2, el encuentro.
Luego de la visita a Arabella, aquella presencia que atosigaban a Circe, se calmo. Estuvo al menos una semana molestando a Baltimore con que ella siempre tuvo la razón.
El tiempo siguió su curso, así como cada uno que estuvo presente en el último fin del mundo.
Cada tanto se frenaban para celebrar aniversarios, cumpleaños, o simplemente inventaba algo para volver a juntarse. Como el fallido casamiento de Circe, que fue la excusa perfecta para ella perdiera la compostura y todo celebrarán una fiesta sin los novios.
Hisirdoux comenzó una nueva relación con Zoe, que le servía a ambos mas para ser compañeros de viaje por el mundo. Como le dijo White, aun tenia mucho por descubrir, así como por redescubrir. Y que mejor que hacerlo con alguien con quien tuvo una relación de diez años llenas de idas y vueltas.
Lo mejor para ambos era volver a ver viejas caras conocidas, mas aun luego de haberles perdido el rastro.
-Te dije que era Boris.- le insistía Zoe.-Debe ser de las pocas personas que no han cambiado ni un pelo.
-Ya, tu ganas.- dijo Hisirdoux, pasando un brazo por los hombros de la pelirosa.-Hablando de cosas que no cambian, este sitio no ha cambiando mucho.
-No se, no estuve antes en esta parte de Portugal.- contó, abrazandolo por la cintura por el frío que la brisa le producía.
Iban hablando tranquilos, con el sonido del mar de fondo. Era una atmósfera que disfrutaban, porque por momentos se olvidaban que estaban rodeados de personas.
Eran felices con esa calma.
-¿Douxie? ¿Zoe?- llamo una voz, que hizo que la pareja se voltera.
-¿Rebecca?- preguntaron al unísono, igual de sorprendidos.
La castaña, de brillantes ojos avellana, corrió la poca distancia que los separaba, y los abrazo como si fueran grandes viejos amigos.
El ruido de sus tacones dorados, y su chirrido de alegría, doto la silenciosa noche de algo de magia. Era algo que Rebecca producía en su andar.
-Oh, por todos los cielos. Benditos sean mis ojos.- dijo emocionada al soltarlos.-¿Hace cuanto que están acá?
Tuvieron una breve conversación en medio de la acera, y sin que se dieran cuentan terminaron por aceptar verse al día siguiente para beber algo y ponerse al día.
Llegado al pequeño hospedaje, tanto Hisirdoux como Zoe se increparon con las miradas.
-¿Ya haz salido con alguna otra ex pareja mía? Solo por pura curiosidad Zoe.- indagó con un tono medio sarcástico.
-¿En serio? No les pido una lista con sus ex amantes, solo son coincidencia. - respondió, mientras buscaba una camiseta para irse a dormir.-Ademas no me gusta salir con humanos, lo mas probable es que compartamos mas de una ex pareja.
Hisirdoux la vio un tanto ofendido, abría la boca pero no salían palabras de ahí. Lo único que obtuvo como respuesta fue la graciosa risa de Zoe, quien se acerco a él y lo abrazo por la cintura, tomándolo por completo desprevenido, puesto que la pelirosa no era la clase persona que daba muestras de cariño muy seguido.
-Pero ahora estoy contigo, y no debes preocuparte de nada.- le aclaro.-Aun que ahora que lo pienso, solo he salido con gente que antes estuvo contigo ¿Qué significará?- preguntó graciosa, al soltarlo.
-Oye, soy un excelente novio.- le recalcó mientras se vestía para meterse en la cama.
-Nunca dije que no lo fueras, pero es sospechoso.- le insistio, acercándose para darle un beso.
Se rieron por el comentario, y se fueron a la cama, aun que algo les preocupaba. Ya llevaban un mes en la ciudad portuaria, anduvieron por todos lados, y esta era la primera ocasión en que se cruzaban con Rebecca.
-¿Crees que sigue enojada contigo por lo del compromiso?- le preguntó a Hisirdoux a través de la oscuridad. -Cuando nos conocimos me contó sobre un idiota que rompió con ella, por otra mujer.
Hisirdoux que yacía dormitando boca arriba, abrió los ojos emanando un leve brillo azul, que ilumino su rostro de espanto ante la pregunta de Zoe.
-¿Podrías apagar la luz de tus ojos?- exigió Zoe, tapando su mirada con una mano.-¿Tienes miedo? Ya paso mucho miedo.
El silencio fue la única respuesta que podía dar, y Zoe lo tomo como que si tenia miedo pese al tiempo transcurrido desde ese día.
En la mañana siguiente, por casualidad Circe se hizo presente, haciendo que Zoe riera por el acto de cobardía de Hisirdoux.
-¿Eres su refuerzo?- le cuestionó con gracia.
-No, si.- respondió dando una risa.-Se que Rebecca ahora se dedica a la herbolaria, y Douxie me quería a su lado por las dudas.
-Ella no lo envenenaría ¿No?
-No ¿Cómo crees?- sin embargo ambas se vieron con dudas.
Hisirdoux se hizo presente, dándole un fuerte abrazo a Circe. Habían pasado un par de meses desde la boda, y que ambos se decidieron en ver el mundo por diferentes caminos.
Sin tantos rodeos fueron hasta la casa de Rebecca, que mas que eso era un sitio para ir a beber desde té de diferentes tipo de hierbas hasta pócimas.
Al entrar, y ver a la bruja, bajo la cálida luz de la mañana, hizo que los tres se quedaran boquiabiertos.
Era hermosa, al menos así la veían por fuera, y así la recordaban por dentro. No era mas rubia, ahora llevaba una larga cabellera castaña clara, que parecía emanar brillo propio. Su rostro era decorado por una resplandeciente mirada ámbar, que parecía brillar cada vez que reía.
-Wuau, no recordaba que sus piernas fueran tan largas.- comento Circe al verla.
-Yo si.- agregó Zoe, haciendo que Circe se cubriera la boca por la inminente risa, al ver la expresión en su hermano, por la respuestas de su novia.
Rebecca los vio, agitó una mano en el aire, dejando lo que estaba haciendo para ir hasta ellos. Dio un grito de alegría al ver a Circe y la abrazo, tomándola por sorpresa.
-Circe, hermosa como siempre.- observó tras el abrazó y verla mejor.
Después de una breve charla, los invito a tomar algo.
No había nada sobre que preocuparse, Hisirdoux se relajo, su temor porque Rebecca le recordara la razón por la cual rompieron se disipo. Paso al rededor de doscientos años de aquella fecha, si él no lo tenía presente, pese de ser el culpable numero uno, imaginaba que ella tampoco.
-Creo que ya lo supero.- le susurro al oído Circe a Hisirdoux.
Al notar que todo estaba bien, que la charla nacía de forma natural y tranquila, Circe se preparo para marcharse de ahí. Aun estaba en su luna de miel, y no quería pasar lo que restara del día cuidando a Hisirdoux.
-Me retiro, Grecia y Baltimore me esperan.- se despidió de todos, haciendo un portal y desapareciendo dentro.
Aun era de mañana en la Nauplia, una ciudad costera, en la cual pasaron su ultima semana, puesto que por ahí cerca vivía una mujer anciana que siempre hospedaba a Baltimore cada vez que tenia alguna tarea en aquel país.
Entro al cuarto, frenándose frente a la cama donde aun estaba el brujo cubierto con las sabanas. Hasta dormido y cubierto, Baltimore aun la podía poner nerviosa. Agitó la cabeza, y fue hasta la ventana que estaba a unos pasos.
-¿Aun duermes?- le pregunto, abriendo las ventanas de par en par, permitiendo que la luz brillante del sol pasara.-¿Te sientes bien?- indago sentándose al lado, descubriendo su rostro para tocar su frente.
-No, solo es resaca.- respondió este, casi en un gruñido, tomando la mano de Circe.-¿Cómo esta tu hermano? ¿Atemorizado?
Circe se levanto de su lado, estirando los brazos por encima de su cabeza. Por dentro ansiaba burlarse de la resaca de Baltimore, y como es que ella no sentía los efectos del alcohol. Por respeto al dolor de cabeza del pobre hombre que sufría entre las sabanas, cerro las cortinas, volvió a la cama para darle un beso en la frente, y se marcho.
-Si te quedas, seguro harás que se me pase el dolor.- le sugirió antes que abriera la puerta.
-No, iré a pasear, si aun sigues con dolor de cabeza, te hare algo para que tomes.- le comunico sonriente antes de salir.
Iba caminando por la playa, viendo la calma del agua, que cada tanto se rompía con las olas que surgían. La noche anterior estuvo de fiesta con Baltimore, y el ruido de la naturaleza le calmaba cualquier dolor que pudiera surgir.
No había mucha gente a su alrededor, solo algunos enfrascados en charlas, dando vueltas por la cálida arena.
Estaba bien, se sentía bien. Luego de años batallando contra sigo misma, ahora, mas que nunca, podía decir con toda seguridad que el bienestar era parte de sus día a día.
En comparación de su hija o Arabella, Circe carecía de aquel don que le hacia sentir las ráfagas de magia de quienes la rodeaban. Solo percibía la leve energía que todos emanaban, pero no mas que eso. Sin embargo, su calmo paseo se vio interrumpido de manera brusca.
Como una punzada, la magia de alguien mas le provoco un fuerte dolor de cabeza, haciendo que sus tatuajes brillaras, hasta casi sentir arder su piel. Una clase de dolor que solo sintió una vez en su vida.
Comenzó a camina en una dirección, por pura inercia, como si una cuerda jalara de su cuerpo hacía algún lado.
De a poco el dolor fue cesando, hasta que se detuvo junto con su andar, frente a alguien. Una mujer, casi de su altura, le daba la espalda semi cubierta por una larga cabellera naranja, llena de mechones blancos, que aclaraba el tono de todo el cabello. Nunca antes había visto tal peculiaridad, ni en humanos, menos en brujas o hechiceras.
El aire de sus pulmones se escapo tembloroso por sus labios, llamando la atención de la desconocida. Cuando voltio, Circe no pudo evitar cubrir su boca para no gritar, si del dolor o de la emoción.
Aquellos ojos, verdes mezclados con el amarillo de la mirada de Baltimore, eran imposibles de olvidar, al igual que su nariz respingada cubierta de pecas. Era la perfecta mezcla entre Baltimore y ella.
-¿Nenet?- alcanzo a decir, con voz temblorosa, dando un peso al frente, para estar mas cerca.
La joven no dijo nada, y solo la abrazo con mucha fuerza, como tratando de fusionar ambos corazones. Circe mantenía su mirada bicolor perdida en el horizonte, en la infinidad del mar, en la calma que este le daba. Cuando la fuerza volvió a su cuerpo, pudo al fin corresponderle el abrazo que su hija le estaba dando.
-No llores, mamá.- la consoló al escuchar como la hechicera se ahogaba con su propias lagrimas.-Esta todo bien.
No lo podía creer, luego de tantos años, en donde buscó por cielo y mares hasta perder la esperanza, hasta que su cuerpo no tuvo mas energía para continuar una inútil búsqueda, al fin pudo dar con aquel ser que anidó dentro suyo por casi nueve meses y en su corazón por el resto de su vida.
A pesar de no querer soltarla mas, lo hizo, para verla mejor. Era mas alta que ella, había heredado tanto sus caderas como su pecho, y la sonrisa un tanto torcida.
Se parecía a Circe, sin embargo las cejas pobladas, y semblante endurecido era algo de Baltimore.
-Entonces tengo tu nariz.- afirmó, dando una leve risa.
-No es que la nariz de tu papá sea fea, pero si, tienes mi nariz.- sonrió Circe, acariciando su mejilla.-Tienes que ir a verlo, le va a dar un infarto, a pesar que no es muy demostrativo.
Apurada por la emoción misma, Circe le tomo su mano, y corrió jalando a su hija con ella. Su mente estaba poblabda por ideas, pensamientos sobre como Baltimore tomaría ver a Nenet, quería imaginar caras, expresiones, alguna lágrima, pero le era difícil puesto que el brujo no era de las personas que se quebraban facilidad.
Al llegar al hostal, subir de dos en dos las escaleras con Nenet por detrás. Al entrar al cuarto, este estaba vacío, no estaba, en el momento mas esperado de su vida, su esposo no estaba.
Busco por todos lados, caminando al rededor de su hija, quien la veía sin entender nada.
Unas pisadas se frenaron en la entrada, lo que hizo que Circe dejara de hablar, y que Nenet diera un salto de los nervios. Como hizo con su madre, dio la vuelta, y espero a que esa persona llegara a ella.
Baltimore soltó lo que traía en mano, lento se acerco a la joven paralizada. Circe se acerco por detrás, tomandola por los hombros para que diera un paso al frente.
-Son iguales.- admitió con una sonrisa, rara en él.
Antes que ambas pudieran decir algo, las abrazo, tomándolas por sorpresa. Estar los tres juntos, luego de tanto años, era lo que mas anhelaban.
Circe no perdió el tiempo en nada.
La invitó a todas las comidas del días, le hizo todas las preguntas posibles, le contó sobre su familia, principalmente Hisirdoux, y Olivia, y como ambos se iban a volver locos con su presencia.
Cada tanto le tomaba la mano para asegurarse que fuera real, que sea la hija que le arrebataron a un año de su nacimiento.
-Eres realmente tu.- le susurro antes de irse en la noche.
-Si mamá, soy yo.- sostuvo, tomando sus manos con fuerza.
-Me imaginó que tienes una vida, pero aun puedes venir unos días con nosotros a Arcadia, ya sabes, donde surgio el fin del mundo un par de veces.- le propuso, con cierta timidez a que le dijera que no.
Nenet accedió, después de todo, tarde o temprano debía ir a Arcadia, cuna de muchas tragedias e interesantes historias, a cerciorarse de un asunto que estaba en boca de varios dentro de la comisión reguladora de magia, a la cual la hechicera pertenecía.
★★★
Buenas, hoy es lunes de sorpresa emotiva ¿Cómo va?
Yo, llore, con toda la historia en general, pero este capítulo es el mas esperado por todes quienes leyeron "¿A qué le teme Circe?"
Como dije esta historia la empezare a publicar una semana después de que termine "Crónicas de una bruja." O sea que no falta mucho. Pero bueno, lo quiero soltar a este capítulo para recordarles que la historia existe.
Sin mas que decir, me despidió entre lágrimas de felicidad. Besitos, besitos, chau, chau.
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