15, antes de nacer.
Se sentía orgullosa de lo que llevaba en su vientre. Fueron largos los meses buscando quedar embarazados que cuando desistieron, y les llego la sorpresa, ella misma se llevó todos los laureles.
Hisirdoux no le iba llevar la contra, no si quería mantener la paz entre los dos. Pese a la tranquilidad de su embarazo, Arabella estaba mas emocional que nunca, y nadie estaba dispuesto a llevarle algo que la disgustara.
No solo estaba orgullosa de su cuerpo, sino que también fue la envidia de las conocidas que ya pasaron por el proceso, que más que serle placentero les fue dolorosos e incomodos. Sin embargo, a la futura madre no le gustaba la idea de no pasarla tan mal.
Conoció a tantas mujeres que la pasaron mal, como Circe, que le parecía injusto la falta de dolencias e incomodidad.
Fuera de todo eso, la vida de Arabella e Hisirdoux siguió su curso normal. Al menos era así hasta los días previos a los chequeos. La primera vez, hasta la misma Arabella casi falta a la cita.
Esa mañana llego al hospital cinco minutos antes de que dijeran su nombre. Hisirdoux la esperaba sentado frente a la puerta de la sala. Se podía notar a lo lejos los nervios de la espera. En silencio, Arabella se acerco a él.
Este la vio de inmediato y fruncio su ceño viéndola con desaprobación.
—¿Por qué llegas tan tarde?— preguntó por lo bajo casi gritándolo.
—Porque no quería venir.— respondió sentándose al lado, con evidentes nervios.—Paso un mes y algo ¿Si no hay nada acá dentro? ¿Y la piedra y los diez test de embarazo que me obligaste hacer eran una ilusión?— dio un leve suspiro, apretando los nudillos para evitar que alguna lágrima rebasará.—Esta mañana casi colapso pensándolo.
Le estaba por reprochar su comportamiento esquivo, sin embargo, se detuvo. Él también estaba a punto de faltar, y si Arabella tardaba un minuto mas no solo que iría por ella, sino que tampoco se presentarían.
Pero debían afrontar lo nuevo, cueste lo que cueste.
—Recuerda que hacemos esto junto.— le aclaró dándole un beso en la frente sudorosa.
—Voy a enmarcar la frase para leerla todas las mañanas.— le propuso dando una sonrisa tan tranquilizadora como nerviosa.
—O te lo recuerdo yo, con tus tostadas favoritas.
Antes que Arabella pudiera hacer una broma, dijeron sus apellidos para que entren a la sala de control. Por suerte para ellos, la Dr. Lake se iba hacer cargo, más como una asistente, alguien que secundaba a su obstetra.
Con la panza aun chata al aire, Arabella e Hisirdoux se sostenían de las manos, y veían atentos a Barbara que movía el aparato sobre el vientre de la bruja mientras, buscado algo, y prestaba atención al monitor del ecógrafo.
Fueron los cinco minutos más largos de los últimos meses.
—Perfecto.— exclamó alegré Barbara, viendo la pantalla.—¿Quieren ver?— preguntó a lo que los pacientes asintieron con la cabeza.—Ahora no se nota, pero ahí esta lo que pronto será su bebe.
Arabella se enderezó, soltando la mano de Hisirdoux para acariciar el frío monitor, a la par que pasaba su fina mano por el vientre. De verdad estaba ahí, era cierto, no algo creado por la imaginación de nadie.
Dio un suspiro de relajación, y hecho su cuerpo hacia atrás para ver a Hisirdoux, quien hacia su mayor esfuerzo para contener las lágrimas.
—Es algo feo y sin forma, pero ya lo amo.— le aseguró Arabella, acariciando la mejilla del pelinegro.
—También lo amo, a nuestro pequeño mago.— respondió alegre, besando la frente de la rubia.
—Bruja.— le contradijo en un susurro.
Luego de esa mañana, como una costumbre, sus días continuaron su curso sin problemas.
Arabella acepto que no tuviera los dramas normales de una embaraza, y lo aprovecho para trabajas hasta donde mas pudiera en la biblioteca. Aun resistía los viajes de Olivia, y los minuciosos cuidados de la Nari.
Adoraba ver crecer el vientre de la bruja, y contarle cuento durante los descansos. Hasta ella misma se proclamó guardiana de lo que llevaba dentro.
Sus conocidos se disputaban por el género. Todos tenían opiniones diversas, si la panza era de tal forma, si el antojo era cual, que si Arabella se sentía así, seria niña o niño.
—Bueno, se calman.— alzo la voz Arabella para que la vieran.—Hagamos una apuesta, mañana es la revisión del tercer mes.
La mayoría estuvo de acuerdo con sus ideas, y las especulaciones siguieron. Aun que su esposo no estaba de acuerdo, la dejo seguir con eso porque sabía que más tarde se quejaría de lo aburrido que era.
Al igual que el primer mes, en la sala de control, ambos se quedaron absortos en la pantalla del ultrasonido, y dieron un respiro de alivio al ver a su futuro hijo o hija ahí.
—¿Quieren saber qué será?— les preguntó más ansiosa ella que los futuros padres.
—¿Está loca doc?— respondió Arabella sin quitar la mano de la pantalla.—Estamos apostando.— le aclaró la rubia.—Clara, Zoe, Baltimore, Nenet, y Krel, dicen que será una niña. Circe, Olivia, Aja, hasta Blinki, piensan que será un niño. Jim y Steve dicen que será un cazatroll, sea lo que sea que signifique eso, y White dice que sea lo que sea lo va a cuidar con su vida.
—Y Archie dice que mejor nos dejemos de juegos y seamos racionales.— continuó Hisirdoux acariciando la panza de Arabella.—O sea que será un niño.
La doctora, se encogió de hombros tras escuchar su plan, y les paso un impreso del ultrasonido.
Los futuros padres no podían quitar los ojos de aquel trozo de papel. Aun no era muy claro, pero ahí estaba, bien cuidado tanto dentro como por fuera del vientre.
—Yo digo que será un Merlín Jr.— dedujo Hisirdoux tomando la foto.
—Yo digo que no se llamara así.— dijo Arabella apoyando su cabeza en el hombro del pelinegro.
—¿Cómo te gustaría?— le preguntó.
—Me gusta Casey.— respondió sin poder dejar de ver la foto.
—¿Y si es niña?
—Mmmm, no sé, ya veremos.— resoplo.
Y otra vez los días siguieron como siempre.
Por las noches, se quedaban con Hisirdoux hablando sobre como seria su hijo o hija, ambos estaban ilusionados con el color de sus ojos, la nariz, el cabello, si tendrá pecas o un lunar raro como el que Arabella tenía en una nalga.
Y Circe no los perdía de vista. Dejo de ir a Francia junto con Hisirdoux por un tiempo para acompañar a Arabella.
Después de tantos años su hermano y su mejor amiga esperaban tan alegres como ella, un hijo, lo que para Circe seria su sobrino y su ahijado.
—Serás el niño, o niña según tu mamá, más cuidado y consentido de la tía.— le decía al vientre de su amiga.—¿Quieres que te corte el pelo hoy? — pregunto levantando la vista
La rubia asintió puesto que tras el tercer mes dejo de hacerlo por su cuenta. Al menos una vez cada tres semana lo hacía, en contra de los deseos de Hisirdoux y White, quienes se lamentaban cada vez que llegaba el día.
—La tía se hará cargo de ti, si a mami le pasará algo.— agregó Arabella, con fingida voz, mientras la hechicera iba por las tijeras.
Detuvo su paso, y giro para verla. Estaba hablando en serio y eso le daba miedo. No lo había pensado antes, hasta que ella lo nombro.
—Es verdad Circe.— recalco ahora más sería que segundos atrás.—Si me llegara a pasar algo durante el parto, quiero que lo críes, que lo ames como a un hijo tuyo.
Circe no entendía a qué iba tal pedido, pero conociendo a la bruja sabía que se trataba de algo serio.
—Sabes, mi cuerpo no funciona como el resto, y aun sigo recuperándome de algo que paso hace mucho años.— le conto mientras pasaba una mano por su vientre.—Esta mañana no podía salir de la cama de lo cansada que estaba.
—Pero eso es normal, estas embarazada.— le recalco su amiga.
—No, no era un cansancio normal, yo los conozco.— continuo tratando de sonar dura.—Tengo miedo.
Aunque Arabella no mostrará dolencias, sabía que su parto no sería algo sencillo, desconocía como su magia reaccionaria a tal esfuerzo. A pesar que en el pasado llevo hasta los limites su cuerpo, no sabía que tanto lo podría soportar ahora.
—Esta bien que tenga miedo, pero no me hare cargo de ningun otro hijo.— dijo Circe a modo de reprocho, con una cálida sonrisa en su rostro.
Arabella la vio con extrañeza, no creía que su amiga se negara a tal reconocimiento. Circe se le acerco y poso una mano en su panza.
—Porque este bebe tendrá a su mamá, papá, y una excelente tía.— continuó acariciando el vientre de su amiga.—Todo saldrá bien, me aseguraré de eso, después de todo yo si fui partera.— le recordó orgullosa su oficio de años.
—Oye... gracias.
Arabella estaba emocionada con su vientre, aunque no tan grande como deseaba. Pero era el futuro papá quien se veía mas emocionado. Cada día que pasaba llegaba con información nueva sobre el embarazo, algún sonajero nuevo, al igual que mamelucos que veía por las vidrieras y no dudaba en llevárselo. Desde verdes, hasta lilas y amarillos.
—Recuerda que los bebes crecer rápido papá. — le dijo una tarde Olivia.—Mira este verde es de parte de Peggy y Marius.— comento mostrando un enterito.
—No importa Livi, Casey vestirá con algo distinto todos los días hasta que ya no le entre más.
Arabella los veía a los dos reír, había abandonado la lectura de su novela solo para observarlos. También se rio por las ocurrencias de su esposo, hasta que un fuerte dolor la hizo detenerse. Aquella patada en alguna parte baja de su vientre le quito el aliento.
—¿Estas bien?— pregunto preocupado Hisirdoux al estar cerca.—¿Quieres que vayamos al hospital?
—Llamemos a mamá.— sugirió nerviosa Olivia, sin poder evitar el brillo en sus ojos.—Si llamare a mamá.
—No, no, no, fue solo una patada.— dijo Arabella tratando de buscar una mejor posición.—¿Quieren sentir? No lo deja de hacer.
Ambos pusieron sus manos sobre la prominente barriga, y sonrieron, al mismo tiempo, tras sentir como las patadas aun continuaban hasta que se frenaron, dejando respirar en calma a Arabella.
—Serás afortunado Casey, me tendrás a mi de hermana. — susurro Olivia.
La preocupación, hasta por la más mínima dolencia, era a causa de que transitaban el séptimos mes, todo causaba temor. Por esto Arabella dejo el trabajo por un tiempo, mas por orden de Baba que por gusto de ella.
Ese día el futuro bebe siguió inquieto hasta la noche.
—¿Quieres que vayamos al hospital? O llamemos a Bárbara.— insistió el peligro, masajeando los hombros de la rubia.
—No, creo que ya no pateara mas.— trató de tranquilizarlo.
Veía su barriga, estaba cansada de las pateadas, y llego a pensar que Casey estaba con las mismas ganas que las de sus progenitores de salir. Dio una sonrisa agotada, y froto la panza. Hisirdoux se puso a un lado, apoyo su cabeza sobre el hombro de la bruja, y puso su mano sobre la de ella.
—Aun seguimos de pie. — dijo dando una sonrisa calma.
—Aún seguimos de pie.— repitió mientras le acariciando su cabellera negra.
Aquella noche, donde ninguno pego un ojo, fue extenuante para ambos; aunque ansiaban tener a su hijo en sus brazos, más querían que naciera a término, no antes no después.
Volvieron a hablar sobre como seria tenerlo en brazos, para calmar los nervios que crecían en ambos.
El mes siete transcurrió, y aunque las patadas seguían, tanto Arabella como Hisirdoux ya no temían que llegara antes de tiempo. Pero no sucedió así, el octavo mes paso calmado. No más movimientos nocturnos molestos , ni aplastar la vejiga de la bruja que la obligaba a salir corriendo al baño, sin alguna patada en el estomago que le hiciera vomitar el almuerzo.
Ahora solo les quedaba esperar, y aunque era inevitable su llegada, Arabella ya no estaba tan segura de querer pasar por todo lo que se avecinaba entre la esperaba y el tener a su hijo en brazos.
La incertidumbre le causaba unos nervios que le descontrolaban la magia, mas aun porque desde día cero no la usaba para nada. Se había olvidado lo que era hacer actividades tradicionales.
Aun faltaban unas semanas, y contra todo pronostico se fueron a pasar unos días a Francia. Estaban seguros que nacería a término, que no habría ninguna sorpresa, pero decidió llegar unos días antes, en medio de la playa, lejos del hospital, irrumpiendo unas perfectas vacaciones que incluían a muchas personas entre estas a Circe y Zoe.
Dos semanas antes.
Arabella e Hisirdoux discutían si hacían bien en irse a las playas de Francia. Rebecca los invitó como "El último disfrute sin hijos." a pesar que casi estaban en fecha.
—Debemos aprovechar, no todas pueden andar con la panza de nueve meses como la mía.— decía con orgullo, cuando aceptó que su cuerpo no iba a crecer más.
—A la primera contracción volvemos. — le recalcó agachándose hasta quedar sobre el vientre.—Y tu Casey, te quedas dentro.— le indicó, hundiendo el dedo con suavidad en la panza.—Por todos los brujos.
—¿Qué ocurre?— preguntó preocupada Arabella cuando Hisirdoux se enderezó tomándola por los brazos, con cara de espanto.
—Aún no hemos decidido un nombre de niña.— respondió evitando agitar a la rubia que de partía de la risa.
—Ya pensé uno, pero no te lo dire.— dijo está restándole importancia al asunto.
Ahora la discusión tomo otro rumbo mientras hacían las maletas para irse de viaje.
Los días en Francia era soleados, y cálidos. Rebecca los recibió alegré y se maravilló con el gran vientre de Arabella, la cual le obligó a que pusiera una mano para que sintiera una pequeña patada. La castaña se emocionó con ese simple acto, más aun viniendo de alguien que nunca la quiso o que siempre le temió sin argumentos.
—Eres parte de la familia.— le respondió ante el porqué de Rebecca.
Así fue que los días pasaron en calma, sin miedo ni preocupaciones.
Arabella saboreaba la paz que siempre añoro, leyendo un libro, con los pies en la cálida arena, y una mano acariciando su vientre.
—Esto es vida.— dijo después de casi doscientos años, aunque no recordaba cuando fue la última vez que uso esa frase.—Esto es vida.— repitió, hasta que sintió algo fluir entre sus piernas.
Hisirdoux que dormía a su lado, tomando sol de espalda, fue bruscamente despertado por las desesperadas manos de Arabella.
—Oye, oye, despierta.— decía agitada.—Creo que Casey se nos adelantó.
Como un rayo, Hisirdoux se levantó del lugar, y vio el rostro de miedo de Arabella.
Dejaron sus pertenencias en la playa, fueron hasta donde estaba Circe con Zoe. Tuvieron que abrir un portal a la casona de Rebecca, pero no pudieron para ir al hospital porque no tenían tiempo, y la parturienta tampoco aguantaría otro viaje.
Arabella tomaba con fuerza la mano que Hisirdoux le prestaba, y sentía como con cada grito que daba su cuerpo se agrietaba. Aquello le estaba consumiendo tanto magia como energía, llegando a pensar que no lo lograría. Dejo de pujar por el dolor sentía y porque las lágrimas quemaban su piel.
—No puedo, no tengo más fuerza.— decía entre lágrimas de miedo y frustración.—Nunca debimos hacer esto, no pensé en las consecuencias, nunca lo hago, por eso todo me sale así.
Aquello hizo que Circe sacara la cabeza de entre las piernas de su amiga, para verla. Tenía que buscar la forma para Arabella confiada en que lo podía hacer ¿Cómo? Se preguntó. Sus dudas se disiparon cuando la vida de la misma bruja la paso frente a sus ojos.
—¿Estas bromeando? Arabella, eres la persona más fuerte que conozco.— le recordó, viendo con esa mirada bicolor que siempre brillaba ante la emoción del momento.—Haz pasado por mucho en tu vida, y sigues de pie, y nunca te diste por vencida por más mal que hayas tomando una decisión.
Le recordó de lo que era capaz, y todo lo que hizo desde el día que huyo de Camelot. Arabella la oía con atención sin importar el profundo dolor que sentía en lo mas bajo de su cuerpo, y en el lugar mas recóndito de su magia.
Sonrió agotada, tenia razón, pese a todo, era fuerte, aunque le costaba aceptarlo.
—Fuiste fuerte por mi, ahora hazlo por ti.— decía alegre, viendo como una sonrisa se dibujaba en rostro de la parturienta. —Solo quiero decirte, que este dolor, de todos los que tuviste, quizás sea el peor pero será el que más rápido sane. Te pediré que pujes una vez más, con todas tus fuerzas, contra toda grieta y dolor que sientas en tu cuerpo, solo una vez.
Hisirdoux tomo la mano de Arabella, la vio a los ojos cansados, sin brillo, pero rojos de tanto llorar.
—Recuerda que puedes tomar de mi magia, pero debes resistir para devolvérmela.— le aclaro cuando sus miradas agotadas se encontraron.—Siempre será nuestro trato.
Arabella asintió, apretando sus labios, tomando con más fuerza su mano. Grito tan alto que sintió que despertaría a todo el pueblo.
—Ámbar, se llamará Ámbar.— susurro al sentir como una vida salía de su cuerpo.—Justo como el color de tus ojos.— repitió una vez más.
Tras nueve horas de labor de parto, Circe traía en brazos una beba con los ojos abierto como los de una lechuza. Lo que le causó gracia, estaba tan tranquila vieron a su alrededor, hasta que lloró con la primera oleada de aire en sus pulmones.
—Eres una tramposa, siempre supiste que sería una niña.— le decía Circe a Arabella que recibía a la niña con los brazos extendidos.
Ambos vieron a la beba que dejo de llorar cuando sintió el tacto de Arabella. Sus ojos aun seguían abiertos, era una rara mezcla entre un suave turquesa y el ámbar de los ojos Hisirdoux.
—Ganaste, siempre ganas.— le susurro Hisirdoux, para luego darle un beso en frente sudorosa.—Aun puede ser maga.— se rio entre lágrimas.—Esto no fue una mala decisión.
—Las decisiones que tomo contigo no suelen ser malas.— le dio la razón, y largo un gran bostezo.
Uno de los brazos de Arabella que sostenía a la beba, se deslizó pesado por un costado. Hisirdoux al notarlo llevó su mirada a la bruja y esta yacía con los ojos cerrados. Tomó a Ámbar en sus brazos, y llamo a Circe.
—Arabella.— llamo con evidente desesperación en su voz.—Circe, acaba de pasar algo.
—Llévala con Zoe y Rebecca al otro cuarto, si ves a Baltimore haz que entre.— le indicó.
Hisirdoux abrazó a su hija mientras sentía que la vida de Arabella se iba. La beba lloraba, él estaba atónito, hasta que llegó Zoe y la tomó para llevársela al otro cuarto. La puerta se cerró frente a sus ojos, y así dejo de sentir la magia de su esposa.
Tras sentir que su cuerpo se agrietaba, mas allá que la última vez, Arabella cayo en un sueño profundo. Entonces supieron algo nuevo de las brujas de vasijas, no importa que tan sanas estén, si por dentro se rompen necesitarán dormir para recomponerse.
★★★
Oigan, bajen sus armas, no hay necesidad que la autora salga herida, ya lo esta.
Hola mis soles ¿Cómo les va? Yo mal, porque siento que cada día estoy mas cerca del colapso emocional, amo ser joven adulto.
Esto esta supervisado por una mamá de verdad, la mía. Si, le pregunte si seria cruel y me dijo que no.
Ya les voy a dar el epílogo u.u
Nos leemos en un rato.
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