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🎃La noche de la bruja🎃

Como acostumbrada durante esas festividades, Arabella amaneció emocionada, y con ella el resto. Aunque Hisirdoux y los familiares querían seguir durmiendo, no les quedó más opción que acompañar a la rubia.

Era el descanso que necesitaba entre los planes de la boda, y mucho más planes de boda.

Cuando Hisirdoux se acercó a la cocina, luego de meditar que tan buena idea era salir de la cama, se encontró con Arabella haciendo el desayuno.

Ella iba de un lado a otro. Más que caminar parecía danzar.

-Buenos días.- canto.

Se acercó a ella, para abrazarla por la espalda y darle un beso. Pero aquella galletas con forma de calabaza le hizo detenerse.

-Veo que tus buenos días comenzaron temprano.- dijo tomando una.

Arabella volteó dejando en evidencia la emoción con la que cargaba.

-Si.- sonrió.

Le pasó una taza de café, y se apartó de su lado para ir a buscar una charola de galletas.

-Amo las fiestas que yo puedo organizar.- dijo.-Mas si es noche de brujas.

-Olivia no esta aquí.- Hisirdoux rió y fue tras ella.

-Mejor desayunemos, y disfrutemos la ausencia de la organizadora.

Continuaron la mañana hablando de lo que harían en la noche, y que aún debían pensar en los disfraces. Antes de ese día, no encontraban tiempo para pensar en algo que no fue el vestido de novia, o el traje para los padrinos.

O como equilibrar todo lo anterior con sus vidas normales, y llegar en una pieza de noche.

Estaba entusiasmada con recibir niños disfrazados para darle caramelos. Y luego de eso ir a la fiesta que preparó juntó con sus amigas en la casa de Circe.

Pero ese entusiasmo se vio interrumpido cuando en mitad del desayuno llamaron a la puerta.

-¿Esperas a alguien?- pregunto Arabella.

-No ¿Tu?

Ella negó y fue a ver quién era. Al abrir se encontró con dos mujeres entradas en edad, que emanaba vibras de solemnidad.

Una de ellas traía el cabello canoso mientras que la otra lo tenía por completo oscuro.

-¿Segura que es ella?- pregunto una de las mujeres.-No luce como una de nosotras.

-Marian, si es.- respondió.

-Pero mírala Carlota.- señaló.-Es tan chiquita ¿Segura que no es una adolescente cualquiera?

Las dos vieron de pie a cabeza a Arabella, y está cerró su bata rosa ante la incomodidad de las miradas. Ambas mujeres estaban vestidas muy formales, y la rubia no podia sentirse más pequeña.

-Lo siento ¿Ustedes son?- hablo.

Hisirdoux se acercó al ver que Arabella estaba muy quieta frente a las extrañas. En cuanto las vio, palideció de inmediato.

-Por mí madre.- dijo.-Son brujas de Salem.

Sin pedir permiso, ni responderle a Arabella, ambas mujeres entraron. White las vio, y lanzó un fiero bufido ante su presencia. Sin embargo Archie se sintió igual que su familiar. Se quitó los lentes lentes para saber si lo que veía era cierto.

-¿Qué hacen brujas como ustedes acá?- preguntó el familiar.

-Si, alguien me puede poner en contexto, por favor.- pidió Arabella.-Si me buscan por algo, yo no estuve en Salem, lo siento.

Tanto Carlota como Marian se cruzaron de brazos. Aún seguía sin creer que esa era la bruja que estaban buscando. Arabella no se veía como los relatos decían. Iban en busca de una gran mujer, pero terminaron por encontrarse con una veinteañera amante del tul y las fiestas de té.

-No hasta que veamos a la verdadera Arabella Pericles.- dijo Carlota.

-Oigan, no se que le habrán dicho de mí pero soy la verdadera, la única e inigualable.- dio un chasquido.

Pronto una luz rosa la cubrió de pie a cabeza, y en cuanto se disperso, Arabella traía un vestido rosa.

-¿Y?- dijo Marian.

-¿No reconocen mí vestido, el color, algo?- preguntó decepcionada Arabella.

Se le acercó Hisirdoux, y la tomo del hombro. La apartó un momento para hablarle de algo, y que nadie más la oyera.

-Lindo truco, vida.- dijo, y le dio un beso en la mejilla.-Pero vas a necesitar más que eso para que te crean.

Arabella guardo silencio por un momento. Trataba de entender eso que le dijo, hasta que se dio cuenta de lo que hablaba. Negó ante la idea, porque se le hacía mala. Además estaba segura que su vestido era más conocido que las armas que usaba contra sus víctimas desprevenidas.

Se apartó, negando con la cabeza, y se acercó a las mujeres.

-Bien si no me creen.- dijo.-Pero tengo algo que les resfrescara las memorias.

-¿Serán zapatos que si combinen?- señaló Carlota las alpargatas, una azul y la otra verde.

Arabella la vio ofendida.

-Oiga señora, no cuestione mis gustos.- dijo.

Se marchó a su cuarto a buscar algo, y por largos veinte minutos no volvió.

Hisirdoux, junto con los familiares, se quedaron con las mujeres, que ya tomaron asiento. Les ofreció algo para tomar, y algunas de las galletas que su prometida hizo. Pues él sabía que ellas eran brujas que debían ser tratadas con respecto, y parecía que Arabella no lo estaba entendiendo.

Pasado el tiempo, se oyó un grito de emoción. Se acercó al pequeño grupo corriendo, y estando cerca dejo sobre la mesa una insignia.

-Ahí tienen.- señaló el círculo de madera pintado de rosa con una flecha grabada.-Soy Arabella Pericles, hija de Morgana, bruja de vasija, y bla bla bla.

Otra vez desapareció, pero esta vez fue al baño. Y al cabo de unos minutos volvió con la cara pintada. Ahora traía maquillada parte de la cicatriz bajo su ojo como una prueba de que ella era esa bruja.

-Ahora si me deben creen.- añadió.-Ya no tengo más pruebas, a excepción de las diez identificaciones. Tres de esas dicen que lo soy.

Carlota, la de cabellera canosa, y extraña mirada verde, apartó la insignia. Vio fijo a la rubia, y está se sintió intimidada ante la solemnidad que emanaba aquella mujer de piel oscura.

Se notaba, que de las dos mujeres, era ella quien cargaba con ciento de historia y no solo por ser bruja. Algunas marcas visibles daban cuenta de eso.

-Sabemos que lo eres.- dijo.-Solo no podemos creer que hayas sido tú la que causó tantos problemas en el pasado ¿Por qué sigues viéndote así?

Arabella rodó los ojos, y se cruzó de brazos. Era la primera vez en muchos años que le hacían esa pregunta.

-Porque me gusta, me gusta verme joven y lo que provocó.- respondió.-Me ven, creen que no soy capaz de matar una mosca, y después se dan cuenta de que estaban equivocados. Eso sí, soy más terrorífica luciendo unos años de mas.

Al escuchar eso, Hisirdoux la vio con sorpresa. Nunca la vio sin aquel hechizo que conservaba intacta su juventud, y tampoco la podía imaginar sin este.

-¿De verdad rompiste tu hechizo?- pregunto tratando de guardar su emoción.

White salto a su hombro y respondió por ella.

-Oh si, y da mucho miedo.- dijo.

-Wuau, creo que me he enamorado de vuelta.- dijo viendola con ensoñación.

Arabella le guiño un ojo, y volvió al tema principal ¿Por qué estaban esas mujeres ahí? ¿Qué querían de ella? Ya les había dicho que no piso Salem para la época de cacería de brujas, y dudaba que su influencia llegará tan lejos.

-Mejor le contemos porque estamos acá.- dijo Marian.-De verdad este departamento me espanta.

-Es mí departamento.- exclamó ofendida Arabella.

-Lo se niña, vibra con tu energía por todos lados.

Marian, quien traía el cabello negro atado en una coleta, y una dulce mirada marrón, se puso de pie. Saco del bolsillo su capa una carta, y se la paso a Arabella.

-Solicitamos sus servicios.- dijo.

Arabella la vio con sorpresa y sin pensarlo dos veces rompió la carta en dos. Negó varias veces con la cabeza, y en silencio las invitó a irse de su departamento.

-Ya no trabajo de eso, ahora soy bibliotecaria.- dijo dando una amplia sonrisa.-Eso creo, aún estoy en práctica.

Ambas mujeres se pusieron de pie, pero sin intensiones de marcharse.

-No es ese el servicio que requerimos.- dijo Carlota.

-Y ese otro tampoco lo hago mas.- insisto Arabella.-Ninguno, de ningún tipo.

Marian parecía ponerse nerviosa ante la negativa de la bruja, por el contrario Carlota parecía bastante tranquila. Toco su brazo, en alguna clase de señal, y ambas se dispusieron a irse. Sin protestar ni insistir.

Sin embargo Carlota, tras un chasquido de sus dedos, dejo sobre la mesa de la entrada el sobre arreglado, y una tarjeta.

-Cambiaras de parecer.- dijo.

La vio una vez, y se fueron en silencio.

El departamento quedó un tanto tenso tras cerrarse la puerta. Arabella vio la carta sobre la mesa, y agitó su cabeza para despejar cualquier idea.

-¿De cuál servicio se habrán referido?- pregunto Archie al verla continuar con el desayuno.

White salto a la mesa de la entrada, y olfateó el sobre. Pronto una luz blanca la cubrió dejando al descubierto a una mujer de piel oscura y largo cabello blanco.

-¿Qué haces?- pregunto Archie nervioso al verla.

-Lo siento, necesito pulgares.- dijo.

Sin pensarlo dos veces, abrió la carta y eso llamó la atención de su bruja. Al verla como la extraña mujer que era cuando dejaba de usar identidad felina, corrió hasta ella.

-¿Qué haces?- preguntó tan nerviosa como el otro familiar.

-Pensé que te gustaría verme así.- Arwen sonrió con sorna.-Leeré esta carta, porque es importante.

-Ay, por todos los cielos ¿Desde cuándo te importa estos asuntos?

La ninfa no respondió a su pregunta, y continuó con su lectura. Luego de un extenso y pesado silencio, Arwen volvió a ser White.

-Estúpida maldición.- murmuró.

Aclaro su voz al notar que la veían con sorpresa.

-Te va a gustar esto.- dijo.-Se trata de un espíritu, ella creer que tú puedes ir a hablar con este.

Arabella la vio confundida, y le saco el sobre de sus patas.

-La última vez que hice algo parecido casi me maldicen.- murmuró mientras leía la carta.

A ellas se les unió Hisirdoux, quien veía todo sin abandonar su desayuno. Estaba fascinado con la transformación de White, pero aún más con la galletas de calabaza que su prometida hizo.

-¿De verdad hacias esos servicios?- pregunto con la boca llena.

-¿Puedes tragar antes de hablar?- pregunto ella.

Bufó, y asintió a su pregunta.

-Pero lo deje de hacer cuando note que tomaba la magia de cada encuentro sin notarlo.- continuó.-Me daba pesadilla, y deliraba estando despierta.

-Si, fue ahí cuando muchos comenzaron a decir que tus tornillos se zafaron.- dijo White.

-¿Segura? Pensé que ese rumor comenzó mucho antes.- cuestionó Arabella.-Como sea, no lo volveré hacer. Lo siento por las almas de mis hermanas en Salem.

Dejo la carta a un lado, y se fue a su cuarto. Lejos de ir detrás de ella, Hisirdoux se puso a leer de que se trataba todo eso.

Tras unos minutos sintió que Arabella no podía dejarlo así sin más. Aún sabiendo que no era su deber, ir a Salem a darle descanso a una pobre alma era una buena acción. O al menos eso era lo que pensaba.

La mañana paso, y el tema no se volvió a tocar. Cada tanto, Hisirdoux se acercaba a Arabella e insinuaba algo, pero no lo decía de manera directa. Esperaban a que ella se diera cuenta lo él tramaba, pero está parecía ignorar cualquier señal de su prometido.

Pero pasada el medio día, Arabella lo detuvo.

-Pensé que ibas a dejar esto.- se quejó.-¿Por qué insistes tanto?

-No dije nada.- se defendió.

-No es lo que dices, es lo que no dices.- gruñó la rubia.-Crees que no me doy cuenta de esto.

-Tu misma dijiste ...

Se freno, y dejo lo que estaba haciendo de lado. Tomo sus mano, y beso una dando una pequeña sonrisa.

-Pobres las almas de las mujeres de Salem.- la parafraseo.-Ellas merecen un descanso ¿No crees? Tu más que nadie sabe sobre eso.

Arabella rodó los ojos, y se soltó de su suave agarré.

-Eres un tonto.- dijo ella tratando de no sonreír.-Bien, vamos.

Tomo su bolso, y las llaves del departamento. Le ordenó a White, Archie e Hisirdoux que la siguieran, y los tres lo hicieron sin rechistar.

Se comunicó con las mujeres, y estas le dijeron que la esperaban en la ciudad de Salem. Fueron en busca de Olivia, aunque Arabella se había jurado no verla antes de la fiesta de su madre.

Al llegar a su departamento toco, y nadie abría. Insistió un par de veces, y al escuchar bullicio del otro lado, más que algo parecía romperse, entraron apurados.

-Realmente no es lo que parece.- exclamó Olivia al verlos entrar.

Con rapidez se puso de pie, y plancho la falda del vestido negro, aunque esto no le sirviera de mucho. Le extendió la mano a la otra persona que estaba el suelo, para ayudarlo a pararse.

Cuando al fin su visita estaba a un lado de ella, Olivia jalo algo de su cara, haciendo que este gritara.

-Te dije que con un tirón saldría.- dijo sonriente.

-Me arrancaste medio labio ¿Dónde estaba la parte en que no dolería?- indagó haciendo puchero, y refrengando la parte afectada de su cara.

Olivia lo vio con pena, y con cuidado tomo su rostro.

-Lo siento Marius ¿Te duele mucho?- preguntó angustiada.

Este asintió, y ella a la par. Luego recodo que habían más personas presenciando aquel espectáculo. Y que, aunque no estuviera presente, también tenía un novio.

Con rapidez se apartó, y aclaro su voz.

-¿Qué necesitan?- preguntó.

-¿Qué hacían?- pregunto Hisirdoux.

Olivia lo vio y dio una sonrisa nerviosa. Se acercó a él para darle un abrazo, pues hacía unos días que no se veían. Mientras le decía algo, Arabella se apartó de su lado.

-¿Qué hacían?- le susurró a Marius.

Este estiró las facciones de su cara, y lanzó un bufido.

-Es una larga historia.- se limitó a responder.

Arabella no dijo más nada y se hizo a un lado encogiéndose de hombros.

-Necesitamos ir a Salem.- dijo.

-¿Salem?- pregunto Olivia.

-Tambien es una larga historia, niña.- respondió.

Olivia rodo los ojos, y fue en busca de su llave mágica. Al cabo de unos minutos se encontraban en tierras que hacía muchos años no pisaban.

A simple vista, Salem parecía una pequeña ciudad en crecimiento. Aunque por la fecha, muchos locales como casas estaban decoradas para la ocasión. Cada tanto se cruzaban con algunos jóvenes vestidos de brujas, u otros personajes mágicos.

-Creo que esa chica está disfrazada de mí.- señaló Arabella.

Hisirdoux la vio, y termino por darle la razón.

-Igual es raro, no era exactamente la bruja del tipo tener un traje.- aclaro.

Él solo la escuchaba mientras iban por ahí de la mano. Aunque ya tenían organizado el día, no estaban apurados en ir a buscar a las brujas que los visitaron en la mañana.

Hasta que lento paseo se vio interrumpido por una joven niña, que gritó enloquecida al ver a Arabella.

-Llego, es ella.- exclamó.

Tomo su mano, y la obligó a correr a su lado. De malas ganas, Arabella se dejó arrastrar por la niña. Hisirdoux iba por detrás, no tan apurado como ellas.

La niña la llevo a una casa. Era un tanto antigua, pero sin estar descuidada. Vibraba con una extraña energía, que provocó escalofríos en la bruja.

Se quedó en la entrada esperando a Carlota y Marian, pues no entraría ahí sin la supervisión de alguien más. Al cabo de unos minutos las mujeres se hicieron presentes.

-Sabia que vendría.- dijo Carlota dando media sonrisa.

-Veo que sabe mucho.- dijo Arabella.-¿Qué hago acá?

La mujer tomo su mano, y le hizo caminar hasta la entrada. A Hisirdoux y los familiares les dijeron que se quedarán en la puerta, lo que ninguno le causo gracia.

-Estare bien.- dijo Arabella dando una sonrisa.-Solo reza para que lleguemos a tiempo a lo de tu hermana.

Dentro de la casa, la puerta se cerró de un portazo. Una brisa helada hizo temblar a la rubia. Vio a todos lados, buscando de donde provenía aquel aire tan extraño como todo en esa casa.

Los muebles parecían quietos en el mismo sitio desde hacía mucho años, sin embargo no había nada de polvo sobre estos o alguna parte de la casa.
Pudo escuchar un par de pasos, pero no veía nadie más que ella ahí. Ninguna camino ni nada por el estilo.

Pronto los pasos cesaron, y el silencio se hizo aún más intenso. La temperatura bajo a tal punto que las tres mujeres comenzar a temblar, y sus labios se tornaron morados.

-Hola.- saludo Arabella.-Veo que no estás feliz con nosotras acá.

Camino hasta la mesa, y una de las sillas se corrió sola. Arabella dio un salto en el lugar, y sintió como su corazón golpeó con fuerza.

-Gracias.- dijo dando una sonrisa.-Por si no se nota, tengo miedo. Yo no debería estar contigo.

Tras sentarse, la silla frente a ella se corrió, y en su lugar una luz un tanto azul se formó. Poco a poco está fue tomando la forma de una mujer. Arabella la vio con sorpresa, era hermosa. Su cabello caía lacio a sus lados, y podía ver sus gruesas pestañas protegiendo una mirada transparente.

-¿Quién eres?- preguntó la mujer.-¿Te conozco?

Arabella negó.

-Me llamo Arabella ¿Y tú?

-Que lindo nombre.- sonrió.-No recuerdo mí nombre, ni nada de mí anterior vida.

Hizo una pausa, y el frío se calmó. El espíritu de la bruja dio una sonrisa, y sus ojos se llenaron de lágrimas.

-Tranquila, todo estará bien.- dijo Arabella.

Tomo su mano, y se llevó la mirada de la mujer.

-Tuve una hija.- sonrió.-Oh, pobre de ella. El mundo fue un lugar muy cruel con ambas. Su padre nos dejo, y no pude hacer más que morir en las llamas por ser quien fui.

Arabella la vio con pena. Ella tuvo suerte de ser temida o buscada para diferentes labores. Durante sus años viajando por el mundo nadie la cuestionó ni señaló. Y la vez que la apresaron por brujería tuvo la suerte de que alguien le diera una mano para salir bien liberada.

Quizás por años fue perseguida por ser la hija de Morgana o la única bruja de vasija de pie, pero nunca estuvo sola. Alguien siempre le tendía una mano, le daban donde esconderse.

Se mofaba de los crueles humano, y nunca se detuvo a ver qué a su alrededor muchas mujeres no corrían con su suerte. Quizás si ayudaba a quienes se lo pedían, pero estaba tan concentrada en su labor que no lo hacía si escuchaba más que silencio.

Ahora sentía dolor por todas las brujas.

-Es cierto, el mundo en un lugar cruel.- susurró.-Y quizás no sé de tu dolor, pero lo entiendo.

Apretó la fantasmagórica mano, y le dio una sonrisa.

-Se que estás cansada, y que no te puedes ir en paz por temor a dejar sola a tu hija.- dijo.-Pero debes saber que todo cambio para nosotras las brujas.

-¿Cómo puede ser posible?- pregunto la mujer.

-Tampoco lo podía creer, pero ahora nos piden perdón por todo lo malo que nos hicieron pasar.- respondió dando una sonrisa.

Un par de lágrimas cayeron de sus ojos, que no se molesto en secar.

-Y juro, que haré todo lo posible para que tengas la paz que mereces, aquella que siempre soñaste estando vida.- sostuvo.

La mujer sonrió, y pronto comenzó a brillar. Ahora sus colores eran claros, y Arabella pudo distinguir su claro cabello castaño y su mirada avellana. Sus mejillas eras rosas, al igual que su boca.

-Eres muy linda.- susurró.

-Me llamo Victoria.- dijo el espíritu.-Gracias Arabella.

-Y tu nombre es aún más lindo.

Saco un par de cristales turquesas, y los puso en la mesa. Estos comenzaron a brillar junto con Victoria.

-Y se que tu hija está bien, y nunca se enojó contigo.- dijo.-¿Recuerdas su nombre?

Victoria tomo una de las piedras, y negó pero aún si mantenía la sonrió.

-Solo recuerdo que al verla sonreír ella brillaba como el mismísimo sol.- dijo.

Pronto la imagen de la mujer se fue haciendo tan clara, que ya no pudo verse. Los muebles de la casa, al igual que el suelo comenzaron a brillar. Algunos de estos, como la mesa y las sillas, un par de candelabros desaparecieron junto con ella.

Cuando Arabella abrió los ojos, noto que estaba sentada en el suelo. Su rostro aún permanecía húmedo por las lágrimas, y sintió la misma paz que aquélla mujer.

Puso una de sus manos en el suelo, y dio una sonrisa de calma al no sentir más esa extraña energía de un principio.

Salió con las mujeres, y estas le agradecieron por su servicio.

-Tambien me quiero disculpar en nombre de las dos por haber dudado de usted, señorita Pericles.- dijo Carlota tomando una de sus manos.

-Esta bien, me acostumbré un poco. La historia dice que no se debe confiar en las brujas, menos en mi.- Arabella estrecho su mano y dio una leve sonrisa.

-Bueno, la historia se equivoca, y por suerte se puede reescribir.- dijo Carlota un poco más alegre, sin dejar de verse solemne.

Se despidieron de las mujeres, y pronto volvieron a Arcadia.

No faltaba mucho para la fiesta de Circe, y ya había recibido un mensaje de Olivia diciendo que le ganaría en el concurso de disfraces.

-Y yo sin disfraz, y cansada.- respondió dejando el celular a un lado.

Termino de recostarse, y cerró los ojos esperando dormir, y despertar al día siguiente. Sin embargo Hisirdoux no se lo permitió. Salto en la cama, junto con los familiares, haciendo que Arabella gritará por el susto.

-¿Qué pasa?- exclamó.

-Ganaremos ese tonto concurso.- respondió el pelinegro.

-¿También te hablo Olivia?- indagó Arabella, a lo que él asintió.-Da igual, no hay manera.

Hisirdoux negó repetidas veces, y salió de la cama. Fue hasta el armario, y de ahí saco dos bolsas, que luego tiró sobre la cama.

-Vamos fíjate.- le ordenó.

Ella sin entender, le hizo caso. Uno era un vestido como los que usaba en su tiempo en Camelot, pero adaptado, y lo otro era similar a lo que él acostumbraba a usar.

Hisirdoux le insistió en que vaya a cambiarse, mientras él hacía lo mismo.

-¿Por qué no en la pieza? Si ya lo viste todo.- preguntó divertida.

Rió al notar el rubor en la cara de su prometido, que más parecía un recién novio.

-No seas tonta, arruinaras la sorpresa.- respondió sin verla.

En el baño se cambió, y no notaba bien la temática de lo que tenía puesto. Más bien parecía algo que podría usar todos los días, sin esas pomposas mangas abombadas.

Salió en cuanto recibió el llamado de Hisirdoux. Al verlo sonrió emocionada, y terminó por entender a que iban los disfraces.

-Rapunzel, deja caer tu lindo cabello.- cantó, y le extendió una mano.

Arabella salto de la emoción en su lugar, y corrió para saltar sobre él, terminando los dos en el suelo.

-Oh, mí hermoso rufián.- canturreo.-¿Cómo se te ocurrió? ¿Por qué no me dijiste nada?

Hisirdoux la envolvió en un abrazo fuerte, haciéndo que Arabella riera.

-Te sabes la película de memoria.- respondió.-Y extrañamente te identificas con ella.- se pauso un instante.-O quizás con él, no lo sé.

Arabella volvió a gritar de alegría, y con rapidez se puso de pie.

-Con ambos.- dijo ella.-Ahora dulzura, manos a la obra, hay un concurso que ganar.

Hisirdoux tomo la mano que está le extendía, y se puso de pie.

En cuanto terminaron de enlistarse, salieron junto con los familiares, y algunas bolsas recoletas de dulces, que fueron repartiendo en el camino.


Los ojos estaban puesto sobre ellos, sobretodo en Arabella, quien lucía más parecida a Rapunzel de lo que se pudo imaginar. Las niñas disfrazadas desde princesa hasta de héroes del espacios veían su larga cabellera rubia asombradas. Y no faltaban los padres que le pedían a la pareja que se sacará alguna foto con sus hijos.

Por primera vez en años, esta vez la noche de brujas obtuvo miradas de amor y no de temor hacía Arabella. Algo que agradecía en silencio.

★★★

Hola mis soles ¿Cómo les va? Espero que bien.

Ya saben que Arabella ama las fiestas, de todo tipo. No tanto organizarlas pero si participar.

En fin ¿Saben quién es el espíritu? Quién responda correctamente tendrá una galleta hecha por mí.

Y si, Marius de fanfictioner67 hizo una pequeña aparición y si puedo haré el capítulo en paralelo 👀 por cierto no son novios pero si amiguis.

Sin más que decir ✨besitos besitos, chau chau✨

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