mañana? Por tres días voy a estar contigo, para explicarte bien como funciona todo y luego, si estás lista, te dejo sola.
—Claro, no hay problema —. Le sonrío.
—¿Puedo abrazarte? —. Me río, le digo que sí y me rodea con sus brazos. Un afecto que no me hace sentir incómoda, sino que me hace sentir bien por su alegría—. Ay, disculpa a este viejo. ¿Cómo te llamas? —. Pregunta cuando me suelta.
—Sí, eso estaba pensando. Eres muy malo para entrevistar. Ni siquiera te has molestado en saber mi experiencia.
—Más respeto con tu jefe. — Nos reímos. Ya me cae de diez.
—Me llamo Alana, y si te interesa, tengo experiencia en atención al cliente.
—¡Perfecto!
Nos estrechamos las manos, felices por este momento. Lo he salvado, y él me ha salvado a mí.
Le diré a papá que ya deje de enviarme dinero, Mark me acaba de decir que me pagará por día.
Conrad entra a la tienda justo cuando estamos hablando sobre la paga. Deja las bolsas de alimento canino sobre el suelo y nos mira el uno al otro, como si estuviéramos jugando un partido de tenis.
Quisiera creer que su rostro de cansancio se debe al peso de las bolsas, pero conociendo un poco su historial, pongo en dudas ese pensamiento.
—¡Justo a tiempo! —. Le dice Mark, y Conrad no deja de mirarme a los ojos. Por más que su jefe le esté hablando—. Te presento a tu nueva compañera. Sé que ya la conoces, pero bueno, dale la bienvenida a Alana, muchacho.
Conrad observa a Mark por escasos segundos y luego vuelve hacia mí. Si no supiera que es así de serio, creería que le cae pésima la idea de tenerme como compañera.
—Bienvenida.
Responde, con distancia y dureza. Trago saliva cuando pasa por mi lado y se mete a la habitación de atrás.
—Olvidé mencionarte eso... —comenta Mark—. Conrad, él...
—Lo sé —le sonrío—. No te preocupes.
—No quiero que estés incómoda o algo.
—No va a pasar.
Le digo, con sinceridad. Es cierto que no me voy a sentir incómoda. Desde que mi tía me comentó muy por encima como es él, sé cómo tratarlo. Pero no se lo digo a Mark, lo reservo para mí. Además, no quiero que Conrad me escuche. Quizá se termina enojando con Mary.
Cuando escucho que Alana se despide de Mark, salgo desde atrás con los brazos cruzados.
—No me mires así. — Comenta Mark en cuanto me ve—. Sabes que necesitaba urgentemente de alguien. Y dime la verdad, ¿no es mejor que estés con alguien que te conoce a estar con alguien que no lo hace?
—Alana no me conoce.
—Bueno. Pero sabe desde lejos cómo eres y eso le parece bien. ¿No es algo bueno tener una compañera que respete tu distancia? —. Me encojo de hombros. Viéndolo por ese lado, puede que tenga razón. Así que me relajo, busco las bolsas de alimento que dejé en la entrada y las ubico en su lugar—. Si quieres, le puedo decir que no le doy el empleo y ocupas tú su lugar.
Lo miro con el ceño fruncido. Mark se está mordiendo la sonrisa, lo hizo a propósito. Sabe lo que está pasando por mi mente.
—¿Ya ves? ¿Ves que también pienso en ti? Sabía que no soportarías lidiar con la gente y por eso ahora tendrás una buena compañera.
—La has visto muy poco como para describirla como buena compañera.
—¿Alguna vez has escuchado hablar de la energía de la gente? —. Ruedo los ojos y se ríe—. Alana me transmite algo bueno, ¿sabes? Y yo no me equivoco cuando pongo mi ojo mágico en alguien.
—¿Ojo mágico? ¿En serio? —. Elevo una de mis cejas, provocando su carcajeo.
Mark tiene una risa tan chistosa que me termina ganando, así que sonrío un poco.
—Sí, amigo. Ojo mágico.
—Conmigo falló.
—Claro que no. Sé que debajo de todo eso que demuestras hay un buen tipo. Y sé que cuando sonríes te ves más bonito.
Pongo mis ojos en blanco.
—Bueno, ya no te aguanto. ¿Cuándo viene mi próximo cliente?
Mark se ríe y chequea en la agenda.
Me dice que Bambú llegará en diez minutos. Pero no puedo pensar en el ovejero alemán que lame mi rostro todo el tiempo.
Mis pensamientos son invadidos por Alana y por el hecho de que a partir de mañana la veré muy seguido por aquí.
El sauce llorón será compañero de la rosa que brilla por cuenta propia, sin ayuda del sol.
Sigo insistiendo con estas descripciones, ya que nunca sentí algo tan justo como esto.
¿Qué va a salir de todo esto?
Tan solo me hago la pregunta y mis pulsaciones se aceleran.
Start of time - Gabrielle Aplin.
Holi.
Perdón por no haber actualizado el jueves. Se me complicó y por eso les traigo el capítulo el día de hoy.
Dios mío. Alana y Conrad ahora se van a ver más seguido de lo que ellos esperaban. Creen que eso va a ayudar para que se acerquen un poco más? O creen que eso ayudará a que no lo hagan en absoluto por el simple hecho de que Conrad es reservado?
Yo le tengo fe a la primera opción. Que Alana trabaje en la tienda de mascotas, es señal de un cambio en estos dos.
Y ya estoy nerviosa. Ayudaaaaaa!!!!
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